viernes, 29 de mayo de 2020

KUTRAMAN


–¡Qué miserables son los dueños de estos periodicuchos poblanos, que sin asco y en primera plana publican una noticia tan horrorosa! –Comentó una mujer mientras veía con ojos espantados la foto de un pequeño hombre obeso, cuyo cuerpo totalmente desnudo yacía en medio de una pequeña playa del río grande. –¡Qué pena!, se nota que tiene las manos atadas a la espalda y el rostro y los bigotes completamente ensangrentados. ¡Esta es una desgracia que puede sucederle a cualquiera! –Acabó diciendo.

–¡Puede ser a cualquiera, pero a mí no! –Y aclaró. –¡Sabe Dios en qué vainas más andaría metido ese cutrero, hasta que una de sus probables víctimas se lo cobrara quitándole la vida! –Comentó uno de los tantos enemigos del aniquilado.

–¿Y tú  cómo  sabías  que era un coimero?  –Preguntó la mujer aparentando una muy ingenua curiosidad.

–Parece que usted no se ha enterado que ya son miles los estudiantes que en definitiva además de darle su dinero le dan prestigio a esa universidad. De modo que si gracias a ella acceden a los conocimientos que necesitan para ser profesiones, ellos serán sus muy agradecidos y se lo harán saber a su familia y a su entorno social. Pero si hay corrupción, se lo hacen saber a todo el mundo. –Le aclaró.

–¿O sea que son los estudiantes los que llevan la voz cantante en la universidad?

–¡Claro!, pues no solo son las voces de la universidad, sino la expresión más viva y permanente de la sociedad. ¿O de verdad crees que la "U" no pinta para nada en este pueblo? –Le preguntó cómo desafiándolo.

–¿Magister, usted cree que lo haya matado otro coimero? –Le preguntó uno de ellos a un hombrecito que vistiendo un brilloso terno azul y luciendo unos anteojos de "poto de botella", siempre cargaba los mismos dos o tres libros.

–¡Pueda que sí, pero también que no! Aunque nos resistamos a admitir, lo cierto es que cuando de por medio está algún mal habido dinero, cualquier cosa puede suceder. – Dijo esto con un aire de infinita sapiencia  y agregó.  –Está probado  que  en  algunos  individuos  no  existe el  peso  de la conciencia. Son psicópatas que tienden a crear sus propios códigos de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos, y por eso no tienen la escala común de valores que tiene cualquier individuo. Jamás muestran signos de culpa o arrepentimiento y además consideran que las cuestiones morales son para los perdedores y los mediocres. En fin, son muy ególatras y tremendamente narcisistas, y por eso suponen que están por encima del bien y del mal. Esa morbosa característica está inscrita en la conducta criminal de los estafadores y los asesinos en serie. –Acabó comentando del modo más difícil que se podía, pues así le obligaba su condición de magister, pero además esta vez aprovecho la ocasión para dejar entrever en su respuesta un tufillo psicológico.

–Yo sospecho que ese imbécil que maltrataba a todo el mundo a su regalada gana, se murió porque ya le tocaba morirse. La culpa directa es de todos esos cutreros que se creen los dueños de ese negocio universitario, que no pudieron ponerlo en vereda a tiempo, porque todos son de la misma calaña. –Afirmó un ofuscado contertulio, que aprovechó la ocasión para hacerles saber que conocía muy bien las causas de las coimas en esa universidad.

–Para mí que lo han matado los estudiantes que en repetidas ocasiones han sido "jalados" por el difunto, porque no podían pagarle la coima que les exigía para aprobarlos en sus cursos. –Dijo alguien al tiempo que la improvisada reunión se iba disolviendo, porque dentro de algunos minutos debía empezar la charla del personal que SinSalud había enviado a ese centro de trabajo como parte del programa de promoción de la salud mental.

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Al poco tiempo todos los trabajadores estuvieron apiñados en el pequeño ambiente que se había improvisado para la charla, que no fue otra cosa que leer la proyección de lo que habían escrito sobre una muy colorida presentación.

–Bueno señores trabajadores, como ya hemos hablado del chancro, la sífilis, el SIDA, la presión arterial, el colesterol, la diabetes, los triglicéridos y la necesidad de hacer ejercicios y comer moderadamente, esta vez hemos invitado a la psicóloga Samantha Choquevilca Condori, para que nos hable de un mal que se encuentra muy arraigado en cada centro de trabajo o de educación de nuestra región, se trata de la psicopatía. –Después de presentar a una menuda mujercita de rasgos andinos, el pelo teñido de rubio y muy trajeada a la moda que nadie sabe dónde se inventó, acabó pidiendo un generoso aplauso para la expositora de turno.

