–¡Qué miserables son los
dueños de estos periodicuchos poblanos, que sin asco y en primera plana
publican una noticia tan horrorosa! –Comentó una mujer mientras veía con ojos espantados la foto de un pequeño hombre
obeso, cuyo cuerpo totalmente desnudo yacía en medio de una pequeña playa del
río grande. –¡Qué pena!, se nota que tiene las manos atadas a la espalda y el
rostro y los bigotes completamente ensangrentados. ¡Esta es una desgracia que
puede sucederle a cualquiera! –Acabó diciendo.
–¡Puede ser a
cualquiera, pero a mí no! –Y aclaró. –¡Sabe Dios en qué vainas más andaría
metido ese cutrero, hasta que una de sus probables víctimas se lo cobrara quitándole la vida! –Comentó uno de los tantos enemigos del aniquilado.
–¿Y tú cómo
sabías que era un coimero? –Preguntó la mujer aparentando una muy ingenua curiosidad.
–Parece que usted no se
ha enterado que ya son miles los estudiantes que en definitiva además de darle su dinero le dan prestigio a
esa universidad. De modo que si gracias a ella
acceden a los conocimientos que necesitan para ser profesiones, ellos
serán sus muy agradecidos y se lo harán saber a su familia y a su
entorno social. Pero si hay corrupción, se lo hacen saber a todo el mundo. –Le
aclaró.
–¿O sea que son
los estudiantes los que llevan la voz cantante en la universidad?
–¡Claro!, pues no solo son
las voces de la universidad, sino la expresión más viva y permanente de la sociedad. ¿O de verdad crees que la "U" no pinta para
nada en este pueblo? –Le preguntó cómo desafiándolo.
–¿Magister, usted cree
que lo haya matado otro coimero? –Le preguntó uno de ellos a un hombrecito que
vistiendo un brilloso terno azul y luciendo unos anteojos de "poto de
botella", siempre cargaba los mismos dos o tres libros.
–¡Pueda que sí, pero
también que no! Aunque nos resistamos a admitir, lo cierto es que cuando de por
medio está algún mal habido dinero, cualquier cosa puede suceder. – Dijo esto
con un aire de infinita sapiencia y agregó. –Está probado
que en algunos
individuos no existe el
peso de la conciencia. Son
psicópatas que tienden a crear sus propios códigos de comportamiento, por lo
cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos, y por eso no
tienen la escala común de valores que tiene cualquier individuo. Jamás muestran
signos de culpa o arrepentimiento y además consideran que las cuestiones
morales son para los perdedores y los
mediocres. En fin, son muy ególatras y tremendamente narcisistas, y por eso
suponen que están por encima del bien y del mal. Esa morbosa característica
está inscrita en la conducta criminal de los estafadores y los asesinos en
serie. –Acabó comentando del modo más difícil que se podía, pues así le
obligaba su condición de magister, pero además esta vez aprovecho la ocasión para dejar entrever en su
respuesta un tufillo psicológico.
–Yo sospecho que ese
imbécil que maltrataba a todo el mundo a su regalada gana, se murió porque ya
le tocaba morirse. La culpa directa es de todos esos cutreros que se creen los dueños
de ese negocio universitario, que no pudieron ponerlo en vereda a tiempo, porque todos son de
la misma calaña. –Afirmó un ofuscado contertulio, que aprovechó la ocasión
para hacerles saber que conocía muy bien las causas de las coimas en esa
universidad.
–Para mí que lo han
matado los estudiantes que en repetidas ocasiones han sido "jalados"
por el difunto, porque no podían pagarle la coima que les exigía para
aprobarlos en sus cursos. –Dijo alguien al tiempo que la improvisada reunión se
iba disolviendo, porque dentro de algunos minutos debía empezar la charla del
personal que SinSalud había enviado a ese centro de trabajo como parte del
programa de promoción de la salud mental.
000ººº000
Al
poco tiempo todos los trabajadores estuvieron apiñados en el pequeño ambiente
que se había improvisado para la charla, que no fue otra cosa que leer la
proyección de lo que habían escrito sobre una muy colorida presentación.
–Bueno señores
trabajadores, como ya hemos hablado del chancro, la sífilis, el SIDA, la
presión arterial, el colesterol, la diabetes, los triglicéridos y la necesidad
de hacer ejercicios y comer moderadamente, esta vez hemos invitado a la
psicóloga Samantha Choquevilca Condori, para que nos hable de un mal que se
encuentra muy arraigado en cada centro de trabajo o de educación de nuestra
región, se trata de la psicopatía. –Después de presentar a una menuda mujercita de rasgos andinos, el pelo teñido de rubio y muy trajeada a la moda que nadie
sabe dónde se inventó, acabó pidiendo un generoso aplauso para la expositora de
turno.
