sábado, 22 de agosto de 2020

YEISON

 

De la comisaria pasó al Juzgado, del Juzgado a la cárcel del pueblo por la comisión del delito de lesiones graves en agravio de Brayan López Machuca y de allí tanteando como un ciego seguirá caminando paso a paso por ese laberinto legal hasta llegar aquel aterrador infierno que se llama proceso penal, donde gobiernan unos demonios llamados jueces, fiscales, abogados y esos otros diablillos que los secundan, hasta que una vez instalado en la prisión recién comprenda cómo funciona esa moledora de carne humana.

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–¡Ta’mare, por qué no son como yo que todo lo simplifico! Por ejemplo yo no tengo la cojuda costumbre de andar buscando un trabajito barato metido en medio de un montón de huevones que jamás lo encuentran a pesar de tener un chupu de documentos bamba y algún certificado de estudios en las cagaditas de universidad que existen en este pueblo cojudo. Yo soy un emprendedor y por eso no tengo porque andar en huevadas. –Decía a modo de sabio consejo y sesuda reflexión.

–¡Claro! Tú te fumas un troncho y después el mundo se compone solo para ti, y entonces la realidad se va a la mierda y todo el cosmos se vuelve un lugar hecho para tus antojos. Pero aun así yo respeto tu modo de ser, porque estamos en un país súper democrático donde cualquier huevón puede ser el locazo que se le antoje. Pero si yo fuera tú, no me alucinaría ser un empresario misio y cagón como los de este pobre pueblo, sino el más millonario del planeta. 

–¡Ta’mare!, tú que te crees tan zanahoria y súper mosca, ¿qué mierda haces por la vida? ¡Nada huevón! Estás más cagado que todos nosotros, pero aun así te crees especial solo porque andas rajando de todo el mundo. Tienes toda la sicología de los cholos de mierda que nunca van a volver a ser indios ni tampoco podrán ser blancos, y como todos los que están en medio de la nada, andas más perdido que huevo frito en ceviche.

–Ni creas huevón, a mí me han ofrecido un montón de chamba. Lo que pasa es que yo no acepto puestos chauchillas. O me dan lo que me corresponden o prefiero seguir pateando latas, cilindros y hasta cisternas.

–No crean que en esta cojuda discusión está ganando alguno de ustedes. Para mí los dos son unos huevonazos.  Porque mientras  uno  alucina con  un  troncho batiéndole la cabeza,  el  otro  sueña despierto. ¡Tú!, ¿De dónde eres empresario?, ¿Qué has emprendido o que empresa tienes? ¡Y tú!, de dónde sacas que hay un montón de chamba que se puede hasta despreciar. En este pueblo no hay trabajo ni siquiera para los profesionales, y si puedes conseguirte uno es porque has chambeado como loco en la campaña electoral de los que ahora están robando como presidente regional, gerente, consejero, alcalde o regidor, sólo así puedes tener una chambita por seis meses. Viéndolo bien, los dos son unos pobres gatos caseros. –Terció Miki, el que sabe que cuando hay trabajo, hay que trabajar de lo que sea porque al final el dinero es lo que cuenta porque lo remedia todo.

–¿Cómo es eso de gatos caseros?

–Gatos caseros pues trolas. Esas mascotas que andan merodeando por los techos de todo el vecindario, pero cuando no les va bien o los han masacrado, vuelven a sus casas a maullar por comida o para dormir en algún lugar caliente, y así pasan sus vidas hasta volverse viejos o desaparecer porque la muerte los ha sorprendido en alguna de sus correrías.

–¡Fuera mierda!  Porque andas montado en esa moto china de dos mil lukitas, te crees de otro lote, si tú también eres un fumón. –Protestó Brayan. 

–Solo cuando me invita el Yeison. ¿Y cuándo me ha invitado?, hace más de seis meses.

–¡Eso cuesta plata pues huevón! Y la plata no cae del cielo. –Sentenció Yeison.

–¡Claro! La plata no cae del cielo sino de la cartera de tu vieja, quiera o no quiera.

–¡Misioymierda!, ¿por qué dices que soy un “pica carteras”? ¡Ladrón de mierda! Por si acaso yo no ando con una banda de malandrines que se dedica a robar las casas de los aficionados a los gallos de pelea.

–¿Choro?, pueda que sea. Y quién no es ladrón en este pueblo cojudo. Sino dime cómo se han hecho ricos todos los pendejos que se creen los pitucos de esta cagada de ciudad. ¡Robando pues huevón! Pero yo no soy como tú un pobre rosquete que no sabe aguantarse el dolor de su placer y anda quejándose como una pendeja que le gusta hacerse la estrecha.

–¡Eso no es verdad huevón! –Gritó exaltado Yeison. –¿Por qué te defiendes tan cojudamente? ¿Por qué tienes que sacar esa mentira que a ti también te la pueden arrimar? 

–¡Y tú, por qué me dices ladrón, si nunca me has visto robar, ni  he pisado una comisaria por choro. Lo que me pica es que hablas por hablar y sólo porque algunos cojudos andan hablando huevadas que no son ciertas. 

