jueves, 14 de mayo de 2020

LA JURAMENTACION


En el pizarrín del patio, donde se amenaza a los trabajadores con el descuento de un día de su haber, si no asisten a los desfiles, los pasacalles u otro evento cívico, social, patriótico, administrativo  o de entretenimiento, se invitaba a los empleados para que obligatoriamente asistan a la toma de posesión de cargo del nuevo y desconocido jefe, que después de varias despectivas resoluciones, debía asumir el papel de mandamás de esa dependencia regional. El aviso anunciaba que aquella ceremonia debía producirse a las cuatro en punto de la tarde.

Pasados cuarenta minutos después de la hora fijada, en casi todo el local se escuchó la estridente voz de una mujer que mandaba, ordenaba y disponía no se sabía qué, lo que llamó la atención de los curiosos empleados que desde las ventanas o las puertas de sus oficinas miraban lo que estaba pasando en el patio.

Y fue que una mujer, de casi 40 años, había llegado con una mesita pequeña que cargaba un campesino, donde instaló un crucifijo y a su lado un enorme libro de más o menos 10 centímetros de lomo con un forro rojo chillón y todos los bordes dorados, seguramente para dar la impresión de que ese librazo tenía todas sus páginas de oro.

–¿Quién es esa huevona que se mete a la oficina, grita a su regalada gana y da órdenes como una loquibambia? –preguntó alguno de los empleados, no porque sintiera curiosidad, sino porque la mujer se presentaba como señalando ser una de las cabecillas del nuevo régimen regional, y que éste sería como lo que ella de primera impresión representaba, es decir, muy expeditivo.

–¡Por favor, bajen! –Gritó la mujer a modo de invitación. –Y los empleados fueron saliendo y bajando de sus oficinas para agruparse en torno a la mesita que ocupaba el centro del patio.

–Pero no me puedes negar que la pendeja, a pesar de ser tía, es altita y blanquita, tiene buen poto y pintita no le falta. –Comentó uno.

–¡"Carne blanca, aunque sea en charqui"! –Recordó alguien del ruedo y los demás se echaron a reír disimuladamente.

–Debió haber sido buena en otros tiempos. –Aseguró otro.

–¡Ahora es cuando debe ser buena!, porque "gallina vieja da buen caldo". – Y al ver que muchos reían, agregó: –En otros tiempos habría sido una engreída y seguro que de ahí le vienen esas ínfulas de “puedelotodo”.

–Ni te ilusiones compadre. Esa es un autentica jefesiki. –Le recordó alguien.

–Pero pensándolo bien debe ser alguna desocupada, porque esa es la clase de gente que aparece después de las elecciones.

–¿Acaso los desocupados nomás? También llegan los nuevos choros, los pendejos y toda esa rufla de malvivientes, que después de hacer solo cagadas los próximos cuatro años, desaparecerán tal como aparecieron, hasta que los vuelva a hacer aparecer una orden de captura o el ganador de las nuevas elecciones.

–¡Ya!, ya está todo listo. –Dijo eso o algo así la mujer, y luego  ordenó a un hombre   para que comenzara a hablar.

Cuando los empleados terminaron de rodear el pequeño patio hasta en filas de a tres. Un hombre bastante mal trajeado y poco formal, asumió el papel de conductor de la ceremonia que se venía. Sin saludar a nadie y de muy mala gana, dijo que el motivo de esa reunión era "la asunción" del nuevo director de la institución y la entrega–recepción de esa responsabilidad. A ninguno de los empleados había que explicarle que aquel asunto era simplemente la salida de un jefe que se iba como todos los que tienen que irse porque se acabó la mamadera y la entrada del señor que venía de parte del nuevo Gobierno Regional para hacerse cargo del chupón.

Seguidamente, siempre a órdenes de la mandamás, el locutor dio lectura a la Resolución que designaba al nuevo jefe en la persona del magister Inocencio Malpartida Munanque, y que como de costumbre, al final contenía la eterna fórmula que daba las gracias al cesado por "los servicios prestados a la Nación".

En  seguida,  siempre  siguiendo  las  órdenes  de  la  cabecilla,  el  presentador  comenzó  a anunciar el acto de juramentación del cargo, y ahí fue cuando el funcionario cesado bastante ofuscado insistió en tomar la palabra, y cuando este recibió el gesto negativo de la mujer, no le quedó más remedio que arrebatarle el micrófono al animador, y ante el asombro de todos los empleados, hizo un resumen de los grandes logros que tuvo la institución durante su gestión, a pesar de la falta de presupuesto y apoyo de la Intendencia Regional, la Gerencia Regional, o de la abierta oposición de tal o cual funcionario. Su afán era cerrar su permanencia en la institución con una de las más grandes mentiras de todas las que había lanzado a lo largo de su desastroza gestión, y era que en defensa de los intereses del Sector, siempre había marchado valientemente hacia adelante, aun en contra de la corriente.