–Bueno señores, como
ustedes ya saben, mi nombre es Samantha, –Y continuó diciendo de qué
universidad había egresado, en qué empresas había trabajado, cuántos años de
experiencia tenía, qué cursos de postgrado había seguido, a cuántas partes del
extranjero había viajado.....y que la psicología no era solo para los locos,
sino que todos necesitamos de un psicólogo, y toda esa cantaleta destinada a
buscar clientes.
Luego
se limitó a leerles las diapositivas que iba pasando:
LA PSICOPATÍA
La
psicopatía o personalidad psicopática es un trastorno antisocial de la
personalidad.
Hay
varios comportamientos y características que son relativamente comunes entre
los psicópatas. Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen
estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una
empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido.
Los
psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo
sienten culpa al
infringir sus propios
reglamentos y no
los códigos sociales comunes. Sin
embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que
su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las
personas......
000ººº000
La
noticia del asesinato del catedrático Mamerto Pérez Licuona conmocionó a la
universidad entera. Pero la comunidad universitaria, lejos de mostrar un masivo y sincero dolor por esa pérdida y procurar la búsqueda
inmediata de justicia, se convirtió en un verdadero avispero, donde en casi
todos sus rincones se comentaba, chismorreaba y aumentaba ese trágico suceso con voces
nerviosas y alteradas. Con tono de medrosa mea culpa, complicidad y temor entre
algunos colegas, o con voz bajita y cómplice entre los que hallaban
no muy fuera de lo normal ese execrable crimen.
–¡Colegas!, esta muerte
es una desgracia para la universidad y para todos nosotros, por eso es nuestro deber procurar que caiga todo el peso de la ley sobre los asesinos.
–Dijo un indignado profesor.
–¿Y de dónde nosotros
sabemos que esa muerte ha sido producto de un homicidio? Podría muy bien ser un
suicidio inducido por los cientos de estudiantes que le tenían un odio mortal
al difunto, solo por ser un severo maestro que no les dejaba pasar sus cursos a
los malcriados, pero sobre todo a los vagos.
–¿Cómo puede usted
decir semejante barbaridad? ¿Cómo puede alguien ahorcarse con las manos atadas
al dorso, azotarse malamente la espalda y meterse excremento humano en la boca? –Le increpó lleno de furia.
–Bueno, es un decir. ¿O
usted sabe algo más? –Preguntó a manera de réplica.
–En realidad yo no sé
nada y creo que ninguno de nosotros sabe algo más allá de esta abominable noticia. En todo caso este es un
asunto que le corresponde investigar al Ministerio Público y a la policía, y su
resultado, aunque no convenza a nadie, será la única verdad.
–Esa nunca será la
verdad, pues lo único que después de todo dirá la Fiscalía, es que murió estrangulado después
de haber sido fieramente azotado y con la boca llena de mierda, nada
más. Pero quién o quiénes han sido los criminales, eso que es la pura verdad,
eso nunca se sabrá.
–Lo que me preocupa es
que los autores de ese crimen pueden estar en este patio,
rodeándonos y hasta quizá escuchando lo que estamos hablando. Por eso es
necesario que se haga una buena investigación. ¿Qué miedo da saber que entre
nosotros pueden estar esos asesinos? –Comentó muy nerviosa una de las
contertulias.
–¡Tienes toda la razón
Carmela! En cualquier momento nosotros también podríamos ser las víctimas de
esos monstruos. Sino es en estos mismos instantes, puede ser más tarde, o quizás
en la noche, mañana temprano, en la calle, en la puerta, en los pasillos o en
las aulas. Incluso pueden estar delante de nuestras propias narices,
exigiéndonos aprobarlos. ¡Qué miedo! –Acotó otra.
–¡Están completamente paranoicos!, como en
los tiempos del terrorismo. ¿Han jalado a algún estudiante solo porque
no les ha pagado una coima?
–¡Jamás!!! –dijeron
todos.
–¿Han echado a algún
alumno de la clase, gritándole que aunque esté al día en el pago de sus pensiones, no pasará jamás vuestro curso y que por eso nunca llegará a
graduarse?
–¡No!!!
–¿Han formado un
grupito secreto con algunos estudiantes, para hacerles creer que ellos son los
únicos que llegarán a ser profesionales, y que el resto es basura que no tienen
derecho a ser mejores personas?
