PRESENTACIÓN
Hace algún
tiempo la juventud abanquina, desde sus centros de estudios, hace algunos esfuerzos
por limpiar los residuos sólidos (orgánicos e inorgánicos) que algunos irresponsables
vecinos arrojan en las orillas de los ríos y riachuelos cruzan de Norte a Sur y
de Este a Sur los valles de Abancay y Pachachaca y nuestra ciudad de Abancay,
capital de departamento de Apurímac.
Nos estamos
refiriendo a los ríos permanentes de las
quebradas y Sectores de Ñacchero, Marcahuasi, Colcaqui-Condebamba y Mariño y los
riachuelos estacionales de Ullpuhuaycco y Sahuanay-Chinchichaca-Olivo, de los
cuales toman sus nombres.
Incluso
a invitación de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, la Municipalidad
Provincial de Abancay, participó en la campaña nacional: “Hazlo por tu Rio”, la
misma que contó con la colaboración de los mismos estudiantes, pero infortunadamente
estas buenas acciones son “flor de un día”, y por eso no son suficientes para
combatir el diario quehacer de gente inescrupulosa que sigue y seguirá
arrojando delictualmente su basura y otros residuos sólidos a nuestros ríos,
contaminando sus aguas y nuestro medio ambiente.
Estas malas
costumbres persisten porque la ciudadanía desconoce el derecho y deber
consagrado por el artículo 1° de la Ley N° 28611, Ley General del Ambiente:
“Artículo
I.- Del derecho y deber fundamental
Toda persona tiene el
derecho irrenunciable a vivir en un ambiente saludable, equilibrado y adecuado
para el pleno desarrollo de la vida, y el deber de contribuir a una efectiva
gestión ambiental y de proteger el ambiente, así como sus componentes,
asegurando particularmente la salud de las personas en forma individual y
colectiva, la conservación de la diversidad biológica, el aprovechamiento
sostenible de los recursos naturales y el desarrollo sostenible del país”.
Entonces, ¿qué hacer?
En
una primera instancia debemos recurrir a las instituciones públicas y privadas
que tengan dentro de su misión, objetivos y funciones la protección del medio
ambiente y la gestión de los recursos hídricos, realicen campañas masivas de difusión escrita, radial y
televisiva para que todos nosotros respetemos nuestro “derecho irrenunciable a vivir en
un ambiente saludable, equilibrado y adecuado para el pleno desarrollo de la
vida”, y luego hacer el esfuerzo para llevar este mensaje a los centros
educativos de todos los niveles con el objeto de concienciar a la comunidad
educativa sobre la necesidad de conocer los principales aspectos de este
importante tema.
De
otro lado será necesario que las autoridades competentes apliquen, sí o sí y bajo
responsabilidad, la legislación vigente sobre la obligación legal y moral que
tenemos todos de proteger nuestros ríos, y no solo eso, sino lograr que sus fajas
marginales pasen a formar parte de la áreas verde de la ciudad, que a pesar que
su conglomerado urbano ocupa casi 1,000 hectáreas, apenas tiene 20 hectáreas de parques y jardines
públicos, cuando por norma legal deberíamos tener el 30%, es decir, 300
hectáreas.
De
por qué y cómo hacerlo, trata este trabajo.
Abancay,
julio del 2020.
NOTA: Puedes bajar este trabajo haciendo clic aquí:
https://www.academia.edu/44069306/SALVEMOS_NUESTROS_RIOS
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