Finalmente terminó diciendo lo que dicen todos los que se van: "Me hubiera gustado hacer esto y esto otro, y muchas cosas más". Y de tanto querer hacer lo que no había hecho, acabó su delirante discurso aconsejando al funcionario entrante lo que debía y tenía que hacer, para que su brillante gestión continué y no se vaya al diablo toda la gran cosa que él solito había logrado. Aunque nadie conocía lo que había hecho, ni siquiera lo que había tratado de hacer, y  es por eso que no pudo expresar lo que  concretamente había hecho por esa entidad, aparte de ser uno más de sus jefes sangrones.

–Miren a ese huevón. Después de haberse rascado las bolas durante más de un año, ahora sí le hubiera gustado hacer de todo, incluso hacer lo que la ley ordena, pero no lo hacía porque eso era peligroso o porque no le gustaba al Intendente Regional o a sus asesores, o porque no quería contradecir la política del jefe de la corrupción, porque eso le podía costar el cargo. Pero ahora que lo han cagado está tratando de denunciar algo, pero no se atreve porque él también ha sido parte de la mafia.

–¡Así son todos estos vagos miedosos, ni siquiera son machos cuando se van! –Recordó alguno de los apiñados.

–Como todos los cojudos que los despiden, este también, ya de salida, recién se da cuenta para que servía la institución que le habían confiado y qué podía hacerse desde el cargo que le habían asignado. –Dijo otro al tiempo que se reía muy bajito y cachacientamente.

–Lo más triste de su desgracia es que después de un mes, recién se dará cuenta que le pagaron buenos miles de soles por no hacer, ni saber nada de nada, y los privilegios que ha perdido: secretaria alcahuete, chofer chismoso y camioneta a su disposición, viajes, viáticos, pero sobretodo el placer de gobernar sobre unos funcionarios bien chupes y muchos empleados sobones. Por eso es que todos estos cacasenos andan  más angustiados que borracho misio y sin patas, por volver a ser jefecitos. –Agregó otro.

–Lo peor de todo es que sabiendo que son inútiles para cualquier cargo, siempre aspiran a ser jefazos nada más, y se indignan hasta los tuétanos cuando les ofrecen un puesto de menor jerarquía. –Recordó otro.

–Y no es que les sobra el dinero como para rechazar chambitas chauchillas, sino que saben que en esos puestos hay que trabajar, mostrar resultados y rendir cuentas, y como no saben ni una ni otra cosa, no aceptan estos empleos para no evidenciar su ineptitud. –Remató otro.

Después del forzado discurso del funcionario saliente, que acabó con esta muy gastada arenga:

–Para despedirme señores trabajadores, solamente me queda agradecerles a todos y a cada uno de ustedes, el apoyo que incondicionalmente han prestado a mi esforzada gestión, cuyos logros han elevado a esta sagrada institución a las más altas calificaciones dentro de la administración pública regional, y como no soy egoísta las he compartido con todos ustedes. En esa misma línea de responsabilidad laboral y alturado compromiso, señores trabajadores, mucho les agradeceré prestar la más amplia y sacrificada colaboración al ilustre profesional que me reemplaza, para que nuestra institución siga marchando por la senda que yo con mucha mística y desinterés he trazado, hasta llegar a ser un ejemplo nacional. ¡Muchas Gracias! No me despido porque en cualquier momento los estaré saludando desde más altas responsabilidades, y por eso solo les digo hasta la vista. – Así acabó uno más de sus chiflados discursos, diciendo esto último con un goteo medio llorón que se le escapaba por  el ojo izquierdo.

–¡Si Dios quiere y la vaca que has ordeñado a tu gusto no se muere, de aquí a cuatro meses nos vemos en la cárcel. –Amenazó murmurando un ofuscado espectador.

Seguidamente, a la orden de la dueña de la movida, el peregrino locutor, dijo con mucha pompa:

–A continuación vamos a proceder a la ceremonia de juramentación del cargo por parte del doctor Inocencio Malpartida Munanqui como Jefe Regional de esta oficina, a cargo del señor Sub– Intendente de nuestro gobierno regional.