–¡No!!!
–¿Se creen los
catedráticos más bacanes, los más inteligentes y los más "berracos"?
–¡No!!!
–¿Entonces de qué
tienen miedo?
–¡Bueno!, yo me voy.
Parece que esta charla se ha salido de sus cauces. Lo único que quería era
recordar a un colega, sin atreverme a hacer malas memorias de alguien que ya no
está más entre nosotros.
Y
ahí nomás el grupito de docentes se disolvió. Y aunque todos se fueron para los
cuatro vientos, al rato coincidieron en la puerta de la universidad, porque no
querían estar en ese sitio donde ayer estaba el profesor Mamerto, ni mucho menos hablar con los alumnos,
porque aun cuando es cierto que los criminales jamás vuelven al lugar de sus
fechorías, no era menos cierto que en
ese crimen se había exhibido tal grado de crueldad y sangre fría, de modo que no
sería nada raro que los criminales estuvieran por ahí buscando a su próxima
víctima.
Y
como todos tenían el "rabo de paja", no estaban dispuestos a
permanecer en ese sitio de candela para ser la próxima víctima de unos asesinos seriales que por ahí nomás debían estar merodeando.
000ººº000
La
charla sicológica continuó avanzando en aquel centro de trabajo, y una vez más la facilitadora leía para todos
lo que estaba proyectado en la pared:
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA
PSICOPATÍA
Uno de
los signos característicos a
edades tempranas de
rasgos psicopáticos y/o antisociales se podría reducir a una tríada
caracterizada por enuresis, maltrato animal y piromanía. En la actualidad
existe un consenso general acerca de ciertas características evidentes y
comunes en los psicópatas, como por ejemplo: Su falta total (o muy elevada) de
empatía, culpa o remordimiento. Su tendencia a "cosificar" a las
personas u otros seres vivos que le rodean, y su continua violación de los
derechos y normas sociales ya sea de un individuo o de la sociedad………...
000ººº000
–¡Tú eras el principal
caserito del Mamerto! Sino cómo has aprobado sus cursos, sin haber asistido a
sus clases, ni haber llevado siquiera un "Chusko" o un
"Fregón", para por lo menos leer alguna cojudez que con grandes
titulares publican esos panfletos. –Comentó uno con tono de sarcasmo.
–¡Fuera huevón! Cómo le
voy a pagar nada a nadie, menos a un chato abusivo, si todos saben que ando
misio, y si alguna platita me llega es para gastarlo con los culitos que por aquí
están botados como calabazas en chacra después de la cosecha.
–¿Entonces cómo fue que
aprobaste pues pendejo?
–¡Fácil! Solamente le
cobré sus cutras y le rendí cuentas hasta el último centavo. Eso le gustó como
mierda y como favor con favor se paga, me salí de las garras de ese conchesu.
En cambio, el cholo "Malajunta", no solo lo cerró con todo su billete, sino que cobró la plata de los estudiantes del profesor Melquíades,
diciéndoles que este los salvaría, porque el profesor Mamerto estaba salvando a
sus recomendados.
–Haber, para nosotros
nomás. ¿A qué profesores más les cobras sus cutras? –Le preguntó con bastante
malicia.
–¡A quien más pues
huevón! Si todos los demás cobran descaradamente lo que ellos dicen que les
corresponde, y no pasa nada. Lo cierto era que el Mamerto no quería embarrarse
en eso de cobrar su plata el mismo, porque tenía pánico que alguno de sus
"caseritos" le hiciera la cagada con un operativo de la Fiscalía, y
que después se aparecieran los profes más cutras, para hacerle creer a los
padres de familia que gracias a sus investigaciones se había dado con el
responsable de las coimas que pagaban sus hijos, y ellos aparecerse como los
más "zanahorias".
–Pero para nadie es un
secreto que tú le buscabas los "puntos". –Señaló uno a modo de payasa
acusación.
–¡Que huevón eres!,
cómo puedes hablar tan cojudamente. Los "puntos" no se buscan ni se
encuentran, los "puntos" se entregan solos. Son los que no asisten a
clases o que asistiendo son tan burros como solo pueden ser los malcriados. Son
los que no llevan ni siquiera un pedazo de papel higiénico para copiar todas
las cojudezas que habla el profesor. Son los que no aprueban los exámenes y sin
embargo quieren aprobar el curso. –Se defendió muy bien defendido.
