–El “huevoncito” que cree que por andar metido junto a sus chupes en esa oficina hasta altas
horas de la noche, es el mejor jefe que haya tenido la institución. ¡Ya fue!
–Afirmó Nicasio con una convicción que no dejaba la más mínima duda.
–¿Y cómo sabes tú? –Le
preguntó un atribulado funcionario de confianza que recién y después de muchos
ruegos, recomendaciones y no pocos gastos había alcanzado ese valioso puesto.
–Tengo mis fuentes de
absoluta confianza, que me mantienen informado de todo lo que pasa y se decide
en las altas esferas del poder regional.
–¿Y a quién carajo le
interesa lo que pasa, esté pasando o dejando de pasar en esa olla de ayayeros, oportunistas, chupamedias,
franeleros, sobones, serviles, aduladores, lameculos, lluncus, cacaneros e inservibles huevones? –Le refutó uno de los empleados y
culminó casi gritando. –¡Yo no le rindo pleitesía a ningún incapaz, menos aun
si es un maricón solapa! –Agregó frunciendo el ceño y mostrando con rabia su
definitiva molestia.
En
realidad así como él habían muchos otros empleados que nada tenían que ganar o
perder, sin importar si trabajaban como unas bestias de carga o simplemente se “rascaban
las bolas” a su gusto. Total eran nombrados y poco les importaba lo que pasaba
o dejaba de pasar en esa oficina por culpa de todos esos asquerosos
politiqueros que llegaron a ser sus jefes, solo por haber pintado paredes,
repartido volantes, gritado hasta la ronquera en mítines y pasacalles o puesto
alguna cuota miserable para la elección
del ganador, y que más tarde, solo por eso, hayan asumido cargos de
responsabilidad, sin saber leer ni escribir sobre lo que se debía hacer en esa
oficina, ni para que servían cada uno de sus empleados. Esa no era parte de sus
preocupaciones, menos aun si el “jefazo” estaba ahí por ser pariente o amigazo
del presidente, vicepresidente, consejeros o gerentes de turno. "¡Que se
vayan a la mierda!", decían.
Menos
aun cuando esa Entidad se había convertido en un tugurio, donde todo el mundo
quería ser algo más de lo que en circunstancias normales o legales, jamás
serían, y por eso andaban peleándose por un cargo de confianza, que a pesar de
no sacarlos de la miseria, por lo menos podía elevarlos hasta los límites de su
aspiración personal, o situarlos en medio de la envidia muy mal disimulada de
los otros aspirantes que también andaban como locos por ganar sin hacer nada. Y
quizás, si la suerte quería o la vaquilla lo permitía, poder ganarse alguito
de todo lo que se malversaba en esa oficina, que en realidad no era mucho, pero
en medio de tantas carencias, ese alguito podía ser suficiente.
–¡A ver pues, termina
de contar tus "últimas andes"! –Lo animó uno de aquellos que no podía
dejar escapar un chisme que le pudiera dar la bendita oportunidad de ocuparse
toda la larga y ociosa mañana que se venía por delante.
–¡Bueno! Lo que me
enterado es que el presidente ha dicho, que está bien que haya sido elegido por
un movimiento independiente que él no ha constituido, ni mucho menos ha sido su
afiliado, sino simplemente su invitado de honor. Pero que de ahora en adelante va actuar y
gobernar como el legítimo y disciplinado compañero que es desde sus ancestros de aquel antiguo partido del pueblo, y además dijo que conste que eso jamás fue un
secreto, porque siempre dentro de su línea ideológica había desarrollado su actuación
política, personal y social. –Afirmó.
–¿Y eso que tiene que
ver con el "huevoncito" que anda metido por aquí? –Preguntó uno de
sus oyentes con más deseo de traer abajo su chisme que por enterarse de algo
que a nadie le interesaba. Porque desde que llegaron estos gobiernos regionales, ya se habían sucedido en la dirección de esa oficina una sarta
de imbéciles de todos los colores, tamaños y olores, que hace mucho tiempo ya
los habían hartado con toda clase de estupideces, y que uno más no hacía la
diferencia.