En ese momento se asomó al centro del patio, el campesino que entró a la institución cargando la mesita, y que ahora llevaba colgado del cuello una medalla grande y dorada atada a una gruesa cinta roja. Luego de saludar al auditorio con el sombrero en la mano, como lo hacen todos los lugareños de estas tierras, se paró frente a esa mesita sobre la que destacaba un gran crucifijo y el enorme libraco que todos adivinaron era una biblia, pero de aquellas que solo se ven en las misas concelebradas que con motivo de alguna fiesta mayor se realiza en la iglesia del pueblo.

Después del campesino, se anunció al jurador que se aproximó a la mesilla, exhibiendo un pecho exaltado y la cabeza erguida con el propósito de hacer conocer a todos los asistentes, que era algo más alto que el promedio de los peruanos mal nutridos. Entonces el campechano que al parecer ya había agarrado alguna maestría en eso de hacer jurar a los perjuros, le ordenó que pusiera la mano izquierda  sobre aquel librazo y que levantara la mano derecha haciendo un ángulo recto con el codo y exhibiera frente a su persona la palma de esa mano, y enseguida pronunció en un quechua bastante extraño para el auditorio, lo que todos consideraron se trataba de alguna fórmula juratoria, a lo que el juramentado contestó gritando ¡"Si juro"!, frases que hicieron enfadar al juramentador, por no haber expresado su compromiso en quechua también, pero también para mostrar que tenía autoridad y mando sobre el juramentado.

Luego, sin más ni más, se mandó un discurso en el mismo idioma nativo donde al parecer habló del agua, de la lluvia, de las sementeras, de los daños a los cultivos, de los canales de riego, de los chaparrones, de la rancha, del pucaponcho, de la curabichera, de la kañihua, de la quinua, la  kiwicha, la mashua, las llamas, las alpacas, los “pagos” y los “Apus”, etc. que todos aplaudieron, solo porque sabía decirlo en un quechua bastante singular y no porque hubiera dicho algo que valiera la pena premiar.

Mientras el campesino pronunciaba su largo y lastimero discurso chacarero. Un burlón de los que nunca faltan en cualquier reunión sentimental como esas; solo para burlarse le preguntaba en voz baja a uno de los empleados de extracción comunera.

–Felipe, ¿qué dice? ¿Qué dice?, Felipe ¡Por favor, tradúceme! –Suplicaba socarronamente.

–¡Qué mierda dirá pues!, pregúntale tú mismo. –Contestó el otro en medio de una rabia que le subía desde el pecho amenazando con reventarle en la cabeza, y solo atinó a agregar: –¡Yo no soy tu felipillo, cojudo de mierda!

–Solo te lo decía porque ese campe es tu paisano, y no entiendo las cojudezas que está hablando. – Aclaró.

–¿Este huevón es el Sub–Intendente regional? –preguntó alguien en voz baja y desde alguna parte del apretado ruedo que se había formado en torno a esa huachafa juramentación.

Cuando le dijeron que si lo era, comenzó a murmurar. –Pobrecito, ¡qué pendejos son esos políticos! Cuando deben preocuparse de que los campesinos alcancen una producción y una productividad agraria bastante lucrativa que pueda resolver las necesidades de sus familias, se comiden  a traer a este pobre hombre “de la chacra a la olla” para semejante cargo. Eso es como si nosotros trajéramos de la selva a un capiso para que se paseara por nuestras calles como una exótica mascota. En el fondo a pesar de ser alimentados y mimados, esos animalitos sufren. ¿En qué carrera de cargachos se habrá ganado esa enorme medalla? –Agregó con burla aún más cachacienta.

–¡Calla huevón!, este campesino es un ciudadano y como tal tiene el derecho constitucional a elegir y ser elegido. Y si a pesar de ser lo que es, lo han elegido. ¿Por qué te arañas? Lo que pasa es que le tienes envidia. –Refutó otro de los paisanos del funcionario campirano.

–Si te crees bacán, por qué no te has lanzado para ser Sub–Intendente en las elecciones regionales. – Acotó otro con un tono bastante indignado.

000ººº000

Más  tarde  en  la  mesa  de  la  tiendecita  donde  los  trabajadores  acostumbran  tomar  sus gaseosas, comenzaron a comentar todo lo que no pudieron decir, apiñados como estaban en el patio de la institución.