–También son los
empleados públicos, profesorcitos, comerciantes, tombitos y viejecitos
aspirantes a lograr una profesión que jamás ejercerán, y que saben que para
aprobar todos los cursos solo hay que pagar, sin tener la necesidad de hacer
todas las huevadas que hacemos nosotros. –Acotó otro.
–Pero esos no son los
"puntos". Esos más bien han tomado de "punto" a la
universidad para obtener un título porfesional a Nombre de la Nación que jamás
debería corresponderles, y encima a los pocos meses acaban siendo sus
catedráticos, como casi todos los huevones que se creen los "yanoya"
de esta universidad. –Aclaró Paulino.
–¡Eso no es nada!, los
dueños de la universidad que le da alas a todo el mundo, les piden a los
profesores que no jalen a ningún alumno, sino de dónde va a salir su paga.
–Comentó uno.
–Eso es porque esa
universidad le ha costado su dinero a sus propietarios. Pero aquí en esta
universidad, a quién le ha costado un solo céntimo algo. Todos estos pendejos y
pendejas han llegado calatos y de la noche a la mañana se han vuelto ricos,
sino millonarios, y encima los imbéciles creyendo que somos unos cojudos, se
creen los más grandes sabios que jamás se haya conocido. –Aclaró ese asunto
Paulino.
–No sé, pero me
"tinka" que muy pronto te va a cargar
la policía, porque dicen que han retirado de la casa del Kutramán su
computadora, su laptop y todos sus documentos, y no sería raro que entre ellos
aparezca tu nombre. –Terció otro contertulio.
–También el tuyo y de
todos nosotros porque somos sus alumnos. O crees que era tan cojudo como para
tener una hoja excel en su computadora donde anotaba a quienes iba a chotear
sino le pagaban, o llevar un libro de contabilidad para anotar las cutras que
le pagaban o las que le debían. –Retrucó haciéndole las señas que se le hacen a
los tontos.
–Además no todos podían
pagarle, porque también existen los que ingresan a la universidad solo para
huevear y andar calentándole la cabeza a las calabacitas que no faltan y hasta sobran por aquí. A esos no les interesa ser profesionales, sino ser herederos. –Acotó
otro.
–Pero si al pendejo que
han matado, le gustaba una chiquilla medio movida y pintarrajeada que andaba
colgada de los brazos de su machito, ese patita se jodía, pues aun cuando se
supiera sus cursos de memoria, igual se lo jalaba, no más porque a ese sádico le
daba la gana. –Recordó otro.
–Pero no siempre le
salían las cosas como quería. ¿Se acuerdan del pituquito aquel que vino con el
cuento de que tenía un chupo de plata metido en las concesiones mineras?
–Cuando todos asintieron positivamente, continuó. –Ese
pendejo tenía más "calle" que
todos nosotros juntos, por eso es que cuando al Mamerto lo notó cojudamente
arrogante y haciendo sus poses adefesiosas y hablando las mismas huevadas de
siempre, le dijo en plena clase y delante de todoslos estudiantes: "¿Usted es el profesor
de este curso?" y cuando el Kutramán le respondió que sí, le dijo:
"Entonces enséñame lo que te toca enseñarme, y no vengas diciendo todas
esas cojudezas que seguramente ni tú mismo entiendes. Convénceme de que estás
ganándote mi plata enseñándome honradamente lo que el curso obliga, porque no siempre puedes estar chapando cositas del Internet para venir a
huevearnos olímpicamente, y encima decirnos que si tomamos algo de la web, nunca vamos a aprobar tu curso. Si tú dices que a ti te pagamos por ser catedrático,
entonces demuéstranos que eres el amo y señor de esta materia".
Cuando
escuchó tamaña afrenta, no dijo ni pío. Después de asistir a dos o tres clases
más, se largó para siempre de la universidad, porque para él todo esto era una
cochinada, sin embargo cuando finalizó el ciclo, el Kutramán lo había aprobado
con 15.
–¿Pero quién lo habrá
matado tan sádicamente? –Preguntó uno de ellos.
–De repente fue aquel
tombo que lo destacaron a no sé qué lugar y que se fue amenazándolo. – Recordó
alguien.
Y
todos recordaron que cuando el estudiante policía llegó a su clase un poco
tarde, el profesor Mamerto le dijo que cerrara la puerta y cuando el alumno le
hizo saber que ya estaba cerrada, el profesor
le ordenó que cerrara la puerta con él afuera y enseguida gritó como
para que escuchara el tardón y todos nosotros.