–Bueno señores, como ustedes ya saben, mi nombre es Samantha, –Y continuó diciendo de qué universidad había egresado, en qué empresas había trabajado, cuántos años de experiencia tenía, qué cursos de postgrado había seguido, a cuántas partes del extranjero había viajado.....y que la psicología no era solo para los locos, sino que todos necesitamos de un psicólogo, y toda esa cantaleta destinada a buscar clientes.

Luego se limitó a leerles las diapositivas que iba pasando:

LA PSICOPATÍA

La psicopatía o personalidad psicopática es un trastorno antisocial de la personalidad.

Hay varios comportamientos y características que son relativamente comunes entre los psicópatas. Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido.

Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual  sólo  sienten  culpa  al  infringir  sus  propios  reglamentos  y  no  los  códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas......

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La noticia del asesinato del catedrático Mamerto Pérez Licuona conmocionó a la universidad entera. Pero la comunidad universitaria, lejos de mostrar un masivo y sincero dolor por esa pérdida y procurar la búsqueda inmediata de justicia, se convirtió en un verdadero avispero, donde en casi todos sus rincones se comentaba, chismorreaba y aumentaba ese trágico suceso con voces nerviosas y alteradas. Con tono de medrosa mea culpa, complicidad y temor entre algunos colegas, o con voz bajita y cómplice entre los que hallaban no muy fuera de lo normal ese execrable crimen.

–¡Colegas!, esta muerte es una desgracia para la universidad y para todos nosotros, por eso es nuestro deber procurar que caiga todo el peso de la ley sobre los asesinos. –Dijo un indignado profesor.

–¿Y de dónde nosotros sabemos que esa muerte ha sido producto de un homicidio? Podría muy bien ser un suicidio inducido por los cientos de estudiantes que le tenían un odio mortal al difunto, solo por ser un severo maestro que no les dejaba pasar sus cursos a los malcriados, pero sobre todo a los vagos.

–¿Cómo puede usted decir semejante barbaridad? ¿Cómo puede alguien ahorcarse con las manos atadas al dorso, azotarse malamente la espalda y meterse excremento humano en la boca? –Le increpó lleno de furia.

–Bueno, es un decir. ¿O usted sabe algo más? –Preguntó a manera de réplica.

–En realidad yo no sé nada y creo que ninguno de nosotros sabe algo más allá de esta abominable noticia. En todo caso este es un asunto que le corresponde investigar al Ministerio Público y a la policía, y su resultado, aunque no convenza a nadie, será la única verdad.

–Esa nunca será la verdad, pues lo único que después de todo dirá la Fiscalía, es que murió estrangulado después de haber sido fieramente azotado y con la boca llena de mierda, nada más. Pero quién o quiénes han sido los criminales, eso que es la pura verdad, eso nunca se sabrá.

–Lo que me preocupa es que los autores de ese crimen pueden estar en este patio, rodeándonos y hasta quizá escuchando lo que estamos hablando. Por eso es necesario que se haga una buena investigación. ¿Qué miedo da saber que entre nosotros pueden estar esos asesinos? –Comentó muy nerviosa una de las contertulias.

–¡Tienes toda la razón Carmela! En cualquier momento nosotros también podríamos ser las víctimas de esos monstruos. Sino es en estos mismos instantes, puede ser más tarde, o quizás en la noche, mañana temprano, en la calle, en la puerta, en los pasillos o en las aulas. Incluso pueden estar delante de nuestras propias narices, exigiéndonos aprobarlos. ¡Qué miedo! –Acotó otra.

–¡Están completamente paranoicos!,  como en  los tiempos del terrorismo. ¿Han jalado a algún estudiante solo porque no les ha pagado una coima?

–¡Jamás!!! –dijeron todos.

–¿Han echado a algún alumno de la clase, gritándole que aunque esté al día en el pago de sus pensiones, no pasará jamás vuestro curso y que por eso nunca llegará a graduarse?

–¡No!!!

–¿Han formado un grupito secreto con algunos estudiantes, para hacerles creer que ellos son los únicos que llegarán a ser profesionales, y que el resto es basura que no tienen derecho a ser mejores personas?