–Es que ahora en todas
las oficinas van a mandar solamente los compañeros, y todos aquellos que han
creado y luchado porque el movimiento independiente llegue al poder regional,
se irán de patitas a la calle. –Dijo esto como la revelación de un alto secreto
que nunca debió dejar que se le saliera de la boca.
–Pero si el
"huevoncito" que tenemos de jefe, es el sobrino del
vicepresidente, va a ser muy difícil que lo echen por la ventana. –Aclaró uno
que creía saber más que el Nicasio sobre todo lo que pasaba bajo el tejado de
esa politiquería provinciana.
El
Nicasio, con el fin de hacerle callar la boca a su impertinente rival, se
deshizo en un interminable monólogo que duró casi media hora, en el qué quiso
decir que el "huevoncito" se iba de todos modos, porque el asunto ya
no estaba en manos del presidente regional, sino del “Tuco Mañuco” que era el
“men” del partido del pueblo designado desde Lima, y que cualquier cosa que debía suceder o
hacerse dentro del Gobierno Regional, se haría conforme a los dictados del
Comité Central del Partido con sede en la capital de la república, y que las
decisiones de este órgano político de nivel nacional se ejecutarían solo a
través del tantas veces mencionado Tuco.
Cuando
su no menos chismoso rival le preguntó sobre la guerra que se desataría entre
el dueño del Movimiento Independiente que ganó las elecciones regionales y los
compañeros del “Tuco Mañuco”, casi matándose de risa, le espetó en la cara lo
ingenuo y hasta cojudo que era para creer que un movimiento político regional creado únicamente
para la coyuntura
electoral, podría sobrevivir una
vez ganada las elecciones regionales, distribuido los cargos políticos y de
confianza de la alta dirección, fijado los términos de entendimiento con las
empresas mineras y repartido las cuotas de ganancia con los proveedores, frente
a un Partido Político con casi 100 años de existencia en la vida social,
histórica, política y cultural de la patria. “No seamos tan sonsos como para
creer que la grosera pelea política es la que estamos viendo con nuestros ojos
y a nuestro alrededor. La verdadera lucha por el control del Gobierno Nacional
se desarrolla en Lima, de modo que lo nuestro acaba siendo una pequeña
cojudecita".
Y
seguía hablando e ilustrando con argumentos como estos, que eran para no
creerle. “Ahí están metidos los militares que tienen más ganas de sacarle la
mierda a los peruanos que a los chilenos. Los organismos autónomos del Estado
como el Tribunal Constitucional y la Fiscalía de la Nación. La Corte Suprema de
la República que te puede arreglar o joder la vida para siempre. Los organismos
reguladores de los servicios públicos. Los ministerios que pueden expedir
normas con más autoridad que los gobiernos regionales y donde van a pedir
permiso todos los que quieren robarle al Perú. El Banco Central de la Reserva
que mueve el valor del billete nacional y el Banco de la Nación que lo hace
circular. Los banqueros nacionales y extranjeros que traen y se llevan los
dólares. Las grandes empresas transnacionales que explotan nuestros recursos
naturales. Los organismos internacionales; las embajadas; el manoseo que a
nivel nacional nos hacen los grandes medios de comunicación que además
pertenecen a gigantescos grupos de poder económico, y por supuesto el cochino Congreso de la Republica, donde un montón de idiotas que nosotros mismos elegimos fabrican las leyes a favor de los que compran sus voluntades y por supuesto el
presupuesto público que es el dinero de todos los peruanos y que sigue
controlando el centralismo limeño. ¡El que tiene eso, lo tiene todo! Si mañana
esos deciden no pagarnos los sueldos, pasado mañana nos cagamos de hambre
todos".
–Aquí no existe ningún
conflicto serio por el manejo del poder regional que pudiera ser tomado en
cuenta en los anales de la historia política del país. Aquí lo único que existe
es un escandaloso pleito provincial por el
reparto de los pequeños cargos como
los de esta oficina, para seguir
controlando las limosnas que obsequia la corrupción, y les aseguro que en eso
el “Tuco Mañuco”, es un chucha. – De
ese modo casi apocalíptico culminó su terrible discurso.