–Oye cojudo, no creas que estaba insultando o discriminando al paisano que ha tenido la gentileza de visitarnos para presidir esa cojuda ceremonia que no tenía ningún valor, porque según la ley sólo las autoridades elegidas tienen la obligación de juramentar, más no un funcionario designado a dedo para ocupar por unos meses un cargo de confianza. ¡Claro que tiene derecho a ser elegido!, pero bien  ha podido ser alcalde o Presidente de su Comunidad y hasta dirigente de alguna organización campesina de nivel provincial, regional y hasta nacional. ¿Pero qué mierda puede hacer como Sub– Intendente? Mientras en otras regiones estas autoridades son pisdish o magísteres de verdad con las capacidades necesarias para conducir con acierto su región, resulta que ahora que somos una de las regiones mineras más ricas del mundo, gracias a una democracia subdesarrollada, tenemos metido en tan alto puesto a un campesino que no sabe dónde está parado en materia de administración pública, manejo presupuestal y todas esas miles de leyes, decretos supremos, resoluciones ministeriales y directivas que como una hemorragia nos llegan desde el congreso, la presidencia de la república, los ministerios y los organismos autónomos del Estado, y que hay que cumplir si o si, si no queremos irnos a la cárcel. Y solo porque tú, con o sin razón te achoras, vamos a quedarnos  callados solo porque el paisano tiene derecho a ser elegido. Además, una cosa es estar al frente de un cargo público y otra muy diferente es ser una carga pública. ¡Eso sí que es muy cojudo!

–¡Tienes razón! Si la cosa fuera de que sólo por haber sido elegido se te va a meter a la calabaza toda la secundaria, la universidad y hasta los posgrados, encima todo el tiempo que uno necesita para ejercer una profesión desde la administración pública hasta agarrar experiencia, entonces el hombre tiene derecho a ser presidente de la república. Y si la cosa es así de fácil, en vez de educar con tanto sacrificio a mis hijos, simplemente haría que lo eligieran Sub–Intendente y se acabó tanta vaina. –Apuntaló otro.

–Si pues, aquí nadie es sabio. Aquí todos somos sabidos nomás. Los hijos de los españoles han aprendido toda la pendejada que sus padres les hicieron a los verdaderos nativos que encontraron en el Tahuantinsuyo, y en más de cuatro siglos lo perfeccionaron hasta llegar a tener nombre propio: “La viveza criolla”, “el criollo”, el que nos hace “el cholito”. Gracias a eso nuestro país puede ser gobernado por la Keiko, la Lurdes, el Alan, el cholo Toledo, el PPcuy, el Santos, la Veronika  y toda esa gavilla de pendejos que creen que han nacido para ser presidentes. De esos avivatos han aprendido los campesinos que se han quedado y vendido las mejores tierras que les entregó la Reforma Agraria, y todos los dineros que ahora están recibiendo por la venta de las tierras comunales a las empresas mineras. Y los que no han podido beneficiarse de la reforma o las minas, se están metiendo en la política, que es el negocio que puede hacerlos ricos, cuando no se atreven a ser narcos, ni mineros ilegales, porque lo primero es peligroso y en el segundo hay que romperse los lomos.

Cuando notó que los reunidos se quedaron callados esperando que diga algo más, acotó:

–Cuando después algunos le pidan cuenta de lo que en realidad ha hecho como funcionario público, ese campesino acabará diciendo que a él lo han elegido por lo que es, no por lo que haga. Pero como en una oficina no puede ser chacarero, entonces no hará más que conversar con todas las personas y empleados que quieran hablar con él, y de paso leerá, sin entender,  un montón de papeles que pasen por sus  manos, pero lo más seguro que se ira a pasear por los campos de cultivo, para que como buen  político, chamullar a otros campesinos igual a él con ofertas que jamás cumplirá, y llegado el momento cobrará un sueldazo por todo eso, y acabará pensando que a él lo ha hecho funcionario la Ley, y nada más que la Ley, y no toda esa gente cojuda que sigue regalando sus votos por cualquier bellaco o gañán que se lanza como candidato. El secreto no es decirle a la gente que puedes hacer tú por ellos, sino que puede hacer la gente por ti, y para eso solo basta escribir en las paredes “VOTA POR CHUMBIAUCA, INTENDENTE”, y punto.

–¿Acaso el  Evo Morales, no es un campesino de origen aymara que ni siquiera tiene secundaria y que toda su juventud se la pasó soplando una corneta? Y parece que no lo está haciendo mal, porque ya va por tres mandatos consecutivos como presidente de Bolivia. Y sin embargo nadie le hace problemas por su origen.