–¡No!!!

–¿Se creen los catedráticos más bacanes, los más inteligentes y los más "berracos"?

–¡No!!!

–¿Entonces de qué tienen miedo?

–¡Bueno!, yo me voy. Parece que esta charla se ha salido de sus cauces. Lo único que quería era recordar a un colega, sin atreverme a hacer malas memorias de alguien que ya no está más entre nosotros.

Y ahí nomás el grupito de docentes se disolvió. Y aunque todos se fueron para los cuatro vientos, al rato coincidieron en la puerta de la universidad, porque no querían estar en ese sitio donde ayer estaba el profesor Mamerto, ni mucho menos hablar con los alumnos, porque aun cuando es cierto que los criminales jamás vuelven al lugar de sus fechorías, no era menos cierto que en ese crimen se había exhibido tal grado de crueldad y sangre fría, de modo que no sería nada raro que los criminales estuvieran por ahí buscando a su próxima víctima.

Y como todos tenían el "rabo de paja", no estaban dispuestos a permanecer en ese sitio de candela para ser la próxima víctima de unos asesinos seriales que por ahí nomás debían estar merodeando.

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La charla sicológica continuó avanzando en aquel centro de trabajo, y una vez más la facilitadora leía para todos lo que estaba proyectado en la pared:

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA PSICOPATÍA

Uno   de   los   signos   característicos   a   edades   tempranas   de   rasgos psicopáticos y/o antisociales se podría reducir a una tríada caracterizada por enuresis, maltrato animal y piromanía. En la actualidad existe un consenso general acerca de ciertas características evidentes y comunes en los psicópatas, como por ejemplo: Su falta total (o muy elevada) de empatía, culpa o remordimiento. Su tendencia a "cosificar" a las personas u otros seres vivos que le rodean, y su continua violación de los derechos y normas sociales ya sea de un individuo o de la sociedad………...

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–¡Tú eras el principal caserito del Mamerto! Sino cómo has aprobado sus cursos, sin haber asistido a sus clases, ni haber llevado siquiera un "Chusko" o un "Fregón", para por lo menos leer alguna cojudez que con grandes titulares publican esos panfletos. –Comentó uno con tono de sarcasmo.

–¡Fuera huevón! Cómo le voy a pagar nada a nadie, menos a un chato abusivo, si todos saben que ando misio, y si alguna platita me llega es para gastarlo con los culitos que por aquí están botados como calabazas en chacra después de la cosecha.

–¿Entonces cómo fue que aprobaste pues pendejo?

–¡Fácil! Solamente le cobré sus cutras y le rendí cuentas hasta el último centavo. Eso le gustó como mierda y como favor con favor se paga, me salí de las garras de ese conchesu. En cambio, el cholo "Malajunta", no solo lo cerró con todo su billete, sino que cobró la plata de los estudiantes del profesor Melquíades, diciéndoles que este los salvaría, porque el profesor Mamerto estaba salvando a sus recomendados.

–Haber, para nosotros nomás. ¿A qué profesores más les cobras sus cutras? –Le preguntó con bastante malicia.

–¡A quien más pues huevón! Si todos los demás cobran descaradamente lo que ellos dicen que les corresponde, y no pasa nada. Lo cierto era que el Mamerto no quería embarrarse en eso de cobrar su plata el mismo, porque tenía pánico que alguno de sus "caseritos" le hiciera la cagada con un operativo de la Fiscalía, y que después se aparecieran los profes más cutras, para hacerle creer a los padres de familia que gracias a sus investigaciones se había dado con el responsable de las coimas que pagaban sus hijos, y ellos aparecerse como los más "zanahorias".

–Pero para nadie es un secreto que tú le buscabas los "puntos". –Señaló uno a modo de payasa acusación.

–¡Que huevón eres!, cómo puedes hablar tan cojudamente. Los "puntos" no se buscan ni se encuentran, los "puntos" se entregan solos. Son los que no asisten a clases o que asistiendo son tan burros como solo pueden ser los malcriados. Son los que no llevan ni siquiera un pedazo de papel higiénico para copiar todas las cojudezas que habla el profesor. Son los que no aprueban los exámenes y sin embargo quieren aprobar el curso. –Se defendió muy bien defendido.

