martes, 18 de abril de 2017

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (XVIII) ebook

Bueno, como les tengo ofrecido les presento en décima octava entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un  “ME GUSTA”, pero sobretodo “COMPARTIR” y “COMENTAR”.

         Para despedir este trabajo he decidido culminarlo con un aporte mío, que ahora les dejo.

Ciro V. Palomino Dongo



          Abanquino, abogado, especializado en derecho agrario y Comunidades Campesinas. Se califica simplemente como un animador cultural interesado en los temas históricos, sociales, políticos y jurídicos apurimeños, los mismos que se encuentran subidos en http://es.slideshare.net/kolkaqui y en https://es.scribd.com/user/5841641/CIRO-VICTOR-PALOMINO-DONGO. Publica además un blog sobre COMUNIDADES CAMPESINAS DE APURÍMAC en  http://comucamapu.blogspot.pe/ y un blog sobre la historia de Abancay, edición corregida y aumentada de su libro: “ABANCAY: ALEGRE Y HOSPITALARIA” en: http://aucapanamayo.blogspot.pe/.

EL SITIO DE SAYWITE Y EL PAISAJE

Lleno de fundamentos conceptuales, teóricos, metodológicos, los estudiosos y especialistas nos están presentando varios aspectos del paisaje: ambiental, ecológico, geográfico, cultural, físico, económico, y hay quienes hasta nos hablan del paisaje como un bien jurídico tutelado por el Estado y por tanto un bien público.

Pero, ¿qué es el paisaje? Aunque no hay una definición específica, podemos señalar que un paisaje es la percepción inteligible del entorno que nos rodea y que nos permite interpretar sus características, su calidad, su estado de conservación, su identidad y que por eso nos son fácilmente reconocible, y también porque de inmediato y en forma natural nos invitan a valorarlo como un todo, ya sea como una expresión estética, histórica, cultural, social, mística, etc. En otras palabras, los paisajes son aquellos espacios que se conciben. “…como una realidad cuyos elementos están dispuestos de manera tal que subsisten desde el todo, y el todo, subsiste desde los elementos, no como objetos caóticamente mezclados, sino como conexiones armónicas de estructura y función”.

¿Cuántos tipos de paisajes existen? Sin entrar en detalles podemos señalar dos:

a)      El paisaje natural, es aquel que se conserva en su estado primordial, sin la intervención de la mano del hombre, salvo en algunos detalles. Son territorios despoblados como las zonas polares, las cimas de las montañas, las selvas vírgenes, etc.

b)     Paisaje cultural, es aquel que fue modelado a lo largo del tiempo por un grupo cultural, a partir de un paisaje natural. En la formación de este tipo de paisaje, la cultura es la fuerza y el paisaje natural es el medio que proporciona los elementos materiales con los cuales el paisaje cultural ha de ser formado como un objeto material y concreto para ser percibido por medio de los sentidos.

A partir de estos conceptos podemos señalar que los paisajes que nos ofrece el sitio Saywite están ubicado geográficamente a 13º 32’ 50” Latitud Sur y a 72º 48’ 1” Longitud Oeste de la Región Natural de la Sierra Sur Oriental del Perú y a una altura que oscila entre 3,122 a 3,920 msnm.

Según el sistema de Holdridge,[1] el complejo arqueológico y sus inmediaciones se encuentra en la Zona de Vida[2] denominada: Bosque Húmedo Montano Subtropical (bh-MS), que se ubica en las partes altas de los Andes, entre 3,000 y 4,000 msnm. El clima es húmedo Templado Frío, presentando una temperatura media anual entre 12º C y 6º C cuando se ubica sobre el bosque seco - Montano Bajo, y entre 9º C y 6º C cuando se ubica por encima de la estepa – Montano. Su  precipitación pluvial total promedio anual se encuentra entre 600 y 750 milímetros. 


Su relieve es predominantemente empinado. Está conformado en su  parte superior por laderas que enmarcan los valles, haciéndose un poco más suave en el límite con las zonas de páramo.

La  vegetación natural  prácticamente no existe, pues ha sido reemplazada por cultivos. Especies de los géneros, Berberis, Baccharis Dunalia conforman pequeños relictos vegetales  heterogéneos, aunque también es posible observar  bosques residuales de chachacomos y de queuñas.  En zonas desboscadas aparecen el sauco (Sambucus peruviana), mutuy (Senna birostris) y Senna multiglandulosa cerca de las viviendas de sus habitantes. El tarwi (Lupinus sp.) es una especie indicadora de esta Zona de Vida.

