sábado, 18 de abril de 2020

EL VICEMINISTRO

DEL ANECDOTARIO ABANQUINO
(Narraciones de la Zona de Emergencia)

Subió pues, y tan arriba como anhelaba. Hizo todo lo posible y lo imposible y lo logró. A unos se los tomó con un vaso de cerveza, a otros se los comió con un plato de chicharrones y a los demás simplemente los compró por unas cuántas monedas. Muy rápidamente aprendió a servir para ganar. Sirvió de todos los modos que exige la servidumbre, de quien quiere llegar a la cima sobre los hombros de los que lo desprecian. Ganó el gesto de éste, la lengua de aquel y con un poco de los modos de todos, acabó siendo don Antonio.

Qué lejos quedó aquel Antonino. Hombre de paz, buen campesino. Más atrás quedó el fogón cuyero, el eucalipto que daba sombra a la casa peñascal y el manso rebaño comunal. Muy rápido pasó el orden de las cosas que cambian frente a nuestros ojos. Muy rápido llegó hasta esas alturas desde donde se cae. Muy rápido.

–Yo soy hijo de las mismas entrañas de esta bendita tierra y por tanto hecho para el trabajo. No tengo estudios, porque soy de humilde cuna, pero eso no quiere decir que sea un ignorante. –Le decía a los periodistas que se habían reunido con motivo del almuerzo-trabajo convocado en el Club de la Sociedad, que tenía todas las trazas de un banquete, porque además de la opípara comida, abundaban los licores y la cerveza.

–Yo soy honrado y leal. –Trataba de convencerlos a pesar que todos conocían que había viajado a la ciudad capital de las ambiciones burocráticas en comisión partidaria, pero lejos de hacer lo que se le había encargado, regresó trayendo como única información de su gestión, su designación como Presidente del Comité de Obras Públicas de Atunrumi (COPATUN).

Y como nadie le preguntó algo más, siguió hablando. –Señores mi designación como primera autoridad administrativa del departamento consta en la Resolución Suprema firmada por el Ministro del Ramo y rubricada nada menos que por el propio Presidente de la República y cuya copia pueden pedírsela al Secretario General del COPATUN aquí presente.

Y luego, con aires de gran importancia, se puso a contar las peripecias y anécdotas que abundan cuando se hacen trámites en Lima: "Si no tienes plata, no sale nada porque los limeños tienen metido en la cabeza que los provincianos que andamos detrás de algún trámite, somos unos ricachones dispuestos a gastar nuestros dineros con ellos. Lo bueno es que cuando te rajas sin ser tacaño, te cumplen, pero para asegurar su lealtad en ulteriores gestiones, de cuando en cuando hay que hacerles una encomienda con los productos propios de la región. Imagínense que no ha faltado alguien que me ha pedido que le envíe un pequeño girito para atender la salud de su madre. ¡Lima es bravo!". Aprovechando que los periodistas solo callan cuando comen y beben, y como la comida y la bebida era abundante, aquella audiencia era enteramente suya.

Que humilde resultaba un trono real cuando se le veía sentado en aquel sillón pulman giratorio y reclinado con pata de gallo cromada. Debió de serle cómodo de verdad, pero no tanto como el honor, orgullo y gobierno que otorga la Presidencia del COPATUN, que tiene rango de Viceministro de Estado.

–¿Quién es Antonio Suárez Pillaca? –Le preguntó un oficioso periodista que al parecer ya no tenía estómago, buche, ni molleja para tanta comida, imitando a los reporteros analistas de la televisión.

–Un servidor –contestó el presidente. –Un hombre hecho al fragor de las fuerzas telúricas que sacuden y vivifican estos andes y que confía que todos los atunruminos han de cumplir con su deber patriótico de apoyar al régimen que encabeza nuestro joven y visionario líder.

–¿Qué obras piensa ejecutar durante su gestión? –Preguntó otro, mientras clavaba sus gigantescos caninos en el exquisito pedacito de carne que se escondía en la hendidura de un hueso.

–Hay mucho que hacer. He dado instrucciones a mis técnicos, para que desvíen la carretera hacia el Cusco a la altura del kilómetro 48, de modo que esta en vez de pasar por Riobamba pasará por Antaccocha. Si bien a de prolongarse en unos kilómetros más, permitirá que los mejores pilotos desarrollen velocidades de hasta 100 kilómetros por hora. ¿Se imagina Ud. a qué velocidad pasarán los bólidos de los "Caminos del Inca"? –Respondió con tono de primicia y aires de inteligencia.

