domingo, 28 de junio de 2020

LA LOMOFINO


–¿Es verdad que “la lomofino” se va a casar con el Jefe en junio?

–No sé. ¿Pero quién sabe algo de alguien en este pueblo? –Preguntó esto para recordarle que en ese lugar, nadie sabía nada de nadie. Lo único cierto era que por culpa del terrorismo, no hacía mucho, casi todos habían llegado de todas partes, y que poco a poco, según sus intereses, se iban conociendo entre los que se resultaban extraños. –La única verdad que podemos conocer tú y yo, es que la cholita es gringacha y guapa, además de tener buena talla, buen rabo y tetas grandes. Entonces pues: “Caballo grande, aunque no ande”.

Aun cuando suene algo extraño. Lo cierto era que en ese pueblo, nadie sabía nada de nadie, pero sin embargo todos eran sospechosos de ser terrucos o soplones. Además a quién le interesaría saber algo de alguien, menos aun cuando no pudiera servirle para las una y mil necesidades que todos tenían. ¿Qué ganarían o perderían con ello?, nada. Y aun cuando supieran algo de alguien para qué le serviría, si solo se trataba de las penurias que llevan a todas partes los refugiados.

Muy pronto se disolvieron las quejas de sus males en la pobreza que encontraron por todas partes. Entonces cada quien comenzó a inventarse como pudo las historias de sus orígenes, su abolengo  y sus riquezas, pero eso tampoco importó, pues todos conocían que la guerra sucia había expulsado solo a los moradores de las más pobres y remotas aldeas. Más llenas de páramos y punas que de tierras de labranza.

Con mucho o poco dinero, con tierras, sin tierras o desterrados, todos eran los sobrevivientes de los hijos de aquel salvaje mestizaje que se produjo con la invasión española, de donde surgieron como nuevas hierbas esos cholos blanquiñosos, esos cholos prietos y aquellos indígenas acholados. Todos eran comuneros o campesinos que aprendieron por siglos a convivir en las reducciones de indios que fundaron los españoles y a perdurar con las desdichas que muy gustosamente obsequia la iniquidad de los hombres, y las felicidades que ofrecen las cosechas y el ganado logrado en estos magros pastos. Con el paso de los años fueron avecinándose a las villas que fundaron los latifundios para ser sus capataces, peones, colonos o huasipongos.

Más tarde,  gracias a que los nuevos tiempos sepultaron las haciendas,  recién pudieron construir las escuelas apoyados en la milenaria tradición de la ayuda mutua, y gracias a ello, muchos triunfando sobre la miseria que los acosaba, para bien o  para mal, se educaron. Más adelante se hicieron ciudadanos y se liberaron de la miseria que les entregaba aquellos pobres suelos, que con el correr de los años se fueron desvaneciendo de sus memorias, pero que en sus "nuevos recuerdos" eran llamadas haciendas. Muy atrás había que volver para recordar aquel poder que se medía con la extensión de las tierras poseídas, la cantidad de mano de obra que las exlotaba, la magnitud de las cosechas y la cuenta de los ganados logrados gracias al esfuerzo de los campesinos miserables sometidos por el hambre.

–Pero todos dicen que la fulana es una pendeja.

–¿Y quién no es pendeja cuando anda en celo? Todas las viejas que hablan mal de las chicas casaderas, no se acuerdan de todas las pendejadas que han debido hacer para conseguir marido, porque saben que después de lograrlo, automáticamente se convierten en damas respetables y adorables madres de familia. Lo malo es que muchas de ellas  desde la posición que les obsequia su ignorancia, se dan el lujo de reprochar a las muchachas todas sus pasadas  arrechuras, sin importarles que estas, empujadas por las hormonas deban merodear por los restaurantes y las discotecas en busca de su presa, porque en esos cruciales momentos, nadie les tocará sus puertas para regalarles una pareja.

–¡Claro pues compadre! Eso es normal, pero "la lomofino” se pasa para el carajo. –Y sin que se lo pidiera comenzó hacerle una detallada narración de las correrías de la muchacha, y el otro aparentando no tener el más mínimo interés en la bola de comentarios gratuitos que se venía, no dejó de parar las orejas. Total en ese trabajo desde el tiempo en que gobiernan los presidentes regionales electos, hay tiempo para ese y el resto de los chismes que las malas lenguas de este pueblo de recién llegados, produce a raudales.

En buena cuenta, como en ese vecindario nadie conocía lo de nadie, había que inventar todo lo de todos, y para eso solo se necesitaba convertirse en juez, testigo, verdugo y pregonero de todo lo que se dice, sin importar si eran verdades o fantasías.

Le dijo que la mismísima “lomofino” contaba a quien quería escucharle, que cuándo tenía trece años entraron a su pueblo unos terrucos y junto a otros estudiantes la secuestraron para meterlos a sus filas, pero cuando llegaron al campamento de los malditos, uno de los jefazos de aquella incursión que se hacía llamar "Rambo", esa misma noche con mucho placer y sadismo la violó y al día siguiente, haciendo disparos al aire, le hizo saber a toda la pandilla que a partir de esa mañana ella era su mujer y punto. Y como el resto también había logrado emparejarse así, con no poca envidia respetaron aquella decisión, y así la tuvo y la mantuvo solo para su provecho. Hasta que un día, no se sabe quiénes ni cómo, lo volaron en mil pedazos con un cartucho de dinamita metido entre sus huevos, y sólo así, después de más de ocho meses pudo por fin volver a su casa.

–Esa historia es muy cojuda, porque la pendeja no tiene la pinta de haber estado metida con los terrucos, sino tendría la piel y el alma bastante curtida y en menos de un mes la hubieran preñado. Lo que pasa es que en todos los pueblos donde ha entrado la guerra sucia, algunas niñas se han inventado ese cuento para protegerse de los arrechos que querían meterles un polvo aprovechando que estaban solas, porque sus padres debían andar escondidos o completamente borrachos para escapar de esa malvada movida, con la esperanza de que los violadores al enterarse que había sido mujer de un jefe subversivo, las respetaran. –Dijo esto y le hizo una señal para que siga contando, con el vivo deseo de conocer hasta dónde más podía llegar la leyenda de “la lomofino”.

–Bueno eso dicen. Pero si eso no es verdad, entonces es cierto que desde chica tiene bien metida en la sangre esa atrevida coquetería que despierta la arrechura de los malpensados. –Y continuó narrando.

Como los terrucos y los milicos se dieron al arduo trabajo de acabar con los pobres de todas las comunidades, no tuvieron tiempo ni ganas para encontrarse en una batalla campal para balearse como mandan las leyes y los usos de la guerra. “Si el uno entraba a un pueblo, el otro no llegaba; y, si el otro llegaba, nadie más debía entrar”, decían los paisanos. Entonces como la vaina estaba así de tan jodida no quedaba más remedio que largarse de aquel infierno y mientras las cosas se compusieran, suplicar a la parentela de todas partes para que los apoyen con los hijos menores.

A “la lomofino” la encargaron a una tía medio loca que vivía en Comas, que inmediatamente la convirtió en su “cenicienta”, para que hiciera en su casa todo lo que ella hacía de lunes a viernes en la mansión que tenían sus patrones en San Isidro. Mientras su primo Juancho, que era un pervertido sexual y por eso un fiel amante de la pornografía, después de ganarse su confianza, el muy hijo de puta, a veces por las buenas y muchas veces a la mala, le hizo todas las porquerías que se hacen en esas películas, aunque en realidad no hizo mucho para que a la moza le gustara todo lo que le podían hacer. Y así a punta de andar calata la mayor parte de la semana, se convirtió en la reina de su colchón y en la mujerzuela de todas las mamadas.

No bien acabó la secundaria se largó de aquel lugar para irse a convivir con un tombito de su pueblo, que al parecer era su medio pariente. Este además de enamorarse hasta los poemas, porque con un aerosol de pintura escribió en una de las paredes de su barrio un trozo de esta canción: “¡BESOS, TERNURA, QUE DERROCHE DE AMOR, CUÁNTA LOCURA!, QUE NO ACABE ESTA NOCHE, NI ESTA LUNA DE ABRIL, PARA ENTRAR EN EL CIELO, NO ES PRECISO MORIR…TE AMO LUCILA”.  Como creyó que la tenía para sí y para toda la vida, hizo el esfuerzo de pagarle la academia de Secretariado Ejecutivo Computarizado, pero la muy desagradecida le sacaba la vuelta con el profesorcito que la capacitaba. Pero ese romance tampoco prosperó, porque el hombre además de casado tenía la costumbre de “mejorar el rancho” con las más locas de sus alumnas, y nada más.

Finalmente y como estaba al día en el pago de sus pensiones recibió el gigantesco diploma que la certificaba como SECRETARIA EJECUTIVA COMPUTARIZADA, y cuando estaba en el afán de buscar un empleo debió viajar a su comunidad para enterrar a su padre, que como muchos paisanos que no pudieron escapar de la guerra sucia, se había vuelto alcohólico. Porque era mejor estar borracho cuando entraban al pueblo los tucos y podían decir de él con lástima: “Pobre hombre, así es como los embrutece el capitalismo!”, o cuando llegaban los milicos: “Mira a este pobre mojón de mierda. No sirve para nada y aun así tenemos que defenderlo”. En ese velorio maldijo al difunto por haberla mandado a servir a esa casa de locos de Comas, donde solo aprendió a sufrir.

Después de ese miserable entierro, donde también sepultó su poca pena, con las mismas se fue a vivir a la casita de abobe que por las afueras del pueblo sus parientes habían construido para protegerse de la subversión y la contra–subversión, desde donde se dio la buena vida que: “Una carita de blanca, unas tetas de chola y un culo de samba”, pueden lograr.