–¡Que tal raza, en mis
cursos nadie se matricula para hacer lo que le dé la gana, solo porque esta
universidad es de paga! ¡Aquí el que rinde, rinde y el que no rinde, no pasa! Hace rato que ya mucho me debe esta universidad, porque soy el único que genera ingresos
con la rematrícula que deben hacer los imbéciles que vienen a querer hacer lo
que les da la gana¡ –Luego a modo de respuesta se escuchó desde fuera de la
puerta: "¡Calla cutrero de mierda. Un día de estos te voy a sacar la
concha de tu madre, que ni tus compinches te van a reconocer!"
–¡Qué va ser él! Sabe
Dios en qué alturas estará ahora sirviendo en alguna mina y cobrando el sueldo
extra que pagan las empresas extranjeras, que es mejor que ser profesor en este
negocio de porquería.
–A lo mejor el que lo
ha matado es un sicario. –Advirtió otro.
–¿Que es un sicario?
–Preguntó algún ignorante.
–¿El que mata por plata
pues huevón? –Respondió otro riéndose.
–Para que todavía se necesitaría
de un sicario, si a ese concha su madre hasta el más santo lo podía matar por
perverso y cutrero.
000ººº000
Después
de un pequeño breve coffee, la charla
continuó,
CARACTERÍSTICAS SEGÚN EL DOCTOR HERVEY
CLECKLEY
El
trastorno psicopático produce una
conducta anormalmente agresiva
y gravemente irresponsable, que según el doctor Hervey Cleckley
determinan una serie de características clínicas, descritas en su libro: “La
máscara de la cordura:
Un
intento de aclarar algunas cuestiones acerca de la personalidad psicopática”,
que incluyen:
·
Escasa
fiabilidad.
·
Falsedad
o falta de sinceridad.
·
Falta
de remordimiento y vergüenza.
·
Conducta
antisocial sin un motivo que la justifique.
·
Egocentrismo
patológico y carencia de empatía.
·
Pobreza
generalizada en las principales relaciones afectivas.
·
Insensibilidad
en las relaciones interpersonales generales.
·
Vida
sexual impersonal, frívola y poco estable.
·
Etcétera.
Y la
psicóloga fue leyendo con calma y paciencia cada una de estas características y
las fue desmenuzando cuando respondía a las preguntas breves y al punto que le
hacían, como qué significaba "psiconeuróticas", "egocentrismo patológico", "extravagante", etc.,
mientras que las indagaciones más
largas las posponía para el final de la charla. "Se han dado cuenta que casi
todas estas características se resumen a los aspectos sociales y de
conducta", hacía notar.
000ººº000
–¡Pucha!, la verdad es
que el Cutramán se pasaba de malvado! Era como para matarlo tres veces. Ese
huevón se me prendió gratuitamente, solo porque hice una mueca de sarcasmo
cuando contó uno de sus chistes cojudos o porque en alguna ocasión le refute
unas huevadas que cualquiera sabía, pero que él lo estaba exponiendo
equivocadamente. Sólo por eso ese hijo de puta se me prendió hasta jalarme
cinco veces y seguramente no habría llegado a ser profesional, si para mi buena
suerte no enseña ese curso cojudo un chivolo muy pilas que se extrañó porqué me
había jalado tantas veces, si hasta casi de memoria me conocía su adefesioso
mamotreto bajado del Internet, que como gran cosa había preparado para dictar
su curso, y que nos costó un huevo de plata a todos. "¡Que piña eres!", me
dijo con mucha lástima y compasión.
–¡Así de cagón era esa
mierda!, porque en el momento menos esperado, le entraba su locura, y si
andabas de mala suerte, se te prendía, y
ahí nomás comenzaba a fregarte los estudios y no paraba hasta joderte la carrera.
Si más tarde no te mostrabas patero y adulón hasta hacerle saber que con él
nadie se mete, simplemente te fregabas. Incluso
después de esa sumisión y aun cuando supieras de memoria las huevadas
que enseñaba, tenías que pagarle si o si, sino podía joderte la carrera.
–¿Y cuántas veces tuviste que pagarle después de adularlo
como un lameculo?
–¡Nunca! Si saben muy
bien todos ustedes que tuvimos que armarle un chongo en la decanatura de la
facultad para que nos evaluara otro docente, porque el Kutramán se dio el lujo
de jalar a treinta de treintidos alumnos, y solo había salvado a esas dos
pendejas que se encargaban de llevarle los chismes de todo lo que hablábamos de
ese concha su madre. –Les recordó y continuó. –De eso también me miraba con
todo el odio que puede tener un chorazo salvaje, que si sus ojos podían lanzar
puñales hace tiempo me hubieran matado. –Acotó.