–¡Así es pues huevón! Mientras tú dices que yo soy un rosquete, yo digo que tú eres un ladrón. Sólo porque nos da la gana y sólo para ver quién se pica y pierde. –Comentó Yeyson, y a modo de apaciguar esa agresiva discusión, invitó. –¿Quieres prenderte un baticéfalo?

–¿A ver? 

–Pero nunca digan que soy cabro, solo porque otros cojudos hablan sin saber.

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La verdad es que Yeison nunca fue homosexual, ni tenía afición a esa picardía, pero cuentan las malas lenguas que cuando sus padres lo llevaron al Cusco a postular a la universidad nacional para que estudiara Ingeniería Civil, lo matricularon en la súper academia de preparación pre–universitaria “Cosmos”, donde debía permanecer un año a tiempo completo para ponerse al día en los conocimientos que debía tener para tentar la primera vez, y con muchísima suerte después de otro año podría “agarrarla”; aunque en el tercer año eso sería más que seguro.

Esa vía crucis era así, porque en el colegio particular mixto “Virgen de las Alturas” de su pueblo no le habían enseñado casi nada, y lo peor fue que debieron aprobarlo, porque el alumno Yeison Prado Huallanca siempre estaba al día en sus pensiones. De manera que acabó la secundaria con la cabeza más hueca que el bombo de la banda de guerra de su colegio. Pero en esa academia, lejos de meterse un montón de conocimientos en la cabeza, aprendió a meterse un montón de cannabis en el cerebro.

Yeison era de la generación de esos engreídos que se alucinan los pitucos del pueblo, porque gustan de esas cosas que se supone debe gustarle a los pitucos: el rock en inglés, los chismes acerca de los rockeros de moda y los que se habían muerto “pasados de vuelta” como Jim Morrison, Janis Joplin, Brian Jones, Jimi Hendrix y otros diez más, que escuchaban casi todo el día sin entender nada de nada porque no saben inglés. Por tener y lucir un smartphone de marca y la mejor ropa que podía venderse en el pueblo. El dinero que nunca se gana pero que se va tan fácil como viene, pero sobretodo esos amaneramientos que les llegan desde las redes sociales, los juegos en línea, simplemente porque nadie se preocupó de hacerles conocer la belleza de la naturaleza, las ideas que alumbran el camino de la humanidad, la fe en algún credo, las noticias acerca del cambio de los tiempos, el conocimiento de su cuerpo y su  salud, en fin, algo de algo, para que no sigan imaginando que así como ellos se creían que eran, todo el mundo debía serlo, porque sino eran unos huevones y eso no era su culpa.

De modo que alucinándose de otro lote, el Yeison creía que siempre podía hacer lo que le daba la gana, mientras sus padres se rompían los lomos trabajando en la administración pública metidos en un ambiente plagado de chismes, intrigas, prepotencia, corrupción y mediocridad, para poder llevar a casa el pan de cada día y las comodidades de estos tiempos, pero eso sí, dentro de una competencia que en algún lugar del infierno se había inventado para mantener ocupados a todos los "faroleros" de estos pueblos: la mejor casa, el mejor auto, los mejores artefactos, las mejores fiestas, lo mejor de lo mejor que pudiera comprarse con sus sueldos, que viéndolo bien no eran gran cosa, pero que alcanzaban su mayor valor gracias a los autoavalúos que sabían darle sus dueños a las cosas que adquirían. “Esta smart TV, nos ha costado 5,000 soles”. “Estos muebles los he traído de Lima”. “Tenemos Nexflix para ver las mejores películas del mundo”. “Mientras estamos en el trabajo la chola aprovecha el Wifi de nuestro internet de 30 MB de velocidad”,  etc. etc. De su automóvil no hablaban gran cosa, porque en eso los dejaban muy atrás los narco-empresarios del pueblo.

Como estaba previsto en el plan familiar, al mozuelo le consiguieron una habitación en la casa de una pareja de jubilados, que eran amigos de sus primos cusqueños, y que en otros tiempos era el dormitorio de la doméstica de la familia. Aquel cuarto no estaba mal porque además de ser amplio y estar bien pintado, tenía buena iluminación y contaba con un pequeño baño privado con lavatorio, un wáter y una ducha. Además nadie podía perturbar la preparación pre universitaria del muchacho, porque en aquella casa solo vivían una pareja de ancianos que estaban contentos de compartir su hogar con tan lindo y decente muchacho.

Como la academia nunca empezaba a funcionar completamente, en el vacío de las horas en las que no se dictaba ningún curso, fue haciéndose amigo de todos los bellacos que se reunían a fumar cigarrillos en los pequeños espacios abiertos que tenía aquel local, y que como él, sabían de todo sin haber estudiado nada, pero sin embargo para impresionar a las chicas mostraban su sapiencia y lucidez haciendo memoria de los pocos recuerdos que les quedaban de haber visto en la tele algún documental sobre la historia, el cosmos, la naturaleza o alguna que otra ciencia, y comentaban algo acerca de los “agujeros negros”, del Serengueti africano, del cuerpo humano, de la segunda guerra mundial, de Hitler y el holocausto judío que lo pasaban tantas veces que pareciera que en él había muerto la humanidad entera, y etcétera.