Con todo lo que le habían enseñado y lo que había aprendido por su cuenta, en medio del ambiente que suelen formar los palurdos de estos poblados, “la lomofino” se dio cuenta que muy fácilmente podía seducir a esos bellacos que desde sus provinciales egos estaban más que angurrientos de arrasar con los cuerpazos y los agraciados semblantes que las pendejas suelen mostrar. Como a casi todos esos bobalicones les encantaba mostrar los fajos de billetes que tenían, la condenada se los comía vivitos y coleando, aunque para eso, según el "punto", debía hacerse la ingenua que jamás iría a pecar, o mostrarse como una gran vampiresa que jamás alcanzarían siquiera tocar, pero sin dejar de darles esperanzas a todos.

Y así muy bonitamente se hacía obsequiar buenos celulares, cargar sus créditos, comprar carteras, zapatos y  ropas, y ni hablar de hacerse invitar toda la comida que se vendía en el pueblo, desde caldo de gallina o lechón en las mañanas, ceviches y mariscos a media mañana, platos extras a medio día, café con leche y pasteles por las tardes y pollo a la brasa todas las noches.

Le dijo que eso era lo que le daban sus muy enamorados y cojudazos pretendientes, pero su verdadero negocio era irse a las discotecas después que el último de sus "puntos", bien comida la dejaba en su casa. Por esos lugares era conocida y bastante manoseada por los administradores de esos antros, y sin que nadie se diera cuenta cómo, ni por qué, acababa sentada en las mesas donde gastaban a diestra y siniestra los pocos borrachos que acudían a esas covachas con dinero, y cuando notaba que uno de esos era el que pagaba todos los tragos, se pegaba muy melosamente al gastador y después de hacerle creer que era “el hombre” con quien cerraría su noche, le obligaba a emborracharse hasta vaciarle los bolsillos.

No faltaron las ocasiones en que a alguno de sus “puntos” no le quedaba efectivo, pero sí su tarjeta de crédito, entonces acompañaba al borracho hasta el cajero automático, y el muy baboso, como si se tratara de su mujer le confiaba su tarjeta y su contraseña ordenándole: “¡Saca cien!” y ella sacaba lo más que se podía. Después lo abandonaba con cincuenta soles en otra discoteca.  Otra noche cuando lo volvía a encontrar se hacía la molesta diciéndole que a ella no le gustaba que la golpearan.

Como a veces la vida no siempre es dura y fregada, en esas correrías tropezó con un admirador, que en su borrachera le dijo gritando: “¡No me interesa que no me quieras, pero debes saber que yo siempre te amaré!”, y para rizar el rizo, incluso se sofisticaba: “Si no existieras, jugaría a inventarte”, y nunca perdió la oportunidad para declararse su más ferviente admirador y amigo del alma,  y si ella quisiera su más ardiente amante. “¡Estoy, para lo que tú quieras, mamacita!” “La lomofino” se acordaba riendo de la  noche en que pasado de vueltas por los tragos, le dijo con tono de súplica y casi gritando: “¡Mamacita te quiero tanto, que si me lo pidieras me comería tu caca y me fumaría tus pedos”. Se trataba de Javier Prado Quispe, un alegre y enamoradizo empleado del Gobierno Regional, que cuando le caían algunos centavitos extras o alguien lo invitaba, porque desde su oficina le había hecho algún gran favor, se aparecía por esos lugares.

A ese amante platónico se arrimaba cuando nadie le daba importancia o cuando le faltaba dinero para sus necesidades o caprichos. El Japuco fue el que construyó el baño de su casa en el pueblo joven, y lo hizo tan bonito, elegante y muy bien iluminado, cubierto de fina cerámica, con un hermoso y moderno wáter con su respectivo lavatorio y una rapiducha eléctrica Rotoplas de 500 soles, que si era alguito más amplía, seguro que “la lomofino” hubiese trasladado su dormitorio a ese lugar. Tampoco dudó en darle de buena gana los cinco mil soles que tuvo que prestarse de la Caja de Ahorro y Crédito “Al Toque”, para que la condenada trajera desde Lima los restos mortales de su nunca bien llorado padre a su comunidad para darle cristiana sepultura.

En una de esas chinganas, una noche le presentaron a Nilton Moncada Caituiro, un pendejerete de los muchos que andan metidos en el gobierno regional para formular adefesiosos proyectos de inversión pública, que después de beneficiar a todos los que tienen la oportunidad de "meterle uña" a ese negocio, acaban en inservibles obras que los beneficiarios no lo usan nunca porque jamás las necesitaron, y aun cuando les hiciera falta, de poco le servía a la pequeña y frustrada población, que por la desgracia de tener que arrastrar una larga miseria, aún permanece cautiva en esos parajes sin dios, ni el demonio; y, que por andar metidos en la política regional, cuando eventualmente gana las elecciones regionales “su candidato”, por fin alcanzan a ocupar un puestecito público, embolsillarse los dineros de todo lo que se puede robar en esas dependencias. Porque de “ganar–ganar” en esos carguitos pichirruchis es imposible, pues sus miserables suelditos apenas si alcanzan para comer, chupar, putear, comprarse algunos trapitos y pagar un cuartito decente con baño propio.

No bien la vio de cuerpo entero, le preguntó si era abogada, cuando le dijo que no. “¿Magister?” No. “¿Ingeniera?” Nones. “¿Contadora?” Tampoco. “¿Administradora?” Na’ que ver. Cuando a final se dio por vencido, ella le dijo a modo de quien revela un acertijo que nadie podría acertar: “¡Secretaria  Ejecutiva  Computarizada!”.  Y  el  frustrado adivinador  con  la  cara  de  más  que sorprendido, gritó: “¡Eso es justo lo que necesito!” Y al día siguiente la sentó, donde desde hace más de treinta años se sentaba la eterna secretaria de aquella oficina, que a partir de ese momento debía prestar sus servicios en el archivo central, sin dejar de prestarle sus buenos y comedidos consejos a su flamante colega. Por supuesto que la "eterna" no tardó en salir dos meses de vacaciones, y el resto del año se enfermó todo el tiempo que le dio la gana, hasta que después de tanta depresión, no le quedó más remedio que jubilarse, como debió haberlo hecho hace más de ocho años.

Poco a poco, a punta de servir a los empleados con los encargos y las súplicas que le dejaban para que el jefe les firmara algún documento cutrero, o les hiciera algún “favor especial”, que luego ella se encargaba de pagar como sólo ella sabía hacerlo. Así "la lomofino” se fue haciendo de un lugar en esa oficina, y no pasó mucho tiempo para aprender lo que debía hacer. Y lo que no podía hacerlo lo hacían otros con la esperanza de que algún día podrían resultar ganadores de la lotería de sus favores, aunque no faltaban  los que lo hacían simplemente porque la pendeja sabía pedirlo de un modo bastante peculiar, con esa abierta coquetería con que sabía envolver muy disimuladamente sus moviditas de culo, el inocente cruce de sus largas piernas que le nacían desde una provocadora minifalda que apenas si le cubría las entrepiernas, sus pícaros guiños seguidos de sus involuntarios gemidos que como un tic se desprendían de sus ojos y sus labios.

Para provocar a los “sapos” que se ganaban con los ademanes de su cuerpo, muy suelta de huesos, a veces comentaba: “¡Ay, estoy tan acalorada que me gustaría ducharme con agua helada y tirarme desnuda en mi cama chupándome un helado de vainilla”. Cuando decía esto y otras perradas aún más provocativas, los más "pilas" de aquella oficina decían: “Se nota que a esta pendeja no la han calzado como debe ser y por eso no deja de andar arrecha. ¡Una noche, sólo denme una noche y la enderezo!”, y todos se rieron, cuando alguna graciosa dijo que con un manicito no se podía saciar a un elefante, y cuando alguien le preguntó que cómo sabía que ese huevas tristes tenía un manicito, mudo sus risas por una cara muy asorochada.

Después de dos meses, ya todo el mundo se enteró que "la lomofino” estaba de amores con el jefe Nilton. No a todos les sentó bien aquella noticia, por varias razones, unos porque:

–¡Que tal concha de este huevón! Primero, sin saber mi mierda se hace nombrar jefe de la oficina para que el Eskunqui y el cholo Llamocca se lo almuercen a su gusto, tal y como lo han hecho con toda la sarta de inútiles que los demás gobiernos regionales han mandado como jefes de esta pobre chamba, y para que los polvos le salgan gratis contrata una puta y la hace su secretaria. No contento con eso, para que la pendeja no se desbande con los demás empleados, la hace oficialmente su “hembrita”.

–Eso a mí no me importa, ni que estuvieran haciendo el amor en horas de oficina. Lo que me mortifica es que el concha de su madre se haya apropiado de la camioneta oficial para irse a pasear con esa puta todos los fines de semana al Cusco, Puno, Arequipa, Ayacucho y a todos los lugares donde haya fiesta, pagándose todos los viáticos habidos y por haber y gastando abusivamente  el combustible de la oficina, y nadie dice nada, porque este desfachatado conoce de qué pata cojean cada uno de los corruptos que tienen la obligación de denunciarlo y además porque el pendejo les hace morder, siquiera un poquito, del billete que dejan los proveedores y todos los rateros que con el cuento de la cesión en uso se apropian de los bienes de la oficina.

–En el colmo de la conchudez, nos ha enviado un memorándum prohibiéndonos el uso del Internet, obligándonos a que le entreguemos la contraseña de nuestros emails, dizque para saber si estamos usando esa huevada en horas de oficina y para nuestros asuntos personales, y también que dejemos apagadas las computadoras al mediodía porque eso: “ha elevado los gastos del fluido eléctrico que la Oficina no está en condiciones de solventar”. –Recordó casi riendo alguno que tampoco le gustaban los sinvergüenzas, porque sabía que todos los trabajadores habían obtenido nuevas cuentas de correos que nunca usaron, para entregarle al desfachatado sus contraseñas.

–¡Está bien pues!, nadie puede decir nada cuando dentro de un centro de trabajo, los jefes o los empleados se enamoran. Nadie puede oponerse, pero si el hombre es casado y tiene un hijito que mantener, eso sí que no está bien. En ese caso debería divorciarse y fijarle una pensión alimenticia a la criatura y a su señora, sino deberían expulsarlo por acoso sexual. –Así la defendían sus nuevas amigas.

