EL VESTIDO DE LA MUJER ABANQUINA
El traje
típico de la abanquina del campo que hoy conocemos y que lucen todas las
mujeres en los carnavales, tiene su origen en las confecciones españolas,
introducidas en nuestra tierra por medio de los “repartos”, llamados también
repartimientos, que consistía en la distribución compulsiva que hacían los
Corregidores de mercaderías de origen europeo o proveniente de otras
subregiones del virreinato, entre la población indígena y mestiza de su corregimiento.
Esta práctica
legalizada por Decreto Real de 1751, fue usual desde la segunda mitad del siglo
XVII y que al finalizar el mismo adquirió una importancia como medio
fundamental para el funcionamiento del régimen económico y social del
virreinato. Por medio este “comercio obligatorio” los Corregidores obligaban a
los nativos a ingresar en el sector mercantil ofreciendo los excedentes de su
producción agropecuaria o su mano de obra en las haciendas, ya que así estos podían
obtener el dinero necesario para pagar las mercaderías repartidas a la fuerza y/o
cumplir con sus tributos.
Manuel
Espinavete López, en la “Descripción de la Provincia de Abancay”[1] que
hiciera en su condición de Subdelegado del Partido de Abancay hacía de 1790,
respecto de los repartimientos nos señala lo siguiente:
“REPARTOS.
Por
lo expresado hasta aquí en punto de Comercio se manifiesta que los habitantes
del Partido de Abancay consumen
anualmente de once á doce mil pesos en efectos para vestirse, cuya cantidad
subirá en algunos años; veamos ahora quanto repartían los Corregidores en cinco
años, y á que precios.
Mil
quinientas mulas a 36 pesos. 52.500.
Cincuenta
mil varas de ropa Cuyo a 6 rs. 37.500
Ciento
cincuenta quintales de fierro a 6
reales
la libra 11.250
En
Bretaña, Vayetas de Castilla, Medias
De
hombre y mujer, de seda y lana,
Paños
de primera y segunda, algunas Persianas 12.000
Dos
mil cuchillos a seis reales 1.500
────────
114.750
Cumplidos los tres años repartían lo siguiente:
De la vuelta 114.750
Quinientas Mulas á 35 pesos. 17.500
Doce mil varas de ropa Cuyo a 6 rs. 9.000
Cincuenta quintales Fierro A 6
reales libra 3.750
─────────
145.000
En estos
tiempos de modas descartables y a la carta, parece difícil entender que la ropa
de las cholas abanquinas que todavía se usan en pleno siglo XXI, tiene una evolución de más de trescientos años, pues
en ese entonces, por obra y gracia de los Corregidores españoles, las mujeres
indígenas comenzaron a abandonar sus atuendos tradicionales y manufacturados por ellas mismas, para que comenzar
a usar las ropas que por ese entonces eran populares en la península ibérica,
como polleras hasta los tobillos y mantillas, y así con el paso del tiempo, lo español se
hizo cholo. Lo que en un tiempo fue la última moda en España, ahora se ha
convertido en un vestido típico o tradicional que expresa la identidad cultural
de la mujer abanquina.
1.- LAS POLLERAS.
Que es el nombre con que se conoce en
España y la América española a una variedad de faldas y vestidos que se
caracterizan por sus elaborados adornos. Las polleras están elaboradas de
diferentes materiales como algodón o lana y suelen llevar coloridas
decoraciones en diferentes técnicas, comúnmente bordados y encajes con diseños
florales.
Las
polleras americanas derivan del vestido español del siglo XVI o XVII, que a su
vez se originaron de una forma más simple y sencilla que usaban las mujeres de
los substratos medios y bajos de la sociedad para sus faenas diarias o para ir
a las celebraciones de las regiones donde vivían.
A
estos largos vestidos se le llaman pollera porque con ellos las mujeres solían
arrear a los pollos, recogerlos para que duerman o tomar los huevos de los
gallineros. A la actualidad se los usa como traje folclórico en muchos países
latinoamericanos.
En
el Perú, las polleras se ocupan sobre tres capas de faldas. Además la pollera
original antigua lleva una capa que va inmediatamente debajo de la pollera que
se llamaba fuste, luego una falda llamada centro de lana que va encima de un
segundo fuste. Estos fustes o faldas interiores suele variar de acuerdo a la
región y a sus condiciones climatológicas.
Las
polleras que lucen las mujeres abanquinas están confeccionados con seda brocada o chinchilla aterciopelada. Son de colores muy vivos y tienen varios pliegues y se llevan sobre fustes y por debajo de las
rodillas. A estas polleras, dependiendo de su grosor, les cruzan dos o tres
encajes de color blanco.
2.- LA BLUSA.