No fue el mejor piloto de esa carretera, porque apenas tomó la curva en ese desvió y desvarío, desde Lima le obligaron a desistirse de ese y otros chiflados propósitos más, que ya habían costado dos años de pre-estudios y pre-proyectos, advirtiéndole además que su Despacho no estaba facultado para modificar el trazo original del Ministerio de Transportes. De otro lado se le aclaraba que esas ocurrencias y otras megalomanías, solo estaban reservadas al mismísimo Presidente de la República. Sin embargo el  presidente del COPATUN siguió insistiendo en ese pueril juego de proponer, como si estuviera en campaña electoral, una andanada de megaproyectos y varias obras fantásticas con el vivo deseo de pasar a la historia como el más grande visionario de Atunrumi, sin darse cuenta que esas necedades le estaban restando credibilidad  en los ministerios del nivel central y en los decisorios centros burocráticos limeños, desde donde se ejerce el poder real en el Perú, y donde ya se escuchaba decir de él: “¡Qué espeso es ese serrano!”.

–¿Qué medidas ha de tomar para implementar la moralización que impulsa el Gobierno Central? –Preguntó otro con la boca llena de comida, pero con la sorprendente capacidad para hablar y engullir al mismo tiempo.

–La confianza que me ha extendido el excelentísimo señor Presidente Constitucional de la República y a la que no he de defraudar aún a costa de ganarme enemigos, ha sido precisamente para moralizar. Dentro de muy poco tendrán ustedes grandes noticias sobre este delicado asunto. –Contestó con cara de verdugo al comunicador que apuraba un vaso de cerveza cepillado y al seco y volteado.

Y sin que la mano le temblara, así lo hizo. Moralizó al Jefe de aquí y al Director de allá, al encargado de esto y al responsable de aquello, colocando en sus cargos a todos los compañeros y por supuesto a sus ayayeros, que según dio cuenta, eran gente pobre pero honrada. Si bien con algunas limitaciones para el cargo, pero sí ansiosa de aprender y aprovechar las oportunidades democráticas del régimen. Ahora ya no hay duda que aprendieron más de la cuenta,  y aunque juren y perjuren ante jueces y tribunales, afirmando que todos los manejos presupuestarios se hicieron por orden del Presidente Antonio Suarez Pillaca, a través del mecanismo de hacerles firmar papeles en blanco, tendrán que seguir durmiendo en la cárcel y seguir gastando en las coimas y otras ventajas que desde el Poder Judicial se exige a los "reos en cárcel", los pocos dinerillos que en sus efímeros cargos habían "sudado".

–¿Qué va hacer usted, para disminuir la burocracia? –Preguntó otro como desafiándolo a equivocarse.

–En este punto apelaré a la meritocracia y al justo merecimiento. Con esta medida voy a disminuir a gran parte del personal excedente; después reubicaré a la otra en las diferentes provincias y distritos carentes de servicios públicos.

Y desburocratizó, haciendo nombrar y reasignar a todos sus hermanos, cuñados y demás allegados en plazas de carrera y de confianza, para los cuales no reunían ni los más mínimos requisitos, sin mediar concurso ni que ocho cuartos. Aquellos que quedaban fuera de su reino acabarían en el infierno de los envidiosos o en la cárcel por delincuentes subversivos: "Ningún terruco asesino me asusta", decía cuando quería desacreditar a las víctimas de sus atropellos. “Y menos aún las putas engreídas”, cuando se trataba de mujeres.

–Señor Presidente, qué se va hacer desde su Despacho para combatir la subversión? –Preguntó alguno de los periodistas y cuando se dio cuenta que había metido la pata con esta delicada pregunta, se zambulló en su plato sin esperar respuesta.

–En primer lugar señor periodista, le deseo muy buen provecho, sin que eso quiera decir que no le voy a contestar a su pregunta. Ud. conoce que desde mi Despacho no se puede combatir la violencia terrorista, porque eso es el supremo deber de las fuerzas armadas. Lo que si vamos a implementar es una política agresiva para desarticular a esos traidores y malnacidos que aprovechando las garantías ciudadanas y políticas que la Constitución y otras leyes amparan a todos los peruanos, andan metidos en esos nidos de terrucos que se llaman Organizaciones No Gubernamentales y desde allí se están infiltrando dentro del campesinado, la universidad y los institutos de educación superior organizando talleres, cursos, fórums, seminarios, charlas, eventos de capacitación, etc., para inculcarles a través de un lenguaje sibilino una ideología que se ha inventado en el extranjero y desde donde reciben millones y millones de dólares para realizar sus traidoras acciones. A esos hay que aniquilarlos sin ninguna contemplación si no queremos que desaparezca la peruanidad con todos los peruanos. –Contestó con la satisfacción de haber hecho conocer a toda la reunión que así como conocía los problemas de la realidad nacional también conocía el acontecer de la actualidad internacional. 

