El día el 23 de octubre de 1570, Francisco de Toledo, el quinto virrey del Perú, inició junto a más de 60 personalidades de su administración colonial, entre las que se encontraba el Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, su histórica Visita General del Perú, que duró cinco años (1570-1575), recorriendo personalmente las provincias de Huarochirí, Huancayo, Guamanga, Abancay, Yucay, Cusco, La Paz, Potosí, La Plata y Arequipa; recomendando a sus comisionados que los indios fueran reducidos en el menor número de pueblos posible, así como establecer nuevas tasas tributarias a favor de la corona española.
Francisco Álvarez de Toledo, (1515-1582) conocido también como el Solón virreynal, fue quien estableció las bases del sistema colonial en el Perú a través de las llamadas Disposiciones del virrey Toledo, redactadas por los juristas Juan de Matienzo y Juan Polo de Ondegardo y Zárate. Este ultimo combatió contra el rebelde Francisco Hernández Girón en Chuquinga (Chalhuanca) y Pucará en 1554 y posteriormente fue nombrado corregidor del Cusco (1558-1561) y en esta su condición ordenó la construcción del puente colonial sobre el río Pachachaca en Abancay.
Como producto de esta visita, el día 18 de enero del 1572, fue fundada la reducción de indios de Abancay por el Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, Visitador General de Condesuyo y Chinchaysuyo, “por virtud de la comisión y poder que tiene del Excelentísimo señor don Francisco de Toledo, visorrey destos reinos, en que se le comete, entre otros repartimientos, los deste valle de Abancay hasta lo alto de Curamba de Nuño de Mendoza, e ingenio de Pedro Alonso de Carrasco (Karqueque) como se declara en la provisión que se le dio…”, y lo hizo con el nombre de “VILLA DE LOS REYES DE SANTIAGO DE ABANCAY”.
Francisco Álvarez de Toledo, (1515-1582) conocido también como el Solón virreynal, fue quien estableció las bases del sistema colonial en el Perú a través de las llamadas Disposiciones del virrey Toledo, redactadas por los juristas Juan de Matienzo y Juan Polo de Ondegardo y Zárate. Este ultimo combatió contra el rebelde Francisco Hernández Girón en Chuquinga (Chalhuanca) y Pucará en 1554 y posteriormente fue nombrado corregidor del Cusco (1558-1561) y en esta su condición ordenó la construcción del puente colonial sobre el río Pachachaca en Abancay.
Como producto de esta visita, el día 18 de enero del 1572, fue fundada la reducción de indios de Abancay por el Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, Visitador General de Condesuyo y Chinchaysuyo, “por virtud de la comisión y poder que tiene del Excelentísimo señor don Francisco de Toledo, visorrey destos reinos, en que se le comete, entre otros repartimientos, los deste valle de Abancay hasta lo alto de Curamba de Nuño de Mendoza, e ingenio de Pedro Alonso de Carrasco (Karqueque) como se declara en la provisión que se le dio…”, y lo hizo con el nombre de “VILLA DE LOS REYES DE SANTIAGO DE ABANCAY”.
Nicolás Ruiz de Estrada, nació en la Ciudad de los Reyes que era el nombre oficial de Lima y fue regidor vitalicio de esa ciudad, además fue Licenciado en Derecho. Hijo Martín Yáñez de Estrada y Marina Roldan y nieto de Bartolomé Ruiz de Andrade quien fue piloto experto de Cristóbal Colón, y pasó a la historia por formar parte de la expedición de los Trece de la Fama o los Trece del Gallo y por ser el primer español en avistar costas ecuatorianas y desembarcar en ellas.
Antes de tocar el tema principal de esta entrada, resulta conveniente señalar unos párrafos parte de la obra: "Francisco de Toeldo: 1569-1574”, escrito por el propio virrey Toledo y
compilado por Guillermo Lohmann Villena
y María Justina Sarabia Viejo, que sobre la designación de los visitadores de su Visita General del Perú, señala:
“ (,,,) Por haber entendido las muchas y muy importantes cosas que estaban remitidas para la visita general, con acuerdo y parecer que tuvo de lo que importaba que se hiciese, de las personas más graves de este reino, que para ello mandó juntar, ansí para la mejor ejecución de los dichos poderes y comisiones que S. E. trajo de Su Majestad, como para la determinación y resolución de lo que para la dicha visita general estaba remitido, nombró los comisarios y personas, eclesiásticos y seglares, que se pudieron hallar de más autoridad, confianza y experiencia en las cosas de esta tierra, y más celosos del bien de los naturales para que en los repartimientos y provincias que se les señalaron hiciesen la dicha visita general, que son los que se siguen:VISITADORES
(….)