–¡Así es pues: “A quién Dios se la dio, San Pedro se la bendiga”! –Decía uno de los que esperaba por largo tiempo y con muchas ansias su turno para llegar a ser el jefe de esa oficina.

Tal y como sucede en los tiempos de estos gobiernos regionales, todos los jefes son automáticamente cambiados a los siete meses, porque los mandamases que manejan la cosa pública en estas tierras, consideran que ese tiempo es más que suficiente para pagarles los pocos servicios que alguna vez le hicieron al presidente regional dentro de su campaña electoral. Lo triste es que cuando eso sucede, los defenestrados recién estaban aprendiendo a conocer de qué se trataba esa "huevada" que estaban dirigiendo. Y se marchan  sin  pena ni  gloria,  llevándose tras  ellos  a la  gente que un  día contrataron, a menos que estos tengan un amarre dentro de la corrupción que se mueve en las altas esferas regionales, entonces incluso pueden llegar a ser funcionarios de confianza y mantener su empleo hasta que caiga el elegido. Ya más tarde se apuntarán en la campaña del próximo ganador.

–¡Carajo!, todo es negocio en esta vida, y este es uno más. Aunque este trabajito no sirva para mucho, por lo menos te da para no morirte de hambre y si tienes suerte puedes acabar nombrado, y ahí se terminan todas tus angustias y la desgracia de tener que servir a tanto ladrón elegido. –Comentaba uno que había fracasado en toda clase de negocios y que en esa ocasión buscaba “la vencida”.

“La lomofino” se despidió de todos, agarrada del brazo de su amorcito. Y no pasó mucho tiempo para que con bombos, platillos y partes matrimoniales de por medio, anuncie su boda con Javier Prado Quispe.

–¿Qué no era con el jefe de la Oficina con quien debía casarse?

–¡No!, ese solo la hueveo, porque de un momento a otro se acordó que tenía una digna esposa profesional y un bello e inteligente hijito que lo esperaban en su tierra después de tantos meses de dolorosa separación.

–¿Acaso no sabían que el Japuco ha sido mi amor de toda la vida? –Aclaró al tiempo que muy feliz y harto orgullosa alcanzaba sus partes matrimoniales a todos los empleados de la oficina, incluso a los que se habían portado mal con ella, poniéndole el sobrenombre de “la lomofino”.

Aun cuando no se olvidó jamás de aquella zorra limeña que alguna vez le dijo: “Tienes buena pinta y un bonito cuerpo. ¿Cuántos admiradores tienes?” ella le dijo que varios. “Escoge entre todos ellos a los que más plata tengan, no porque lo hayan heredado, sino porque lo han hecho ellos mismos. De todos ellos escoge al más platudo”. Ella le confió que le gustaban los altos, blancos y guapos, y la zorra  le respondió. “De eso ni te preocupes, porque con la plata del cholito, negrito o chatito que atrapes, puedes tener no solo vestidos, joyas y casas, sino todo lo que tú quieras, incluso un vikingo”. Pero a pesar de la verdad que para ella encerraba ese viejo consejo, tenía que casarse.

A los siete meses, "la lomofino" le dio un lindo hijito al Japuco, que por capricho de su madre se llamó  Nilton, porque ese nombre le gustaba desde siempre, y no porque alguna vez tuvo un jefe que tenía en mismo nombre.

Pero además a quién le importaba saber algo de alguien en ese pueblo.


viernes, 19 de junio de 2020

LA CASA PROPIA


–¡El  doctor  Carlos  Rogelio  Romero  Chuiman,  me  ha  dicho  que  lo  único  que  necesitamos  es constituir una Asociación Pro Vivienda e inscribir su personería jurídica en los Registros Públicos, para poder comprar legalmente el fundo "Patileón" de don Maurilio Chipa Aymara. –Decía quien se había auto proclamado dirigente barrial de los comuneros de Chaupipampa, Maranpata y Tastaccasa del distrito de San José de Macre,  afincados en ese pueblo.

–¿Y cómo es eso? –Preguntó un curioso incrédulo.

–Bueno, dice el abogado que primero debemos inscribirnos en este Padrón de Asociados, señalando nuestros nombres, deneis, ocupación, estado civil, dirección y finalmente estampar nuestras firmas.

–Contestó leyendo un papel que tenía entre las manos y luego aclaró. –Señores por mandato legal la adhesión a una asociación es voluntaria, pero los que queramos inscribirnos debemos poner una cuota de trescientos soles para los gastos notariales y registrales y los propios de la asociación.

–¿Y cómo es eso? –La misma persona volvió a preguntar, pero esta vez algo más desconfiado.

–En primer lugar hay que pagar los honorarios profesionales del abogado que debe redactar la minuta, el acta de constitución  y los estatutos de la asociación y después pagar al notario público para que eleve a Escritura Pública esa minuta y gire los partes a los Registros Públicos, para la inscripción de la asociación en el Registro de Personas Jurídicas, allí hay que pagar también, porque en el Perú nada es gratis. Además hay que comprar los libros de actas, de caja y de padrón de asociados, mandar hacer los sellos, adquirir los tampones, engrapador y otros materiales. También debemos alquilar una oficina para que la asociación pueda tener un domicilio legal y funcionar como la Ley manda.  –Aclaró de tan mala gana, que pareció que no debía hacerlo por lo estúpido que resultaba dar cuenta a tanto palurdo de asuntos tan obvios.

–Señor Malpartida, podría aclararnos que es eso de la personería jurídica.  –Preguntó con muy buenas maneras uno de los cuarenta asistentes a esa reunión. Que con las mismas buenas maneras fue respondido.

–Señores, la idea es que debemos adquirir una propiedad privada para construir nuestras viviendas, porque no somos unos vulgares invasores o algo por el estilo, ni mucho menos nos gustaría andar metidos en denuncias policiales, desalojos violentos, procesos penales y esas otras cosas más que no van con nuestra personalidad. En ese sentido nuestra pretensión es adquirir la finca de don Maurilio Chipa Aymara con todas las de la ley. Pero como todos tenemos que ser dueños de ese predio, porque vamos a comprarlo entre todos, no podemos hacerlo a nombre de algunos o de todos, sino a nombre de una Asociación de Vivienda de la cual los que buenamente quieran van a ser sus socios. ¡Oido al Tambor!, no estamos obligando ni mucho menos rogando a nadie, y para eso nuestra asociación tiene que estar inscrita en los Registros Públicos. Eso señores es lo que los abogados llaman personería jurídica.

–¿Esa personería jurídica solo nos va a servir para comprar la chacra? –Volvió a preguntar el gentil hombre.

–Muy buena pregunta señor, ¿Benigno Huatarcuya, no? –Preguntó y cuando fue respondido con un “¡Sí señor!” continuó. –Esa personería jurídica no solo nos va a servir para adquirir e inscribir el terreno, sino para gestionar ante la municipalidad la habilitación urbana y lotización, la construcción de la vía de acceso hasta la urbanización, la instalación del agua potable y el desagüe ante la empresa municipal de saneamiento, la electrificación ante Electro Sur y para todas esas tantas cosas que se deben hacer a lo largo de la vía crucis que tenemos que sufrir para tener una vivienda decente.

–Disculpe señor Malpartida, pero debo decirle que en el mercado donde trabajo también hemos constituido una Asociación de Comerciantes Ambulantes y para obtener la personería jurídica tan solamente hemos puesto una cuota de ciento cincuenta soles nomás, ¿por qué tenemos que poner doscientos soles para esta asociación? –preguntó una vez más el impertinente.

–¿Por favor podría decirme cuál es su gracia? –Respondió preguntando el conductor de aquella reunión, reprimiendo una endiablada rabia.

–¿Gracia? –Preguntó.

–Su nombre señor – aclaró.

–Jacinto Huamanchullu Rojas, señor.

–¡Ah ya! Señor Jacinto, le puedo preguntar, ¿qué beneficios le han dado en su Asociación de Comerciantes Ambulantes?

–Bueno, nos han empadronado, y ahora que estamos inscritos en la municipalidad  tenemos derecho a mantener un espacio en la calle para comerciar nuestras mercaderías en las principales ferias del pueblo, aunque eso sí, tenemos que pagar un cupo semanal de cincuenta soles para los funcionarios de la municipalidad. –Respondió un tanto confundido.

–¿Me podría decir, durante cuántas semanas ha pagado usted ese cupo que le reclaman los funcionarios de la municipalidad?, y otra preguntita más, ¿cuántos son en vuestra asociación? –Preguntó casi suplicando.

–Desde el mes de agosto del 2012, y si quiere saber, mi asociación tiene 64 miembros debidamente empadronados y registrados en la municipalidad y en los registros públicos. –Respondió orgullosamente.

–Bueno, desde el mes de agosto a la fecha han pasado… –se puso a pensar en voz alta “agosto del
2013, agosto del 2014, setiembre, octubre, noviembre, diciembre más los tres meses que van del
2015. Veinticuatro más siete”,   y acabó esta cuenta hablando. –O sea son 31 meses a cuatro semanas por mes son…. –Nuevamente se puso a pensar, hasta que un matemático que  estaba en la reunión con su celular en la mano, exclamó: “!Ciento veinticuatro!”. –124 por 50 soles semanales hacen…. –El mismo matemático se comidió a hacer la cuenta, multiplicando:

–124 por 50 son 6,200 por 64 socios hacen 368,800 soles.

–O sea que ya han sido 368,800 soles lo que ustedes han pagado a los corruptos de la municipalidad y ¿ya tienen kiosco fijo o puesto estable dentro de alguno de los mercados?

–No señor. –Respondió bastante confundido y agregó. –Porque ninguno de nosotros es dueño de los mercados, sino la municipalidad.

–Si la municipalidad no es de ustedes, ¿me podría decir de quién puede ser?