–¿Señor Presidente, cómo ha de implementarse el programa de austeridad en el gasto público? –Preguntó otro con cara de tacaño, al tiempo que se limpiaba la boca con un sucio y mocoso pañuelo.

–¿Se refiere a que no hay que gastar más de la cuenta? –Indagó algo confundido y prosiguió después de haber recibido el asentimiento del comensal que volvía ávidamente a su plato. –Se hará exactamente lo que disponen las normas legales vigentes sobre la materia, haciendo el gasto donde las necesidades de ésta Zona de Emergencia deprimida por el hambre y la miseria, así lo ordenen.

Y ordenó mucho más de la cuenta. Viajó a todas las capitales de los departamentos de donde recibía un oficio múltiple invitándolo a éste u otro evento, aunque se tratara del entierro de la suegra del colega anfitrión. Rebautizó a todos los mártires del santoral en las personas de sus ahijados, los nuevos hijos de sus más compadres que nunca, porque también hizo casar a los casaderos, convirtiendo el agua en vino, que como el agua, nada le costaba.

Al término de ésta "prueba de fuego", el almuerzo de trabajo acabó cerca de las diez de la noche, no porque haya llegado a su fin la extenuante jornada, sino que había llegado el maldito toque de queda que acababa con todo. Al salir el Presidente se acercó al periodista con cara de tacaño y le expresó su preocupación por la poca seguridad con que había contestado a su pregunta. Este lo calmó asegurándole que así también se contestaba y que no todo debía ser perfecto, sino se podía notar que la conferencia de prensa había sido previamente ensayada. “Pero lo que más me sorprendió fue lo que usted acertadamente dijo: “pero para asegurar su lealtad en ulteriores gestiones”. Esos términos no los usa cualquiera señor Presidente”

–¿Hasta mañana don Antonio! -Se despidió al escape. –Mañana escuchará por la radio cómo yo arreglo cualquier imperfección con la introducción que escribiré más tarde. ¡Gracias por todo!

¡Qué no había pasado! ¡Pasó de todo! Entró con el furor exhibicionista de los mayordomos y cargontes de las fiestas patronales de los pueblos comuneros. Ordenó 50,000 cosas a la vez, entre las que se destaca hasta ahora, una que por ser materia de un interminable proceso judicial, no se olvida.

Ordenó que la Oficina de Administración le proveyera semanalmente una considerable cantidad de dinero para sus gastos de representación y por supuesto un empleado a dedicación exclusiva, para que rindiera cuenta de esos gastos abusivos. Ese hombre de su confianza compró todos los talonarios de facturas que tenían las tres librerías del lugar y acabó convirtiéndose en un falsificador profesional, porque hasta logró imitarle su firma para hacerse pagar algunas pequeñas cuentas para sus bolsillos.

Otra de sus bellacas majaderías fue aquella orden que cursó a la Mesa de Partes para que se rechacen todas las solicitudes que no consignaran en la parte superior de la petición y con letras mayúsculas: EXCELENTISIMO SEÑOR ANTONIO SUAREZ PILLACA. PRESIDENTE DEL COMITE DE OBRAS PUBLICAS DE ATUNRUMI. "¡Carajo, sino para qué mierda tiene mi cargo rango de Viceministro de Estado!", y ni huevón: "¡Que me hagan 10,000 tarjetas, papel y sobres con las mismas letras!".

Casi todas sus decisiones violaban la legalidad administrativa  y no pocas constituían la flagrante comisión de varios delitos contra la administración publica y el patrimonio. Muchos documentos fueron a parar al pie de su escritorio, porque según él, los necesitaba para "estudiarlos". Con esta manía hizo grandes favores y graves perjuicios. Al cabo de algún tiempo comenzó a lamentarse a través del "valiente y objetivo" periodismo local, que dentro del COPATUN se habían concertado fuerzas extrañas y malignas manipuladas por la subversión con el único propósito de boicotear su deseo permanente de transformar la miseria de este olvidado departamento.