Para la provincia del Cuzco
Al licenciado [rey Pedro Gutiérrez Flores, de la orden y caballería de Alcántara ; y por salir del Cuzco en compañía de S. E. se nombró en su lugar a Diego Barrantes Perero.
(…..)
El Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, y en su compañía, por visitador eclesiástico, a fray Juan de Vivero, predicador de la orden de Santo Agustín.
(….)”
Sobre la reducción de los indios del valle de Amancay, que fue la concentración forzada de las poblaciones indígenas dispersas en centros urbanos principalmente para: 01) Saber con cuánta mano de obra nativa contaba la administración virreinal; 02) Cuántos indígenas debían pagar tributos a la corona española de conformidad con el procedimiento ordenado por el Virrey Toledo bajo el título de “Glosas a la
Instrucción General a los Visitadores para Determinar las Tasas”; y, 03) Para los fines convertir a los indígenas paganos a la religión cristiana, Waldemar Espinoza,[1] nos señala lo siguiente:
“Ruiz de Estrada efectuó todas las reducciones en el área de los quichuas y otras colindantes. La de Abancay fue realizada con el nombre de La Villa de Los Reyes de Santiago de Abancay, y tuvo lugar en 1572. El pueblo fue trazado igual que el de las villas y ciudades de españoles: calles derechas, plazas y manzanas cuadrilongas. Otra reducción aledaña planificada por el visitador en referencia fue la de Condebamba, al pie de un cerro que actualmente existe con el mismo nombre. Abancay fue fundada en un sitio llano y profundo, en la margen derecha del río Pachachaca, de cuyas orillas dista poco más de cinco kilómetros, y en un ambiente muy caluroso a pesar de tener un nevado cercano, dominando el paisaje.”
La fundación española como reducción de indios de Abancay con el nombre de “VILLA DE LOS REYES DE SANTIAGO DE ABANCAY”, se hizo el día 18 de enero de 1572, y su nombre se debe a dos circunstancias, a saber:
Porque fue el día 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro fundó la “Ciudad de los Reyes” en honor del emperador Carlos V de Austria y primero de España y de las Indias y de su madre, la reina Juana, la que hoy conocemos como la Lima. La ciudad fue establecida en el valle del río Rímac en una área poblada por el señorío de Ichma. Como la reducción de Abancay se fundó el día 18 de enero se le antepuso a su nombre de “Villa de los Reyes” porque se estaba fundando el mismo día en que se fundó la “Ciudad de los Reyes”.
Este hecho lo confirma un documento de 1578 denominado “Relación de los Corregimientos y otros officios que se proveen en los Reynos é provincias del Perú, en el distrito y gobernación del Vissorroy dallos”, donde se da cuenta de la existencia de una encomienda en el repartimiento de Abancay, así: “El rrepartimiento de abancay encomendado en Antonio Sotelo tiene 390 yndios tributarios y 2156 personas reducidos en vn pueblo llamado la villa de los rreyes”. Quizá sea por esta razón que durante la colonia y hasta mediados del siglo XX, el mote secular de la ciudad de Abancay haya sido “Lima chico”.
La otra razón es porque los antiguos pobladores de los valles de Abancay y Pachachaca fueron adoradores de Illapa, la deidad nativa del rayo, que para ellos "era un hombre que estaba en el cielo con una honda y una porra y que tenía el poder de hacer llover, granizar, y tronar" (Rostorowsky), y que en tiempos precolombinos tenía su santuario en la desaparecida huaca de Illanya.