Gran parte de ella, especialmente en la franja entre 3500 y 4000 msnm, llamada pradera o subpáramo está cubierta por pasturas naturales altoandinas de gran potencial para el sostenimiento de una ganadería extensiva con base en camélidos sudamericanos. En las partes altas dominan estepas de gramíneas constituidas por Stipa y Calamagrostis.

            En esta Zona de Vida se encuentran la Comunidad Campesina de Saywite - Suyuccacca con un territorio de 1,274.26 hectáreas, la Comunidad Campesina de Concacha con un territorio de   356.54 hectáreas y el anexo de Ccecceray de la Comunidad Campesina Luis de la Puente Uceda con aproximadamente 800 hectáreas.

Comunidades Campesinas de Saywite - Suyuccacca,  Concacha
y el Anexo de Ccecceray de la Comunidad Campesina "Luis de la Puente Uceda
Para que el viajero que llega de la ciudad de Abancay, pueda asumir la grandeza del paisaje que envuelve este lugar, le conviene hacer una caminata de unos 500 metros desde el ramal de la carretera a Cachora, para contemplar la imponente cordillera de Vilcabamba, que es un sistema montañoso que se extiende por más de 260 kilómetros y que alimenta al rio Urubamba que en esta parte se llama el Alto Urubamba, y al Apurímac que durante gran parte de sus 700 kilómetros de recorrido, su enérgico caudal fluye a través de estrechas y profundas grietas, entre los que destaca el cañón del Apurímac como uno de los más bellos e imponentes del mundo.

Cordillera de Vilcabamba vista desde la parte alta de Saywite

A lo largo de su recorrido muestra 18 picos de más de 5000 msnm. encontrándose entre ellos el nevado "Padreyoc" (5771 msnm) que es el glacial que se contempla desde la plaza de armas de Cachora y el Ampay (5235 msnm), el "Apu" de Abancay, y los nevados Salkantay y el Pumasillo con más de 6,000 metros de altura, por lo cual en tiempos de la colonia los españoles la llamaron “Sierra nevada”. En las estribaciones de esta cordillera prosperan la flora y la fauna silvestre propias de la vertiente oriental de los Andes, y en sus punas crecen grandes pajonales. Todos estos elementos en conjunto y por separado, sumados a los cientos de poblados y caseríos serranos que los habitan y transforman, nos ofrecen magníficos paisajes, unos naturales y los más culturales.

Cordillera de Vilcabamba o "Sierra Nevada" en tiempos de la colonia. Vista parcial desde el abra de Socllaccasa.
            En las estribaciones de esta cordillera o al pie de sus nevados se han creado Áreas Naturales Protegidas por el Estado – ANPE[3] como el Santuario Histórico de Machupicchu de una extensión de 32,592.00 hectáreas, el Santuario Nacional de Ampay con una extensión de 3,635.50  hectáreas y más recientemente el Área de Conservación Regional de Choquequirao con una extensión de 103,814.39 hectáreas.

Santuario Histórico de Machupicchu


Área de Conservación Regional Choquequirao
Santuario Nacional de Ampay

Volviendo a Saywite y tomando en cuenta la población comunera que actualmente la habita, podemos decir que nos encontramos frente a un paisaje cultural que se ha venido construyendo desde finales del siglo XIV y comienzos del XV, gracias  a que este lugar albergó una gran población indígena poseedora de las más altas innovaciones agrarias de la época y gobernada por una élite de curacas y sacerdotes, que alcanzando significativos excedentes de producción, les permitió disponer de una mano de obra suficiente para emprender la construcción de hasta tres estructuras piramidales rectangulares truncas, una para la glorificación del monolito, otra para el santuario ritual de la huaca de Saywite y una más abajo para el usnu que en lo alto de su plataforma se ofrecía y libaba la chicha sacramental y por un pequeño túnel se entregaba a la pachamama las ofrendas de los cultivos, así como la sangre y cuerpo del sacrificio de las llamas con los cuales sus antiguos habitantes agradecían a sus dioses por un año más de fructíferas cosechas y por la multiplicación de sus crianzas.