–¡Del alcalde y de todos los que han ganado las elecciones municipales! –Respondieron casi en coro los asistentes.

–Entonces pues, no confundamos las cosas. Lo que les estamos proponiendo es que formemos una Asociación de Vivienda para ser dueños del terreno donde construiremos nuestras casas con su respectivo mercado, para no tener que pagar alquileres mensualmente y un montón de plata por los servicios de agua potable y luz eléctrica, y para que la municipalidad nos sirva en todo lo que legalmente debe hacer por los  vecinos y la población. –Dijo esto como si se tratara de un discurso y para cerrarlo, acotó: –¡Aquí nadie le obliga nada a nadie. Los que quieren tener una casa propia pueden empadronarse, los que no quieran, ¡no! –Y casi todo el auditorio lo aplaudió calurosamente, incluso el desconfiado Jacinto Huamanchullu Rojas, lo hacía moviendo la cabeza en sentido afirmativo.

Para terminar, el ya casi seguro presidente de la asociación en ciernes, les agradeció su asistencia a esa reunión informativa y los invitó para que el día sábado 17 de abril del 2015, se encontraran los interesados en las inmediaciones del puente calicanto a las  diez de la mañana en punto, para realizar una visita guiada a la propiedad donde todos los que buenamente quisieran podrían construir sus viviendas, y llegar a ser vecinos de este pueblo con universidades y varios centros de educación superior.

Llegado el sábado 17, desde las ocho de la mañana se fueron reuniendo varias familias, y a la hora de la visita se podía ver una afluencia de casi 700 personas entre adultos, jóvenes y niños que habían decidido hacer un paseo campestre a la par de curiosear el terreno de la futura urbanización.

De ese lugar que estaba como a cuatro kilómetros por carretera del pueblo y que contaba con servicio público de pasajeros, se fueron caminando casi dos kilómetros hasta descubrir una planicie suavemente inclinada de más o menos cuatro hectáreas, la que se empinaba hacia el cerro hasta llegar al camino de herradura que va hacia la Comunidad Campesina de Matibamba, donde según el guía de aquella inspección, habían siete hectáreas más.

–¿Quién es este señor? –Preguntó alguien por el extraño joven que les servía de guía.

–Es el señor Genaro Chipa Paiva, sobrino del propietario que está aquí por encargo de su tío para facilitarnos esta visita. –Le dijo en voz alta para que también escucharan las más de veinte personas que estaban en ese grupo, y agregó. –Miren, él mismo me ha alcanzado una copia del título de propiedad y la copia literal de la inscripción de esta finca en los Registros Públicos. Lo que me indica que estamos parado sobre una propiedad debidamente saneada y lista para ser vendida, obsequiada, heredada o lo que sea, con eso les digo todo. Si nos gusta este lugar y llegamos a ponernos de acuerdo sobre su precio, en cualquier momento podrá ser de todos nosotros.  –Respondió el lider de toda esa hazaña.

–¡De aquí se ve casi todo el pueblo y hasta la punta del nevado Machuorcco! –Comentó alguien con mucha admiración.

–¡Mamá, mira la torre de la iglesia y las palmeras de la Plaza de Armas! –Gritó un niño y a ese exclamación todos los paseantes se dedicaron a ubicar ese u otros sitios del pueblo que podía verse desde aquel lugar, sin dejar de exclamar o murmurar: “¡Qué bonito!” o “¡No está muy lejos!”, hasta que alguien preguntó al guía de dónde captaban el agua de riego para esa chacra.

–De un pequeño manantial que está aquí arribita. Pero habríamos podido sembrar más si hubiéramos tenido el dinero para comprar casi mil doscientos metros de tubería para poder captar las aguas del gran manantial que está por allá, y que pierde sus aguas en un bofedal. –Y señaló una pequeña  y verdeada quebrada que no estaba muy lejos de allí.

Después de esta noticia, entre los varones de aquel paseo corrió un festivo rumor: “¡Pucha que esto está bien bacán! Hacemos una chancha nos convertimos en JASS y nos chupamos el agua de esos manantes y jamás tendremos que pagar al EMUSAPO. Además si nos ponemos de acuerdo con los dueños de esas chacras, el desagüe se puede echar en el río que pasa por abajo”. Después de esas y otras observaciones, casi todas a favor del predio, no les quedó más que preguntar: "¿Cuánto costaría por metro cuadrado toda esa propiedad?", a lo que él ya casi seguro Presidente de la Asociación, aclaró:

–¿Cuál por metros cuadrados? Por mandato legal los predios rústicos se miden, se compran o se venden por hectáreas, es decir por cada diez mil metros cuadrados, y si vamos a comprar esta chacra tiene que ser por hectáreas. –Comentó el cuasi presidente.

–¿Y cuánto estará pidiendo el dueño? –Alguien preguntó, lo que todos querían preguntar.

–A ojo de buen cubero podríamos pagar por la pampita unos 50 mil soles por hectárea y por las que están arriba máximo 100 mil, o sea 300 mil por todo. ¡Nada más! ¿Qué te ha dicho tu tío sobre ese asunto? –Le preguntó al sobrino guía y morador de la antigua y bonita casa que tenía la chacra.

–Mi tío estaría muy feliz con ese precio, porque a mi papá se lo quería vender por 100 mil nomás.

Ante esa respuesta, todos dejaron para el resto de sus vidas ese paseo, y comenzaron a preguntar por qué no se levantaba en ese mismo momento el acta de constitución de la Asociación de Vivienda. Total  ese  borrador  podría  más  tarde  trasladarse a sus libros legalizados, y así “comenzar mañana mismo el empadronamiento”.

–Bueno, si ustedes quieren podemos ponernos de acuerdo para elegir el Consejo Directivo y ponerle nombre a la asociación,  pero eso sería temporariamente, porque hay que tener en cuenta que nosotros nomás no vamos a ser los únicos que queramos construir nuestras casas en este lugar, porque también debemos pensar que hay muchos paisanos que incluso son nuestros parientes que desearían tener la oportunidad de contar con una morada decente en esta ciudad. –Propuso el virtual presidente.

Inmediatamente los excursionistas se reunieron en un ruedo. Lo primero que hicieron fue presentarse personalmente ante don Esteban Malpartida Huacre. “Mi nombre es Palemón Hurtado Sánchez, soy natural de Tastaccasa, casado con Felicia Huillca Matencio, tengo dos hijos y deseo participar en esta feliz iniciativa, no sin dejar de felicitar a don Esteban por traernos a este lugar”. “Mi nombre es ……”. Así uno a uno fueron presentándose todos los jefes de familia. Cuando acabó ese improvisado protocolo, se dio inicio a la Asamblea General fundacional de lo que convinieron en denominar: “Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”.

Por unanimidad eligieron como Presidente a don Esteban Malpartida Huacre, luego se eligió como vicepresidente a un paisano, un tanto pedante que dijo: “Cómo vicepresidente si puedo aceptar, porque la verdad es que casi no tengo tiempo”. Luego eligieron como Secretaria a la profesora Clotilde Anampa Rivera, que dijo que solo podría ejercer el cargo los días sábados y domingos porque  "el resto de la semana no podría servirles, por razones obvias". Como Tesorero se eligió a quien desde el primer momento había demostrado su preocupación por lo económicoen la persona de don Jacinto Huamanchullu Rojas, después casi de relleno se eligió el Fiscal y el Vocal.

–¿Hasta cuántos socios vamos a ser? –Preguntó uno de los asambleístas.

–La verdad es que no sabría calcular cuánta gente puede caber en un terreno de 110 mil metros cuadrados. ¿Digan ustedes algo pues?

Después de machucar durante cinco minutos los teclados de su celular con calculadora, su dueño dijo a la reunión: "Si dejamos el 30% del terreno para calles y áreas verdes, nos quedarían 77 mil metros cuadrados y sin nos lotizamos a 160 metros cuadrados, en esta urbanización podemos llegar a ser 480 vecinos.

–Pero no todo es pampita nomás hay que considerar la parte de arriba. –Objetó uno de ellos.

–Pero la parte de arriba también es urbanizable, porque parado, parado no es. Además va a ser más barato y tiene más de diez mil árboles de eucaliptos que podrían ser para los que compren arriba. –Contestó el flamante presidente y agregó. –Por orden de llegada, la parte de abajo será para los cien primeros socios que se empadronen y paguen su inscripción en el kiosco Nº 100 de la sección de comerciantes de cultivos andinos del Mercado del Pueblo Joven “José Carlos Mariátegui”, donde trabaja el tesorero. –Con esta respuesta se puso punto final a la improvisada asamblea.

A lo largo del mediodía y toda la tarde siguieron llegando visitantes hasta Patileón, porque sus amigos o familiares les habían llamado por celular para darles la buena nueva, y como no lo creían, se fueron ellos mismos a visitar el predio.

Cinco días después se cerró el empadronamiento y las inscripciones, pero se recibieron hasta 62 inscripciones adicionales, por si alguno de los oficialmente empadronados renunciara a su participación. Casi inmediatamente después, se anunció por el noticiero matutino que conducen los "chauchillas" que los socios de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, debían apersonarse en el mismo kiosco para suscribir el acta de su constitución, bajo sanción de revocarles su inscripción, porque si no lo hacían no se podría tramitar su personaría jurídica.

Diez días más tarde, los mismos “chauchillas” con música de suspenso de por medio, anunciaron que la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, había inscrito su personería jurídica en la Partida Nº 28535517 del Registro de Personas Jurídicas de la Oficina Registral de Atunrumi, gracias a la gestión de su asesor jurídico y el Registrador Público. También dio la primicia de que su flamante e incansable presidente ya estaba entrando en serias negociaciones con el propietario de la finca donde se habrá de construir la más  grande urbanización de la región,  y que para la aprobación del monto de esta importante transacción, próximamente se estaría convocando a una Asamblea General Extraordinaria, para que entre todos los asociados se pueda acordar su precio definitivo, y señalar cuál deberá ser la entidad financiera donde deberán pagar las cuotas por los lotes que les corresponda, así como la aprobación de la minuta de compra–venta preparado por el abogado de la asociación y la contratación del equipo de ingenieros que se encargará de levantar el plano de la lotización para los fines de su habilitación urbana ante la Municipalidad Provincial.