Cuando se aburrieron de aquellas tontas charlas de presentación, comenzaron a pasear en parejas por las calles, guiados por quienes sabían más de la vida cosmopolita de aquella vieja urbe turística. No pasó mucho tiempo hasta que uno de ellos, como desafiándolos a iniciarse en un círculo muy, pero muy bacán, les invitó a fumar un cigarrillo de marihuana. Al principio y a pesar de estar muy alentado por ese desafío, Yeison no lo aceptó disculpándose con los buenos modales que de él conocían todos. Pero la chica que casi sin notarlo se había convertido en su pareja, no solo aceptó el reto sino que se fumó casi medio cigarrillo, y como respuesta al airado reclamo de la patota, sacó de uno de los bolsillos de su mochila hasta tres "tronchos de la buena” y les invitó a fumarlos en un lugar que a su parecer era mágico.

Aunque tampoco en esa oportunidad aceptó la invitación de conocer la experiencia de fumarse un "troncho", pero sí en esa tarde conoció los labios, abrazos y caricias de la loca que tenía encima dominándolo con todo el calor de su cuerpo. Más tarde cuando las parejas se separaron, Zoe, su nuevo amor, lo llevó a comer pizza con gaseosa a un simpático lugar plagado de turistas bien locos. Allí le presentó a los hombres de rojo, es decir, de los ojos rojos. A Chamo de Lima, a Jean Paul de Francia, a Richard de Inglaterra, a Jürgen de Alemania y a Tarik Chalhub de España. Aunque todos hablaban español, no entendió casi nada de lo que decían, sin embargo le impresionó gratamente su modo cosmopolita de hablar. Nunca se imaginó que en español se podía hablar de un modo que podía ser diferente y por eso muy chévere.

Al día siguiente y por casi una semana, Zoe no se apareció por la academia, y cuando por fin lo hizo le dijo que había ido de paseo al Manu para hacer un viaje monstruo con Ayahuasca, contándole que vio cómo el alma de los perros de la aldea donde bebió ese brebaje, eran mariposas gigantescas, y que ella misma se convirtió en una gigantesca libélula que volando sobre la superficie de otros mundos lo veía todo, desde el inicio de la vida hasta el final de los tiempos. Y que el gringo Jürgen tuvo un mal viaje, porque en sus alucinaciones vio cómo desde un río dorado se le apareció una anaconda gigantesca que tenía la piel de unos colores muy brillantes como luces de neón y que se dirigió directamente a él  y cuando abrió su enorme  mandíbula para comérselo zapatos y todo, vio que que aquella boca era una enorme vagina que se lo tragó como a un ansioso pene, y que dentro del inmenso vientre de esa serpiente estaban unos árabes de mierda quienes en nombre de su dios, religión o no se sabe que vaina que tienen esos monta camellos, lo mataban una y mil veces, hasta que el gringo acabó cagado, meado y vomitado, pero con ganas de repetir la experiencia para ver si en el próximo viaje podía sacarles la concha su madre a esos asesinos.

Después de frecuentar a los amigos de Zoe, por fin se hizo de un cigarrillo de marihuana y se prometió fumarlo en su cuarto solo para experimentar como era esa vaina, pero sin hacer mucho roche, porque no vaya a ser que le suceda a él lo que le pasó al gringo Jürgen con la ayahuasca.

El sábado por la mañana, después que los ancianos abandonaran la casa para hacer sus compras de la semana. Un poco nervioso, sentado en el sillón de plástico que había en el jardín que daba a su cuarto, se fumó el troncho y lo que le pasó fue algo que nunca pudo explicarse, pues notó que aunque todo estaba en su sitio, parecía que todo estaba fuera de lugar. La casa, las cosas, sus pensamientos, sus sentimientos y todo lo que le rodeaba tenían algo así como vida propia. Eran independientes entre sí y cada cual brillaba con su propia luz, y no solo eso sino que todo lo que él pensaba, veía, olía, oía y tocaba tenían su propio tiempo, que no era el mismo tiempo de todo lo que a él le estaba pasando.

En ese momento se le ocurrió hacer una lista de todo lo que le estaba sucediendo, pero al instante se le olvidó, porque se le ocurrió otra idea más brillante y más tarde otra y después otra más, de modo que también las ideas tenían su propio escenario y movimiento. Al final simplemente se dedicó a recorrer por todos los sitios de la casa, conociendo de un modo que le parecía más lúcido, todos sus rincones como si se tratara de otra casa, de otro espacio, de otro mundo.

“Esto está de puta madre, con razón  les gusta tanto a los gringos” pensó. Pero en realidad no había pensado nada, y al instante sintió que ya no necesitaba pensar para saber que había pensado, porque pensándolo bien, todo estaba presente gracias a esa yerba. Y aquello se hizo más tangible cuando tirado sobre su cama escuchó los sonidos extraterrestres que salían de su iPhone. Más tarde salió a la calle y esta se le presentó como el espacio de otra galaxia, donde cada cosa tenía su lugar: La calle, aparte. La gente medio gris caminando con sus preocupaciones y tristezas, aparte. Los carros con su velocidad y ruido, ambos aparte. El cielo, el aire y las otras distancias que en otros momentos estaban más allá de su mente, ahora estaban muy cerca de sus ojos que hasta casi podía tocarlos.