–¡Así nomás es pues!, y por eso"Los chauchillas" que han visto un gran negocio en toda esa pendejada, se han convertido en
sus más fieles cronistas y críticos, y como para esa vaina nomás sirven, porque no
pueden ver más allá de sus narices, ni pueden ir más lejos de lo que la chusma
que los escucha les obliga a decir u opinar, aprovechan esas oportunidades para
hacer de esa basura su negocio redondo. –Agregó alguno de los agraviados por la insolente prensa
local.
–Pero lo cierto es que
los sintonizan solo para cagarse de risa con la diarrea de huevadas que sin ton
ni son se mandan, o para sorprendernos con el achoramiento que les provoca
tener un micrófono delante de sus bocazas para despacharse a su regalada gana
en un motoso castellano todas las mentiras, insultos, infamias, agravios y calumnias que
les place contra inocentes y culpables. Aunque después caminen por las calles,
cabizbajos o saltones, porque temen que alguna de sus víctimas los apaleen por
su insolencia, porque al igual que ellos, no faltan los que también andan de
"malas pulgas" y ahí nomás los pasan a mejor vida por no respetar la
de nadie. –Comentó uno de aquellos que odiaba a muerte a "Los
Chauchillas", pero aun así los escuchaba.
–Para mí un buen
comunicador social es un profesional capaz de analizar y sintetizar en forma
objetiva la realidad política, social y cultural de una colectividad, además de
tener una alta capacidad científica, técnica y lingüística para comunicar a
través de los medios masivos con el fin de influir positivamente en las
actitudes y comportamientos de una ciudadanía libre y democrática, no sólo como
sistema político, sino también como sistema de vida. –Dijo alguien con reposado tono.
–Y no solo eso, sino
que además debe tener una sólida conciencia moral y respeto a su profesión, y
por eso ser capaz de vivir y actuar conforme a los principios éticos y abiertos a
la crítica constructiva. También tienen que ser leales a la verdad, amplios de
criterio, libres de prejuicios, y solo así podrán ser los los incansables
investigadores del quehacer nacional, regional y local. –Agregó otro.
–¡Hablan ustedes como
unos sonsos! ¿Creen acaso que quienes hacen periodismo de su boca para afuera,
porque no entienden lo que está pasando en el mundo real y en la psiquis
colectiva, puedan hacer algo que valga la pena para el crecimiento moral e
intelectual de este pueblo? ¡Lógicamente que no! Por eso estos patanes a la
hora de hablar o escribir, no tienen más remedio que asumir su rol de odiadores
públicos y limitarse ser los maledicentes y difamadores impunes que son.
–Replicó alguno de ellos.
–Eso solo puede pasar
en una comunidad ignorante y mediocre, donde todos le desean el mal a todos,
bajo esta premisa: “Si yo no puedo ser lo que yo quise y todavía no puedo ser
lo que yo quiero, entonces porqué tú tienes que ser mejor que yo”. Y para eso cuentan con ese periodismo grosero que toda la convivencia social la reducen a un show vulgar, un triste circo y un espectáculo
barato donde todos sus actores se sienten tan porquerías como para desearles el
mal a todos.
Al
cabo de algunos días, se escuchó una publinoticia pagada por el “Tuco Mañuco”
por la radio que trasmite a "Los
Chauchillas", señalando que el incapaz Jefe de la Oficina de Recursos Materiales iba a ser destituido, y en su reemplazo sería designado el valiente, consecuente y combativo
compañero Aquilino Ninahuamán
Huayhua, a quién todo el personal de esa oficina
estimaba, quería y conocía como
el mejor profesional del medio. Esa novedad no causó ninguna extrañeza entre
los empleados de esa oficina, porque todos vieron cómo el "Tuco
Mañuco" lo defendió a capa y espada cuando el "huevoncito" le
quitó al Aquilino el cargo de confianza que mantenía desde la anterior y
putrefacta gestión regional, de modo que en un abrir y cerrar de ojos lo
repuso, nada más ni nada menos que con la firma del mandamás regional, por
supuesto previo pago por sus correrías. Y no solo fue el abogado del Aquilino
sino de otros doce funcionarios más, de tal manera que en esa oficina hoy y por siempre
seguirá reinando la corrupción.