Esta noticia tal y como se había propagado, causó gran revuelo en todos los lugares a donde llegaba el alcance de Radio Sintonía, de modo que el ya famoso kiosco Nº 100, aunque se mantuvo cerrado por esos días, se vio visitado de muchas personas que durante casi una semana acudieron a ese lugar con la esperanza de lograr un empadronamiento adicional.

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De esa noticia pasaron una, dos, tres y hasta cuatro semanas, y como no hubo ninguna novedad  más  sobre  ese  asunto,  los empadronados se  fueron a la casa del vicepresidente a pedirle alguna novedad más sobre el asunto.

–Un momentito señores, desde la fecha en que como ustedes tuve que ir al kiosco Nº 100, para firmar el acta de constitución de la asociación, no sé más del asunto, y yo como cualquier otro socio estoy esperando la convocatoria radial que haga el presidente para asistir a la próxima sesión de la asamblea.

–¿Y no se ve con el Presidente? –Le preguntaron.

–A ese señor no lo he visto desde el día del paseo por el terreno de la asociación. –Les aseguró. Como por ese asunto le hincó una mala espina, acotó. –Mañana mismo voy a ir donde el doctor Carlos Rogelio, para ver qué me dice. –Con lo que se calmaron los suspicaces.

Al día siguiente el abogado le comentó, que recordaba que hace más o menos dos o tres meses había atendido una consulta jurídica sobre la constitución de una asociación civil o algo así por el estilo, a una persona cuyo nombre no recordaba y que por eso le cobró los cincuenta soles que normalmente le pagan según la tarifa aprobada por el Ilustre Colegio de Abogados, y que eso fue todo. ¿Por qué tenía que preguntarle sobre su nombre, dirección y sus otras generales? Cuándo el Vicepresidente le contó sus temores, el abogado le preguntó si quería formularle una consulta jurídica sobre este asunto, a lo que el indagador ansiosamente respondió que sí, entonces después de cobrarle le dijo: “Mire señor usted debe dirigirse a la oficina registral a solicitar la copia literal de la inscripción de su asociación, pero para ello previamente debe solicitar una búsqueda registral. Antes de despedirlo le giró un comprobante por honorarios profesionales a nombre de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, por los 50 soles que le habían pagado. “Con el resultado de la búsqueda registral viene a buscarme”, le dijo, porque ese asunto le pareció muy interesante, y más porque podría proveerle nuevos clientes.

Como aquella búsqueda registral  resultó negativa, el vicepresidente  ya no regresó  a la oficina del buen cobrador, sino que sacó varias copias y las repartió a los socios que se acercaron a su casa, para decirles. "¡¡¡Nos han estafado!!!, el presidente y el tesorero se han largado con nuestras  cuotas  de la inscripción".  La  noticia  corrió  como  reguero  de  pólvora  entre  todos  los asociados.

Al  día  siguiente  se  aparecieron  donde  supuestamente  vivía  o  se  alojaba  el  maldito presidente. Allí les dijeron que ese hombre vivía en una chacra que estaba por calicanto. Sin pensarlo dos veces se fueron al kiosco Nº 100, donde su propietario les dijo que como siempre lo había alquilado por unos días, sólo para guardar una mercadería de tránsito y nada más.

La multitud acordó reunirse en las inmediaciones del local donde los  habían citado la primera vez, y de allí como enseñados se fueron al estudio del doctor Carlos Rogelio Romero Chuiman, para que les aclare su participación en esa estafa, pues les resultaba bastante raro que por la consulta del estafador no le había otorgado comprobante de Honorarios Profesionales, pero a ellos sí. El abogado les dijo: “Miren, yo tengo por costumbre extender ese comprobante de pago tan solo a las personas jurídicas, pero no lo hago a las personas naturales porque ellas vienen por su cuenta”. Y haciendo una mueca de que no tenía más que decirles, les hizo una seña para que se despidan.

Como esa respuesta les parecía bastante "cojuda", porque los comprobantes se entregan a todos, los reclamantes cayeron en la cuenta que el abogado era cómplice de los otros. Cuando los más de quinientos socios que estaban esperando en la calle, por la cara de los directivos se dieron cuenta que no había buenas noticias, y más cuando estos les refirieron lo que les había dicho el abogado, la turbamulta como el imprevisto viento que en agosto levanta los tejados, apedrearon el estudio del abogado y por poco no lo matan, como sí habían matado a su computadora, a todas las lunas de su biombo y a los muebles de su interior.

De allí se fueron a apedrear las puertas y ventanas de Radio Sintonía y de la Oficina de los Registros Públicos, no porque tenían la plena certeza de que ambas entidades estaban metidas en el asunto, sino porque no creían que tan solamente tres pichirruchos les habían hecho “el cholito” con el cuento de la casa propia.

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Ya en Lima los timadores en medio de una borrachera con todo y putas más, se reían de lo que habían hecho y de la cara de todos sus estafados.

–A mí me traían cuyes rellenos para que inscribiera hasta a tres miembros de una misma familia. Y yo muy seriamente les decía como si estuviera pecando por su culpa: “¡Déjame las copias fotostáticas de sus deneis y no le digas a nadie que estoy inscribiendo a cuatro personas más, sin estampar sus firmas en el padrón”, pero cómo esos cholos son tan brutos, les contaban esa mi debilidad a los demás y aparecían uno inscribiendo a tres, a cuatro, a seis. –Contaba riéndose el tesorero.

–A mí me traían plata para que dentro del reparto de los lotes les tocara una esquinita. Un día un huevón me regaló dos mil soles para que le hiciera tocar hasta seis lotes que debían ubicarse a la altura de la punta del cerro, donde había visto una cantera de cascajo, que quería explotarla para la fabricación de las bloquetas y kinkones que le comprarían los socios. –Retrucó el presidente.

–Ya me imagino lo que le estará pasando al cojudo que le gustaba sumar en la calculadora de su celular. Ahora estará diciendo: “480 por 300 es igual a 144,000, más 62 suplentes a 300 son 18,600, lo que nos da un total de 162,600 soles.  –Dijo el falso sobrino del propietario que en realidad era un delincuente requisitoriado que desde algún buen tiempo se ocultaba en esa chacra, porque era amigo del hijo del propietario.

–¡Ja, ja, ja, ja! – Rieron todos al unísono.

Mientras en el pueblo, Radio Sintonía a través de la indignada voz de los “chauchillas” advertía que esa emisora solo se limita a leer los comunicados públicos pagados por sus clientes, sin hacerse responsable de su contenido, y que en la estafa que le habían hecho a los miembros de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, no tiene nada que ver ese medio, y por eso está levantando cargos contra los dirigentes de esa persona jurídica por intento de homicidio en agravio de su propietario y sus locutores, y por daño agravado en contra de la propiedad privada. Más adelante esa amenaza también cayó en saco roto, porque hechas las averiguaciones no se encontró ningún documento que pruebe la constitución de esa asociación, ni que se haya elegido su primer Consejo Directivo, ni mucho menos que esta tenga inscrita su personería jurídica.

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Después de algunos meses se apareció por el pueblo el dueño del fundo Patileón. Luego de prestar su manifestación en la investigación sobre la comisión del delito de estafa que a pedido de la Fiscalía Provincial estaba realizando la comisaría, se fue al  estudio de doctor Carlos Rogelio Romero Chuiman, para enterarse más de los pormenores de aquel escándalo.

–¿Es una pregunta o una consulta? –Le preguntó el abogado.

–Una consulta –contestó.

–Bueno, si es una consulta mis honorarios son 50 soles. –Y seguidamente le contó los pormenores de aquella jugada y cómo casi lo matan durante el destrozo de su estudio jurídico, y que para él que se consideraba el mejor abogado del medio la cosa no iba a quedarse ahí, sino que el hermano de su mamá que es oficial de la policía en Lima, está tras los pasos de esos forajidos y que en cualquier momento llegarían directamente a la cárcel del pueblo.

–Doctor, yo estoy ciento por ciento seguro que con la intervención de mi compañero de colegio y promoción, el comandante José Chuiman Hernández, esos desgraciados van a tener que responder por su lisura ante todos esos pobres campesinos que han confiado en esos desgraciados. Pero doctor como dicen los antiguos, “No hay mal que por bien no venga”, que significa que no hay que angustiarse cuando nos ocurre algo malo en la vida, porque muchas de las cosas que en un momento nos parecen malas, en realidad tienen consecuencias positivas a la larga, y por eso yo creo que no podemos dejar de aprovechar la buena demanda que ha tenido mi propiedad para ofrecérselo en venta a los mismos interesados, pero en su verdadero precio. –Le propuso.

–¿Y cuánto cree que es su verdadero precio? –Preguntó el abogado.

–Cincuenta dólares el metro cuadrado, pues doctor.

–¿Cincuenta, cincuenta?, no creo que puedan pagar esos desgraciados que casi me matan, pero si podemos ofrecérselo a unos amigos que tienen una inmobiliaria en el Cusco y si estos no se animan, usted mismo podría lotizarlo por su cuenta y con mi asesoramiento e ir vendiéndolo poco a poco.

–¡Claro!, como no. –Dijo el propietario, que luego de pagar la consulta jurídica se fue pensando: “Seguramente contigo voy a lotizar mi propiedad tinterillo de mierda. Si tú eres el verdadero jefe de esa banda que ha estafado a todos esos pobres ccalasiquis que sin que les cueste un solo céntimo querían tener hasta casa propia en mi finca.

En ese mismo instante, mientras el abogado metía en su billetera los cincuenta soles de la consulta, pensaba maliciosamente: “En tu cara de cholo cojudo habías sido un pendejo completo como para montar el cuento de la casa propia junto a esos tres delincuentes que vivían a sus anchas y por meses en la casa que tienes en tu chacra, y ahora quieres utilizarme a mí para seguir estafando a los mismos miserables. ¡Cincuenta dólares el metro cuadrado!, estás bien huevón o te ha punteado el cuy”.