Cuando con el correr de las horas se fue disipando esa fantástica sensación, llamó a Zoe para contarle su maravillosa experiencia y ella le dijo: “Masoquista, solito te has roto el hocico”, pero después también le dijo que si así había sido su primer vacilón, tenía buena onda para volar, y si así iban a ser todos sus viajes, entonces estaba hecho para seguir planeando el resto de su vida.

–No todos están preparados para tener viajes limpios, algunos se vuelven paranoicos, otros se rayan hasta el culo y otros simplemente vomitan. Debería autorizarse el uso del cannabis solo a los que pueden demostrar que no los "raya", lo mismo deben hacer con el trago. –Sentenció la muchacha.

Desde aquella “maldita hora en que esa perra lo metió en las drogas” se le acabó el lejano sueño de ser alguien en la vida y empezaron las pesadillas de sus padres, porque el muchacho se dedicó a tiempo completo a fumar esa porquería y hacer el amor todos los días con la "perra mostrenca". Todo con los sacrificados dineros de quienes tenían la obligación legal, social y moral de mantenerlo. A partir de ese momento la academia se convirtió en un lugar de encuentro con la noviecita y los otros fumones, y la casa de los ancianos, un lugar donde pasar las noches.

Las cosas estaban tan felizmente así, hasta que los primos cusqueños se encontraron con los ancianos, quienes les informaron que el chico no paraba en la casa, que apenas iba a dormir de lunes a jueves y que el resto de la semana ni siquiera se aparecía. Que a pesar de seguir siendo el muchacho cordial y saludador de siempre, había mudado su apariencia hasta tener la facha de los vagos de la Plaza de Armas. Esa noticia fue rápidamente trasmitida al pueblo y a los dos días los padres del estudiante se aparecieron por la Academia, donde les dijeron que el muchacho ya no asistía a las clases y que ellos le debían tres mensualidades completas.

–¡Pero cómo no nos dijeron nada! –Reclamó la madre. Si para eso nos han pedido el número de nuestro teléfono fijo y hasta el de nuestros celulares. –Acotó.

–Señora, a la universidad nacional para el programa de Ingeniería Civil van a postular más de 2,000 estudiantes venidos de todo el Perú, para tan solo 50 vacantes, de las cuales 15 ya están ocupadas por eso de los  primeros puestos,  los  discapacitados y las víctimas del  terrorismo; 15 están destinadas para la academia de la universidad y apenas 20 van a ser concursadas entre los estudiantes de esta y las otras academias, de modo que aquí preparamos a los que realmente quieren ser ingenieros civiles, pero seguramente debido a esta miseria de oportunidades, los mismos chicos poniéndose la mano al pecho con el objeto de no sacrificar a sus padres, deciden no asistir más a clases y largarse sin pagar nuestros servicios. –Explicó con tanta naturalidad que parecía que lo hacía todos los días y además les aclaró.. –Por eso nosotros no llamamos a los padres de familia; todo lo contrario, ellos se comunican con nosotros para conocer el avance de sus hijos.

Después llamaron infructuosamente al celular de Yeison, pero nadie contestó porque desde el otro lado de la línea una robótica vocecita repetía: “Este número no existe”. Así que se fueron al alojamiento del muchacho, donde los ancianos huéspedes le manifestaron su preocupación por su nueva facha pero sin quejarse de su conducta, porque Yeison seguía siendo incluso más amable y considerado con ellos, que hasta se llevaba su propia basura.

–No va a venir hasta pasada la media noche. –Les advirtió la anciana. –Mejor es que se vayan al centro, pues al parecer ese lugar es su nuevo paradero. –Les aconsejó.

–¿Podemos dejar el carro?

–¡Por supuesto, no hay ningún problema! –Contestó el hombre de la casa. 

Se fueron a la Plaza de Armas y ahí se quedaron sentados el resto de la mañana viendo pasar los carros, la gente, los turistas, las horas y los malos pensamientos, hasta que pasado el mediodía repararon en que habían viajado sin tomar desayuno y lo bueno que sería almorzar.

Desde el restaurante que tenía la única mesa disponible cerca a la puerta, la madre vio a su hijo sentado en la parte posterior de una motocicleta con el cabello crecido y vistiendo una ropa que jamás le habían comprado y exhibiendo una facha que solo había visto en las personas que le parecían despreciables. No dijo nada y tampoco comió casi nada. “Parece un drogadicto, pero menos mal que no es él”. ¡Cómo podría ser su Yeison! Lo que estaba pasando era que la cólera sumada a su preocupación no le dejaba ver bien, o que le hacía ver las cosas al  revés. ¿Pero era o no era?  ¡No  era!, definitivamente no era. “Pero menos mal que aún está vivo”, se dijo a manera de consuelo como previniendo cualquier cosa que haya podido salir mal, y para su mayor consuelo se decía: “Menos mal que no es mujercita”.