–¿El Evo Morales, campesino? ¡No me hagas cagar de risa! Ese huevón nunca ha sido campesino. Ese es uno más que con el cuento de la defensa de la "hoja sagrada" se ha hecho dirigente cocalero para garantizar los cultivos que necesita el narcotráfico. Ese ha sido entrenado hasta los huesos por los dueños de la izquierda internacional, para que movilice a millones de indígenas en torno a la coca, el color de su piel, sus bastante manoseadas costumbres ancestrales, y cuando se dieron cuenta que eran más que los blancos y los mestizos, y que por la vía de las elecciones podía tomar el poder y lo hizo, olvidándose de su lucha de clases, su guerra de guerrillas que el Che Guevara les había enseñado y su dictadura del proletariado, para gobernar dentro de las reglas del más puro capitalismo. Con ese propósito en el 2005, el difunto Hugo Chávez con la plata de los venezolanos que a hora se cagan de hambre, le ha contratado como jefe de su campaña electoral a Wálter Chávez,  el mismo que después lo detuvieron en Argentina por ser del MRTA. –Aclaró a voz en cuello.

–La verdad que los pequeños grupos que antagónicamente gobiernan el mundo desde los orígenes de las grandes civilizaciones, entrenan a su gente para poder hacer prevalecer sus intereses a escala mundial, por ejemplo los Estados Unidos a la Keiko, al cholo Toledo, al Alan García, al Kuczynski, al Barnechea. Rusia y la China a la Verónika y al Santos. La iglesia católica entrena a sus curas y los ayatolas, sultanes y califas a sus yihadistas. En el tercer mundo no existe el poder real, porque no tiene ni ciencia ni tecnología, ni mucho menos poder militar nuclear, de modo que todos nuestros políticos son solo pastores de rebaño ajeno y su verdadero interés es hacerse millonarios para sacar a su familia de estas tierras. Para mí el Evo Morales no es un socialista porque eso ha fracasado en la Unión Soviética y los países de Europa Oriental, en Cuba, Nicaragua y Venezuela, la verdad es que es un indígena neoliberal. ¿O creen que Bolivia es socialista? –Preguntó a todo el coro.

–¡Ese indio es más pendejo que las arañas! Si hasta en público se hace atar los cordones de sus zapatos y ni siquiera le agradece al  pobre hombre que humilló. ¿Seguro que en privado se hará limpiar hasta el poto! Con razón mi abuelo decía: “Ponle zapatos a un indio y seguro que te patea”. –Les recordó, uno de los millones que vio aquel video viral que corrió en las redes sociales.

–Y no solo eso, ahora dicen que ese avivato empreñó a una pendeja blanquiñosa que trabajaba en una empresa china que ganó varios contratos de obras públicas para el Estado, y  para no parecer mal padre, ahora se hace el loco y suplica casi llorando que le hagan conocer al "guardadito" que no había muerto al nacer. Por eso los bolivianos le dijeron "No" para presentarse a un cuarto mandato. ¡Qué tal concha!, mismo Fujimori quería eternizarse en el poder!

–Lo que el pueblo quiere de los políticos es que sean transparentes, moralmente solventes y por eso enemigos a muerte de la corrupción. Que tengan un compromiso social con los más necesitados al momento de la distribución de los presupuestos. Que sean racionales y tengan una visión a largo plazo para gobernar de manera exitosa y sin perder credibilidad. Que tengan una adecuada preparación académica y por eso una apertura a las buenas ideas y una tendencia a la conservación de las tradiciones y valores ancestrales. Que puedan autocriticarse y reconocer sus errores a fin de no perder la perspectiva de su gestión y finalmente que sean verdaderos líderes, es decir que interpreten a cabalidad el interés general de sus gobernados. –Recalcó el que siempre preparaba sus palabras cada vez que quería hablar.

–¡Claro!, se supone que los que nos gobiernan son más inteligentes que tú y que yo. Y que saben más que nosotros, porque son los que escogimos para que generen los cambios que necesita nuestra tierra, para no seguir siendo la región más atrasada del país, y sobre su sabio quehacer se prepare el camino que nos hará más prósperos y por lo tanto más felices. –Acotó otro.

–Si pues, ese es el círculo virtuoso: donde los gobernantes ayudan a que sus pueblos sean más educados y por eso más inteligentes, para que pueblos más inteligentes elijan mejores gobernantes como lo hacen en Sucia, Dinamarca, Finlandia o Singapur. Nunca al revés porque eso solo crea mediocridad y miseria. –Recalcó a su vez  el preparador de las palabras que salían de su boca.

–Eso  sería  más  que  bueno,  pero  ahora  lo  único  que  tenemos  son  unos  cuántos  pendejos  que gobiernan a su antojo rodeados de sus familiares y allegados. Entrando pobres y saliendo ricos, mientras el resto de los huevones seguiremos trabajando como pobres peones, campesinos, obreros, empleados o profesionales recibiendo un mísero salario.