No pasó mucho tiempo para que los estafados, sin necesidad de muchas reuniones y bajo el asesoramiento de un abogado recontra "zurdo", que sin tanta alharaca redactó el acta de constitución, los estatutos sociales, la elección del primer Consejo Directivo, la minuta que fue elevada a Escritura Pública en la Notaria Publica del doctor Jaime Enrique Zumárraga y Lazúrraga, constituyeran la Asociación Pro Vivienda "Patileón", la misma que fue debidamente inscrita en el Registro de Personas Jurídicas de la Oficina Registral de Atunrumi.

Luego solicitaron y obtuvieron de la Oficina Regional de Saneamiento Rural la copia del plano del predio rústico “Patileón” y contrataron los servicios de un ingeniero para que les haga el plano de lotización, y se repartieran por sorteo y sobre el papel los lotes que les correspondían; y, finalmente juraran defender con su sangre y hasta con el último aliento de sus vidas su sagrado derecho humano a una vivienda, digna y adecuada, tal y  como aparece recogido en el apartado 1 del artículo 25º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 11º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).

Un buen día de esos, entre gallos y medianoche, todos los asociados y como cien oportunistas más, invadieron la propiedad de Maurilio Chipa Aymara, porque habían pagado a sus empleados hasta 300 nuevos soles cada uno, y por eso ahora, gracias al Certificado de Posesión que les otorgó la Jefatura Rural, están gestionando el saneamiento físico–legal de sus parcelas ante la Oficina Regional de Saneamiento Rural, donde como todo el mundo sabe: “Si pagas lo que piden consigues lo que persigues”. Ya más adelante ellos sabrán decirle a sus agraviados. “No hay ningún problema señor, inicie un proceso judicial pidiendo la nulidad del título de propiedad y nosotros definitivamente lo apoyaremos, porque ese desgraciado en complicidad con la Jefatura Rural, nos han sorprendido”.

Mientras tanto el propietario, ha tomado hasta cinco abogados para iniciar los procesos civiles y penales, que cada uno y a su turno le han aconsejado. Pero lo más seguro es que acabe muriéndose de un infarto cardiaco o termine volviéndose loco, porque ha conocido que buena parte de los invasores son familiares de los empleados del Poder Judicial y la Fiscalía, y así no se puede llegar a ninguna parte.

Para el colmo de sus males, hasta el abogado Carlos Rogelio Romero Chuiman es uno de los nuevos socios. Aunque para no aparecer como uno de los “invasores de mierda”, para defenderse diga: "El terreno no es para mí, sino para un culito que me tiene chiflado".





viernes, 12 de junio de 2020

LOS FUNCIONARIOS


–El “huevoncito” que cree que por andar metido junto a sus chupes en esa oficina hasta altas horas de la noche, es el mejor jefe que haya tenido la institución. ¡Ya fue! –Afirmó Nicasio con una convicción que no dejaba la más mínima duda.

–¿Y cómo sabes tú? –Le preguntó un atribulado funcionario de confianza que recién y después de muchos ruegos, recomendaciones y no pocos gastos había alcanzado ese valioso puesto.

–Tengo mis fuentes de absoluta confianza, que me mantienen informado de todo lo que pasa y se decide en las altas esferas del poder regional.

–¿Y a quién carajo le interesa lo que pasa, esté pasando o dejando de pasar en esa olla de ayayeros, oportunistas,   chupamedias,  franeleros, sobones, serviles, aduladores, lameculos, lluncus, cacaneros e inservibles huevones? –Le refutó uno de los empleados y culminó casi gritando. –¡Yo no le rindo pleitesía a ningún incapaz, menos aun si es un maricón solapa! –Agregó frunciendo el ceño y mostrando con rabia su definitiva molestia.

En realidad así como él habían muchos otros empleados que nada tenían que ganar o perder, sin importar si trabajaban como unas bestias de carga o simplemente se “rascaban las bolas” a su gusto. Total eran nombrados y poco les importaba lo que pasaba o dejaba de pasar en esa oficina por culpa de todos esos asquerosos politiqueros que llegaron a ser sus jefes, solo por haber pintado paredes, repartido volantes, gritado hasta la ronquera en mítines y pasacalles o puesto alguna  cuota miserable para la elección del ganador, y que más tarde, solo por eso, hayan asumido cargos de responsabilidad, sin saber leer ni escribir sobre lo que se debía hacer en esa oficina, ni para que servían cada uno de sus empleados. Esa no era parte de sus preocupaciones, menos aun si el “jefazo” estaba ahí por ser pariente o amigazo del presidente, vicepresidente, consejeros o gerentes de turno. "¡Que se vayan a la mierda!", decían.

Menos aun cuando esa Entidad se había convertido en un tugurio, donde todo el mundo quería ser algo más de lo que en circunstancias normales o legales, jamás serían, y por eso andaban peleándose por un cargo de confianza, que a pesar de no sacarlos de la miseria, por lo menos podía elevarlos hasta los límites de su aspiración personal, o situarlos en medio de la envidia muy mal disimulada de los otros aspirantes que también andaban como locos por ganar sin hacer nada. Y quizás, si la suerte quería o la vaquilla lo permitía, poder ganarse alguito de todo lo que se malversaba en esa oficina, que en realidad no era mucho, pero en medio de tantas carencias, ese alguito podía ser suficiente.

–¡A ver pues, termina de contar tus "últimas andes"! –Lo animó uno de aquellos que no podía dejar escapar un chisme que le pudiera dar la bendita oportunidad de ocuparse toda la larga y ociosa mañana que se venía por delante.

–¡Bueno! Lo que me enterado es que el presidente ha dicho, que está bien que haya sido elegido por un movimiento independiente que él no ha constituido, ni mucho menos ha sido su afiliado, sino simplemente su invitado de honor. Pero que de ahora en adelante va actuar y gobernar como el legítimo y disciplinado compañero que es desde sus ancestros de aquel antiguo partido del pueblo, y además dijo que conste que eso jamás fue un secreto, porque siempre dentro de su línea ideológica había desarrollado su actuación política, personal y social. –Afirmó.

–¿Y eso que tiene que ver con el "huevoncito" que anda metido por aquí? –Preguntó uno de sus oyentes con más deseo de traer abajo su chisme que por enterarse de algo que a nadie le interesaba. Porque desde que llegaron estos gobiernos  regionales, ya se habían sucedido en la dirección de esa oficina una sarta de imbéciles de todos los colores, tamaños y olores, que hace mucho tiempo ya los habían hartado con toda clase de estupideces, y que uno más no hacía la diferencia.

–Es que ahora en todas las oficinas van a mandar solamente los compañeros, y todos aquellos que han creado y luchado porque el movimiento independiente llegue al poder regional, se irán de patitas a la calle. –Dijo esto como la revelación de un alto secreto que nunca debió dejar que se le saliera de la boca.

–Pero si el "huevoncito" que tenemos de jefe, es el sobrino del vicepresidente, va a ser muy difícil que lo echen por la ventana. –Aclaró uno que creía saber más que el Nicasio sobre todo lo que pasaba bajo el tejado de esa politiquería provinciana.

El Nicasio, con el fin de hacerle callar la boca a su impertinente rival, se deshizo en un interminable monólogo que duró casi media hora, en el qué quiso decir que el "huevoncito" se iba de todos modos, porque el asunto ya no estaba en manos del presidente regional, sino del “Tuco Mañuco” que era el “men” del partido del pueblo designado desde Lima, y que cualquier cosa que debía suceder o hacerse dentro del Gobierno Regional, se haría conforme a los dictados del Comité Central del Partido con sede en la capital de la república, y que las decisiones de este órgano político de nivel nacional se ejecutarían solo a través del tantas veces mencionado Tuco.

Cuando su no menos chismoso rival le preguntó sobre la guerra que se desataría entre el dueño del Movimiento Independiente que ganó las elecciones regionales y los compañeros del “Tuco Mañuco”, casi matándose de risa, le espetó en la cara lo ingenuo y hasta cojudo que era para creer que un movimiento político regional creado  únicamente  para  la  coyuntura  electoral,  podría sobrevivir una vez ganada las elecciones regionales, distribuido los cargos políticos y de confianza de la alta dirección, fijado los términos de entendimiento con las empresas mineras y repartido las cuotas de ganancia con los proveedores, frente a un Partido Político con casi 100 años de existencia en la vida social, histórica, política y cultural de la patria. “No seamos tan sonsos como para creer que la grosera pelea política es la que estamos viendo con nuestros ojos y a nuestro alrededor. La verdadera lucha por el control del Gobierno Nacional se desarrolla en Lima, de modo que lo nuestro acaba siendo una pequeña cojudecita".

Y seguía hablando e ilustrando con argumentos como estos, que eran para no creerle. “Ahí están metidos los militares que tienen más ganas de sacarle la mierda a los peruanos que a los chilenos. Los organismos autónomos del Estado como el Tribunal Constitucional y la Fiscalía de la Nación. La Corte Suprema de la República que te puede arreglar o joder la vida para siempre. Los organismos reguladores de los servicios públicos. Los ministerios que pueden expedir normas con más autoridad que los gobiernos regionales y donde van a pedir permiso todos los que quieren robarle al Perú. El Banco Central de la Reserva que mueve el valor del billete nacional y el Banco de la Nación que lo hace circular. Los banqueros nacionales y extranjeros que traen y se llevan los dólares. Las grandes empresas transnacionales que explotan nuestros recursos naturales. Los organismos internacionales; las embajadas; el manoseo que a nivel nacional nos hacen los grandes medios de comunicación que además pertenecen a gigantescos grupos de poder económico, y por supuesto el cochino Congreso de la Republica, donde un montón de idiotas que nosotros mismos elegimos fabrican las leyes a favor de los que compran sus voluntades y por supuesto el presupuesto público que es el dinero de todos los peruanos y que sigue controlando el centralismo limeño. ¡El que tiene eso, lo tiene todo! Si mañana esos deciden no pagarnos los sueldos, pasado mañana nos cagamos de hambre todos".