En esta parte cabe aclarar que los primeros españoles acostumbraban no contrariar abiertamente las creencias religiosas de los nativos, sino trasladar estas devociones a favor de las deidades católicas. De modo que donde los indígenas adoraban a la Madre Luna (Mamaquilla), la reducción que de ellos se hacía y al pueblo español que ellos fundaban en ese lugar lo sujetaban bajo la advocación de una Virgen o una Santa Católica. En la América española esta mudanza de las creencias originarias no se debió a un sincretismo religioso,[2] sino a una aculturación.[3]
Así pues, los hijos (devotos) del rayo del valle de Amancay fueron puestos bajo la advocación de Santiago Apóstol, Patrón de España, porque los españoles del siglo XVI creían que cuando sonaban los truenos era porque el caballo de Santiago Apóstol galopaba en los cielos. Otro elemento que vinculaba a Santiago con el rayo y el trueno fue la invocación que hacían los españoles al apóstol antes de disparar sus arcabuces: “¡Santiago y cierra España!”. Para los indígenas esos extraños artefactos que los españoles llamaban “Santiago” lanzaban rayos y truenos, como lo hacía Illapa, arriba en los cielos.
En esta parte cabe aclarar que los primeros españoles acostumbraban no contrariar abiertamente las creencias religiosas de los nativos, sino trasladar estas devociones a favor de las deidades católicas. De modo que donde los indígenas adoraban a la Madre Luna (Mamaquilla), la reducción que de ellos se hacía y al pueblo español que ellos fundaban en ese lugar lo sujetaban bajo la advocación de una Virgen o una Santa Católica. En la América española esta mudanza de las creencias originarias no se debió a un sincretismo religioso,[2] sino a una aculturación.[3]
Así pues, los hijos (devotos) del rayo del valle de Amancay fueron puestos bajo la advocación de Santiago Apóstol, Patrón de España, porque los españoles del siglo XVI creían que cuando sonaban los truenos era porque el caballo de Santiago Apóstol galopaba en los cielos. Otro elemento que vinculaba a Santiago con el rayo y el trueno fue la invocación que hacían los españoles al apóstol antes de disparar sus arcabuces: “¡Santiago y cierra España!”. Para los indígenas esos extraños artefactos que los españoles llamaban “Santiago” lanzaban rayos y truenos, como lo hacía Illapa, arriba en los cielos.
De allí fue que la reducción de los indios del valle de Amancay, llamada Villa de los Reyes de Santiago de Abancay, que hoy día 18 de enero del 2020 está cumpliendo 448 años de su fundación española, y que el día 03 de noviembre del 2020 celebró el 146° aniversario de su elevación de Villa de Abancay al rango de ciudad de Abancay, por mandato de la Ley del 03 de noviembre de 1874, que en su artículo único señalaba: "Artículo único.─ Elévase al rango de ciudad la villa de Abancay.", la razón fue porque al crearse el nuevo departamento de Apurímac por Ley del 28 de abril de 1873, en su artículo 2° se consignó: "Art. 2. ° Este Departamento se compondrá de las Provincias de Andahuaylas, Abancay, Aymaraes, Antabamba y Cotabamba, y tendrá por capital la villa de Abancay.", pero después de más de un año los legisladores de aquellos tiempos repararon en que por mandato constitucional una "villa" no podía ser capital de un departamento y corrigiendo ese error, elevaron legalmente la "Villa de Abancay" a la categoría de "Ciudad de Abancay".
[1] ESPINOZA SORIANO, Waldemar. COLONIAS DE MITMAS MULTIPLES EN ABANCAY SIGLOS XV Y XVI, Revista del Museo Nacional, Tomo XXXIX. Lima. 1973.
[2] El sincretismo religioso es un proceso, generalmente espontáneo, consecuencia de los intercambios culturales acaecidos entre los diversos pueblos.
[3] La aculturación se considera muchas veces como la pérdida de los rasgos culturales propios por parte del grupo dominado y la adopción de los rasgos culturales del dominador, una suerte de amnesia de lo propio, para adoptar lo ajeno. En términos negativos significa la pérdida de la identidad originaria para volverse otro, es una enajenación.
[2] El sincretismo religioso es un proceso, generalmente espontáneo, consecuencia de los intercambios culturales acaecidos entre los diversos pueblos.
[3] La aculturación se considera muchas veces como la pérdida de los rasgos culturales propios por parte del grupo dominado y la adopción de los rasgos culturales del dominador, una suerte de amnesia de lo propio, para adoptar lo ajeno. En términos negativos significa la pérdida de la identidad originaria para volverse otro, es una enajenación.
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