Volvieron a la Plaza de Armas y caminaron por sus inmediaciones hasta que se hizo de noche, y como el frio arreciaba se fueron a comer algo y regresaron al hospedaje de su hijo. Allí tomando un té conversaron con los ancianos sobre todo lo que había hecho Yeison, pero como apenas lo habían visto los últimos tres meses, casi nada había que decir, de modo que se pusieron a seguir toda la rutina de los dueños de casa, que no fue más que ver las telenovelas y noticieros de antes de las nueve de la noche. Después los ancianos se despidieron diciendo: “A esta hora nos vamos a la camita. Tenemos un duplicado de la chapa de su cuarto, por qué no pasan ahí para protegerse del frio. Seguro que Yeison ya estará por llegar”.

Cuando se acabó todo lo que había qué decirse. Cuando empezó el largo tiempo de todo lo que había que callar, y cuando ya estaban por dormirse echados sobre aquella estrecha cama, sintieron el sonido de la chapa y cómo la puerta abierta metió una ráfaga de frio dentro del cuarto. Cuando el padre prendió la tenue luz de la lámpara del velador, con los ojos todavía confundidos pensó que un fantasma se les había aparecido o que un ladrón los estaba sorprendiendo.

–¡Pa’! ¡Ma’! –Gritó, y saltó hacia el patio para esconderse entre las sombras, y sin más ni más, por la misma puerta de servicio con que llegaba a su cubil, se largó a la calle sin darles tiempo a decirle nada de nada. Ya afuera y a una cuadra de la casa buscó entre todos sus bolsillos el celular que tenía en la otra mano y llamó.

–¡Dime! –respondieron del otro lado.

–¡Zoe, mis viejos están metidos en mi cuarto!

–¡Qué chévere, será motivo para conocerlos! –Le dijo con la despreocupada voz de una niña ingenua.

–¡No! Seguramente mañana iremos a la academia y allí les van a decir que no me conocen y la cagada. ¿Puedo ir a dormir a tu casa?

–¡Eres huevón o te haces! ¿De qué mierda quieres escaparte? ¿De la verdad? ¿De la realidad? ¡No se puede pues papito! Diles ahorita mismo que no has ido a la academia y punto. Yo nunca les miento a mis viejos y desde siempre los he acostumbrado a saber quién soy y que quiero hacer con mi vida. O sea no los jodo y por eso ellos no me joden a mí, y porque además les he hecho saber que así soy  porque así me han parido y mi único delito es gustarme como mierda lo que quiero ser todos los días sin que nadie me este jodiendo como a una mascota.

–Pero si después de todo lo que les diga me llevan a mi pueblo. La cosa no es tan fácil.

–Es fácil pues won. Simplemente diles que ya no eres un chiquillo cagón, que te has hecho hombre y que quieres quedarte en el Cusco porque tienes otros proyectos para tu vida. Tu viejo seguramente te va a mandar a la mierda y te dirá que si quieres joderte que te jodas.

–Y si es así. ¿Yo que puedo hacer?

–¡Nada! Confía en tu vieja. Ella se encargará de seguir pagando el cuarto y tu combo hasta que yo pueda encontrarte una chamba facilona como la mía, ahorrar la plata y largarnos al Manu, alquilar una chacra y venderle ayahuasca a los gringos que nos van enviar el Chamo, Jean Paul, Richard y el Jürgen.

–¿Y el español también?

–¡Sí!, aunque tiene una pinta de sádico y perverso, como la de esos árabes que andan matando por todo el mundo, es efectivo a la hora de hacer el billete. A pesar de que creo que en su tierra ha sido un pirañita desde niño, tiene mundo el hijo de puta.

Con un "Vete a la mierda cojudo, yo tengo mucho que hacer en mi trabajo porque me han designado Gerente Subregional. ¡Haz de tu vida lo que quieras, engreídoymierda!”, se largó su padre de aquel lugar. Después de un rato salió su madre llorando a mares, no sin haberle dejado al hijo de sus entrañas todo el dinero que tenía en la cartera. Se subieron al carro y aun cuando se sentían cansados se devolvieron a su pueblo.

La noche siguiente, los viejecitos le dijeron que su madre había estado llamando todo el día, porque no conocía el número de su celular. Él les dijo que muchas gracias, y le recordó al anciano que al día siguiente tenían que engrasar la puerta de la cochera para que pudiera abrirse después de casi doce años.

–¡Aló mamá!, este es mi nuevo celular, porque me robaron el que me compraste. Llámame porque no tengo crédito.

Y allí, sin decirse nada, se echaron a llorar los dos. Después, "no te preocupes mamita aquí en el Cusco hay muchas oportunidades para aspirar a otros oficios que dan más dinero que una profesión". Que no por gusto es la Capital Arqueológica de América y que Machupicchu es una de las nuevas siete maravillas del mundo, así que solo se necesita aprender inglés para que el mundo se te abra como una flor. Y ella, que bueno papito, que no tenías por qué estudiar Ingeniería Civil solo porque tu padre quería; que en la vida uno tiene que seguir lo que le gusta y si te gusta turismo entonces postula a turismo. Turismo no mamá, sino los negocios del turismo. ¿Cómo te explico?. ¿Negocios? preguntó ella y al responderle que sí, le dijo que había salido igualito a su abuelo que fue uno de los mejores negociantes del pueblo, por no decirle el mejor de los mercachifles. No te preocupes mamita, algún día voy a ser millonario y te voy a sacar de ese pueblo cagón y arrancarte de las garras de ese tacaño abusivo. Y ella, que no es cristiano que hables así de tu padre. "Te voy a enviar 500 soles por la Agencia "Breve" con eso te abres una Cuenta de Ahorros en el Banco Andino, me dictas el número por teléfono para enviarte la mensualidad que necesitas para pagar tu cuarto, tu pensión y para la academia de inglés". Y que se portara bien con los viejitos, se cortara el pelo, mejorara su modo de vestir, pero sobretodo que se mantuviera lejos de las malas compañías, que se comunique cada día, y que Dios lo bendiga.