Estas
“habilidades” y/o “pilas” son las "virtudes" que más se admira que odia en estos pueblos provinciales
y campechanos, le otorgó al "Tuco Mañuco" tal prestigio que los interesados "en llevársela
fácil", comenzaron a esperarlo en la puerta de su casa haciendo
interminables colas solo para sacarle
una cita. Y como esas trapacerías le salían más que buenas, sus "caseritos"
que así era como los llamaba, comenzaron a difundir por toda la región el nuevo
“modus operandi” de la corrupción que jamás faltará en estas tierras, porque si
no es de un modo, será de otro.
Cuando
el Aquilino, gracias a los artificios del
“Tuco Mañuco” ya estaba a punto de tumbarse al "huevoncito",
las alarmas se activaron entre los funcionarios, pues si no hacían
algo más poderoso estaban sentenciados a ser barridos en bloque. Pero como esos jefazos no eran solo de ayer sino de hace más de treinta años atrás y por eso expertos en
supervivencia política, sin que nadie se los diga, sino tan solo su olfato
adiestrado para estas ocasiones, se fueron a hacer cola a las puertas del
susodicho Mañuco con el objetivo de seguir manteniéndose en sus cargos de
confianza, porque como dicen los empleados nombrados: "Fuera de esos puestos no
saben ni limpiarse el poto".
–Hay que pagar pues.
Acaso eso es una novedad, o es que ya nos hemos olvidado que siempre hemos
venido pagando. –Le contestó uno de los que había salido de su cita con el
“Tuco Mañuco”.
–¿Y cuánto está cobrando?
–Le volvió a preguntar el funcionario tacaño, que además de ganar sin hacer
nada quería quedarse con la billetera entera.
–Lo de siempre pues.
Este sabe todo sobre el negocio. Menos mal que no se le ha ocurrido levantar la
tarifa, aunque podía hacerlo porque su demanda es muy alta. –Le contestó de
mala gana como queriéndole decir: “Entra pues, y entérate por ti mismo cómo es ahora esta vaina”.
–¡Eso me da mala
espina! –Refunfuñó de mala gana.
–¿Por qué? –Preguntó el
otro.
–Porque si no ha subido
la tarifa, eso quiere decir que no puede
garantizarnos los cuatro años que nos corresponde, o que dentro de unos meses o
tal vez un año, la va a subir al doble.
–No creo. Yo pienso que
como tiene elevada la demanda de sus servicios puede darse el lujo de ser barato, y
si así es su dumping hay que aprovecharlo. No te olvides que en la
administración regional anterior había dos y hasta tres a los que teníamos que
contribuir, pero como ahora este maneja solito el negocio, la cosa es muy
diferente. Y además como tiene la
oportunidad de controlar hasta quince cargos de confianza por cada oficina, es
lógico que deba rebajarse o por lo menos no resultar más caro. –Le dijo lleno
de sapiencia y agregó además: “La ley de la oferta y la demanda, pues”.
La
cosa seguiría recontra buena, sino fuera porque el “Tuco Mañuco” había pagado a
“Los Chauchillas”, para que una vez más anuncien que muy pronto el Aquilino
sería el Jefe de la Oficina de Recursos Materiales, y seguro que les habría
pagado más que bien, porque esos locutores festejaron llenos de alegría esa
futura designación, y advirtieron a
todos “los comechados” de esa institución que se cuidaran de su gran capacidad
moralizadora, y acabaron diciendo: “Si el compañero Aquilino, asume que es un
compañero y se porta y actúa como el buen compañero que es, se queda solo, porque
esa oficina es como Sodoma y Gomorra, donde no existe un solo hombre y menos
una buena mujer que sea justo, limpio y honrado, así que como en el Antiguo
Testamento, el nuevo jefe va a tener que destruirlo todo”.
Como
el anzuelo con la rica carnada ya estaba en el río, al día siguiente se
presentó ante "Los Chauchillas" una comitiva de indignados empleados
de esa institución, para que previo pago de su derecho a réplica, se mandarán
una andanada de denuncias contra el Aquilino. Un poco más y le echan la culpa
del secuestro de todos los perritos cuya fotografía se exhibe en todos los
postes del pueblo y de la mismísima muerte del “Ño Carnavalón”.
