En el
pizarrín del patio, donde se amenaza a los trabajadores con el descuento de un
día de su haber, si no asisten a los desfiles, los pasacalles u otro evento
cívico, social, patriótico, administrativo
o de entretenimiento, se invitaba a los empleados para que
obligatoriamente asistan a la toma de posesión de cargo del nuevo y desconocido
jefe, que después de varias despectivas resoluciones, debía asumir el papel de
mandamás de esa dependencia regional. El aviso anunciaba que aquella ceremonia
debía producirse a las cuatro en punto de la tarde.
Pasados
cuarenta minutos después de la hora fijada, en casi todo el local se escuchó la
estridente voz de una mujer que mandaba, ordenaba y disponía no se sabía qué,
lo que llamó la atención de los curiosos empleados que desde las ventanas o las
puertas de sus oficinas miraban lo que estaba pasando en el patio.
Y
fue que una mujer, de casi 40 años, había llegado con una mesita pequeña que
cargaba un campesino, donde instaló un crucifijo y a su lado un enorme libro de
más o menos 10 centímetros de lomo con un forro rojo chillón y todos los bordes
dorados, seguramente para dar la impresión de que ese librazo tenía todas sus
páginas de oro.
–¿Quién es esa huevona
que se mete a la oficina, grita a su regalada gana y da órdenes como una
loquibambia? –preguntó alguno de los empleados, no porque sintiera curiosidad,
sino porque la mujer se presentaba como señalando ser una de las cabecillas del
nuevo régimen regional, y que éste sería como lo que ella de primera impresión
representaba, es decir, muy expeditivo.
–¡Por favor, bajen!
–Gritó la mujer a modo de invitación. –Y los empleados fueron saliendo y
bajando de sus oficinas para agruparse en torno a la mesita que ocupaba el
centro del patio.
–Pero no me puedes
negar que la pendeja, a pesar de ser tía, es altita y blanquita, tiene buen
poto y pintita no le falta. –Comentó uno.
–¡"Carne blanca,
aunque sea en charqui"! –Recordó alguien del ruedo y los demás se echaron
a reír disimuladamente.
–Debió haber sido buena
en otros tiempos. –Aseguró otro.
–¡Ahora es cuando debe
ser buena!, porque "gallina vieja da buen caldo". – Y al ver que
muchos reían, agregó: –En otros tiempos habría sido una engreída y seguro que
de ahí le vienen esas ínfulas de “puedelotodo”.
–Ni te ilusiones
compadre. Esa es un autentica jefesiki.
–Le recordó alguien.
–Pero pensándolo bien
debe ser alguna desocupada, porque esa es la clase de gente que aparece después
de las elecciones.
–¿Acaso los desocupados
nomás? También llegan los nuevos choros, los pendejos y toda esa rufla de
malvivientes, que después de hacer solo cagadas los próximos cuatro años,
desaparecerán tal como aparecieron, hasta que los vuelva a hacer aparecer una
orden de captura o el ganador de las nuevas elecciones.
–¡Ya!, ya está todo
listo. –Dijo eso o algo así la mujer, y luego
ordenó a un hombre para que
comenzara a hablar.
Cuando
los empleados terminaron de rodear el pequeño patio hasta en filas de a tres.
Un hombre bastante mal trajeado y poco formal, asumió el papel de conductor de
la ceremonia que se venía. Sin saludar a nadie y de muy mala gana, dijo que el
motivo de esa reunión era "la asunción" del nuevo director de la
institución y la entrega–recepción de esa responsabilidad. A ninguno de los
empleados había que explicarle que aquel asunto era simplemente la salida de un
jefe que se iba como todos los que tienen que irse porque se acabó la mamadera
y la entrada del señor que venía de parte del nuevo Gobierno Regional para
hacerse cargo del chupón.
Seguidamente,
siempre a órdenes de la mandamás, el locutor dio lectura a la Resolución que
designaba al nuevo jefe en la persona del magister Inocencio Malpartida
Munanque, y que como de costumbre, al final contenía la eterna fórmula que daba
las gracias al cesado por "los servicios prestados a la Nación".
En seguida,
siempre siguiendo las
órdenes de la
cabecilla, el presentador
comenzó a anunciar el acto de
juramentación del cargo, y ahí fue cuando el funcionario cesado bastante
ofuscado insistió en tomar la palabra, y cuando este recibió el gesto negativo
de la mujer, no le quedó más remedio que arrebatarle el micrófono al animador,
y ante el asombro de todos los empleados, hizo un resumen de los grandes logros
que tuvo la institución durante su gestión, a pesar de la falta de presupuesto
y apoyo de la Intendencia Regional, la Gerencia Regional, o de la abierta oposición
de tal o cual funcionario. Su afán era cerrar su permanencia en la institución
con una de las más grandes mentiras de todas las que había lanzado a lo largo
de su desastroza gestión, y era que en defensa de los intereses del Sector,
siempre había marchado valientemente hacia adelante, aun en contra de la
corriente.
Finalmente
terminó diciendo lo que dicen todos los que se van: "Me hubiera gustado
hacer esto y esto otro, y muchas cosas más". Y de tanto querer hacer lo
que no había hecho, acabó su delirante discurso aconsejando al funcionario
entrante lo que debía y tenía que hacer, para que su brillante gestión continué
y no se vaya al diablo toda la gran cosa que él solito había logrado. Aunque
nadie conocía lo que había hecho, ni siquiera lo que había tratado de hacer,
y es por eso que no pudo expresar lo
que concretamente había hecho por esa
entidad, aparte de ser uno más de sus jefes sangrones.
–Miren a ese huevón.
Después de haberse rascado las bolas durante más de un año, ahora sí le hubiera
gustado hacer de todo, incluso hacer lo que la ley ordena, pero no lo hacía
porque eso era peligroso o porque no le gustaba al Intendente Regional o a sus
asesores, o porque no quería contradecir la política del jefe de la corrupción,
porque eso le podía costar el cargo. Pero ahora que lo han cagado está tratando
de denunciar algo, pero no se atreve porque él también ha sido parte de la
mafia.
–¡Así son todos estos
vagos miedosos, ni siquiera son machos cuando se van! –Recordó alguno de los
apiñados.
–Como todos los cojudos
que los despiden, este también, ya de salida, recién se da cuenta para que
servía la institución que le habían confiado y qué podía hacerse desde el cargo
que le habían asignado. –Dijo otro al tiempo que se reía muy bajito y cachacientamente.
–Lo más triste de su
desgracia es que después de un mes, recién se dará cuenta que le pagaron buenos
miles de soles por no hacer, ni saber nada de nada, y los privilegios que ha
perdido: secretaria alcahuete, chofer chismoso y camioneta a su disposición,
viajes, viáticos, pero sobretodo el placer de gobernar sobre unos funcionarios
bien chupes y muchos empleados sobones. Por eso es que todos estos cacasenos
andan más angustiados que borracho misio
y sin patas, por volver a ser jefecitos. –Agregó otro.
–Lo peor de todo es que
sabiendo que son inútiles para cualquier cargo, siempre aspiran a ser jefazos
nada más, y se indignan hasta los tuétanos cuando les ofrecen un puesto de
menor jerarquía. –Recordó otro.
–Y no es que les sobra
el dinero como para rechazar chambitas chauchillas, sino que saben que en esos
puestos hay que trabajar, mostrar resultados y rendir cuentas, y como no saben
ni una ni otra cosa, no aceptan estos empleos para no evidenciar su ineptitud.
–Remató otro.
Después
del forzado discurso del funcionario saliente, que acabó con esta muy gastada
arenga:
–Para despedirme
señores trabajadores, solamente me queda agradecerles a todos y a cada uno de
ustedes, el apoyo que incondicionalmente han prestado a mi esforzada gestión,
cuyos logros han elevado a esta sagrada institución a las más altas
calificaciones dentro de la administración pública regional, y como no soy
egoísta las he compartido con todos ustedes. En esa misma línea de
responsabilidad laboral y alturado compromiso, señores trabajadores, mucho les
agradeceré prestar la más amplia y sacrificada colaboración al ilustre
profesional que me reemplaza, para que nuestra institución siga marchando por
la senda que yo con mucha mística y desinterés he trazado, hasta llegar a ser
un ejemplo nacional. ¡Muchas Gracias! No me despido porque en cualquier momento
los estaré saludando desde más altas responsabilidades, y por eso solo les digo
hasta la vista. – Así acabó uno más de sus chiflados discursos, diciendo esto
último con un goteo medio llorón que se le escapaba por el ojo izquierdo.
–¡Si Dios quiere y la
vaca que has ordeñado a tu gusto no se muere, de aquí a cuatro meses nos vemos
en la cárcel. –Amenazó murmurando un ofuscado espectador.
Seguidamente,
a la orden de la dueña de la movida, el peregrino locutor, dijo con mucha
pompa:
–A continuación vamos a
proceder a la ceremonia de juramentación del cargo por parte del doctor
Inocencio Malpartida Munanqui como Jefe Regional de esta oficina, a cargo del
señor Sub– Intendente de nuestro gobierno regional.
En
ese momento se asomó al centro del patio, el campesino que entró a la
institución cargando la mesita, y que ahora llevaba colgado del cuello una
medalla grande y dorada atada a una gruesa cinta roja. Luego de saludar al
auditorio con el sombrero en la mano, como lo hacen todos los lugareños de
estas tierras, se paró frente a esa mesita sobre la que destacaba un gran
crucifijo y el enorme libraco que todos adivinaron era una biblia, pero de
aquellas que solo se ven en las misas concelebradas que con motivo de alguna
fiesta mayor se realiza en la iglesia del pueblo.
Después
del campesino, se anunció al jurador que se aproximó a la mesilla, exhibiendo
un pecho exaltado y la cabeza erguida con el propósito de hacer conocer a todos
los asistentes, que era algo más alto que el promedio de los peruanos mal
nutridos. Entonces el campechano que al parecer ya había agarrado alguna
maestría en eso de hacer jurar a los perjuros, le ordenó que pusiera la mano
izquierda sobre aquel librazo y que
levantara la mano derecha haciendo un ángulo recto con el codo y exhibiera
frente a su persona la palma de esa mano, y enseguida pronunció en un quechua
bastante extraño para el auditorio, lo que todos consideraron se trataba de
alguna fórmula juratoria, a lo que el juramentado contestó gritando ¡"Si
juro"!, frases que hicieron enfadar al juramentador, por no haber
expresado su compromiso en quechua también, pero también para mostrar que tenía autoridad y mando sobre el juramentado.
Luego,
sin más ni más, se mandó un discurso en el mismo idioma nativo donde al parecer
habló del agua, de la lluvia, de las sementeras, de los daños a los cultivos,
de los canales de riego, de los chaparrones, de la rancha, del pucaponcho, de
la curabichera, de la kañihua, de la quinua, la
kiwicha, la mashua, las llamas, las alpacas, los “pagos” y los “Apus”, etc.
que todos aplaudieron, solo porque sabía decirlo en un quechua bastante
singular y no porque hubiera dicho algo que valiera la pena premiar.
Mientras
el campesino pronunciaba su largo y lastimero discurso chacarero. Un burlón de
los que nunca faltan en cualquier reunión sentimental como esas; solo para
burlarse le preguntaba en voz baja a uno de los empleados de extracción
comunera.
–Felipe, ¿qué dice?
¿Qué dice?, Felipe ¡Por favor, tradúceme! –Suplicaba socarronamente.
–¡Qué mierda dirá
pues!, pregúntale tú mismo. –Contestó el otro en medio de una rabia que le
subía desde el pecho amenazando con reventarle en la cabeza, y solo atinó a
agregar: –¡Yo no soy tu felipillo,
cojudo de mierda!
–Solo te lo decía
porque ese campe es tu paisano, y no entiendo las cojudezas que está hablando.
– Aclaró.
–¿Este huevón es el
Sub–Intendente regional? –preguntó alguien en voz baja y desde alguna parte del
apretado ruedo que se había formado en torno a esa huachafa juramentación.
Cuando
le dijeron que si lo era, comenzó a murmurar. –Pobrecito, ¡qué pendejos son
esos políticos! Cuando deben preocuparse de que los campesinos alcancen una
producción y una productividad agraria bastante lucrativa que pueda resolver
las necesidades de sus familias, se comiden
a traer a este pobre hombre “de la chacra a la olla” para semejante
cargo. Eso es como si nosotros trajéramos de la selva a un capiso para que se paseara por nuestras calles como una exótica
mascota. En el fondo a pesar de ser alimentados y mimados, esos animalitos
sufren. ¿En qué carrera de cargachos se habrá ganado esa enorme medalla?
–Agregó con burla aún más cachacienta.
–¡Calla huevón!, este
campesino es un ciudadano y como tal tiene el derecho constitucional a elegir y
ser elegido. Y si a pesar de ser lo que es, lo han elegido. ¿Por qué te arañas?
Lo que pasa es que le tienes envidia. –Refutó otro de los paisanos del
funcionario campirano.
–Si te crees bacán, por
qué no te has lanzado para ser Sub–Intendente en las elecciones regionales. –
Acotó otro con un tono bastante indignado.
000ººº000
Más tarde
en la mesa
de la tiendecita
donde los trabajadores
acostumbran tomar sus gaseosas, comenzaron a comentar todo lo
que no pudieron decir, apiñados como estaban en el patio de la institución.
–Oye cojudo, no creas
que estaba insultando o discriminando al paisano que ha tenido la gentileza de
visitarnos para presidir esa cojuda ceremonia que no tenía ningún valor, porque
según la ley sólo las autoridades elegidas tienen la obligación de juramentar,
más no un funcionario designado a dedo para ocupar por unos meses un cargo de
confianza. ¡Claro que tiene derecho a ser elegido!, pero bien ha podido ser alcalde o Presidente de su
Comunidad y hasta dirigente de alguna organización campesina de nivel provincial,
regional y hasta nacional. ¿Pero qué mierda puede hacer como Sub– Intendente?
Mientras en otras regiones estas autoridades son pisdish o magísteres de verdad
con las capacidades necesarias para conducir con acierto su región, resulta que
ahora que somos una de las regiones mineras más ricas del mundo, gracias a una
democracia subdesarrollada, tenemos metido en tan alto puesto a un campesino
que no sabe dónde está parado en materia de administración pública, manejo
presupuestal y todas esas miles de leyes, decretos supremos, resoluciones ministeriales
y directivas que como una hemorragia nos llegan desde el congreso, la
presidencia de la república, los ministerios y los organismos autónomos del
Estado, y que hay que cumplir si o si, si no queremos irnos a la cárcel. Y solo
porque tú, con o sin razón te achoras, vamos a quedarnos callados solo porque el paisano tiene derecho
a ser elegido. Además, una cosa es estar al frente de un cargo público y otra
muy diferente es ser una carga pública. ¡Eso sí que es muy cojudo!
–¡Tienes razón! Si la
cosa fuera de que sólo por haber sido elegido se te va a meter a la calabaza
toda la secundaria, la universidad y hasta los posgrados, encima todo el tiempo
que uno necesita para ejercer una profesión desde la administración pública hasta
agarrar experiencia, entonces el hombre tiene derecho a ser presidente de la
república. Y si la cosa es así de fácil, en vez de educar con tanto sacrificio
a mis hijos, simplemente haría que lo eligieran Sub–Intendente y se acabó tanta
vaina. –Apuntaló otro.
–Si pues, aquí nadie es
sabio. Aquí todos somos sabidos nomás. Los hijos de los españoles han aprendido
toda la pendejada que sus padres les hicieron a los verdaderos nativos que
encontraron en el Tahuantinsuyo, y en más de cuatro siglos lo perfeccionaron
hasta llegar a tener nombre propio: “La viveza criolla”, “el criollo”, el que
nos hace “el cholito”. Gracias a eso nuestro país puede ser gobernado por la
Keiko, la Lurdes, el Alan, el cholo Toledo, el PPcuy, el Santos, la Veronika y toda esa gavilla de pendejos que creen que
han nacido para ser presidentes. De esos avivatos han aprendido los campesinos
que se han quedado y vendido las mejores tierras que les entregó la Reforma
Agraria, y todos los dineros que ahora están recibiendo por la venta de las
tierras comunales a las empresas mineras. Y los que no han podido beneficiarse
de la reforma o las minas, se están metiendo en la política, que es el negocio
que puede hacerlos ricos, cuando no se atreven a ser narcos, ni mineros
ilegales, porque lo primero es peligroso y en el segundo hay que romperse los
lomos.
Cuando
notó que los reunidos se quedaron callados esperando que diga algo más, acotó:
–Cuando después algunos
le pidan cuenta de lo que en realidad ha hecho como funcionario público, ese
campesino acabará diciendo que a él lo han elegido por lo que es, no por lo que
haga. Pero como en una oficina no puede ser chacarero, entonces no hará más que
conversar con todas las personas y empleados que quieran hablar con él, y de
paso leerá, sin entender, un montón de
papeles que pasen por sus manos, pero lo
más seguro que se ira a pasear por los campos de cultivo, para que como
buen político, chamullar a otros
campesinos igual a él con ofertas que jamás cumplirá, y llegado el momento
cobrará un sueldazo por todo eso, y acabará pensando que a él lo ha hecho
funcionario la Ley, y nada más que la Ley, y no toda esa gente cojuda que sigue
regalando sus votos por cualquier bellaco o gañán que se lanza como candidato.
El secreto no es decirle a la gente que puedes hacer tú por ellos, sino que
puede hacer la gente por ti, y para eso solo basta escribir en las paredes “VOTA POR CHUMBIAUCA, INTENDENTE”, y
punto.
–¿Acaso el Evo Morales, no es un campesino de origen
aymara que ni siquiera tiene secundaria y que toda su juventud se la pasó
soplando una corneta? Y parece que no lo está haciendo mal, porque ya va por
tres mandatos consecutivos como presidente de Bolivia. Y sin embargo nadie le
hace problemas por su origen.
–¿El Evo Morales,
campesino? ¡No me hagas cagar de risa! Ese huevón nunca ha sido campesino. Ese
es uno más que con el cuento de la defensa de la "hoja sagrada" se ha
hecho dirigente cocalero para garantizar los cultivos que necesita el
narcotráfico. Ese ha sido entrenado hasta los huesos por los dueños de la
izquierda internacional, para que movilice a millones de indígenas en torno a
la coca, el color de su piel, sus bastante manoseadas costumbres ancestrales, y
cuando se dieron cuenta que eran más que los blancos y los mestizos, y que por
la vía de las elecciones podía tomar el poder y lo hizo, olvidándose de su
lucha de clases, su guerra de guerrillas que el Che Guevara les había enseñado
y su dictadura del proletariado, para gobernar dentro de las reglas del más
puro capitalismo. Con ese propósito en el 2005, el difunto Hugo Chávez con la
plata de los venezolanos que a hora se cagan de hambre, le ha contratado como
jefe de su campaña electoral a Wálter Chávez,
el mismo que después lo detuvieron en Argentina por ser del MRTA. –Aclaró
a voz en cuello.
–La verdad que los
pequeños grupos que antagónicamente gobiernan el mundo desde los orígenes de
las grandes civilizaciones, entrenan a su gente para poder hacer prevalecer sus
intereses a escala mundial, por ejemplo los Estados Unidos a la Keiko, al cholo
Toledo, al Alan García, al Kuczynski, al Barnechea. Rusia y la China a la
Verónika y al Santos. La iglesia católica entrena a sus curas y los ayatolas,
sultanes y califas a sus yihadistas. En el tercer mundo no existe el poder
real, porque no tiene ni ciencia ni tecnología, ni mucho menos poder militar
nuclear, de modo que todos nuestros políticos son solo pastores de rebaño ajeno
y su verdadero interés es hacerse millonarios para sacar a su familia de estas
tierras. Para mí el Evo Morales no es un socialista porque eso ha fracasado en
la Unión Soviética y los países de Europa Oriental, en Cuba, Nicaragua y
Venezuela, la verdad es que es un indígena neoliberal. ¿O creen que Bolivia es
socialista? –Preguntó a todo el coro.
–¡Ese indio es más
pendejo que las arañas! Si hasta en público se hace atar los cordones de sus
zapatos y ni siquiera le agradece al
pobre hombre que humilló. ¿Seguro que en privado se hará limpiar hasta
el poto! Con razón mi abuelo decía: “Ponle zapatos a un indio y seguro que te
patea”. –Les recordó, uno de los millones que vio aquel video viral que corrió
en las redes sociales.
–Y no solo eso, ahora
dicen que ese avivato empreñó a una pendeja blanquiñosa que trabajaba en una
empresa china que ganó varios contratos de obras públicas para el Estado, y para no parecer mal padre, ahora se hace el
loco y suplica casi llorando que le hagan conocer al "guardadito" que
no había muerto al nacer. Por eso los bolivianos le dijeron "No" para
presentarse a un cuarto mandato. ¡Qué tal concha!, mismo Fujimori quería
eternizarse en el poder!
–Lo que el pueblo
quiere de los políticos es que sean transparentes, moralmente solventes y por
eso enemigos a muerte de la corrupción. Que tengan un compromiso social con los
más necesitados al momento de la distribución de los presupuestos. Que sean
racionales y tengan una visión a largo plazo para gobernar de manera exitosa y
sin perder credibilidad. Que tengan una adecuada preparación académica y por
eso una apertura a las buenas ideas y una tendencia a la conservación de las
tradiciones y valores ancestrales. Que puedan autocriticarse y reconocer sus
errores a fin de no perder la perspectiva de su gestión y finalmente que sean
verdaderos líderes, es decir que interpreten a cabalidad el interés general de
sus gobernados. –Recalcó el que siempre preparaba sus palabras cada vez que
quería hablar.
–¡Claro!, se supone que
los que nos gobiernan son más inteligentes que tú y que yo. Y que saben más que
nosotros, porque son los que escogimos para que generen los cambios que
necesita nuestra tierra, para no seguir siendo la región más atrasada del país,
y sobre su sabio quehacer se prepare el camino que nos hará más prósperos y por
lo tanto más felices. –Acotó otro.
–Si pues, ese es el
círculo virtuoso: donde los gobernantes ayudan a que sus pueblos sean más
educados y por eso más inteligentes, para que pueblos más inteligentes elijan
mejores gobernantes como lo hacen en Sucia, Dinamarca, Finlandia o Singapur.
Nunca al revés porque eso solo crea mediocridad y miseria. –Recalcó a su
vez el preparador de las palabras que
salían de su boca.
–Eso sería
más que bueno,
pero ahora lo
único que tenemos
son unos cuántos
pendejos que gobiernan a su
antojo rodeados de sus familiares y allegados. Entrando pobres y saliendo
ricos, mientras el resto de los huevones seguiremos trabajando como pobres
peones, campesinos, obreros, empleados o profesionales recibiendo un mísero
salario.
–Si pues. ¡Todos los
políticos fundan su vida en el dinero! Esos son unos miserables materialistas
que nada tienen que ver con la espiritualidad, ni con los valores superiores de
la sociedad, sin embargo se llenan la boca con todos los más grandes
pensamientos de la humanidad, cuando en realidad solo ansían el poder para
llenarse los bolsillos con el dinero de todos los que gobiernan, y no
contentos con eso,
encima se sienten superiores a todos
sus estafados. ¿Tú
crees que ese campesino anda
metido en la política para servir a los campesinos? ¡Ni cagando!, ese está
metido en la vaina por la plata, nada más que por la plata, igual que cualquier
político del pueblito más triste de la región o del país, porque si de servir
se tratara ahorita mismo estaría impulsando alguna obra o participando en
alguna faena para reparar los caminos o las acequias de su comunidad. –Señaló
desde su cólera uno de aquellos amigos.
–Lo mismo pasa en todo
el mundo, sin importar si son cristianos, budistas, musulmanes o ateos. Si son
ricos o pobres, cultos, mediocres o ignorantes. Tampoco importa que sean
gringos, negros, chinos, indígenas o mestizos. ¡Todos los políticos están donde
están, solo por la cochina plata! ¿De dónde han salido los peores males de la
raza humana?, de la política pues. De ahí han salido los reyes, los emperadores
y todos los malditos como Castro, Stalin y Hitler, por ejemplo. –Aclaró el más
viejo de esos contertulios.
–¡Tienes razón,
pero lo que más pena me da de ese
campesino, es que mientras le dure el cargo se habrá acostumbrado a ganar miles
de soles sin saber cómo servirle a los ciudadanos desde la administración
pública. Pero como ya aprendió a recibir dinero sin romperse los lomos
destripando a la pachamama, jamás volverá a ser nuevamente el labriego que
alguna vez fue, pues con el ahorro de los buenos miles que se está llevando sin
hacer algo que valga la pena, insistirá en la ganancia fácil que regala la política
hasta que se le acaben sus días. ¡Eso es mejor que la minería ilegal o el
narcotráfico! –Acotó otro.
–¡Pero nunca le van a
ganar a la corrupción! – Aclaró en voz alta el más callado. –¡Esa es la más
grande institución que la historia del Perú republicano nos ha legado en sus
casi doscientos años de existencia! –Concluyó.
–Lo más triste es que a
estos paisanos, los políticos limeños les meten todos los dedos a los ojos, y
cuando les conviene los manejan a su
regalada gana, y de paso nos tratan a nosotros como si fuéramos más
ignorantes que los que elegimos, por no
saber que en toda la historia de la humanidad, los que conducen los pueblos son
los más sabios y los más fuertes, no los chacareros por más achorados que
resulten ser.
–Eso no puede estar pasándonos
ahora que la región tiene intereses multimillonarios, y que apenas nos va a
durar 25 años. Si ahora no le metemos con ganas las manos a eso de la minería y
construimos la infraestructura que necesitamos para nuestra era post–minera,
vamos a quedarnos peor que antes. ¡Eso está visto hasta por un ciego!
–¿Y tú crees que las
empresas mineras no están metidas en
todo este chongo? –Le preguntó alguien.
–¡Claro que están! ¿No
crean que las empresas mineras explotan los minerales de todo el mundo para construir
solo edificios, puentes, máquinas, herramientas, carros, etc.? No, la gran
parte de la industria metalúrgica se usa en la fabricación de tanques, buques,
aviones, balas, misiles y todos esos instrumentos de muerte que se venden por
todo el mundo donde hay guerras o para que haya guerras. ¿Y quiénes inventan
las guerras?, los que fabrican las armas, que son los dueños de los capitales
que se invierten en los mega proyectos mineros. Ya no es ningún secreto que
detrás de la elección de ese campesino están los poderosos holdings que nos
inventan todos los líos y nos montan todas las guerras, para que gran parte de
nuestra riqueza se nos vaya en la compra de armas, impidiendo que nuestros
campesinos tengan una educación como cualquier hombre de las ciudades.
–Respondió con tono casi pedagógico.
–¡Ah, ya entiendo! Como
tenemos muchos megaproyectos mineros donde las transnacionales han invertido
miles de millones de dólares para ganar cien veces más, necesitan que nuestros
dirigentes regionales sean unos humildes campesinos para hacer lo que les dé la
gana. ¡Qué grandes pendejos son estos gringos! –Exclamó.
–Pero será mejor
dejarnos de huevadas. Si esos gringos capitalistas de mierda han metido su
gente en el Gobierno Regional para llevarse nuestras riquezas mineras, para qué
está el pueblo unido que jamás será vencido. Pues al margen de lo que decidan
las autoridades limeñas, que reciben una gran coima de los gringos y los chinos
y hasta son sus socios, y al margen de lo que hagan o dejen de hacer nuestros
políticos chauchillas, si el pueblo se arma de valor y no deja extraer ni un
solo gramo de nuestro mineral, ¡no pasa nada!, y así se quedan en la calle
todos los miserables que andan metidos en la pendejada de robarnos nuestra
única riqueza y nuestra única esperanza para el futuro. –Termino de decir,
sabiendo que había dicho la más grande verdad que había logrado descubrir en
ese preciso momento.
–Si huevón, hablas como
si los gringos, los chinos o los rusos son tan cojudos como nosotros o como si a los limeños los hubieran curado
de la pendejada. Si mañana nos ponemos bravos, al día siguiente nos embarran
con la ley antiterrorista y nos sacan retratados con pasamontañas, akaemes,
balas y un montón de dinamita y nos
enjaulan de por vida justito a lado del Abimael o del Montesinos. –Dijo alguien con tono de aquellos
clarividentes que no necesitan adivinar el futuro para saber lo que todos
saben.
–Tienes razón, por ahí
no se podría. Lo que se debería hacer es comenzar a denunciar la maniobra de
estos gringos para que ese campesino sea elegido como Sub–Intendente, y cuando
todos los ciudadanos conozcan la verdad de ese asunto, el próximo año
comenzamos a recolectar firmas para revocarlo por la ley de control político, y
punto.
–Eso se puede hacer en
cualquier parte menos en esta región, porque eso de recabar firmas es un
conocido negocio de los recolectores, pues una vez que ya tienen los
planillones llenos se los venden a buen precio a los que debemos vacar, y hasta
ahí nomás llega la cosa. ¿O tú vas a recoger las firmas?, o vas a hacer el
gasto que significa tener varios empleados que vayan de calle en calle, de casa
en casa, de oficina en oficina recolectando voluntades, que unas cuántas veces
te la dan de buena gana, pero las más te dicen que ya han firmado en otro
planillón, y en no pocas veces, sin más ni más, te mandan a la mierda porque la
gente ya sabe la suerte que corren esas firmas.
–Lo triste de todo esto
es que en los países donde hay importantes recursos naturales y pueblos
miserables, la gente se está matando con armas cada vez más caras y
sofisticadas, pues lo que quieren los capitalistas es que todos esos huevones,
en nombre de sus dioses, pero sobre todo por el dinero que les ponen sobre la
mesa, acaben aniquilándose como lo están haciendo los negros del África y los
árabes de todas partes, sin poder salirse del chongo en que están metidos,
antes de que el petróleo y el agua se acaben. –Dijo alguien muy apenado.
–Lo peor es que si nos
ponemos bravos hasta más no poder, algún loco de mierda salido de la camada de
los políticos, nos invente una aventura guerrera en nombre de "la patria
no se vende, la patria se defiende", la pachamama o los mismísimos apus,
para que los cholitos también nos vayamos sacando la mierda como si fuéramos
gallos de pelea, mientras que los gringos, los chinos y los rusos se lleven
nuestros metales y nos lo devuelvan en forma de armamento.
–¡Yo me voy, porque
otra vez ustedes están hablando las mismas huevadas nomás! –Dijo uno para
despedirse.
–Paga lo que debes y
arranca nomás! –Le respondió uno de ellos.
Cuando
se fue, alguien comentó: "Lluncu y mierda, seguro que ya está yendo a decirle al nuevo
jefe que todos estábamos esperando ansiosamente la llegada de un
"Magister", porque los otros jefes eran unos zopencos de siete suelas
y que desde este momento se encuentra a su entera disposición". A lo que
respondió otro: "Acaso solo ese, todos los que tienen que ver con el
manejo del presupuesto y del personal, y alguno que otro con una petición muy puntual,
como eso de pedirle que lo designe jefe de esto o de aquello donde la paga es
mejor o para que le dé chamba a sus parientes y allegados. Si todos fueran como
nosotros, acaso en las radios, la televisión y muy especialmente en la redes
sociales estarían hablando de tanta corrupción".
–¡Ni tanto ni tanto
pendejo!, por eso mismo jamás te mueven de dónde estás. –Le refutó otro a modo
de broma.
Después
de reírse y pagar las gaseosas, y de que algunos se animaran a llegar a la
cantina de costumbre, se acabó la reunión de aquellos cholos Homo sapiens de
esta parte de los andes.
000ººº000
Y la
ceremonia llegó a su final cuando el locutor dijo que el nuevo jefe iba a hacer
uso de la palabra:
–Señor Sub–Intendente,
señor Jefe saliente, señores funcionarios y dignos trabajadores, aunque el que
les habla es del otro sitio, ya me siento de este lugar porque he sido formado
en una de las gloriosas universidades de esta ciudad, pero no por eso
vayan a creer que no estoy preparado para
el cargo, pues deben saberlo todos que he hecho varios cursos de post–grado y
he recorrido por todos los continentes, y por eso me siento capacitado para
conducir esta institución como jamás nadie lo ha hecho, porque me estoy dando
cuenta que hasta la fecha no tienen local; yo voy a construir un local propio
con todos los adelantos de la arquitectura y con todas las oficinas que
requiera nuestra atención al público; yo voy a mejorar sus ingresos económicos
para que no anden mal vestidos y puedan llevarse un pan más a la mesa de su
casa sin tener que meterse a ser parte del aparato de la corrupción, taxear,
emplearse de guachimán en algún hostal; yo voy a mejorar los carros, las
computadoras y los equipos con los que ustedes trabajan, por eso se los suplico
de todo corazón: ¡Ayúdenme, apóyenme, no me boicoteen! Yo sé que ustedes son
seres valiosos, bellas personas, dignos ciudadanos y dignos trabajadores
decentes y por eso sabrán dejar de ustedes lo mejor que hasta la fecha han
cosechado en sus tantos y tantos años de trabajo al frente de esta señera
institución al servicio del pueblo, por eso una vez más les pido: ¡Ayúdenme,
apóyenme! ¡No me boicoteen! ¡Gracias!
–¿Y a este huevoncito
que le pasa? De repente sabe más que todos nosotros solo porque dice que ha
estudiado y viajado, y por eso de la noche a la mañana va construir lo que está
prohibido construir, aumentar los sueldos como si fuera el mismísimo Ministro
de Economía, y de un momento a otro se cae de la nube de sus alucinaciones
y nos suplica que lo ayudemos, y nos ruega que no lo boicoteemos, como si nuestro trabajo fuera
boicotear a un cojudo que no sabe dónde está parado. Los únicos que boicotean
en estas oficinas son sus propios jefes, que no saben que esta entidad es parte
de la maquinaria de la administración pública nacional que funciona sobre la
base del cabal cumplimiento de las directivas que tienen un objetivo legalmente
preestablecido, donde lo único que se necesita es mejorar y modernizar sus
servicios, y no dejarse atrapar por la paranoia de estar metidos en un campo de
batalla rodeados de un montón de enemigos imaginarios. –Comentó alguien en voz baja a pesar de estar
lejos de la pelotera que se había armado en el patio.
–Nos puede faltar un
buen local propio y hasta un salario justo, pero cojudos venidos y por venir:
¡jamás! Esos hasta sobran desde que el manejo de la cosa pública se ha vuelto
un asunto de nuestra cochina y pueblerina política regional. Y no sería nadita
raro, que en unos cuantos meses, algunos hijos de puta quieran deshacerse del
campesino juramentador si se les suben los humos, o como sucede en todo el
Perú, donde todos los zopencos que elegimos creen que la política se ha
inventado solo para joder al que les dé la gana. –Vaticinó alguien.
–¡Nadie lo puede votar!
¿O acaso creen que este campesino no sabe que los burócratas designados o
elegidos son dueños de una supuesta “empresa regional” que les pertenece, para
que sin más ni más lo puedan despedir? Él sabe perfectamente que su sueldazo lo
pagamos todos los peruanos, y también conoce que todo el chupo de plata que se
maneja en ese huarique es de todos los cojudos que pagamos los impuestos, y por
eso ninguno de esos mamarrachos tiene derecho a sentirse mejor que el otro.
–¡Eso no es ningún
secreto! ¡Eso lo sabemos todos! Lo que pasa que esa es la lucha por el poder. –
Acotó otro con el vivo deseo de poner fin a esa manoseada observación.
–¡Qué poder ni que
poder, ni que ocho cuartos, esa es la lucha por el joder! Porque como todos
esos huevones no saben exactamente lo que hay que hacer para que la Intendencia
Regional camine por la senda del progreso, esos imbéciles se dedican a tiempo
completo al estúpido afán de destriparse todos contra todos. Y gracias a que
existen cojudos como nosotros que confundimos esa malsana e instintiva camorra
provincial como "una lucha por el poder".
Finalmente
alguno de los parroquianos se atrevió a lanzar esta profecía: –Y quién sabe si
mañana más tarde, agarrando la cancha y aprendiendo la concha que tienen los
avivatos que se alucinan los masmás
de estos pueblos, el paisano agarra pista y nos resulte más mosca que el “cholo
Juanito”.
La
mujer que empezó todo ese ocioso alboroto burocrático, repartió unos vasitos de
plástico con un poquito de licor que sabía a algo así como a vino. Después y a
su indicación todos levantaron y acabaron aquel licor en señal de un brindis.
Finalmente
la maestra oficial de ceremonias, cargando ella sola la mesita, el crucifijo y
el colosal librazo, salió airosa y campante con el apuro de alguien que debe
atender otra cita igual de importante.
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