martes, 20 de marzo de 2018

EL CARNAVAL ABANQUINO (11)

EL VESTIDO DE LA MUJER ABANQUINA


El traje típico de la abanquina del campo que hoy conocemos y que lucen todas las mujeres en los carnavales, tiene su origen en las confecciones españolas, introducidas en nuestra tierra por medio de los “repartos”, llamados también repartimientos, que consistía en la distribución compulsiva que hacían los Corregidores de mercaderías de origen europeo o proveniente de otras subregiones del virreinato, entre la población indígena y mestiza de su corregimiento.

Esta práctica legalizada por Decreto Real de 1751, fue usual desde la segunda mitad del siglo XVII y que al finalizar el mismo adquirió una importancia como medio fundamental para el funcionamiento del régimen económico y social del virreinato. Por medio este “comercio obligatorio” los Corregidores obligaban a los nativos a ingresar en el sector mercantil ofreciendo los excedentes de su producción agropecuaria o su mano de obra en las haciendas, ya que así estos podían obtener el dinero necesario para pagar las mercaderías repartidas a la fuerza y/o cumplir con sus tributos.

Manuel Espinavete López, en la “Descripción de la Provincia de Abancay”[1] que hiciera en su condición de Subdelegado del Partido de Abancay hacía de 1790, respecto de los repartimientos nos señala lo siguiente:

“REPARTOS.

            Por lo expresado hasta aquí en punto de Comercio se manifiesta que los habitantes del  Partido de Abancay consumen anualmente de once á doce mil pesos en efectos para vestirse, cuya cantidad subirá en algunos años; veamos ahora quanto repartían los Corregidores en cinco años, y á que precios.

Mil quinientas mulas a 36 pesos.                                               52.500.
Cincuenta mil varas de ropa Cuyo a 6 rs.                                  37.500
Ciento cincuenta quintales de fierro a 6
reales la libra                                                                              11.250
En Bretaña, Vayetas de Castilla, Medias
De hombre y mujer, de seda y lana,
Paños de primera y segunda, algunas Persianas                     12.000
Dos mil cuchillos a seis reales                                                    1.500
                                                                                             ────────
                                                                                                 114.750
            Cumplidos los tres años repartían lo siguiente:
            De la vuelta                                                                             114.750
            Quinientas Mulas á 35 pesos.                                                  17.500
            Doce mil varas de ropa Cuyo a 6 rs.                                          9.000
            Cincuenta quintales Fierro A 6 reales libra                                 3.750
                                                                                                      ─────────
                                                              145.000

En estos tiempos de modas descartables y a la carta, parece difícil entender que la ropa de las cholas abanquinas que todavía se usan en pleno siglo XXI, tiene una evolución de más de trescientos años, pues en ese entonces, por obra y gracia de los Corregidores españoles, las mujeres indígenas comenzaron a abandonar sus atuendos tradicionales y manufacturados por ellas mismas, para que comenzar a usar las ropas que por ese entonces eran populares en la península ibérica, como polleras hasta los tobillos y mantillas, y así con el paso del tiempo, lo español se hizo cholo. Lo que en un tiempo fue la última moda en España, ahora se ha convertido en un vestido típico o tradicional que expresa la identidad cultural de la mujer abanquina.


1.- LAS POLLERAS.

Que es el nombre con que se conoce en España y la América española a una variedad de faldas y vestidos que se caracterizan por sus elaborados adornos. Las polleras están elaboradas de diferentes materiales como algodón o lana y suelen llevar coloridas decoraciones en diferentes técnicas, comúnmente bordados y encajes con diseños florales.

Las polleras americanas derivan del vestido español del siglo XVI o XVII, que a su vez se originaron de una forma más simple y sencilla que usaban las mujeres de los substratos medios y bajos de la sociedad para sus faenas diarias o para ir a las celebraciones de las regiones donde vivían.

A estos largos vestidos se le llaman pollera porque con ellos las mujeres solían arrear a los pollos, recogerlos para que duerman o tomar los huevos de los gallineros. A la actualidad se los usa como traje folclórico en muchos países latinoamericanos.

En el Perú, las polleras se ocupan sobre tres capas de faldas. Además la pollera original antigua lleva una capa que va inmediatamente debajo de la pollera que se llamaba fuste, luego una falda llamada centro de lana que va encima de un segundo fuste. Estos fustes o faldas interiores suele variar de acuerdo a la región y a sus condiciones climatológicas.

Las polleras que lucen las mujeres abanquinas están confeccionados con seda brocada o chinchilla aterciopelada. Son de colores muy vivos y tienen  varios pliegues y se llevan sobre fustes y por debajo de las rodillas. A estas polleras, dependiendo de su grosor, les cruzan dos o tres encajes de color blanco.


2.- LA BLUSA.