–Que no puedo hacer eso, porque dicen que es ilegal, ¿entonces para que soy el Presidente? ¡Señorita secretaria, inmediatamente prepáreme un memorándum de cese para el administrador, el inspector y el tesorero y en sus lugares que se designen a los señores Zarate, Calderón y Pacheco, éstos no serán conocedores de esos pequeños puestos, pero tienen gran vocación de servicio y muchas ganas de hacer algo por esta bendita tierra. –Así fue combatiendo a brazo partido a esas fuerzas extrañas hasta que su chofer acabó siendo inspector; un secretario de juzgado, su asesor legal; administrador el conserje y un vecino suyo, tesorero.

–¡Dígale a esa sarta de delincuentes terroristas que no los voy a atender! ¡Que tengo una comunicación urgente con el mismísimo señor Presidente Constitucional de la República, a quien deberé instruir sobre la realidad de ésta parte del Perú! Si voy a ocuparme en atender a todos los extremistas que vengan, ¿a qué hora voy a trabajar? ¡El tiempo es oro! –Así evitaba las reuniones que le pedían los representantes de las organizaciones populares, asociaciones, comunidades, etc.

A veces disponía que pasaran a su Despacho las personas que él indicaba que vendrían. Conversaba animadamente y ordenaba a su adjunto que anotara el día, hora y lugar del banquete. En esas reuniones ofrecía el oro y el moro, jurando su promesa por la santa cruz de su madre, la gloria del partido y el honor del Presidente Constitucional de la República. Dicen que en una de esas comilonas llegó a ofrecer a una comunidad quechua hablante, ubicada a más de 4,000 metros de altura que no conocía la electricidad, la sana distracción de la televisión, y para que no existan envidias a la comunidad vecina 150 cabezas de ganado cebuino. Luego de su discurso tomaba y comía como un condenado y bailando alegremente gritaba a voz en cuello: "¡Arriba los corazones!", "¡Ama waccaspalla!".

¡Ay!, pero en el Comité Departamental del Partido, donde empiezan todos los males, los propios y los ajenos, se fueron cocinando las habas hasta el extremo de comisionar a Lima al compañero consecuente y combativo para presentar una denuncia ante el Secretario General Nacional con la firma del Prefecto, del Jefe del Comando Político Militar, del Presidente de la Corte Superior de Justicia, del Fiscal Superior y de todos los ciudadanos que tienen sellos e interés en servir al partido político que gobierna, expresándole los agravios que a diario infligía a los más leales partidarios; quienes habían sido ignorados por el Presidente del COPATUN, para nombrar en su lugar a elementos ajenos al partido y vinculados a las más aristocráticas familias del departamento, es decir, a lo más putrefacto de la reacción criolla.

No sólo eso, sino que el denunciado había ordenado que solamente provean bienes y servicios al COPATUN las familias Ochoa, Romero, Campos y Pando en perjuicio de los compañeros Torres, Pérez y Cabas. Todo esto sin prestar la debida atención al anhelado proyecto de construcción de la fábrica de aguardiente envasado que beneficiaría a los agricultores del valle y olvidándose de la inmensa falta que hace la construcción del Centro Turístico de  Tawaccocha, que es mejor sitio que Antibamba, donde el presidente tiene pensado iniciar esta obra por estar en los terrenos de su suegro; y así, toda una retahíla de quejas por el estilo.

Como a los dos meses de haber recibido el encargo de viajar a la capital de la República se apareció el comisionado exhibiendo una descomunal sonrisa de mazorca que hacía juego con su airado pecho, donde latía un corazón satisfecho, casi loco.

–Señor periodista –comunicó el comisionado. –Adjunto a mi persona he traído de la ciudad capital de la República mi designación como Presidente del Comité de Obras Públicas de Atunrumi, hecho que se ha producido después de mi fructífera entrevista con el compañero Presidente del Perú.

Luego presentó a las más de 40 personas que lo acompañaban, señalando que ese era su equipo de trabajo, integrado por los más selectos y leales militantes del partido del pueblo.

No hubo ceremonia con despilfarro de dinero público, ni los botarates almuerzos de trabajo. No era necesario porque el periodista con cara de tacaño era parte del equipo y eso era más que suficiente, además muchas voces hacen ruido. La mañana del día siguiente a su proclamación pública, el nuevo equipo se presentó en las oficinas del  COPATUN; allí recibieron el tímido y agachado saludo de todos los trabajadores que contrastó grandemente con la infraterna actitud del presidente cesado, quien se negó a recibirlos y menos aún a entregarles el cargo, porque el supuesto nombramiento que le hicieron llegar en fotocopia, no había sido publicado en el Diario Oficial "El Peruano" y por lo tanto no tenía ningún valor legal el papelucho que le mostraban. “¡Me importa un carajo que vengan a amenazarme con denunciarme por usurpación de autoridad!”.  