–También son los empleados públicos, profesorcitos, comerciantes, tombitos y viejecitos aspirantes a lograr una profesión que jamás ejercerán, y que saben que para aprobar todos los cursos solo hay que pagar, sin tener la necesidad de hacer todas las huevadas que hacemos nosotros. –Acotó otro.

–Pero esos no son los "puntos". Esos más bien han tomado de "punto" a la universidad para obtener un título porfesional a Nombre de la Nación que jamás debería corresponderles, y encima a los pocos meses acaban siendo sus catedráticos, como casi todos los huevones que se creen los "yanoya" de esta universidad. –Aclaró Paulino.

–¡Eso no es nada!, los dueños de la universidad que le da alas a todo el mundo, les piden a los profesores que no jalen a ningún alumno, sino de dónde va a salir su paga. –Comentó uno.

–Eso es porque esa universidad le ha costado su dinero a sus propietarios. Pero aquí en esta universidad, a quién le ha costado un solo céntimo algo. Todos estos pendejos y pendejas han llegado calatos y de la noche a la mañana se han vuelto ricos, sino millonarios, y encima los imbéciles creyendo que somos unos cojudos, se creen los más grandes sabios que jamás se haya conocido. –Aclaró ese asunto Paulino.

–No sé, pero me "tinka" que muy pronto te va a cargar  la policía, porque dicen que han retirado de la casa del Kutramán su computadora, su laptop y todos sus documentos, y no sería raro que entre ellos aparezca tu nombre. –Terció otro contertulio.

–También el tuyo y de todos nosotros porque somos sus alumnos. O crees que era tan cojudo como para tener una hoja excel en su computadora donde anotaba a quienes iba a chotear sino le pagaban, o llevar un libro de contabilidad para anotar las cutras que le pagaban o las que le debían. –Retrucó haciéndole las señas que se le hacen a los tontos.

–Además no todos podían pagarle, porque también existen los que ingresan a la universidad solo para huevear y andar calentándole la cabeza a las calabacitas que no faltan y hasta sobran por aquí. A esos no les interesa ser profesionales, sino ser herederos. –Acotó otro.

–Pero si al pendejo que han matado, le gustaba una chiquilla medio movida y pintarrajeada que andaba colgada de los brazos de su machito, ese patita se jodía, pues aun cuando se supiera sus cursos de memoria, igual se lo jalaba, no más porque a ese sádico le daba la gana. –Recordó otro.

–Pero no siempre le salían las cosas como quería. ¿Se acuerdan del pituquito aquel que vino con el cuento de que tenía un chupo de plata metido en las concesiones mineras? –Cuando todos asintieron positivamente, continuó. –Ese pendejo  tenía más "calle" que todos nosotros juntos, por eso es que cuando al Mamerto lo notó cojudamente arrogante y haciendo sus poses adefesiosas y hablando las mismas huevadas de siempre, le dijo en plena clase y delante de todoslos estudiantes: "¿Usted es el profesor de este curso?" y cuando el Kutramán le respondió que sí, le dijo: "Entonces enséñame lo que te toca enseñarme, y no vengas diciendo todas esas cojudezas que seguramente ni tú mismo entiendes. Convénceme de que estás ganándote mi plata enseñándome honradamente lo que el curso obliga, porque no siempre puedes estar  chapando cositas del Internet para venir a huevearnos olímpicamente, y encima decirnos que si tomamos algo de la web, nunca vamos a aprobar tu curso. Si tú dices que a ti te pagamos por ser catedrático, entonces demuéstranos que eres el amo y señor de esta materia".

Cuando escuchó tamaña afrenta, no dijo ni pío. Después de asistir a dos o tres clases más, se largó para siempre de la universidad, porque para él todo esto era una cochinada, sin embargo cuando finalizó el ciclo, el Kutramán lo había aprobado con 15.

–¿Pero quién lo habrá matado tan sádicamente? –Preguntó uno de ellos.

–De repente fue aquel tombo que lo destacaron a no sé qué lugar y que se fue amenazándolo. – Recordó alguien.

Y todos recordaron que cuando el estudiante policía llegó a su clase un poco tarde, el profesor Mamerto le dijo que cerrara la puerta y cuando el alumno le hizo saber que ya estaba cerrada, el profesor  le ordenó que cerrara la puerta con él afuera y enseguida gritó como para que escuchara el tardón y todos nosotros.