–Si pues, también esa
lacra tenía el difunto. Primero se te hacia tu enemigo y cuando no te le
sobajabas, buscaba que su "red de inteligencia" como él llamaba a
todos sus compinches y sus comedidas chismosas, lo mantuvieran en perfecta
comunicación de lo que hacías y decías dentro de las aulas, los patios o los
pasillos. Así que con ese conocimiento podía decirte en plena clase y a voz en
cuello: "¡Martínez, porque has hablado esto de mi o aquello
otro...etc." y cuando le decías que eso era una mentira y le exigías que
te dijera quién era el que le había estado hablando eso de ti, te largaba el
nombre de su "urraco". Más tarde el chismoso te decía que nunca había hablado
nada malo de ti, pero que tampoco quería servir de instrumento para poner en
evidencia al profesor Mamerto, porque no quería ser su bronca, y que como
cualquier otro quería pasar sus cursos para llegar a ser profesional.
"Perdóname, pero no quiero joderme la vida. Además ese huevón puede hablar
de cualquiera de nosotros lo que le dé la gana, porque sabe que nunca nadie le
podrá parar macho". Te decía eso y tu problema seguía siendo tu problema
hasta convertirse en un problemón de cólera, miedo, nervios y depresión.
–¿No sé por qué nuestra
universidad debe funcionar así, y menos aun siendo una universidad de paga?
–¿De verdad hasta ahora
no sabes por qué?
–¡No! ¿Qué me quieres
decir?
–Claro, como nunca has
pagado las pensiones con el sudor de tu frente, sino con la de tus padres. No
has llegado a darte cuenta cuál es la verdadera movida de esta “universidad”,
por eso te perdono, pero anota lo que te voy a decir, porque eso irá para tu
libro.
Y
comenzó a contarle que a una banda de mafiosos les había caído del cielo ese
negocio, para hacer “su agosto" a su regalada gana. Que lo que debía ser
un centro de ciencia y cultura había sido el resultado del esfuerzo de un
viejito, que además de ser Masón creía que los hombres debían pasar por este
mundo para hacer algo que justifique sus existencias. Así que un buen día
movilizó al pueblo para exigirle al Gobierno Central la creación de una
universidad nacional en la capital del departamento.
Inmediatamente
esa propuesta dio en el mero gusto de los ciudadanos, especialmente en los que
no tenían dinero para mandar a dos o tres de sus hijos a estudiar en las
universidades de otras regiones, y al saberse esto, no faltaron los
oportunistas que de la noche a la mañana, se autonombraron directivos de esa
visionaria iniciativa.
Más tarde
a solicitud de su fundador, el pueblo
entero se avocó a reunir las firmas para formular una solicitud al Congreso de
la República, el mismo que no tuvo más remedio que crear la universidad, porque
eso valía muchos votos para la próxima campaña electoral. Pero debido a que en esos tiempos las
universidades nacionales estaban plagadas de terrucos, la poca voluntad de los
legisladores para con los pueblos deprimidos se inclinó por la creación de una
universidad privada. Los ciudadanos dijeron que eso no les importaba, porque
aun así resultaba más barato pagar una pensión universitaria en el pueblo, que
enviar a sus hijos a otras ciudades donde habría que pagar su alimentación,
hospedaje, transporte, materiales, vestimenta y otros gastos que estaban muy lejos
de sus posibilidades.
Contó
que mientras salía esa bendita ley, algunos buenos vecinos cedieron sus casas
para el dictado de los primeros cursos a cargo de algunos profesionales del medio, que los
dieron gratuitamente y de buena gana. Por su parte la municipalidad cedió un
terreno que estaba destinado para la construcción de una obra pública. De otro
lado, los entusiastas padres de familia aportaron dinero y mano de obra en
faenas regaladas, para la construcción de las primeras aulas, y así poco a poco,
se levantó este gigantesco negociazo sin que les costara un solo céntimo a los
pendejos que ahora se creen sus dueños.
Luego
exhortó a sus oyentes para que nunca se olviden que esa universidad empezó
gracias a la generosa iniciativa de un
pueblo pujante y progresista, aunque ahora resulte que este mismo y
desmemoriado pueblo, tiene que pagar enormes sumas de dinero por la educación
de sus hijos, para que lo disfruten a manos llenas unos cuantos sinvergüenzas.