¿Qué hizo y qué dejó de hacer? Bueno, lo que hacen todos los que andan metidos en el fumo a tiempo completo. “Una y mil pichuladas”. Mudarse de cuarto cada mes, dejar de comer para alimentar el vicio, chupar tragos baratos, trasnocharse, meterle huevo como loco a la insaciable Zoe, soñar despierto y hablar cojudez y media de todo y de todos los que llevan una vida normal, convencido de que los que andan intoxicados se saben todo lo que está escrito en los libros, lo que cuentan las noticias y todo lo que aún no está dicho, ni escrito; y que sólo a ellos les pasa cosas alucinantes y extraordinarias que la gente común y corriente ni siquiera se imagina.

Mientras en el pueblo los esposos Prado–Huallanca, no dejaban de echarse mutuamente la culpa por todo lo que les estaba pasando. Aunque en realidad a ellos nada les estaba pasando, porque cada quien seguía su rutina laboral, cada uno  seguía ganando el dinero que le correspondía y como esposos que eran seguían viviendo en la misma casa, haciendo lo que tenían que hacer todos los días, aunque esta vez su quehacer estaba dedicado a hacerse imposible sus vidas, sin preocuparse en absoluto del hijo medio chiflado, bastante malcriado y muy desubicado, que andaba metido a tiempo completo en eso de “Sexo, drogas y rock & roll”?, y al que debían auxiliar llevándolo a un especialista que pudiera más o menos repararlo, pero no. Resultaba más barato y consolador andar echándose la culpa mutuamente.

–¡Tacaño, abusivo, maricón!”.

–¡Calla cholita huevona! Gracias a tu apañamiento ese vago de mierda está haciendo lo que le da la gana y mientras le sigas enviando dinero, más cagado va a estar ese concha su madre. ¡De dónde me sales  con  eso  de maricón,  indiaymierda! Será  porque  yo  he sido  el  único  huevón  que  acabó casándose contigo solo por haberte cachado! ¡Pendejaymierda!”.

–¡Ah carajo! Ahora te crees de otro lote y hasta vivo. ¡Cutrero de mierda! Crees que yo no sé qué esa Subgerencia Regional de la que te crees su jefe sin serlo, se ha convertido en una cueva de ladrones donde tú y la rata de tu jefe se están llenando de plata con el cuento de los títulos de propiedad. Y mientras el otro se está convirtiendo en empresario, tú te estás gastando el producto de esos robos con esa pendejita que te han puesto de secretaria. ¡No me provoques baboso porque sabes de lo que soy capaz!

–¡Calla indiaymierda! No sabes ni lo que hablas. Ahí está pues el producto de tu mala crianza. Tú crees que los hijos son como las ovejas engreídas que se crían en tu ayllu, para que después de darle tanto cariño meterle cuchillo y comértelas igual que a las demás. Un hijo es un ser humano al que se debe criar como a un hombre, con reglas, con moral, con valores y con un quehacer.

–¡Abusivo, maricón abusivo! ¡Te voy a denunciar a la fiscalía por violencia familiar.

–¡Denúnciame a donde quieras indiaymierda! Mejor porque no creas tu propia ONG de maltratadas y de paso que te quejas ganas plata como todos esos huevones que viven de esos negocio. ¡Solo tú sabes los problemas que tienes en la cabeza! Contigo nadie puede vivir en paz porque te llenas el hocico con un montón de cojudeces que ni siquiera tú misma entiendes y así quieres hacerle creer al primer huevón que encuentras, que eres algo más de lo que en  realidad  eres.  ¡Cholita acomplejada!

Después de esas agrias discusiones, dejaba unos cuántos billetes para el Yeison, porque sabía que solo plata y más plata podía calmarla, hasta incluso esperanzarla de que a esa casa podían volver los buenos tiempos, y también para que si algo pasara le pudiera decir que había tenido que meterse en las malandanzas de su jefe, solo porque su hijo con el consentimiento de su madre, se había vuelto un drogadicto, hambriento de dinero ajeno, y de paso también para que lo dejara vacilar  a su gusto con la culisuelta de su secretaria que sabía moverse más que una culebra descabezada.