–Si pues. ¡Todos los políticos fundan su vida en el dinero! Esos son unos miserables materialistas que nada tienen que ver con la espiritualidad, ni con los valores superiores de la sociedad, sin embargo se llenan la boca con todos los más grandes pensamientos de la humanidad, cuando en realidad solo ansían el poder para llenarse los bolsillos con el dinero de todos los que gobiernan,  y no  contentos  con  eso,  encima se sienten  superiores  a todos  sus  estafados.  ¿Tú  crees  que ese campesino anda metido en la política para servir a los campesinos? ¡Ni cagando!, ese está metido en la vaina por la plata, nada más que por la plata, igual que cualquier político del pueblito más triste de la región o del país, porque si de servir se tratara ahorita mismo estaría impulsando alguna obra o participando en alguna faena para reparar los caminos o las acequias de su comunidad. –Señaló desde su cólera uno de aquellos amigos.

–Lo mismo pasa en todo el mundo, sin importar si son cristianos, budistas, musulmanes o ateos. Si son ricos o pobres, cultos, mediocres o ignorantes. Tampoco importa que sean gringos, negros, chinos, indígenas o mestizos. ¡Todos los políticos están donde están, solo por la cochina plata! ¿De dónde han salido los peores males de la raza humana?, de la política pues. De ahí han salido los reyes, los emperadores y todos los malditos como Castro, Stalin y Hitler, por ejemplo. –Aclaró el más viejo de esos contertulios.

–¡Tienes razón, pero  lo que más pena me da de ese campesino, es que mientras le dure el cargo se habrá acostumbrado a ganar miles de soles sin saber cómo servirle a los ciudadanos desde la administración pública. Pero como ya aprendió a recibir dinero sin romperse los lomos destripando a la pachamama, jamás volverá a ser nuevamente el labriego que alguna vez fue, pues con el ahorro de los buenos miles que se está llevando sin hacer algo que valga la pena, insistirá en la ganancia fácil que regala la política hasta que se le acaben sus días. ¡Eso es mejor que la minería ilegal o el narcotráfico! –Acotó otro.

–¡Pero nunca le van a ganar a la corrupción! – Aclaró en voz alta el más callado. –¡Esa es la más grande institución que la historia del Perú republicano nos ha legado en sus casi doscientos años de existencia! –Concluyó.

–Lo más triste es que a estos paisanos, los políticos limeños les meten todos los dedos a los ojos, y cuando les conviene los manejan a su  regalada gana, y de paso nos tratan a nosotros como si fuéramos más ignorantes que los que elegimos,  por no saber que en toda la historia de la humanidad, los que conducen los pueblos son los más sabios y los más fuertes, no los chacareros por más achorados que resulten ser.

–Eso no puede estar pasándonos ahora que la región tiene intereses multimillonarios, y que apenas nos va a durar 25 años. Si ahora no le metemos con ganas las manos a eso de la minería y construimos la infraestructura que necesitamos para nuestra era post–minera, vamos a quedarnos peor que antes. ¡Eso está visto hasta por un ciego!

–¿Y tú crees que las empresas mineras  no están metidas en todo este chongo? –Le preguntó alguien.

–¡Claro que están! ¿No crean que las empresas mineras explotan los minerales de todo el mundo para construir solo edificios, puentes, máquinas, herramientas, carros, etc.? No, la gran parte de la industria metalúrgica se usa en la fabricación de tanques, buques, aviones, balas, misiles y todos esos instrumentos de muerte que se venden por todo el mundo donde hay guerras o para que haya guerras. ¿Y quiénes inventan las guerras?, los que fabrican las armas, que son los dueños de los capitales que se invierten en los mega proyectos mineros. Ya no es ningún secreto que detrás de la elección de ese campesino están los poderosos holdings que nos inventan todos los líos y nos montan todas las guerras, para que gran parte de nuestra riqueza se nos vaya en la compra de armas, impidiendo que nuestros campesinos tengan una educación como cualquier hombre de las ciudades. –Respondió con tono casi pedagógico.

–¡Ah, ya entiendo! Como tenemos muchos megaproyectos mineros donde las transnacionales han invertido miles de millones de dólares para ganar cien veces más, necesitan que nuestros dirigentes regionales sean unos humildes campesinos para hacer lo que les dé la gana. ¡Qué grandes pendejos son estos gringos! –Exclamó.

–Pero será mejor dejarnos de huevadas. Si esos gringos capitalistas de mierda han metido su gente en el Gobierno Regional para llevarse nuestras riquezas mineras, para qué está el pueblo unido que jamás será vencido. Pues al margen de lo que decidan las autoridades limeñas, que reciben una gran coima de los gringos y los chinos y hasta son sus socios, y al margen de lo que hagan o dejen de hacer nuestros políticos chauchillas, si el pueblo se arma de valor y no deja extraer ni un solo gramo de nuestro mineral, ¡no pasa nada!, y así se quedan en la calle todos los miserables que andan metidos en la pendejada de robarnos nuestra única riqueza y nuestra única esperanza para el futuro. –Termino de decir, sabiendo que había dicho la más grande verdad que había logrado descubrir en ese preciso momento.