–¡Que tal raza, en mis cursos nadie se matricula para hacer lo que le dé la gana, solo porque esta universidad es de paga! ¡Aquí el que rinde, rinde y el que no rinde, no pasa! Hace rato que ya mucho me debe esta universidad, porque soy el único que genera ingresos con la rematrícula que deben hacer los imbéciles que vienen a querer hacer lo que les da la gana¡ –Luego a modo de respuesta se escuchó desde fuera de la puerta: "¡Calla cutrero de mierda. Un día de estos te voy a sacar la concha de tu madre, que ni tus compinches te van a reconocer!"

–¡Qué va ser él! Sabe Dios en qué alturas estará ahora sirviendo en alguna mina y cobrando el sueldo extra que pagan las empresas extranjeras, que es mejor que ser profesor en este negocio de porquería.

–A lo mejor el que lo ha matado es un sicario. –Advirtió otro.

–¿Que es un sicario? –Preguntó algún ignorante.

–¿El que mata por plata pues huevón? –Respondió otro riéndose.

–Para que todavía se necesitaría de un sicario, si a ese concha su madre hasta el más santo lo podía matar por perverso y cutrero.

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Después de un pequeño breve coffee, la charla continuó,

CARACTERÍSTICAS SEGÚN EL DOCTOR HERVEY CLECKLEY

El trastorno psicopático  produce  una  conducta  anormalmente  agresiva  y gravemente irresponsable, que según el doctor Hervey Cleckley determinan una serie de características clínicas, descritas en su libro: “La máscara de la cordura:

Un intento de aclarar algunas cuestiones acerca de la personalidad psicopática”, que incluyen:

·         Escasa fiabilidad.
·         Falsedad o falta de sinceridad.
·         Falta de remordimiento y vergüenza.
·         Conducta antisocial sin un motivo que la justifique.
·         Egocentrismo patológico y carencia de empatía.
·         Pobreza generalizada en las principales relaciones afectivas.
·         Insensibilidad en las relaciones interpersonales generales.
·         Vida sexual impersonal, frívola y poco estable.
·         Etcétera.

Y la psicóloga fue leyendo con calma y paciencia cada una de estas características y las fue desmenuzando cuando respondía a las preguntas breves y al punto que le hacían, como qué significaba "psiconeuróticas",  "egocentrismo  patológico",  "extravagante",  etc.,  mientras  que las indagaciones más largas las posponía para el final de la charla. "Se han dado cuenta que casi todas estas características se resumen a los aspectos sociales y de conducta", hacía notar.

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–¡Pucha!, la verdad es que el Cutramán se pasaba de malvado! Era como para matarlo tres veces. Ese huevón se me prendió gratuitamente, solo porque hice una mueca de sarcasmo cuando contó uno de sus chistes cojudos o porque en alguna ocasión le refute unas huevadas que cualquiera sabía, pero que él lo estaba exponiendo equivocadamente. Sólo por eso ese hijo de puta se me prendió hasta jalarme cinco veces y seguramente no habría llegado a ser profesional, si para mi buena suerte no enseña ese curso cojudo un chivolo muy pilas que se extrañó porqué me había jalado tantas veces, si hasta casi de memoria me conocía su adefesioso mamotreto bajado del Internet, que como gran cosa había preparado para dictar su curso, y que nos costó un huevo de plata a todos. "¡Que piña eres!", me dijo con mucha lástima y compasión.

–¡Así de cagón era esa mierda!, porque en el momento menos esperado, le entraba su locura, y si andabas de mala suerte, se te prendía, y ahí nomás comenzaba a fregarte los estudios y no paraba hasta joderte la carrera. Si más tarde no te mostrabas patero y adulón hasta hacerle saber que con él nadie se mete, simplemente te fregabas. Incluso  después de esa sumisión y aun cuando supieras de memoria las huevadas que enseñaba, tenías que pagarle si o si, sino podía joderte la carrera.

–¿Y cuántas  veces tuviste que pagarle después de adularlo como un lameculo?

–¡Nunca! Si saben muy bien todos ustedes que tuvimos que armarle un chongo en la decanatura de la facultad para que nos evaluara otro docente, porque el Kutramán se dio el lujo de jalar a treinta de treintidos alumnos, y solo había salvado a esas dos pendejas que se encargaban de llevarle los chismes de todo lo que hablábamos de ese concha su madre. –Les recordó y continuó. –De eso también me miraba con todo el odio que puede tener un chorazo salvaje, que si sus ojos podían lanzar puñales hace tiempo me hubieran matado. –Acotó.