La única satisfacción que le quedó a ella de esas brutales peleas es que pudo reunir el “capitalito” que le pidió el hijo de sus entrañas, para iniciar sus negocios en el área del turismo internacional y que sin que ella jamás lo supiera, consistía en ir y venir de un paraje del Manu con galoneras y galoneras de ayahuasca que preparaba un chamán bamba, pero conocedor de una buena receta, que andaba metido en problemas judiciales en Lima por ser miembro de una banda de narcotraficantes y que por eso necesitaba de cualquier cantidad de dinero para los abogados, la fiscalía y los tinterillos del poder judicial. Y que después de resolver ese problema, les podría vender su chacra y enseñarles a preparar el más poderoso brebaje, porque él tenía que irse a vivir a Lima, donde lo estaban esperando un montón de clientes millonarios que querían hacerse “una limpia” para mejorar su salud y su suerte.

Pasado cinco meses, la ayahuasca del chaman Gilberto se vendía por todo el valle sagrado de los incas a través de varias empresas de turismo que ofrecían por internet a todo el mundo:

“PACHAMAMA TRAVEL S.A.C., LE OFRECE EL INGRESO A UN MUNDO SUPERIOR Y A UNA DIMENSIÓN DIFERENTE Y MARAVILLOSA, DONDE PODRÁ SER ASIMILADO POR EL PODER ESPIRITUAL DE LA AYAHUASCA PARA CURAR SUS MALES Y SENSIBILIZAR SU ALMA Y SU CUERPO. DURANTE NUESTRAS SESIONES USTED VERÁ POR SÍ MISMO EL ESTADO DE  SU SALUD, DE  SU  TRABAJO  Y EL MODO  CÓMO DEBE DESARROLLAR SUS PLANES DE NEGOCIOS Y DE VIDA, TODO ELLO VINCULADO DIRECTAMENTE CON LA SANTA TIERRA (PACHAMAMA). NUESTROS MAESTROS SON LOS MEJORES Y MÁS AUTÉNTICOS CHAMANES DE LA AMAZONIA. ELLOS EN CONEXIÓN CON LOS DIOSES Y LA NATURALEZA LO GUIARÁN POR LA SENDA QUE HAN RECORRIDO NUESTROS ESPÍRITUS A TRAVÉS DE LA ETERNIDAD DE SUS EXISTENCIAS”.

El dinero no tardó en acumularse y por eso los sueños mejoraron. Comprarle la chacra al ayahuasquero  Gilberto  y  construir  un  lodge  con  un  salón  del  misterio  para  las  sesiones  de ayahuasca, que bajo la conducción de un sabio chamán nativo, y cubiertos por el techo verde de la inmensa y enigmática selva amazónica, le ayude a los turistas a curar sus taras, su adicción al alcohol, las drogas y todo el resto de sus males.

El español Tarik era el que más contribuía al crecimiento del negocio y por supuesto el que mejor ganaba, porque los demás, lejos de volverse ricos, se habían metido en los viajes sin fin de la ayahuasca, hasta creer que ya no eran los mismos gringos que alguna vez llegaron al Perú con ansias de aventura, sino aquellos seres celestiales que paseaban dentro del alma de esa planta maestra. Y para entender mejor la profundidad de esos misterios, estaban aprendiendo a hablar machiguenga, a fin de que la soga del alma se vaya estirando más y más hasta alcanzar los cielos que les había ofrecido el espíritu sagrado que habita dentro de todos los seres vivientes, desde una ameba, todas las plantas, pasando por el hombre cósmico hasta llegar a entenderse con los habitantes de otras galaxias.

Una noche de aquellas, cuando el músculo turístico descansaba y ellos también debían descansar de tanto viaje en moto, de acá para allá  y de allá para acá haciendo el delivery del brebaje. Tarik sacó de uno de sus bolsillos una bolsita plástica con cierre zipper que contenía unos cincuenta gramos de cocaína, y sin ninguna advertencia, con la esquina de un billete nuevo se metió un par de tiros por ambas fosas nasales y del modo más natural le alcanzó la bolsa a Yeison que se mostró muy indeciso a probarla, hasta que Zoe tomó el paquete, “solo para probar la calidad” y como era buena para una ñata también se la metió por la otra, y como era buena para los dos Yeison también hizo esa fácil operación, después vino un trago de pisco y así de esnifada en esnifada se acabó la dulce botellita de aguardiente.

En esa parte de la reunión, Tarik les dijo que para mejorar la rica coca se tomaría un vaso de ayahuasca. Cuando ellos le dijeron: “¡Estás loco!”. Él les preguntó si alguna vez habían mesclado la coca con el ayahuasca, y ellos que nunca porque “una es naturaleza y la otra laboratorio”, a lo que les respondió que las dos eran plantas maestras de la amazonia y además ambas eran peruanas, y agregó: “No saben el viaje más que astral que se pierden” y después de guardar su bolsa de cocaína, tomó una de las galoneras y se sirvió todo su contenido que alcanzó a ser casi vaso y luego se acomodó para despegarse de este pequeño y absurdo mundo.

Como el español se durmió con la coca metida entre sus huevos y se había acabado el rico trago, se armaron un “burrazo”, porque en la selva habían comprado seis enormes plantas a 25 soles cada una. Ya con el baticéfalo adentro se animaron a tomar un poco de ayahuasca para saber cómo era el viaje, y si era tan bueno como dijo el que yacía plácidamente recostado, podrían ofrecerla a la exclusiva clientela que les caería en su lodge de la selva.