La
mayor parte de los achorados que se sumaron a la iniciativa del viejecito, se
colaron como personal administrativo, para que no contentos con ganar un buen
sueldo por hacer nada, encima se crean sus sufridos fundadores y por eso
intocables. Lo trágico fue que más tarde cuando este huarique comenzó a
producir toda la fortuna que producen los negocios como éste a nivel nacional,
los principales avivatos, le sangraron millonarias sumas como indemnización por
los daños y perjuicios que les había causado "la gallina de los huevos de
oro", dentro de las gestiones de su creación, instalación y
funcionamiento.
Más
tarde alguno de estos palurdos, gracias a los títulos que la misma universidad
les regaló, llegaron a ser sus profesores, y poniéndose de acuerdo con los
directivos de turno hicieron que los despidieran, para después iniciarle
furibundos procesos judiciales a la universidad para lograr su reposición
laboral y junto a ella una millonaria indemnización por despido arbitrario, de
donde los pendejos resultaron ser los nuevos ricos del pueblo, sin perjuicio de
asegurarse la ganancia que este "tapado" les debe dar de por vida:
Sirvan o no sirvan.
A lo
largo de los últimos años; gracias a los cupos que la universidad paga a la
mafia instalada en la Asociación Nacional de Rectores, un grupo de estos
pendejos, como por arte de magia se han
convertido en profesores
principales y se hacen pagar más de diez mil soles mensuales, mientras que el resto, igual de imbéciles que sus
mandamases, solo ganan la porquería de siete soles por dictado de una hora de
clases, y como esa miseria no alcanza ni siquiera para el rollo de papel
higiénico que gastan en la universidad, los privilegiados les han dado patente de corso para que coimeen con
las notas a su antojo. Sin que eso quiera decir que los que tienen salario fijo
estén prohibidos de hacerlo.
Pero
lo que más les gusta a esos mañosones, es que con el cuento de aprobarlas en
sus cursos, se tiran a su gusto a las chiquillas misias y libertinas que
quieren llegar a ser doctoras, ingenieras, licenciadas o magister con el sudor
de sus entrepiernas, y lo increíble es que todas estas pendejas, sin saber leer
ni escribir, consiguen buenos trabajos y llegan incluso a ser funcionarias del
gobierno regional y de los ministerios. Del resultado de esos sudores estos
pendejos se ufanan diciendo: "Nuestra universidad ha formado prestigiosos
profesionales que dejan muy en alto el sagrado nombre de su alma mater".
Lo
peor viene con la graduación, porque al que está por graduarse lo exprimen como
a limón de emolientero, inventándole la obligación de tener certificado en los
cuatro idiomas que dicta su Centro de Idiomas, un certificado de informática
que se enseña en su Centro Informático y una docena más de derechos que debe
pagar "el punto", sólo porque a ellos les da la gana, y como el
graduado quiere ser ingeniero, doctor, licenciado sin saber ni michi, paga nomás de buena gana.
Y
como este su negocio va siempre "viento en popa", no quieren que
ninguna organización popular se inmiscuya en esa gigantesca maquinaria de hacer
el dinero fácil que va a parar directamente a sus bolsillos.
–Así es pues
compadrito, la verdadera historia de esta universidad. El mismísimo pueblo que
paga su educación, ha creado y alimentado a este monstruo, y al pendejo que
acaban de matar, le ha regalado un hotel de seis pisos.
000ººº000
–Para finalizar la
charla, señalaremos además las otras características de la psicopatía que nos
propone Robert Hare. –Dijo
la psicóloga y ordenó proyectar sobre la pared otra diapositiva ordenando: –¡El
siguiente! –Y una vez más comenzó a leer
con voz de sabia.
CARACTERÍSTICAS SEGÚN HARE
Para
el doctor Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, los criterios
que definen a la personalidad
psicopática pueden evaluarse mediante
una lista de veinte características denominadas
Psychopathy Checklist (PCL). Estas descripciones tuvieron como base el trabajo
de Cleckley para definir la psicopatía a través de una serie de síntomas
interpersonales, afectivos y conductuales. Los síntomas que exhiben los
psicópatas son, según Hare:
·
Autoestima
exagerada.
·
Tendencia
a mentir de forma patológica.
·
Comportamiento
malicioso y manipulador.
·
Carencia
de culpa o de cualquier tipo de remordimiento.
·
Afectividad
frívola, con una respuesta emocional superficial.
·
Carencia
de empatía. Crueldad e insensibilidad.
·
Falta
de control sobre la conducta.
·
Comportamiento
irresponsable.
·
Incapacidad patológica
para aceptar responsabilidad sobre
sus propios actos.
·
Etcétera.