–Si huevón, hablas como si los gringos, los chinos o los rusos son tan cojudos como nosotros  o como si a los limeños los hubieran curado de la pendejada. Si mañana nos ponemos bravos, al día siguiente nos embarran con la ley antiterrorista y nos sacan retratados con pasamontañas, akaemes, balas   y un montón de dinamita y nos enjaulan de por vida justito a lado del Abimael o del Montesinos.  –Dijo alguien con tono de aquellos clarividentes que no necesitan adivinar el futuro para saber lo que todos saben.

–Tienes razón, por ahí no se podría. Lo que se debería hacer es comenzar a denunciar la maniobra de estos gringos para que ese campesino sea elegido como Sub–Intendente, y cuando todos los ciudadanos conozcan la verdad de ese asunto, el próximo año comenzamos a recolectar firmas para revocarlo por la ley de control político, y punto.

–Eso se puede hacer en cualquier parte menos en esta región, porque eso de recabar firmas es un conocido negocio de los recolectores, pues una vez que ya tienen los planillones llenos se los venden a buen precio a los que debemos vacar, y hasta ahí nomás llega la cosa. ¿O tú vas a recoger las firmas?, o vas a hacer el gasto que significa tener varios empleados que vayan de calle en calle, de casa en casa, de oficina en oficina recolectando voluntades, que unas cuántas veces te la dan de buena gana, pero las más te dicen que ya han firmado en otro planillón, y en no pocas veces, sin más ni más, te mandan a la mierda porque la gente ya sabe la suerte que corren esas firmas.

–Lo triste de todo esto es que en los países donde hay importantes recursos naturales y pueblos miserables, la gente se está matando con armas cada vez más caras y sofisticadas, pues lo que quieren los capitalistas es que todos esos huevones, en nombre de sus dioses, pero sobre todo por el dinero que les ponen sobre la mesa, acaben aniquilándose como lo están haciendo los negros del África y los árabes de todas partes, sin poder salirse del chongo en que están metidos, antes de que el petróleo y el agua se acaben. –Dijo alguien muy apenado.

–Lo peor es que si nos ponemos bravos hasta más no poder, algún loco de mierda salido de la camada de los políticos, nos invente una aventura guerrera en nombre de "la patria no se vende, la patria se defiende", la pachamama o los mismísimos apus, para que los cholitos también nos vayamos sacando la mierda como si fuéramos gallos de pelea, mientras que los gringos, los chinos y los rusos se lleven nuestros metales y nos lo devuelvan en forma de armamento.

–¡Yo me voy, porque otra vez ustedes están hablando las mismas huevadas nomás! –Dijo uno para despedirse.

–Paga lo que debes y arranca nomás! –Le respondió uno de ellos.

Cuando se fue, alguien comentó: "Lluncu y mierda, seguro que ya está yendo a decirle al nuevo jefe que todos estábamos esperando ansiosamente la llegada de un "Magister", porque los otros jefes eran unos zopencos de siete suelas y que desde este momento se encuentra a su entera disposición". A lo que respondió otro: "Acaso solo ese, todos los que tienen que ver con el manejo del presupuesto y del personal, y alguno que otro con una petición muy puntual, como eso de pedirle que lo designe jefe de esto o de aquello donde la paga es mejor o para que le dé chamba a sus parientes y allegados. Si todos fueran como nosotros, acaso en las radios, la televisión y muy especialmente en la redes sociales estarían hablando de tanta corrupción".

–¡Ni tanto ni tanto pendejo!, por eso mismo jamás te mueven de dónde estás. –Le refutó otro a modo de broma.

Después de reírse y pagar las gaseosas, y de que algunos se animaran a llegar a la cantina de costumbre, se acabó la reunión de aquellos cholos Homo sapiens de esta parte de los andes.