Después de diez días se aparecieron con una fotocopia de un recorte del periódico oficial. A éste nuevo emplazamiento, contestó que no podía entregar el cargo hasta tanto el malnacido que funge de Presidente del Perú, le diera alguna explicación, toda vez que él jamás había renunciado a la Presidencia del COPATUN, como para que el pichón se diera la libertad de señalar en esa resolución que se "aceptaba su renuncia"; que está bien que sea el Jefe del Estado, pero eso no le daba ningún derecho a expresar negativamente la voluntad de otros, y menos aún la de él, que había contribuido con sus dineros y desvelos a su elección. Finalmente dijo que era de la generación de los fundadores, de los mártires y los perseguidos del partido, aun cuando todos conocían que su militancia, como la de todos los que se benefician con los logros de la política,  no tenía ni tres años de antigüedad.

Sólo cuando se percató que el Coronel de la Policía había ordenado retirarle la custodia que resguardaba su casa se asustó grandemente y se marchó recogiendo su cama, su radio-casete-televisor portátil, sus sellos de post firma y las miles de tarjetas y papeles impresos con su nombre, para que no lo usaran aprovechando su buen nombre y la valía de su persona, un atado con toda su ropa envuelta en la bandera del COPATUN, su bacinica y otros trastos más, y salió con la cara de quien pierde todo por la culpa de un huayco. En la puerta insultó a su reemplazante. Le dijo de todo. Le gritó: "¡traidor!" y el traidor le contestó: "¡Acaso tú nomás tenías derecho!"

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–Señor Suarez, qué sensación le produce el haber sido relevado del cargo de Presidente del COPATUN? –se escuchó que le preguntaba por la radio el periodista de su equipo.

–Una sensación de alivio– contestó con fingida indiferencia. –Mire Ud. señor periodista, los altos cargos públicos son sacrificios que se le piden a las personas desinteresadas y con vocación de servicio a la sociedad. Por mi parte y a petición de mi señora esposa y mis hijos quienes se han sentido abandonados por mi dedicación exclusiva a los deberes de esa presidencia, no he tenido otra alternativa que presentar mi renuncia irrevocable a esa obligación, tal como consta en la resolución de nombramiento de mí no menos brillante sucesor, mejor amigo e insuperable compañero, gracias al cual se han escrito las mejores páginas de la historia del partido en Atunrumi. –Le hizo estos halagos y otros mayores comedimientos más, hasta el día en que cesó su reemplazante, para que no fuera a denunciarlo por todos los delitos que había cometido durante su gestión, aunque luego lo siguió llamando “el traidor”.

–¿Eso quiere decir que ha renunciado a sus aspiraciones políticas? 

–¡De ninguna manera! Cómo me voy a sustraerme al clamor de las masas que están reclamando por calles y plazas para que inscriba mi candidatura para ser diputado de Atunrumi en las elecciones generales que se avecinan.

–Pasando a otro tema. ¿Por qué se le acusa de haber administrado el Comité como si se tratara de su hacienda? –Preguntó el periodista con tono inquisidor.

–Señor periodista, tal como me ve estoy con la conciencia limpia y la frente alta. Si alguien dice que he manejado el Comité como mi hacienda, tengo la obligación de hacerle saber que los hacendados han sido los mejores administradores de la riqueza de éste país, sino señáleme otros.

Mientras decía esta y otras mentiras más, "el compañero traidor" se limitaba a cambiar a todos los funcionarios, pero de ningún modo a los proveedores porque esos mañosos ya sabían cuál era su "precio", sino qué gracia tenía eso de andar metido en la política, tanto más cuando ni el Presidente de la República, ni el Jefe del Comando Político Militar, ni el propio partido del pueblo podían borrarlo de la lista negra de los subversivos, ni mucho menos del malvado quehacer de los jueces, fiscales y abogados que más adelante se encargarán de exprimirle hasta el último céntimo con los miles de escritos, proveídos, autos y resoluciones  con que se aniquila el alma y la fortuna de los ex presidentes del COPATUN, que por las huevas tiene rango de Viceministro de Estado.






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