Junto a la natural curiosidad y la fijación de las interrogantes que instalan en nuestras mentes el monolito, el santuario de la huaca, las fuentes rituales y su escalinata, los bloques líticos de Rumihuasi, el “Intihuatana” y el usnu, disfrutaremos de las imponentes vistas que nos ofrece el conjunto arqueológico construido a base de piedra y respetando el relieve de la ladera, con la sencillez, solidez y la monumentalidad que caracteriza a la arquitectura inca, y sumado a todo esto la bucólica campiña que la rodea, los alegres centros poblados comunales que alberga y las centenarias chacras que nos muestran, casi sin ninguna tecnología moderna, la ancestral agricultura orgánica andina de sus comuneros.

Como si dejando atrás lo cotidiano, atravesáramos una puerta mágica, la visualización de todo este conjunto nos aporta imágenes positivas y agradables que nos permiten adentrarnos en un mundo que sin darnos cuenta, ya lo teníamos instalado en nuestra mente como una remota reminiscencia, pero no como un mundo personal, sino como un sitio común para todos los que visitan este y otros lugares, y quizá sea que por asimilar muy profundamente estas visualizaciones, ellas nos obsequian el prodigio de la mansa relajación que nos envuelve y que se traducen en una verificable calma y alegría.

Y talvez sea por eso que algunos visitantes han tomado este sitio de religiosidad andina, de simple y serena belleza, para que tal y como lo hicieron sus antiguos peregrinos, sumergirse en una potente contemplación que les permite aumentar su percepción de la realidad, y así de un modo muy especial, observar su conciencia y sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos, y luego sin dogmas extenderse hacia lo sagrado, y a su retorno, lograr transitar con sus próximos hacia una cultura de entendimiento y de paz.








[1] El sistema de zonas de vida Holdridge (en inglés, Holdridge life zones system) es un esquema para la clasificación de las diferentes áreas terrestres según su comportamiento global bioclimático. Fue desarrollado por el botánico y climatólogo estadounidense Leslie Holdridge (1907-99) y fue publicado por vez primera en 1947 (con el título de Determination of World Plant Formations from Simple Climatic Data) y posteriormente actualizado en 1971 (Life Zone Ecology).
[2] Una zona de vida es una región biogeográfica que está delimitada por parámetros climáticos como la temperatura y precipitaciones, por lo que se presume que dos zonas de clima similar, desarrollarían formas de vida similares.
[3] Son los espacios continentales y/o marinos del territorio nacional, expresamente reconocidos y declarados como tales, incluyendo sus categorías y zonificaciones, para conservar la diversidad biológica y demás valores asociados de interés cultural, paisajístico y científico, así como por su contribución al desarrollo sostenible del país. Las Áreas Naturales Protegidas constituyen patrimonio de la Nación. Su condición natural debe ser mantenida a perpetuidad pudiendo permitirse el uso regulado del área y el aprovechamiento de recursos, o determinarse la restricción de los usos directos.

lunes, 10 de abril de 2017

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (XVII) ebook


Bueno, como les tengo ofrecido les presento en décima séptima entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un  “ME GUSTA”, pero sobretodo “COMPARTIR” y “COMENTAR”

8.- VIAJEROS E INVESTIGADORES:

            Muchos son los viajeros, aventureros, gobernantes e investigadores, que seguramente visitaron Saywite, pero estos son los que nos dejaron una imagen y sus impresiones sobre este fantástico lugar.


Rebeca Carrión Cachot



Nació en Lima, el 18 de Diciembre de 1907 y murió en Guatemala el 06 de Abril de 1960. Cursó estudios superiores en la Universidad Nacional de San Marcos, donde se doctoró en Historia y Letras en 1931, a mérito de su tesis «La indumentaria en la antigua Paracas». Fue la  primera arqueóloga, historiadora y docente peruana. Discípula de Julio Cesar Tello, coopero valiosamente con este científico en la investigación científica de diversas culturas precolombinas como la Chavín y la Paracas. F

Fue una de las primeras mujeres en ejercer la cátedra universitaria en el Perú. Docente en San Marcos a cargo de las cátedras de Arte Peruano Precolombino (1931 y 1946-1955), Arqueología del Norte y Centro Andino (1946-1948) y Arqueología Preincaica (1949-1955) y en la Universidad Católica donde impartió el curso de la Historia del Arte Peruano.

Sucedió a Tello en la dirección del Museo Nacional de Antropología y Arqueología (1947-1955) y el Museo Arqueológico de la Universidad de San Marcos (1947-1955).