–Aquí no existe ningún conflicto serio por el manejo del poder regional que pudiera ser tomado en cuenta en los anales de la historia política del país. Aquí lo único que existe es un escandaloso pleito provincial por el  reparto de los pequeños cargos  como los de esta oficina,  para seguir controlando las limosnas que obsequia la corrupción, y les aseguro que en eso el “Tuco Mañuco”, es un chucha. – De ese modo casi apocalíptico culminó su terrible discurso.

–¡Así nomás es pues!, y por eso"Los chauchillas" que han visto un gran negocio en toda esa pendejada, se han convertido en sus más fieles cronistas y críticos, y como para esa vaina nomás sirven, porque no pueden ver más allá de sus narices, ni pueden ir más lejos de lo que la chusma que los escucha les obliga a decir u opinar, aprovechan esas oportunidades para hacer de esa basura su negocio redondo. –Agregó alguno de los agraviados por la insolente prensa local.

–Pero lo cierto es que los sintonizan solo para cagarse de risa con la diarrea de huevadas que sin ton ni son se mandan, o para sorprendernos con el achoramiento que les provoca tener un micrófono delante de sus bocazas para despacharse a su regalada gana en un motoso castellano todas las mentiras, insultos, infamias, agravios y calumnias que les place contra inocentes y culpables. Aunque después caminen por las calles, cabizbajos o saltones, porque temen que alguna de sus víctimas los apaleen por su insolencia, porque al igual que ellos, no faltan los que también andan de "malas pulgas" y ahí nomás los pasan a mejor vida por no respetar la de nadie. –Comentó uno de aquellos que odiaba a muerte a "Los Chauchillas", pero aun así los escuchaba.

–Para mí un buen comunicador social es un profesional capaz de analizar y sintetizar en forma objetiva la realidad política, social y cultural de una colectividad, además de tener una alta capacidad científica, técnica y lingüística para comunicar a través de los medios masivos con el fin de influir positivamente en las actitudes y comportamientos de una ciudadanía libre y democrática, no sólo como sistema político, sino también como sistema de vida. –Dijo alguien con reposado tono.

–Y no solo eso, sino que además debe tener una sólida conciencia moral y respeto a su profesión, y por eso ser capaz de vivir y actuar conforme a los principios éticos y abiertos a la crítica constructiva. También tienen que ser leales a la verdad, amplios de criterio, libres de prejuicios, y solo así podrán ser los los incansables investigadores del quehacer nacional, regional y local. –Agregó otro.

–¡Hablan ustedes como unos sonsos! ¿Creen acaso que quienes hacen periodismo de su boca para afuera, porque no entienden lo que está pasando en el mundo real y en la psiquis colectiva, puedan hacer algo que valga la pena para el crecimiento moral e intelectual de este pueblo? ¡Lógicamente que no! Por eso estos patanes a la hora de hablar o escribir, no tienen más remedio que asumir su rol de odiadores públicos y limitarse ser los maledicentes y difamadores impunes que son. –Replicó alguno de ellos.

–Eso solo puede pasar en una comunidad ignorante y mediocre, donde todos le desean el mal a todos, bajo esta premisa: “Si yo no puedo ser lo que yo quise y todavía no puedo ser lo que yo quiero, entonces porqué tú tienes que ser mejor que yo”. Y para eso cuentan con ese periodismo grosero que toda la convivencia social la reducen a un show vulgar, un triste circo y un espectáculo barato donde todos sus actores se sienten tan porquerías como para desearles el mal a todos.

Al cabo de algunos días, se escuchó una publinoticia pagada por el “Tuco Mañuco” por la radio que trasmite a  "Los Chauchillas", señalando que el incapaz Jefe de la Oficina de Recursos Materiales iba a ser destituido, y en su reemplazo sería designado el valiente, consecuente y combativo compañero Aquilino Ninahuamán  Huayhua,  a  quién todo el personal de esa  oficina  estimaba,  quería y conocía como el mejor profesional del medio. Esa novedad no causó ninguna extrañeza entre los empleados de esa oficina, porque todos vieron cómo el "Tuco Mañuco" lo defendió a capa y espada cuando el "huevoncito" le quitó al Aquilino el cargo de confianza que mantenía desde la anterior y putrefacta gestión regional, de modo que en un abrir y cerrar de ojos lo repuso, nada más ni nada menos que con la firma del mandamás regional, por supuesto previo pago por sus correrías. Y no solo fue el abogado del Aquilino sino de otros doce funcionarios más, de tal manera que en esa oficina hoy y por siempre seguirá reinando la corrupción.

Estas “habilidades” y/o “pilas” son las "virtudes" que más se admira que odia en estos pueblos provinciales y campechanos, le otorgó al "Tuco Mañuco" tal prestigio que los interesados "en llevársela fácil", comenzaron a esperarlo en la puerta de su casa haciendo interminables colas solo para sacarle  una cita. Y como esas trapacerías le salían más que buenas, sus "caseritos" que así era como los llamaba, comenzaron a difundir por toda la región el nuevo “modus operandi” de la corrupción que jamás faltará en estas tierras, porque si no es de un modo, será de otro.

Cuando el Aquilino, gracias a los artificios del  “Tuco  Mañuco” ya  estaba a punto de tumbarse al "huevoncito", las alarmas se activaron entre los funcionarios, pues si no hacían algo más poderoso estaban sentenciados a ser barridos en bloque. Pero como esos jefazos no eran solo de ayer sino de hace más de treinta años atrás y por eso expertos en supervivencia política, sin que nadie se los diga, sino tan solo su olfato adiestrado para estas ocasiones, se fueron a hacer cola a las puertas del susodicho Mañuco con el objetivo de seguir manteniéndose en sus cargos de confianza, porque como dicen los empleados nombrados: "Fuera de esos puestos no saben ni limpiarse el poto".

–Hay que pagar pues. Acaso eso es una novedad, o es que ya nos hemos olvidado que siempre hemos venido pagando. –Le contestó uno de los que había salido de su cita con el “Tuco Mañuco”.

–¿Y cuánto está cobrando? –Le volvió a preguntar el funcionario tacaño, que además de ganar sin hacer nada quería quedarse con la billetera entera.

–Lo de siempre pues. Este sabe todo sobre el negocio. Menos mal que no se le ha ocurrido levantar la tarifa, aunque podía hacerlo porque su demanda es muy alta. –Le contestó de mala gana como queriéndole decir: “Entra pues, y entérate por ti mismo cómo es ahora esta vaina”.

–¡Eso me da mala espina! –Refunfuñó de mala gana.

–¿Por qué? –Preguntó el otro.

–Porque si no ha subido la tarifa, eso quiere decir que no puede garantizarnos los cuatro años que nos corresponde, o que dentro de unos meses o tal vez un año, la va a subir al doble.

–No creo. Yo pienso que como tiene elevada la demanda de sus servicios puede darse el lujo de ser barato, y si así es su dumping hay que aprovecharlo. No te olvides que en la administración regional anterior había dos y hasta tres a los que teníamos que contribuir, pero como ahora este maneja solito el negocio, la cosa es muy diferente. Y  además como tiene la oportunidad de controlar hasta quince cargos de confianza por cada oficina, es lógico que deba rebajarse o por lo menos no resultar más caro. –Le dijo lleno de sapiencia y agregó además: “La ley de la oferta y la demanda, pues”.

La cosa seguiría recontra buena, sino fuera porque el “Tuco Mañuco” había pagado a “Los Chauchillas”, para que una vez más anuncien que muy pronto el Aquilino sería el Jefe de la Oficina de Recursos Materiales, y seguro que les habría pagado más que bien, porque esos locutores festejaron llenos de alegría esa futura  designación, y advirtieron a todos “los comechados” de esa institución que se cuidaran de su gran capacidad moralizadora, y acabaron diciendo: “Si el compañero Aquilino, asume que es un compañero y se porta y actúa como el buen compañero que es, se queda solo, porque esa oficina es como Sodoma y Gomorra, donde no existe un solo hombre y menos una buena mujer que sea justo, limpio y honrado, así que como en el Antiguo Testamento, el nuevo jefe va a tener que destruirlo todo”.

Como el anzuelo con la rica carnada ya estaba en el río, al día siguiente se presentó ante "Los Chauchillas" una comitiva de indignados empleados de esa institución, para que previo pago de su derecho a réplica, se mandarán una andanada de denuncias contra el Aquilino. Un poco más y le echan la culpa del secuestro de todos los perritos cuya fotografía se exhibe en todos los postes del pueblo y de la mismísima muerte del “Ño Carnavalón”.

Al día siguiente, por mucho más tiempo y sin  ser interrumpido por  “Los  Chauchillas”, el Aquilino se largó todo lo que le dio la gana contra todos y cada uno de los empleados de esa oficina asegurando que tenía pruebas de esto, de eso y de aquello, y valientemente ventiló a los cuatro vientos otras muchas cosas más, pero por recomendación de los muy bien pagados locutores se cuidó de mencionar nombres, documentos y fechas. Solo decía: En la Dirección tal cosa, tal otro y eso también. “En tesorería…..”. “En Planificación……”. “En administración……”. “En logística…..”. “En personal…..”. “En patrimonio…..”. “En asesoría legal…..”. En ese proyecto y en el otro, etc., etc.

Al día siguiente “Los Chauchillas” hicieron su agosto en enero, porque a un precio bastante asequible le llovieron las exigencias de descargo de todas las áreas de las que el Aquilino alegremente había despotricado. Teniendo en cuenta que cada servidor aparentemente afectado por esas difamaciones había puesto una cuota de cincuenta soles por cabeza, el negocio resultó más que exitoso. Aunque no faltó uno que otro empleado que les advirtió que conocía perfectamente la industria de esos miserables, y que no caería en ese asqueroso chantaje, ni aunque sea gratis.

–¡No se dan cuenta que esa huevada es puro chisme barato, donde solo ustedes saldrán perdiendo, porque como dice el pueblo, “Cuando el río suena es porque piedras trae”, y ustedes solo estarán contribuyendo a que suene más, y al final solo resultarán ganando esos pendejos! –Para mayor ilustración de lo inútil de esa visita, les preguntó. –¿A ver cualquiera de ustedes díganme, cuántos presos hay en la cárcel gracias a las denuncias de esos pulgosos? ¡Ninguno! –Se respondió solo y continuó: –Simplemente porque cuando las denuncias se hacen a través de "Los Chauchillas", más tarde los jueces y los fiscales lo echan al tacho de la basura, no porque sean puras mentiras, sino porque a esos  jijunas  también esas mierditas los paran jodiendo en nombre de la libertad de opinión. ¡Colegas, no vayan! ¡No caigan en ese sucio juego!  –Pero nadie le hizo caso, especialmente los comisionados, porque más tarde podían despacharse un rico adobo con el vuelto de la “chancha” y tomarse el resto del día libre.

Finalmente para advertirles que estaban yendo a un matadero psicológico y moral, los despidió suplicándoles una vez más.

–¡No vayan porque los van a fregar! ¡Esos indios lengua e’trapo, son una mierda, además de no ser gratis! Esos viven de los incautos como nosotros, sino cómo pagan el alquiler de la radio, su comida, sus borracheras y la mantención de su gente. –Agregó Federico, pero siguieron su camino, seguros y orgullosos de aclarar públicamente lo que se había dicho de su área en esa emisora, y demostrar a la ciudadanía entera que eran unos intachables servidores públicos.

Luego de sus inentendibles descargos que solo los empleados del Estado pueden descifrar, la numerosa comitiva reparó que su entrevista con los falsos periodistas, además de inútil acabó siendo una vulgar demostración de su incapacidad para lavar sus trapos en casa. Pero sobretodo porque "Los Chauchillas" hablaron hasta por los codos sin saber a fondo de qué se trataba el problema que querían aclarar los entrevistados. Lo peor de todo fue que abrieron el teléfono para que cualquier avinagrado radioescucha los insultara a su gusto, pese a que la entrevista estaba sabrosamente pagada.

Caídos, cabizbajos y dándole todita la razón al Federico, salieron de aquella entrevista radial que no aclaró nada. Luego cada quien tomó su camino por el lugar que les dio la gana. “¡Ta’mare, les pagas, no te dejan hablar y encima rajan a su gusto de la oficina y conchudamente cobran hasta con yapa!”. Esto fue lo que más o menos pensaban todos al momento de asimilar el decaimiento que los invadía. Cuando estaban mirándose las caras en señal de despedida, se les acercó uno de los entrevistadores que no dijo ni pio, para sugerirles que sería bueno que les invitarán a los periodistas un caldo de gallina en el local que queda en el kilómetro ocho de la carretera que va al rio grande.

–¡Diles que se vayan a la concha de su madre! –Le respondió rabiosamente uno de los entrevistados, al que vejaron salvajemente apagándole el micrófono.

Solo unas horas más tarde repararon que aquella estéril entrevista fue una chusca metida de pata. También cayeron en la cuenta de que su trabajo estaba debidamente supervisado por la Oficina de Control Interno, por la Contraloría General de la República, por la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República y por las quejas y reclamos que de acuerdo Ley puede hacer cualquier ciudadano, y por nadie más.  Además recordaron que el Estado les pagaba para que sirvieran a la Nación, no para que como bestias salvajes salgan a mostrar en público sus garras y dientes, solo para marcar su territorio.

Pasado algunos días, muchos de ellos y de varias maneras  se enteraron que el comentario de la ciudadanía, era más o menos este. "Que tal raza tienen esos desfachatados. No contentos con ganar un sueldazo, tener seguro social completo y la garantía de recibir una pensión cuando lleguen a viejos, todavía les queda tiempo para pelearse entre ellos como en el cachascán. ¡Con razón esa oficina anda patas arriba!". De esa vergüenza no se habló más nada, porque todos habían entendido en carne propia aquella sentencia del saber popular que dice: "Quién mal anda, mal acaba".

Más tarde el “Tuco Mañuco”, pagó a “Los Chauchillas” para que anunciaran el cambio de otro jefe y a la semana de otro y después de otro más. Y la historia volvió a repetirse con el mismo argumento, pero esta vez con mayores ganancias para su autor y los locutores.

Mientras el Aquilino y por lo menos doce aspirantes más esperaban con impaciencia que el “Tuco Mañuco" cumpliera con sacarles su resolución de designación como jefazos de esa u otra oficina, y más de cien su ratificación como funcionarios de confianza. No faltaron los envidiosos que pintaron en las paredes del pueblo y donde se podía pintar, avisos que decían que el masmás era: “Un semejante cabrazo". "Un pobre maricón". "Un miserable homosexual que no se atrevía a salir del closet", y a raíz de esas pintas, muchos de los enemigos del Mañuco acabaron corriendo la bola que este "era su monta oficial y por eso podía hacer lo que quería con el rosquete y pedirle lo que le daba la gana”.

Para cuando oficialmente salieron a aclarar públicamente que no se había autorizado a ninguna persona natural o jurídica, nacional o extranjera, política o apolítica, para que por fuera de los conductos legales se estén ofreciendo puestos de trabajo o cargos de confianza, el pueblo no se quedó en absoluto tranquilo porque quería escuchar de su propia boca y con sus propias palabras que no era un homosexual, ni algo parecido.

Ningún funcionario fue removido, por lo menos durante algún tiempo, pero el “Tuco Mañuco” desapareció del pueblo, porque muchos de sus "caseritos" lo estaban buscando para matarlo por toda la plata que les había sacado, y según algunos era mucho más dinero que la quiebra de esa Mutual o aquella Cooperativa de Ahorro y Créditos, que sin más ni más desaparecieron del lugar.

Mientras que en la  Fiscalía Penal les decían a sus víctimas, que no tenían competencia para perseguir a quién  ellos por su  propia voluntad y hasta haciendo colas en la puerta de su  casa lo habían convertido en su estafador, sin recabar siquiera un mísero recibo. Cuando los reclamos eran muy airados, un flamante, leído y sonriente fiscal les hacía este acertijo: "¿Quién es el delincuente, la prostituta que ofrece callada sus servicios en una esquina o el cliente que va a buscarla para hacer sus cochinadas con ella?

–Magister,  cómo  voy a  dictar orden  de  captura contra una persona  a  la que usted  mismo  ha entregado voluntariamente sus dineros a cambio de su designación como funcionario público, y menos aun cuando todo el mundo conoce que eso se hace a través de lo dispuesto por la Ley de Bases de la Carrera Administrativa. –Le explicaba el dueño de la justicia.

–¿Entonces señor Fiscal, todo esto se va a quedar así nomás? –Le preguntó.

–Si usted tiene un recibo de los quince mil soles que dice que le ha entregado al supuesto estafador, entonces puede cobrarlo por la vía civil, pues por esta vía no puede ser.

–¡Váyanse al diablo inútiles! –Gritaba al tiempo que abandonaba esa Fiscalía. Ya casi en la calle Nicasio Gómez Achicoria, cuidando que se le escuche en el interior de ese edificio, remató vociferando. –¡¡Entre un mostacero, unos locutores pendejos y una justicia de mierda, me han dejado calato!!

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–¿Nicasio, cuál es la última? –Le preguntó Reynaldo con un tono de inocente burla.

Se hizo el sordo o no quiso responder a esa maliciosa pregunta. No ahora ni nunca más, respondería a ningún "hijo de puta". Y así en su mente y tan solo en su mente, les decía lleno de un odio que nadie jamás habría podido imaginar.

–¡Hola Nicasio!, ¿por qué estás molesto mi hermanón? –Le preguntó Gervasio después de saludarlo.

      No le respondió el saludo y menos aún le haría enterar si estaba molesto, serio, alegre o indiferente, porque ese también era uno de los babosos que desde hace tiempo se venían burlando de su amplio conocimiento, de lo que hacen o dejan de hacer los presidentes, vicepresidentes, los gerentes, subgerentes, directores y consejeros regionales.

Pero su verdadera cólera no le venía de su sapiencia en cuestión de novedades y flashes sobre los asuntos de la cosa pública regional, sino porque estaba seguro que estos le habían pagado a “Los Chauchillas”, para que esas "cagadas" lean por la radio un montón de mentiras que involucraba a su sagrada persona con toda la jauría regional en grandes comilonas, borracheras salvajes y jaulas de locas donde él era la estrella principal.

–Ahora no va a decirles nada de nada. ¿No es cierto Nicasio? O acaso creen que las últimas novedades de todo lo que nos interesa saber se consiguen gratis. Por eso nuestro sabidillo Nicasio tiene todo el derecho de guardarse los secretos que conoce, y si quieres saber algo de todo lo que sabe, tienen que pagarle pues,es su derecho. –Dijo Lucio con la satisfacción de haberle callado la boca al más chismoso de todos los empleados de la Oficina de Recursos Materiales, sin compadecerse de que el sabelotodo era uno más de los vilmente estafados por el maldito "Tucu Mañuco" que huyó lleno de dinero y esos otros bichos que como si nada siguen rajando a su gusto de quien les de la gana, simulando ser periodistas.

"¡Arranca nomás hijo de puta, sino quieres que ahorita mismo me raye y te rompa la crisma con ese fierro que está allá y que me está llamando!", pensó para sus muy adentros como a modo de calmarse y luego casi en automático, como todos los días en que lo provocaban con esa su desgracia, se marchó a la calle metido en ese bluyín que le llegaba a medio trasero, enfundado con esa minúscula casaquita de cuero marrón y parado sobre esos zapatos de punta falsa que se prolongaban hasta la talla 45 o quizás más.