–Si pues, también esa lacra tenía el difunto. Primero se te hacia tu enemigo y cuando no te le sobajabas, buscaba que su "red de inteligencia" como él llamaba a todos sus compinches y sus comedidas chismosas, lo mantuvieran en perfecta comunicación de lo que hacías y decías dentro de las aulas, los patios o los pasillos. Así que con ese conocimiento podía decirte en plena clase y a voz en cuello: "¡Martínez, porque has hablado esto de mi o aquello otro...etc." y cuando le decías que eso era una mentira y le exigías que te dijera quién era el que le había estado hablando eso de ti, te largaba el nombre de su "urraco". Más tarde el chismoso te decía que nunca había hablado nada malo de ti, pero que tampoco quería servir de instrumento para poner en evidencia al profesor Mamerto, porque no quería ser su bronca, y que como cualquier otro quería pasar sus cursos para llegar a ser profesional. "Perdóname, pero no quiero joderme la vida. Además ese huevón puede hablar de cualquiera de nosotros lo que le dé la gana, porque sabe que nunca nadie le podrá parar macho". Te decía eso y tu problema seguía siendo tu problema hasta convertirse en un problemón de cólera, miedo, nervios y depresión.

–¿No sé por qué nuestra universidad debe funcionar así, y menos aun siendo una universidad de paga?

–¿De verdad hasta ahora no sabes por qué?

–¡No! ¿Qué me quieres decir?

–Claro, como nunca has pagado las pensiones con el sudor de tu frente, sino con la de tus padres. No has llegado a darte cuenta cuál es la verdadera movida de esta “universidad”, por eso te perdono, pero anota lo que te voy a decir, porque eso irá para tu libro.

Y comenzó a contarle que a una banda de mafiosos les había caído del cielo ese negocio, para hacer “su agosto" a su regalada gana. Que lo que debía ser un centro de ciencia y cultura había sido el resultado del esfuerzo de un viejito, que además de ser Masón creía que los hombres debían pasar por este mundo para hacer algo que justifique sus existencias. Así que un buen día movilizó al pueblo para exigirle al Gobierno Central la creación de una universidad nacional en la capital del departamento.

Inmediatamente esa propuesta dio en el mero gusto de los ciudadanos, especialmente en los que no tenían dinero para mandar a dos o tres de sus hijos a estudiar en las universidades de otras regiones, y al saberse esto, no faltaron los oportunistas que de la noche a la mañana, se autonombraron directivos de esa visionaria iniciativa.

Más tarde a solicitud  de su fundador, el pueblo entero se avocó a reunir las firmas para formular una solicitud al Congreso de la República, el mismo que no tuvo más remedio que crear la universidad, porque eso valía muchos votos para la próxima campaña electoral. Pero debido a que en esos tiempos las universidades nacionales estaban plagadas de terrucos, la poca voluntad de los legisladores para con los pueblos deprimidos se inclinó por la creación de una universidad privada. Los ciudadanos dijeron que eso no les importaba, porque aun así resultaba más barato pagar una pensión universitaria en el pueblo, que enviar a sus hijos a otras ciudades donde habría que pagar su alimentación, hospedaje, transporte, materiales, vestimenta y otros gastos que estaban muy lejos de sus posibilidades.

Contó que mientras salía esa bendita ley, algunos buenos vecinos cedieron sus casas para el dictado de los primeros cursos a cargo de  algunos profesionales del medio, que los dieron gratuitamente y de buena gana. Por su parte la municipalidad cedió un terreno que estaba destinado para la construcción de una obra pública. De otro lado, los entusiastas padres de familia aportaron dinero y mano de obra en faenas regaladas, para la construcción de las primeras aulas, y así poco a poco, se levantó este gigantesco negociazo sin que les costara un solo céntimo a los pendejos que ahora se creen sus dueños.

Luego exhortó a sus oyentes para que nunca se olviden que esa universidad empezó gracias a la generosa  iniciativa de un pueblo pujante y progresista, aunque ahora resulte que este mismo y desmemoriado pueblo, tiene que pagar enormes sumas de dinero por la educación de sus hijos, para que lo disfruten a manos llenas unos cuantos sinvergüenzas.