–Es posible que las
causas que dan origen a los psicópatas, se deban a factores genéticos y
ambientales, como el maltrato o el abuso infantil, también están en riesgo las personas de
padres antisociales o alcohólicos...... –Después de algunos bla, bla, bla y unos
bla, bla, bla más, concluyó su charla y a su señal, el que manejaba el
proyector multimedia, apretó la tecla necesaria para que aparezca una
diapositiva que decía: ¡MUCHAS GRACIAS
POR SU ATENCIÓN! en seguida el auditorio le hizo escuchar una salva de
calurosos y sinceros aplausos y le desató una tormenta de preguntas, porque
muchos creyeron que sus jefes, sus compañeros de trabajo, sus esposas, sus maridos, sus hijos y hasta
ellos mismos podrían estar en el perfil de los psicópatas.
La
psicóloga muy astutamente absolvió tres preguntas puntuales y aclaró solo una
duda. A los demás les repartió una tarjeta de presentación donde estaba
señalado su nombre, la dirección de su consultorio, sus horarios de trabajo y
sus teléfonos.
000ººº000
–¿Por qué todo el
pueblo tiene que sospechar de los alumnos o los docentes por la muerte de ese
imbécil? ¿Por qué tienen que involucrar a la universidad? Acaso aquí nomás
pasamos toda nuestra vida. Quién sabe en qué vainas más tenía o hacía el difunto
fuera de estos muros. ¿Qué conflictos más tendría dentro de su hotel, su casa,
su familia o su entorno social? ¿Por qué todos los ojos y todas las sospechas
tienen que recaer en las personas que enseñan, laboran o estudian en este Hatun
Yachayhuasi? –Preguntó lleno de furia
uno de ellos, buscando una respuesta válida.
–Porque la última vez
que lo vieron con vida, fue en esta universidad. –Respondió uno de los
profesores de aquella reunión.
–Pero hablando en oro.
¿Quién de ustedes puede afirmar si el difunto fue o no un coimero?, pues para
tener el atrevimiento de hablar sin ningún rubor de la honestidad del difunto,
habría que haberle pagado personalmente una coima, y solo así se podría estar
hablando con fundamento.
–¡Tienes razón!, de ser
un patán era un verdadero patán, y de repente lo era porque así habría sido su
crianza. Pero de allí a asegurar que además era un coimero incorregible, creo
que es mucho atrevimiento.
–Yo de corruptos sé
porque los he visto en la televisión o en los diarios y nada más. La mayor
parte de ellos son ministros, presidentes regionales, alcaldes, consejeros,
regidores, funcionarios de confianza, congresistas, jueces, fiscales y toda esa
interminable parvada de políticos y burócratas que viven del Estado, pero no
creo que en este pueblo triste y miserable alguien pueda pedir coimas que
valgan la pena. –Abogó el docente a quién otros alumnos señalaban como un
homosexual pasivo.
–¡Claro!, tienes razón
porque para decir que alguien es cabro, me lo tendría que haber tirado yo
mismo. –Señaló uno que había sido elegido Regidor de la Municipalidad del
Centro Poblado Menor "Las salvajinas" y al que sibilinamente llamaban
“el apestoso”, y para finalizar colgó esta incontestable pregunta. –Pero,
¿quién habría podido matarlo de ese modo tan salvaje y brutal?
–Sin duda debe ser un
psicópata que anda suelto por las calles del pueblo, y que nada tiene que ver
con la universidad, porque este es un lugar de ciencia y cultura, que en
absoluto le puede interesar a ningún criminal.
–Tienes razón, sólo un
psicópata puede ser ese asesino serial. –Consintió otro que tenía un tic
nervioso que le hacía guiñar uno de los ojos, y los otros de acuerdo con él,
hicieron sendos gestos de afirmación.
–¿Y de dónde sabes tú
que se trata de un asesino serial? –Preguntó con mucha curiosidad y hasta con
temor el más timorato de ellos.
En
medio de esta incierta y temerosa tertulia se apareció el Leónidas Aurelio,
sudoroso y hecho un atado de nervios que con angustiada voz les dijo casi
gritando que desde antes de ayer no aparecían en sus casas, ni en el pueblo,
ni en la universidad los profesores Mariano Chauca, Javier Villanueva, ni el
Jacinto Chuiman. Sin hacer ningún comentario el grupo se disolvió de inmediato
y cada quien se fue por su lugar con los pensamientos metidos entre dos dudas:
“O se estaban escapando del asesino serial que quiere aniquilar a todos los
cutreros o ya los han matado a todos. “¡El tiempo lo dirá!”.