Del francés: blouse, se refiere generalmente a la camisa utilizada por las
mujeres. Estas se confeccionan con tela de algodón o de seda y pueden o no
incluir cuello o mangas y tener detalles “femeninos” tales como colmenas o
decoraciones bordadas.
Las blusas tienen botones invertidos a los
de las camisas de los hombres, es decir, los botones están normalmente en el
lado izquierdo y los ojales en el derecho. Algunos sugieren que esta costumbre
fue introducida por tintoreros para que pudieran distinguir entre las camisas
de las mujeres y las de los hombres.
La blusa de la mujer abanquina es
blanca con finos encajes en los puños y el pecho está adornado con cintas del mismo
color que la pollera, pero también suelen llevar botones a modo de adorno, pero del mismo color que la pollera.
3.- LA MANTA.
En España fue conocida como manta o
mantilla a la ropa suelta que usaban y aún usa la gente de los pueblos para
abrigarse, y en algunas provincias es considerada como parte del traje y se
lleva todo tiempo, como es el caso de las abanquinas.
La
mantilla que la mujer abanquina luce en la espalda es del mismo color que la
pollera y lleva unos anchos encajes que cubren sus cuatro costados dejando un
espacio alrededor y uno rectangular en el centro. Esta mantilla se sujeta a la
altura del pecho con un gran broche de plata.
En
Abancay a esta prenda, algunos “expertos” le dan el nombre de rebozo, pero no
es un rebozo propiamente dicho, porque esta es una prenda femenina usada en
México, que es una sola pieza de forma rectangular y que mide entre 1.5 m hasta 3 m de longitud, y
pueden estar hechos de algodón, lana, seda o articela. Además estos rebozos
pueden ser usados como bufandas o a manera de chales.
Las
campesinas a menudo los usan para cargar a sus hijos o llevar productos al
mercado, es decir tiene la misma función que la “liccla”[2]
en el mundo andino.
4.- LOS BOTINES.
La historia de la bota, es parte del
proceso de civilización humana, pues esta prenda elaborada con fines de
protección data de 15,000 años a. C. Al comienzo de la civilización esta prenda
era utilizada tanto por hombres como por mujeres. Pero a partir del siglo XIX,
siglo de los grandes descubrimientos tecnológicos, y provocador de cambios, la
nueva actitud de la mujer dispuesta a salir de su casa para conocer el mundo,
provoca la aparición de las primeras botas femeninas, con modelos delicados y
refinados, abotonados o atados con lazos.
Estas botas, de caña baja, se diferencian bastante de las botas
masculinas.
Probablemente
por esos años, a través de las mujeres de los hacendados hayan hecho su
aparición en el valle de Abancay, la cuales fueron copiadas para las mestizas
por las expertas manos de los zapateros y talabarteros cusqueños y abanquinos.
Lo
botines de la mujer abanquina son de caña baja, es decir no muy altos. Son de
charol negro, que no es otra cosa que cuero que ha sido recubierto con un
barniz o laca.
Niña de la hacienda Patibamba con botines (1915) |
5.- EL SOMBRERO.
El
sombrero de la mujer abanquina es redondo de ala ancha con una copa alta. Es un
sombrero liviano de paja pintada con albayalde.[3] Alrededor
de copa luce una ancha cinta negra que remata en un gran rozón o moño, generalmente
en el costado izquierdo, que no es signo de ningún luto, sino más bien un toque de
elegancia.
Debemos añadir que las mujeres bajo el sombrero llevan el pelo trenzado y lucen en los lóbulos de las orejas unos enormes y llamativos aretes artesanales de plata con finas representaciones de figuras como flores, animales nativos y otros. Finalmente debemos añadir que el precio de un buen vestido de estos, vale S/. 1,000.00 (MIL SOLES) o mucho más si los materiales son de mayor calidad, es decir, estamos hablando de una prenda bastante rica.
[1] ESPINAVETE LOPEZ, Manuel. Descripción
de la Provincia de Abancay. Mercurio Peruano XII, Nº 595-601. Biblioteca
Nacional del Perú. 1792. Lima.
[2] Lliclla es una manta
tejida que llevan las mujeres en los Andes peruanos con múltiples usos. Suele
ser muy colorida con motivos, patrones, tamaños y colores que varían de acuerdo
a la región, etnia o nación del artesano.
Se han encontrado llicllas Huaca Prieta (entre 4000 y 2500 años
antes de Cristo) y tiene grandes hitos en las culturas Paracas y Nazca. Los
cronistas españoles hablan de la difusión de la lliclla en el incanato. Cieza
de León es el primero en mencionarla y la describe como "manta delgada que les cae (a las mujeres) por encima de los
hombros".
[3] El
término albayalde (del árabe al-bayūd,
'blancura') designa al carbonato básico de plomo (II), un pigmento empleado
tradicionalmente en pintura artística, y, por extensión, también al color de
ese pigmento.
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