La mayor parte de los achorados que se sumaron a la iniciativa del viejecito, se colaron como personal administrativo, para que no contentos con ganar un buen sueldo por hacer nada, encima se crean sus sufridos fundadores y por eso intocables. Lo trágico fue que más tarde cuando este huarique comenzó a producir toda la fortuna que producen los negocios como éste a nivel nacional, los principales avivatos, le sangraron millonarias sumas como indemnización por los daños y perjuicios que les había causado "la gallina de los huevos de oro", dentro de las gestiones de su creación, instalación y funcionamiento.

Más tarde alguno de estos palurdos, gracias a los títulos que la misma universidad les regaló, llegaron a ser sus profesores, y poniéndose de acuerdo con los directivos de turno hicieron que los despidieran, para después iniciarle furibundos procesos judiciales a la universidad para lograr su reposición laboral y junto a ella una millonaria indemnización por despido arbitrario, de donde los pendejos resultaron ser los nuevos ricos del pueblo, sin perjuicio de asegurarse la ganancia que este "tapado" les debe dar de por vida: Sirvan o no sirvan.

A lo largo de los últimos años; gracias a los cupos que la universidad paga a la mafia instalada en la Asociación Nacional de Rectores, un grupo de estos pendejos, como por arte de magia  se  han  convertido  en  profesores  principales y se hacen pagar  más de diez mil soles mensuales, mientras que el resto, igual de imbéciles que sus mandamases, solo ganan la porquería de siete soles por dictado de una hora de clases, y como esa miseria no alcanza ni siquiera para el rollo de papel higiénico que gastan en la universidad, los privilegiados les han dado patente de corso para que coimeen con las notas a su antojo. Sin que eso quiera decir que los que tienen salario fijo estén prohibidos de hacerlo.

Pero lo que más les gusta a esos mañosones, es que con el cuento de aprobarlas en sus cursos, se tiran a su gusto a las chiquillas misias y libertinas que quieren llegar a ser doctoras, ingenieras, licenciadas o magister con el sudor de sus entrepiernas, y lo increíble es que todas estas pendejas, sin saber leer ni escribir, consiguen buenos trabajos y llegan incluso a ser funcionarias del gobierno regional y de los ministerios. Del resultado de esos sudores estos pendejos se ufanan diciendo: "Nuestra universidad ha formado prestigiosos profesionales que dejan muy en alto el sagrado nombre de su alma mater".

Lo peor viene con la graduación, porque al que está por graduarse lo exprimen como a limón de emolientero, inventándole la obligación de tener certificado en los cuatro idiomas que dicta su Centro de Idiomas, un certificado de informática que se enseña en su Centro Informático y una docena más de derechos que debe pagar "el punto", sólo porque a ellos les da la gana, y como el graduado quiere ser ingeniero, doctor, licenciado sin saber ni michi, paga nomás de buena gana.

Y como este su negocio va siempre "viento en popa", no quieren que ninguna organización popular se inmiscuya en esa gigantesca maquinaria de hacer el dinero fácil que va a parar directamente a sus bolsillos.

–Así es pues compadrito, la verdadera historia de esta universidad. El mismísimo pueblo que paga su educación, ha creado y alimentado a este monstruo, y al pendejo que acaban de matar, le ha regalado un hotel de seis pisos.

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–Para finalizar la charla, señalaremos además las otras características de la psicopatía que nos propone Robert Hare. –Dijo  la psicóloga y ordenó proyectar sobre la pared  otra diapositiva ordenando: –¡El siguiente!  –Y una vez más comenzó a leer con voz de sabia.

CARACTERÍSTICAS SEGÚN HARE

Para el doctor Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, los criterios que definen a la personalidad  psicopática pueden  evaluarse  mediante  una  lista  de veinte características denominadas Psychopathy Checklist (PCL). Estas descripciones tuvieron como base el trabajo de Cleckley para definir la psicopatía a través de una serie de síntomas interpersonales, afectivos y conductuales. Los síntomas que exhiben los psicópatas son, según Hare:

·         Autoestima exagerada.
·         Tendencia a mentir de forma patológica.
·         Comportamiento malicioso y manipulador.
·         Carencia de culpa o de cualquier tipo de remordimiento.
·         Afectividad frívola, con una respuesta emocional superficial.
·         Carencia de empatía. Crueldad e insensibilidad.
·         Falta de control sobre la conducta.
·         Comportamiento irresponsable.
·         Incapacidad  patológica  para  aceptar  responsabilidad  sobre  sus  propios actos.
·         Etcétera.