De los informes policiales se desprende, que luego que la pareja se quedó dormida, Tarik despertó porque nunca había tomado ni una sola gota de ayahuasca, sino que eran las sobras de una chicha de jora que tenía guardada en esa galonera. Después le hizo todo lo que quiso a la inconsciente Zoe y como era un pervertido, para hacerle saber a Yeison que no era ningún maldito bereber como el andaba bromeando, se lo violó a su regalada gana, no solo para hacerle daño, sino porque eso le gustaba.

Y no contento con eso al atardecer se llevó a la Zoe al cementerio de la comunidad vecina para violarla otra vez en ese camposanto, porque así le gustaba supremamente al degenerado. Pero cuando estaba buscando un lugar para hacer su maldad, de un montículo de tierra salieron unos campesinos borrachos que estaban queriendo acabar todo el trago que había sobrado del entierro de un familiar. Como la pinta del degenerado era igualita a la de un ñacacho, a pedrada limpia lo dominaron y por poco lo matan. Cuando vieron el bulto que con mucho esfuerzo cargada el  pervertido, era  una muchacha completamente calata.  Después  de  golpearlo, lo amarraron y se los llevaron, a ella a la Posta Médica. A él lo entregaron a la policía de la carretera, que inmediatamente le quitó todo su dinero, su reloj, su celular y su bolsa de cocaína. Después de esposarlo lo llevaron a la Posta Médica para ver a la muchacha y de allí a la comisaría.

Se sabe que cuando el jijuna ya estaba a punto de arreglar su cagada con el comisario, alguien le advirtió que la Zoe era sobrina de un jefazo del cuerpo y ahí nomás se acabó la suerte del maldito. El coronel Moncada se encargó de averiguar que el perverso tenía la visa vencida y además una notificación roja de la Interpol por haber violado y asesinado en un cementerio a dos chiquillos en una isla que se llama Menorca que está en algún lugar del mar mediterráneo. Y de paso le endilgaron la muerte de una muchacha que se suicidó en ese mismo cementerio, porque en su carta de despedida había escrito que se quitaba la vida porque estaba sucia y envilecida por culpa de un maldito.

Lo triste de este asunto fue que cuando un policía paisano de Yeison para su mala suerte era su paisano que estaba metido dentro de la investigación, se enteró que la víctima varón era hijo del Subgerente Regional que se negó a darle trabajo a su hermana a pesar que ella le había dado todo lo que le pidió hizo correr esa noticia que como reguero de pólvora se difundió por el pueblo, pero no como que Yeison había sido violado bajo los efectos del clorhidrato de cocaína, tetrahidrocannabinol y la dimetiltriptamina, sino que era "un cabro de mierda que había mandado a la concha de su madre a su propio padre" y que le sangraba toda la plata que quería a sus padres, porque sabía que su progenitor estaba robando a lo grande en el Gobierno Regional.

Después de ese incidente, el tío tombo de la Zoe, revolver en mano, lo sacó del Cusco diciéndole que todo el costal de marihuana que hallaron en su cuarto era de él solito. Que junto al español habían secuestrado a su sobrina para violarla, porque los dos eran unos maricones sádicos y que si lo veía si quiera un minuto más por la ciudad, lo incluiría en el atestado policial del español y los enviaría juntos a Quencoro, para que el “Satán” que fue el alias que la policía le montó al depravado, se lo viole todas las noches y lo venda como maricón insaciable a los demás presos.

Así fue cómo el niño volvió a casa. Después del examen de admisión se matriculó en la Escuela Académico Profesional de Turismo, Hotelería y Gastronomía de la universidad particular del pueblo, para ser lo que no le interesa. Mientras tanto se viste bonito y de marca, se enamora de un culito simpático y medio loquita, se regala a las demás hembritas para decir que no es ningún maricón, pero no deja para nada el troncho y por eso anda con todos los fumones de la comarca, o sea la gente chévere pues.

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–Pero franquito, solo para nosotros, ¿cómo es que te ha pirobeado ese loco? ¿Tan pasado de vueltas estabas? –Suplicó el motero.

–¡Chismosos de mierda para eso les invito un troncho!

–Solo para saber nomás pues huevón. Para aprender a cuidarme.

–A ti quién mierda te va a culear baboso , si eres más feo que una caca, en cambio a este pasñahuya sí que se lo han culeado, sino de dónde ha salido la noticia. –Comentó el Brayan riéndose.

–¡Calla concha tu madre, a mí nadie me ha culeado jamás! ¡Déjate de hablar huevadas, baboso de mierda!

–¡Que tienes hijo de puta! ¿Por qué me mentas la madre?

Y ahí nomás se armó una bronca de la gran flauta que el motero no pudo sofocar, hasta que el Brayan cayó al suelo con la cabeza rota por una pesada botella de champan que andaba por ahí a medio vaciar desde el año nuevo.

–¡Lo mataste cabroymierda! –Grito el pacificador al tiempo que puso los pies en polvorosa, para llamar a su pata tombo y se llevara al cabroymierda, pero sin involucrarlo a él para nada.

 

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