Del francés: blouse, se refiere generalmente a la camisa utilizada por las mujeres. Estas se confeccionan con tela de algodón o de seda y pueden o no incluir cuello o mangas y tener detalles “femeninos” tales como colmenas o decoraciones bordadas.

Las blusas tienen botones invertidos a los de las camisas de los hombres, es decir, los botones están normalmente en el lado izquierdo y los ojales en el derecho. Algunos sugieren que esta costumbre fue introducida por tintoreros para que pudieran distinguir entre las camisas de las mujeres y las de los hombres.

            La blusa de la mujer abanquina es blanca con finos encajes en los puños y el pecho está adornado con cintas del mismo color que la pollera, pero también suelen llevar botones a modo de adorno, pero del mismo color que la pollera.

      
3.- LA MANTA.

En España fue conocida como manta o mantilla a la ropa suelta que usaban y aún usa la gente de los pueblos para abrigarse, y en algunas provincias es considerada como parte del traje y se lleva todo tiempo, como es el caso de las abanquinas.

La mantilla que la mujer abanquina luce en la espalda es del mismo color que la pollera y lleva unos anchos encajes que cubren sus cuatro costados dejando un espacio alrededor y uno rectangular en el centro. Esta mantilla se sujeta a la altura del pecho con un gran broche de plata.

En Abancay a esta prenda, algunos “expertos” le dan el nombre de rebozo, pero no es un rebozo propiamente dicho, porque esta es una prenda femenina usada en México, que es una sola pieza de forma rectangular y  que mide entre 1.5 m hasta 3 m de longitud, y pueden estar hechos de algodón, lana, seda o articela. Además estos rebozos pueden ser usados como bufandas o a manera de chales.

Las campesinas a menudo los usan para cargar a sus hijos o llevar productos al mercado, es decir tiene la misma función que la “liccla”[2] en el mundo andino.


4.- LOS BOTINES.

La historia de la bota, es parte del proceso de civilización humana, pues esta prenda elaborada con fines de protección data de 15,000 años a. C. Al comienzo de la civilización esta prenda era utilizada tanto por hombres como por mujeres. Pero a partir del siglo XIX, siglo de los grandes descubrimientos tecnológicos, y provocador de cambios, la nueva actitud de la mujer dispuesta a salir de su casa para conocer el mundo, provoca la aparición de las primeras botas femeninas, con modelos delicados y refinados, abotonados o atados con lazos.  Estas botas, de caña baja, se diferencian bastante de las botas masculinas.

Probablemente por esos años, a través de las mujeres de los hacendados hayan hecho su aparición en el valle de Abancay, la cuales fueron copiadas para las mestizas por las expertas manos de los zapateros y talabarteros cusqueños y abanquinos.

            Lo botines de la mujer abanquina son de caña baja, es decir no muy altos. Son de charol negro, que no es otra cosa que cuero que ha sido recubierto con un barniz o laca.

Niña de la hacienda Patibamba con botines (1915)

5.-
EL SOMBRERO.

            El sombrero de la mujer abanquina es redondo de ala ancha con una copa alta. Es un sombrero liviano de paja pintada con albayalde.[3] Alrededor de copa luce una ancha cinta negra que remata en un gran rozón o moño, generalmente en el costado izquierdo, que no es signo de ningún luto, sino más bien un toque de elegancia. 


       Debemos añadir que las mujeres bajo el sombrero llevan el pelo trenzado y lucen en los lóbulos de las orejas unos enormes y llamativos aretes artesanales de plata con finas representaciones de figuras como flores, animales nativos y otros. Finalmente debemos añadir que el precio de un buen vestido de estos, vale S/. 1,000.00 (MIL SOLES) o mucho más si los materiales son de mayor calidad, es decir, estamos hablando de una prenda bastante rica. 







[1] ESPINAVETE LOPEZ, Manuel. Descripción de la Provincia de Abancay. Mercurio Peruano XII, Nº 595-601. Biblioteca Nacional del Perú. 1792. Lima.
[2] Lliclla es una manta tejida que llevan las mujeres en los Andes peruanos con múltiples usos. Suele ser muy colorida con motivos, patrones, tamaños y colores que varían de acuerdo a la región, etnia o nación del artesano.
Se han encontrado llicllas Huaca Prieta (entre 4000 y 2500 años antes de Cristo) y tiene grandes hitos en las culturas Paracas y Nazca. Los cronistas españoles hablan de la difusión de la lliclla en el incanato. Cieza de León es el primero en mencionarla y la describe como "manta delgada que les cae (a las mujeres) por encima de los hombros".
[3] El término albayalde (del árabe al-bayūd, 'blancura') designa al carbonato básico de plomo (II), un pigmento empleado tradicionalmente en pintura artística, y, por extensión, también al color de ese pigmento.

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