            La publicación que hacemos corresponde a un capítulo de su libro “El Culto al gua en el antiguo Perú”[i]



[i] CARRION CACHOT, Rebeca. El Culto al agua en el antiguo Perú. INC, Lima. 2005. Págs. 30-34.



“Las fuentes simbólicas de Saywite, Abancay

Aun no es posible pronunciarse de una manera definitiva sobre la verdadera importancia y funciones específicas de estas obras de la antigüedad del Perú y de Colombia, debido a que se han hecho, a veces simples exploraciones de reconocimiento, pero o trabajos exhaustivos de excavaciones que pongan a la vista todos los elementos culturales correlacionados con ellas.

Un centro arqueológico que es una promesa para las futuras investigaciones es el de Saywite, en Abancay, conocido principalmente por el notable bloque lítico, cubierto de figuras talladas, denominado "monolito de Saywite".

Esta obra ha concitado justamente la atención de americanistas y viajeros desde años atrás, pudiendo citarse a Squier, Ubbelohde-Doering y Tello. Este último, en su expedición arqueológica al Urubamba de 1942, hizo un estudio detallado del monumento y levantó un plano preliminar de las figuras contenidas en el, investigación que se halla inédita dentro del archivo científico del sabio peruano que conserva la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, por cuya razón no ha sido posible a la autora utilizar esta fuente y dar a conocer las conclusiones a que arribó. Igualmente Luis A. Pardo, director del Museo Arqueológico del Cusco, tiene una interesante monografía sobre el particular.

Dada la importancia que para el tema tenía este monumento, el Museo Nacional de Antropología y Arqueología equipó una expedición de reconocimiento al área de Saywite. Entre el 5 y el 22 de enero del presente año, los señores Pedro Rojas Ponce y Cirilo Huapaya Manco, destacados asistentes técnicos de esta institución, especializados en dibujo arqueológico y cartografía, efectuaron una exploración general del valle y del lugar, levantando el plano detallado del monolito, -que es el más completo y fidedigno de que se dispone hasta el presente-, así como el registro fotográfico de él y de otros monumentos vecinos.

A través de estos materiales reunidos recientemente se llega a las siguientes conclusiones:

1.    El monolito de Saywite está sobre un templo situado al oeste del valle de este nombre, a 45 km. de la ciudad de Abancay, en la carretera Abancay-Cusco.

2.    Es una zona de puquiales o manantiales, en la cual existen numerosos restos arqueológicos semi-sepultados.

3.    De la parte alta del templo, donde se halla el monolito, baja en dirección a Rumihuasi un canal con varias cisternas de piedra labrada, enfiladas al costado de una gran escalinata derruida. Otro grupo de cisternas, similares a estas se encuentran en el llano, hacia el lado del cerro Concacha.

4.    El templo en cuestión forma parte de un conjunto de templos que rodean la cabecera del valle, y son:

-        Rumihuasi, aproximadamente a 500 m. al noreste, con restos de paredes de piedras labradas y con monolitos, uno de los cuales similar en "contenido religioso" al de Saywite, que se describirá adelante.
-        Chincana, templo de forma rectangular, localizado al este, con restos de grandes muros de piedra.
-        Intihuatana, al este con un monolito tallado.
-        Pillijchu, situado en la cumbre de un cerro al sureste, con restos de plataformas superpuestas.
-        Concacha, al sur, igualmente con amplias plataformas.

5.    El llamado monolito de Saywite es "una fuente simbólica o ecológica", representada en un bloque lítico en el cual existen más de 208 figuras talladas en relieve o en bulto, adaptándose a las sinuosidades naturales del padrón, y que en forma breve se describe a continuación (láminas III a VI).

En la lámina III se presentan vistas completas y parciales de la "fuente". En a, b, c se muestran las tres secciones de que se compone; lado noreste, lado norte y lado oeste, respectivamente.

En donde se ve un bloque lítico natural, sin trabajo artificial de ninguna clase que sin embargo afecta una silueta semejante al bloque tallado y que posiblemente debió tener igual apariencia cuando el artífice indio acometió la empresa de transformarlo en la soberbia composición que ostenta. Se halla en las alturas de Romacasa, a 4 Km. de aquel. En las vistas restantes se pueden apreciar detalles de los canalitos, estanques, etc., que contiene.

Las láminas IV V Y VI reproducen las tres secciones aludidas, en las que se destacan claramente los elementos integrantes.