000ººº000

Y la ceremonia llegó a su final cuando el locutor dijo que el nuevo jefe iba a hacer uso de la palabra:

–Señor Sub–Intendente, señor Jefe saliente, señores funcionarios y dignos trabajadores, aunque el que les habla es del otro sitio, ya me siento de este lugar porque he sido formado en una de las gloriosas universidades de esta ciudad, pero no por eso vayan  a creer que no estoy preparado para el cargo, pues deben saberlo todos que he hecho varios cursos de post–grado y he recorrido por todos los continentes, y por eso me siento capacitado para conducir esta institución como jamás nadie lo ha hecho, porque me estoy dando cuenta que hasta la fecha no tienen local; yo voy a construir un local propio con todos los adelantos de la arquitectura y con todas las oficinas que requiera nuestra atención al público; yo voy a mejorar sus ingresos económicos para que no anden mal vestidos y puedan llevarse un pan más a la mesa de su casa sin tener que meterse a ser parte del aparato de la corrupción, taxear, emplearse de guachimán en algún hostal; yo voy a mejorar los carros, las computadoras y los equipos con los que ustedes trabajan, por eso se los suplico de todo corazón: ¡Ayúdenme, apóyenme, no me boicoteen! Yo sé que ustedes son seres valiosos, bellas personas, dignos ciudadanos y dignos trabajadores decentes y por eso sabrán dejar de ustedes lo mejor que hasta la fecha han cosechado en sus tantos y tantos años de trabajo al frente de esta señera institución al servicio del pueblo, por eso una vez más les pido: ¡Ayúdenme, apóyenme! ¡No me boicoteen! ¡Gracias!

–¿Y a este huevoncito que le pasa? De repente sabe más que todos nosotros solo porque dice que ha estudiado y viajado, y por eso de la noche a la mañana va construir lo que está prohibido construir, aumentar los sueldos como si fuera el mismísimo Ministro de Economía, y de un momento a otro se cae de la nube de sus  alucinaciones  y nos  suplica que lo  ayudemos, y nos ruega que no  lo boicoteemos, como si nuestro trabajo fuera boicotear a un cojudo que no sabe dónde está parado. Los únicos que boicotean en estas oficinas son sus propios jefes, que no saben que esta entidad es parte de la maquinaria de la administración pública nacional que funciona sobre la base del cabal cumplimiento de las directivas que tienen un objetivo legalmente preestablecido, donde lo único que se necesita es mejorar y modernizar sus servicios, y no dejarse atrapar por la paranoia de estar metidos en un campo de batalla rodeados de un montón de enemigos imaginarios.  –Comentó alguien en voz baja a pesar de estar lejos de la pelotera que se había armado en el patio.

–Nos puede faltar un buen local propio y hasta un salario justo, pero cojudos venidos y por venir: ¡jamás! Esos hasta sobran desde que el manejo de la cosa pública se ha vuelto un asunto de nuestra cochina y pueblerina política regional. Y no sería nadita raro, que en unos cuantos meses, algunos hijos de puta quieran deshacerse del campesino juramentador si se les suben los humos, o como sucede en todo el Perú, donde todos los zopencos que elegimos creen que la política se ha inventado solo para joder al que les dé la gana. –Vaticinó alguien.

–¡Nadie lo puede votar! ¿O acaso creen que este campesino no sabe que los burócratas designados o elegidos son dueños de una supuesta “empresa regional” que les pertenece, para que sin más ni más lo puedan despedir? Él sabe perfectamente que su sueldazo lo pagamos todos los peruanos, y también conoce que todo el chupo de plata que se maneja en ese huarique es de todos los cojudos que pagamos los impuestos, y por eso ninguno de esos mamarrachos tiene derecho a sentirse mejor que el otro.

–¡Eso no es ningún secreto! ¡Eso lo sabemos todos! Lo que pasa que esa es la lucha por el poder. – Acotó otro con el vivo deseo de poner fin a esa manoseada observación.

–¡Qué poder ni que poder, ni que ocho cuartos, esa es la lucha por el joder! Porque como todos esos huevones no saben exactamente lo que hay que hacer para que la Intendencia Regional camine por la senda del progreso, esos imbéciles se dedican a tiempo completo al estúpido afán de destriparse todos contra todos. Y gracias a que existen cojudos como nosotros que confundimos esa malsana e instintiva camorra provincial como "una lucha por el poder".

Finalmente alguno de los parroquianos se atrevió a lanzar esta profecía: –Y quién sabe si mañana más tarde, agarrando la cancha y aprendiendo la concha que tienen los avivatos que se alucinan los masmás de estos pueblos, el paisano agarra pista y nos resulte más mosca que el “cholo Juanito”.

La mujer que empezó todo ese ocioso alboroto burocrático, repartió unos vasitos de plástico con un poquito de licor que sabía a algo así como a vino. Después y a su indicación todos levantaron y acabaron aquel licor en señal de un brindis.

Finalmente la maestra oficial de ceremonias, cargando ella sola la mesita, el crucifijo y el colosal librazo, salió airosa y campante con el apuro de alguien que debe atender otra cita igual de importante.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario