[La rondas]
Cuando el humor de todos no estaba para jugar a correr, saltar o esconderse, se jugaba a las rondas donde se lanzaban al aire antiguas canciones infantiles, quizás venidas de España durante la emigración colonial o traídas de Europa por los curas y las monjas llegados a estas tierras los primeros años del siglo XX, para dedicarse a la educación y la catequesis. Algunas de estas antiguas rondas, me las hizo recordar mi hermana Ana Aurora Palomino Dongo, porque como educadora de profesión, tuvo que seguir enseñando estos juegos a sus alumnos, de ahí resulta que su memoria es más nítida que la mía sobre estos recuerdos.
Cuando el humor de todos no estaba para jugar a correr, saltar o esconderse, se jugaba a las rondas donde se lanzaban al aire antiguas canciones infantiles, quizás venidas de España durante la emigración colonial o traídas de Europa por los curas y las monjas llegados a estas tierras los primeros años del siglo XX, para dedicarse a la educación y la catequesis. Algunas de estas antiguas rondas, me las hizo recordar mi hermana Ana Aurora Palomino Dongo, porque como educadora de profesión, tuvo que seguir enseñando estos juegos a sus alumnos, de ahí resulta que su memoria es más nítida que la mía sobre estos recuerdos.
TENGO UNA MUÑECA
I
Tengo una muñeca
de vestido azul
con zapatos blancos
y velo de tul
II
La llevé a la calle
se me constipó,
la tengo en la cama
con un gran dolor.
III
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
y ocho: dieciséis.
IV
Brinca la tablita
que ya la brinqué,
bríncala tu ahora
que ya me cansé.
V
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
y ocho: dieciséis.
(……)
DONCELLA
(En esta ronda se ponía a una niña al centro)
I
Doncella del prado,
que al campo saliste
a recoger flores
de mayo y abril.
II
Pues siendo tan bella
y no hallas con quien,
escoge a tu gusto
que hay más de cien.
III
Escoge a una niña
por ser la primera,
por ser la más bella
de todo el jardín.
(Y la aludida escogía a la niña que generalmente era su más querida e
íntima amiga. Después la escogida debía a escoger a una niña diferente, y por
medio de este mecanismo se conocía, quiénes eran quién, en materia de
preferencias y amistades.)
DEL CIELO BAJO UN ÁNGEL
(En esta ronda se ponía a una niña al centro)
I
Del cielo bajo un ángel,
que del cielo bajo,
con sus alas doradas
y en el pico una flor.
II
De la flor nace una rosa
de la rosa un clavel,
del clavel una niña,
que se llama Isabel.
III
¿Para qué son las flores
sino son para ti?
¡Ay! me muero, me muero,
yo me muero por ti.
(Y con esta última estrofa, la niña del centro de la ronda, escogía a otra
para que la sustituya)
CAFÉ CON LECHE
(La ronda debía empezar con un número impar de jugadores, especialmente una
mujer)
Café con leche
me quiero casar
con una señorita
de Portugal.
II
Que sepa cantar
que sepa bailar
que sepa abril la puerta
para jugar.
III
Con esta si
con esta no,
con esta señorita
¡me caso yo!
(Cuando terminaba de sonar: “¡Me caso yo!” En ese momento todos buscaban
pareja para abrazarse, luego una pareja debía salir de luna de miel, mientras
tanto el juego continuaba hasta que solo quede una jugadora solitaria a la que
todos gritaban: “¡Soltera!”, “¡Soltera!”, “¡Soltera!”).
QUE LO BAILE
Las niñas formaban una ronda y cantaban señalando el nombre de una de
ellas.)
La señorita (Ana)
estaba en el baile,
que lo baile,
que lo baile.
Y si no lo baila
ya la pagará.
¡Salga usted,
que la quiero
ver bailar!
(Entonces la señorita Ana, debía salir al centro de la ronda y bailar de
modo gracioso cualquier ritmo que hiciera reír a todas)
JUGUEMOS EN EL BOSQUE
(Antes de empezar la ronda, se seleccionaba dos niños con el conteo del
“Lachin/lachin/chui/des-de/la-puer-ta/san-mi-guel/angel”. Uno hacía de lobo que
se ubicaba por fuera de la ronda y otro de oveja que debía estar en el centro
de la misma)
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
“Me estoy poniendo mis
pantalones”
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
“Me estoy poniendo mi camisa”
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
“Me estoy poniendo mi chaleco”
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
“Me estoy poniendo mis
zapatos”
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
“¡SI!, Y YA SALGO PARA COMER
MI OVEJA”
(Entonces todos los niños estrechaban la ronda para proteger a la oveja. Si
el lobo lograba entrar a la ronda, se llevaba la oveja, y si después de algún
tiempo no lograba entrar en el cerco, se repetía la ronda con el mismo conteo: “Lachin/lachin/chui/des-de/la-puer-ta/san-mi-guel/angel”)
Y así continuaban muchas otras rondas más, que ustedes recordarán.
O simplemente sentados todos, incluidos los gatos y los perros que siempre
participaban en esos pasatiempos, alguien recitaba la poesía que se había
aprendido de memoria para declamarla en la formación de su escuela, y los que
sabían alguna adivinanza o un trabalenguas, las disparaban al aire con el propósito de enseñárnosla.
Nunca olvidaré al rapazuelo que traía el gato de su casa, cuya presencia
nos movía a que cantásemos una canción infantil que se transmitía en la radio
municipal, que decía así: “En el arca de Noé, todos cantan yo también.
Quieren oír el gato dice así.” y en seguida el gato maullaba, para la
alegría, admiración y risas de todos. Y no era que el gato se sabía la canción
y además el momento que le tocaba “cantar”, sino que su dueño, sin que nadie lo
notara, le jalaba a contra pelo la cola del felino, que éste de dolor tenía que
maullar, pero aun así el gato masoquista no se le iba de sus manos, porque
debía cantar varias veces más.
Fotos: Ciro Víctor Palomino Dongo
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