Se trata de una original creación de la mente indígena, que ha dejado esculpida y perennizada en la piedra algunas de sus más notables concepciones religiosas, acerca de los problemas del agua y fertilización de las tierras, y de los seres auspiciadores de tales fuerzas productoras. Se trata de un registro gráfico de tales pensamientos, de una materialización de ciertos fenómenos de orden físico que directamente le interesaban. En las sinuosidades del bloque está representado el medio geográfico; montañas, depresiones, quebradas, flancos verticales, lagunas en las partes encumbradas, ríos y cursos de agua que corren hacia las partes bajas, canales y acequias distribuidas en diversas direcciones; reservorios, estanques, cascadas, y otros elementos de esta índole. Como custodios de estos lugares sagrados se ven felinos, pumas y monos en actitudes de alerta; o de descender violentamente apoyándose en las patas delanteras. Pero lo más importante de este conjunto lo constituyen los dioses antropomorfos, generalmente dispuestos en "parejas" de hombre y mujer, ella con un cantarito de agua en la mano; y colocados en los nacimientos de los arroyos o ríos o en sitios vecinos a los reservorios. Hay varias de estas parejas, que encarnan a las que figuran al sol y luna en las leyendas que se estudian en el capítulo III. Además se ven grupos más amplios en pequeñas plataformas o terrazas en las que figuran "parejas" de simios, felinos y lagartos en actitudes eróticas, como simbolizando la fusión de las fuerzas masculina y femenina para el mayor rendimiento de la producción agrícola. Asimismo, se han representado junto a los dioses antropomorfos plantas vigorosas de maíz, indicando el significado inmediato de la composición, así como llamas o auquénidos no bien determinados en los altares de sacrificio. Particularmente interesante son las pequeñas fuentes o manantiales con la simbólica rana en su interior, a semejanza de las cisternas de la fuente de Lavapatas de San Agustín, en las que es un batracio mítico, de larga cola dividida en dos, el dueño de ellas; las pacchas, o canales en zigzag que descargan sus aguas en otros colectores más amplios; los edificios o templos alrededor de los cuales se hallan todos estos seres. En fin, hay otras diversas figuras, símbolos de otras tantas ideas, como camarones cruzando los ríos, cangrejos, etc., que pueden indicar que se ha hecho una minúscula reproducción de ciertos aspectos de la costa.

Es interesante observar que algunos de los felinos están situados simétricamente, Como apuntando los cuatro puntos cardinales, y estos son de mayor tamaño que los restantes, y que se hallan casi al borde de la fuente monumental, contiguos a grandes aberturas de salida de las aguas.

Para el propósito del presente trabajo, solo se describe en rasgos generales este monumento, reservándose para la monografía que está en estos momentos en prensa, su interpretación y estudio detallado. 

Puede afirmarse que se trata en conjunto de una gigantesca fuente o paccha, con complejas composiciones en su morfología, en la que el agua de las lluvias empozada eventualmente en las fuentecillas, cisternas y pocitos, salía al exterior a través de varias decenas de perforaciones, de diferentes tamaños que existen en el borde o circunferencia del bloque. Era la piedra sagrada del templo de Saywite, en la que el cielo" derramaba" sus aguas, que eran recogidas por este "colector mágico terrestre". Este símbolo de las lluvias, del agua que había de irrigar y fertilizar las tierras, se hallaba sobre el propio templo, posiblemente en la gran plataforma superior y contiguo a los altares de sacrificio. En ella se hacía "el derramamiento divino" del agua, así como en los ídolos o altares se repetía este mismo fenómeno con la chicha sagrada. Esta fuente externamente afecta la figura de un gigantesco sapo o rana cuya cabeza escultórica y maciza se halla a un lado. Otra "fuente ecológica" semejante a la de Saywite, es la de Rumihuasi, que afecta la figura de un batracio.

Las leyendas recopiladas en este trabajo, permiten comprender mejor el significado de las alegorías y signos ideográficos de este extraordinario monumento de la antigüedad. Y ello mueve a la necesidad de emprender exploraciones metódicas en el valle de Saywite que fue centro religioso de gran importancia, sitio privilegiado de manantiales, al contorno de los cuales se erigieron numerosos templos y se crearon tan ingeniosas obras del arte indio.









Piedra originaria de Rumiccasa situado a 4 kilómetros de Saywite y que Rebeca Carrión cita: "En donde se ve un bloque lítico natural, sin trabajo artificial de ninguna clase que sin embargo afecta una silueta semejante al bloque tallado y que posiblemente debió tener igual apariencia cuando el artífice indio acometió la empresa de transformarlo en la soberbia composición que ostenta."







[1] CARRION CACHOT, Rebeca. El Culto al agua en el antiguo Perú. INC, Lima. 200
5. Págs. 30-34.

miércoles, 5 de abril de 2017

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (XVI) ebook

Bueno, como les tengo ofrecido les presento en décima sexta entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un  “ME GUSTA”, pero sobretodo “COMPARTIR” y “COMENTAR”.

8.- VIAJEROS E INVESTIGADORES:

            Muchos son los viajeros, aventureros, gobernantes e investigadores, que seguramente visitaron Saywite, pero estos son los que nos dejaron una imagen y sus impresiones sobre este fantástico lugar.

LUIS ALAYZA Y PAZ SOLDÁN


Nació en Lima el 30 de noviembre de 1883 y murió en esta ciudad capital el 15 de noviembre del 1976, fue bisnieto de Hipólito Unanue. Diplomático abogado, economista y escritor. Estudió y fue catedrático en la Universidad San Marcos.

Se caracterizó por escribir sobre el Perú y los peruanos y por eso fue el creador del vocablo "peruanidad". En 1930 inició la publicación de su obra "Mi País", que es la recopilación de sus artículos periodísticos que fueron apareciendo en la prensa limeña diaria. Más tarde, reunido en 10 volúmenes, se ha convertido en una amplia lección de geografía, historia y de costumbres de su amada patria, que la recorrió con diligencia y afán de investigador.


Aunque en el su obra él denominó Salhuite, ya no se trataba del antiguo nombre de  Concacha. Estas son las palabras que sobre Saywite señala en su obra:

“SALHUITE
WIENER, que dejando Ayacucho pasó por Andahuaylas y Abancay para visitar Concacha, ─hacienda del distrito de Curahuasi, provincia de Abancay, a una jornada de la capital de Apurímac─ se extiende en admirativas descripciones de los monolitos de Salhuite.

"El emplazamiento de las ruinas de Quoncacha (concacha) ─dice hablando del poderoso boulevard, (centro arquitectónico) septentrional─, es un valle profundo rodeado de montañas altas, lejos de todo camino y a 40 kms. m. o. m. de la ciudad de este nombre, aquellos parajes desolados parecen invitar al recogimiento. En cuanto a sus ruinas no se parecen en nada a las de Huánuco ni de otras residencias reales. Sin termas, sin vastos corredores, sin laberintos que conduzcan a ocultos palacios de vírgenes consagradas al Inca". Habla luego de los tres grandes grupos de monumentos de piedra, el primero de los cuales el de Rumimachay, inmenso bloque de forma que se aproxima a cúbica, con un asiento tallado, uno de aquellos que se conocen con el nombre de sillón del Inca, que en su lado principal contiene canales que conducen el agua a sendos caños"; y después de trazar un hábil dibujo de aquel monumento, continúa así:

"Bien está que el artista dibuje fácilmente una obra de imaginación sobre una hoja de papel; pero parece "inadmisible" que hombres que no conocían el acero ni el hierro, hayan hecho por distracción trabajo tan considerable, cuyo acabado necesitaría, al decir de los especialistas en la materia, tres años con el instrumental perfeccionado de nuestra época…… Un serio examen de esta escultura probará que pertenece a la categoría de los trabajos de observación, que es una imitación de la naturaleza: el bloc representa un terreno accidentado, una montaña de la Cordillera".

Y aludiendo a las figuras esculpidas, agrega:

"El autor de esa fuente ha acentuado y traducido el fenómeno, y en lugar de seudoleones y de similiserpientes ha figurado los accidentes del terreno mediante leones, serpientes, batracios y toda la fauna especial de la Cordillera. Los animales que cubren la piedra no tienen, a juicio nuestro, otro sentido. Entre ellos aparecen fuentes, torrentes y cascadas que descienden por sus flancos".

Más adelante, fantástico y entusiasmado, agrega:

"Es la fiel reproducción de los Andes y de la obra de los arquitectos e ingenieros. Es, en cierto modo, una síntesis topográfica que prueba, de lógica manera, que los antiguos habitantes del lugar comprendían el mundo físico, del que tan admirablemente sabían sacar provecho”.

Pero esta interpretación, forzada y asaz materialista, no resiste la más leve crítica, a pesar de que muchos escritores de indiscutible mérito la reproducen en sus obras, a falta de otra.

También Riva Agüero reflexionando, sin duda bajo la impresión de las palabras de Wiener, dice:

"Ocupan éstas el poniente de un prado muy verde, blando y jugoso por las ciénagas que lo alimentan. Entre malezas y arboledas de alisos hay dos monolitos labrados. El primero es una de aquellas peñas talladas en asientos y escalerillas, que el vulgo denomina tronos del Inca o Incamisanas, (altares en que imaginan que el Inca oficiaba). Por sus cavidades y conductos secretos, debe de haber sido una ara sacrificatoria, destinada probablemente a inmolaciones humanas. La otra piedra es mucho más rara y curiosa. Es una roca redondeada, con huequecillos en los bordes de sus lisas superficies laterales, y cuya mesa o cara superior está toda ella esculpida en profusos altorrelieves, que representan serpientes, monos, lagunas y ríos. Las figuras se hallan muy maltratadas, muchas descabezadas y rotas, intencionalmente al parecer. Recuerdan con bastante exactitud las toscas esculturas de animales en las iglesias de la primitiva Edad Media europea. No representa su agrupación la simetría escrupulosa de casi todo el arte incaico. La porción eminente de la peña no está en el centro sino arrimada a uno de los lados. Simboliza un lago,10 del cual descienden canalillos que simulan ríos y cataratas. Esta distribución de cursos de agua y montañas que bajan de un elevado mar interior, situado hacia el oriente de la esferoide irregular, no puede ser sino la imagen del mundo (Tahuantinsuyu), como lo hubieron de concebir los antiguos peruanos: en forma oval imperfecta, cuya excéntrica cima, origen de los ríos, la constituían el Titicaca y la circundante llanura del Collao. La interpretación más verosímil de este monolito es, en consecuencia, la de una pachamama, ídolo representativo del Universo, de la Tierra Madre. Su importancia para el estudio de la civilización indígena es considerable en lo religioso y artístico, y apenas inferior a los vestigios del Tiahuanaco y Chavín de Huántar".

Luis Alayza Y Paz Soldán

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“LA PIEDRA DE SALHUITE

Entre las maravillas del Perú, ya sean las obras de la naturaleza o de la edad precolombina ─que bien pueden asimilarse a los accidentes geográficos para los efectos de su protección─ figura la Piedra de Salhuite, que está siendo objeto de rápida destrucción por obra de ignaros e irresponsables pastores de la localidad.

El 23 de Mayo del año en curso, viajando de Cuzco a Abancay por el camino accidentado pero en buenas condiciones de conservación, al pasar frente a la Hacienda Salhuite, a 42 kilómetros de la Capital de Apurímac, me desvié a la izquierda y tomé un sendero pendiente, estrecho y sembrado de pedruscos. A los pocos minutos encontré a la señorita Consuelo Valer, hija de los propietarios de la hacienda, quien amablemente nos condujo hasta una eminencia que se alza en el centro de un vasto círculo de elevadas cumbres cubiertas de verdor, y me encontré frente al famoso monolito, que a primera vista tiene el aspecto de un huevo gigantesco caído de las nubes, en cuya parte cimera aparecen en alto relieve animales en raro hacinamiento, canales, grietas y escalinatas practicadas manifiestamente para que las aguas pluviales desciendan hasta los bordes del peñón, donde se abren pequeños orificios para que el líquido vital se vierta a chorros en todo su contorno. Esta Piedra ha sido estudiada por arqueólogos y viajeros que han tratado de descifrar su contenido.

Desde mi salida del Cuzco venía yo pensando en el misterio de la Piedra de Salhuite; y ocurríaseme a menudo implorar de las viejas divinidades del Tahuantinsuyo que me revelasen su secreto, y casi puedo decir que lo conseguí, porque apenas me hallé frente al pétreo jeroglífico tuve la impresión de que se trataba de un monumento dedicado a la Luna, divinidad máxima en las teogonías del antiguo Oriente y en la costa norte del Perú precolombino, materia de la que he tratado en "Las Islas del Perú y la Tierra Yunga" (Serie V de "MI PAIS"), como se ve estudiando los ceramios y tejidos de los mochicas y chimúes y las reliquias encontradas en las islas o islotes de esa región, que se extienden como un rosario a no gran distancia del litoral.


Hay concomitancias en las representaciones de la diosa Lunar de Babilonia y Nínive, Grecia, Roma y las Islas del Mediterráneo, y las de los ceramios y tejidos viejos peruanos; en unas y otras teogonías la Luna es la diosa del mar, de los ríos y lagunas, de las lluvias y, de modo general, de la humedad, así como de la fecundación y reproducción de los seres; en contraposición al Sol, divinidad que con su fuego destruye la vida. De ahí que la presencia de los pequeños orificios del borde de la Piedra, que esparcen el agua pluvial uniformemente sobre la madre tierra en la que yace el monolito y el grupo de animales tallados en él, me sugirieron una interpretación.

Julio C. Tello hablando del Sol y de la Luna dice que son: "Hijos del Dragón (hermanos y esposos entre sí), el primero personificado en la figura de un varón zoomorfo, cuyo principal atributo es la producción de la simiente primera: célula germinal, elemento masculino generador, fundamento de la vida vegetal y humana y fuente primera del calor y de la luz. El segundo, personificación en una mujer ornitomorfa, cuyo principal atributo es la producción del huevo cósmico o del óvulo destinado a ser fecundado por el Sol. En los mitos del Oriente clásico la Luna se representa por una mujer acompañada de un par de niños gemelos o perros, y en el Egipto por una pareja de ibis: todos estos son emblemas de la fecundidad. La Diosa Luna preside el movimiento de las mareas y reina sobre las aguas. Igual cosa existió en nuestro litoral del norte donde peces, sopas y ranas eran animales lunares y la Diosa es presentada a veces acompañada de una pareja de perros, tierra adentro, o de aves guaneras en el litoral.

Observando la lámina I se contemplan los animales, casi todos ellos decapitados en los meses del presente año por los pastores de la Hacienda, canales y grietas, que se pueden localizar fácilmente contemplando el esquema (lámina IV) donde figura en la parte baja de la Piedra (No. 1) la cabeza del puma o jaguar, gran divinidad del Tahuantinsuyo; en el borde, con el No. 2 aparecen los orificios para derramar las aguas sobre la tierra; con el No. 3, un mono saltando sobre otro; con el No. 4, una rana; el No. 5 y el No. 6 corresponden a unos dibujos de difícil interpretación. En la lámina fragmentaria II un enorme simio, y en la III, fragmentaria también, el extremo de la izquierda de la Piedra con un simio que se inclina como para beber agua, y al extremo derecho del fragmento un pequeño cuadrúpedo encerrado en un cerco abierto por uno de sus lados.

Queda siempre una incógnita: la cantidad de monos, animales abundantes en las montañas no lejos de Salhuite, que sin duda tiene un significado especial. Dije que la Piedra de Salhuite tiene la forma de la mitad de un huevo que hubiese sido cortado en el sentido de su eje más largo. Como es sabido en la mitología de Grecia y Roma el huevo es emblema del origen de la vida, y se le encuentra constantemente alternando con el dardo, símbolo de la muerte, como motivo ornamental. La Luna representaba la fecundidad, la humedad y la vida, en contraposición al Sol que todo lo seca y destruye.

Hagamos un experimento: tomemos entre el pulgar y el índice, con ambas manos, una nuez de palma, imprimámosle con cuidado un movimiento de torsión para separar las dos mitades de la cáscara, y aparecerá el contenido del fruto. Pues bien, si hacemos esto ─imaginariamente─ con un huevo, ocurrirá lo mismo. Aplicando este experimento a la Piedra de Salhuite encontramos que es un huevo cortado por un plano de contorno oval en cuyos bordes se abren los orificios, de que antes hablé, para el escurrimiento de las aguas de lluvia; y sobre el plano un hacinamiento de animales, canales, escalas, grietas, etc., que estarían cubiertos antes por la mitad superior de la cáscara del misterioso huevo de piedra.

Esa es pues la ignota y enorme concepción del filósofo viejo peruano que le concibió, para dejar a las generaciones venideras, una representación de la Diosa Luna asentada en una eminencia de los Andes de Abancay.

Cualquier retardo en la conservación de esta Piedra sería fatal, y no estaría demás que se hiciese tomar un vaciado en yeso de ella, lo cual permitiría, con ayuda de las fotografías de otras épocas, una interpretación más acertada que lo que modestamente formulo en estas líneas.”

                   27 de Setiembre de 1956.
                     Luiz Alayza y Paz-Soldán