–Es posible que las causas que dan origen a los psicópatas, se deban a factores genéticos y ambientales, como el maltrato o el abuso infantil,  también están en riesgo las personas de padres antisociales o alcohólicos...... –Después de algunos bla, bla, bla y unos bla, bla, bla más, concluyó su charla y a su señal, el que manejaba el proyector multimedia, apretó la tecla necesaria para que aparezca una diapositiva que decía: ¡MUCHAS GRACIAS POR SU ATENCIÓN! en seguida el auditorio le hizo escuchar una salva de calurosos y sinceros aplausos y le desató una tormenta de preguntas, porque muchos creyeron que sus jefes, sus compañeros de trabajo,  sus esposas, sus maridos, sus hijos y hasta ellos mismos podrían estar en el perfil de los psicópatas.

La psicóloga muy astutamente absolvió tres preguntas puntuales y aclaró solo una duda. A los demás les repartió una tarjeta de presentación donde estaba señalado su nombre, la dirección de su consultorio, sus horarios de trabajo y sus teléfonos.

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–¿Por qué todo el pueblo tiene que sospechar de los alumnos o los docentes por la muerte de ese imbécil? ¿Por qué tienen que involucrar a la universidad? Acaso aquí nomás pasamos toda nuestra vida. Quién sabe en qué vainas más tenía o hacía el difunto fuera de estos muros. ¿Qué conflictos más tendría dentro de su hotel, su casa, su familia o su entorno social? ¿Por qué todos los ojos y todas las sospechas tienen que recaer en las personas que enseñan, laboran o estudian en este Hatun Yachayhuasi?  –Preguntó lleno de furia uno de ellos, buscando una respuesta válida.

–Porque la última vez que lo vieron con vida, fue en esta universidad. –Respondió uno de los profesores de aquella reunión.

–Pero hablando en oro. ¿Quién de ustedes puede afirmar si el difunto fue o no un coimero?, pues para tener el atrevimiento de hablar sin ningún rubor de la honestidad del difunto, habría que haberle pagado personalmente una coima, y solo así se podría estar hablando con fundamento.

–¡Tienes razón!, de ser un patán era un verdadero patán, y de repente lo era porque así habría sido su crianza. Pero de allí a asegurar que además era un coimero incorregible, creo que es mucho atrevimiento.

–Yo de corruptos sé porque los he visto en la televisión o en los diarios y nada más. La mayor parte de ellos son ministros, presidentes regionales, alcaldes, consejeros, regidores, funcionarios de confianza, congresistas, jueces, fiscales y toda esa interminable parvada de políticos y burócratas que viven del Estado, pero no creo que en este pueblo triste y miserable alguien pueda pedir coimas que valgan la pena. –Abogó el docente a quién otros alumnos señalaban como un homosexual pasivo.

–¡Claro!, tienes razón porque para decir que alguien es cabro, me lo tendría que haber tirado yo mismo. –Señaló uno que había sido elegido Regidor de la Municipalidad del Centro Poblado Menor "Las salvajinas" y al que sibilinamente llamaban “el apestoso”, y para finalizar colgó esta incontestable pregunta. –Pero, ¿quién habría podido matarlo de ese modo tan salvaje y brutal?

–Sin duda debe ser un psicópata que anda suelto por las calles del pueblo, y que nada tiene que ver con la universidad, porque este es un lugar de ciencia y cultura, que en absoluto le puede interesar a ningún criminal.

–Tienes razón, sólo un psicópata puede ser ese asesino serial. –Consintió otro que tenía un tic nervioso que le hacía guiñar uno de los ojos, y los otros de acuerdo con él, hicieron sendos gestos de afirmación.

–¿Y de dónde sabes tú que se trata de un asesino serial? –Preguntó con mucha curiosidad y hasta con temor el más timorato de ellos.

En medio de esta incierta y temerosa tertulia se apareció el Leónidas Aurelio, sudoroso y hecho un atado de nervios que con angustiada voz les dijo casi gritando que desde antes de ayer no aparecían en sus casas, ni en el pueblo, ni en la universidad los profesores Mariano Chauca, Javier Villanueva, ni el Jacinto Chuiman. Sin hacer ningún comentario el grupo se disolvió de inmediato y cada quien se fue por su lugar con los pensamientos metidos entre dos dudas: “O se estaban escapando del asesino serial que quiere aniquilar a todos los cutreros o ya los han matado a todos. “¡El tiempo lo dirá!”.




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