Al
día siguiente, por mucho más tiempo y sin
ser interrumpido por “Los Chauchillas”, el Aquilino se largó todo lo
que le dio la gana contra todos y cada uno de los empleados de esa oficina
asegurando que tenía pruebas de esto, de eso y de aquello, y valientemente
ventiló a los cuatro vientos otras muchas cosas más, pero por recomendación de
los muy bien pagados locutores se cuidó de mencionar nombres, documentos y
fechas. Solo decía: En la Dirección tal cosa, tal otro y eso también. “En
tesorería…..”. “En Planificación……”. “En administración……”. “En logística…..”.
“En personal…..”. “En patrimonio…..”. “En asesoría legal…..”. En ese proyecto y
en el otro, etc., etc.
Al
día siguiente “Los Chauchillas” hicieron su agosto en enero, porque a un precio
bastante asequible le llovieron las exigencias de descargo de todas las áreas
de las que el Aquilino alegremente había despotricado. Teniendo en cuenta que
cada servidor aparentemente afectado por esas difamaciones había puesto una
cuota de cincuenta soles por cabeza, el negocio resultó más que exitoso. Aunque
no faltó uno que otro empleado que les advirtió que conocía perfectamente la
industria de esos miserables, y que no caería en ese asqueroso chantaje, ni
aunque sea gratis.
–¡No se dan cuenta que
esa huevada es puro chisme barato, donde solo ustedes saldrán perdiendo, porque
como dice el pueblo, “Cuando el río suena es porque piedras trae”, y ustedes
solo estarán contribuyendo a que suene más, y al final solo resultarán ganando
esos pendejos! –Para mayor ilustración de lo inútil de esa visita, les preguntó.
–¿A ver cualquiera de ustedes díganme, cuántos presos hay en la cárcel gracias
a las denuncias de esos pulgosos? ¡Ninguno! –Se respondió solo y continuó:
–Simplemente porque cuando las denuncias se hacen a través de "Los
Chauchillas", más tarde los jueces y los fiscales lo echan al tacho de la
basura, no porque sean puras mentiras, sino porque a esos jijunas
también esas mierditas los paran jodiendo en nombre de la libertad de
opinión. ¡Colegas, no vayan! ¡No caigan en ese sucio juego! –Pero nadie le hizo caso, especialmente los
comisionados, porque más tarde podían despacharse un rico adobo con el vuelto
de la “chancha” y tomarse el resto del día libre.
Finalmente
para advertirles que estaban yendo a un matadero psicológico y moral, los despidió
suplicándoles una vez más.
–¡No vayan porque los van a fregar! ¡Esos indios lengua e’trapo, son una mierda, además de no ser
gratis! Esos viven de los incautos como nosotros, sino cómo pagan el alquiler
de la radio, su comida, sus borracheras y la mantención de su gente. –Agregó
Federico, pero siguieron su camino, seguros y orgullosos de aclarar
públicamente lo que se había dicho de su área en esa emisora, y demostrar a la ciudadanía
entera que eran unos intachables servidores públicos.
Luego
de sus inentendibles descargos que solo los empleados del Estado pueden
descifrar, la numerosa comitiva reparó que su entrevista con los falsos
periodistas, además de inútil acabó siendo una vulgar demostración de su
incapacidad para lavar sus trapos en casa. Pero sobretodo porque "Los
Chauchillas" hablaron hasta por los codos sin saber a fondo de qué se
trataba el problema que querían aclarar los entrevistados. Lo peor de todo fue
que abrieron el teléfono para que cualquier avinagrado radioescucha los
insultara a su gusto, pese a que la entrevista estaba sabrosamente pagada.
Caídos,
cabizbajos y dándole todita la razón al Federico, salieron de aquella
entrevista radial que no aclaró nada. Luego cada quien tomó su camino por el
lugar que les dio la gana. “¡Ta’mare, les pagas, no te dejan hablar y encima
rajan a su gusto de la oficina y conchudamente cobran hasta con yapa!”. Esto fue lo que más o
menos pensaban todos al momento de asimilar el decaimiento que los invadía.
Cuando estaban mirándose las caras en señal de despedida, se les acercó uno de
los entrevistadores que no dijo ni pio, para sugerirles que sería bueno que les
invitarán a los periodistas un caldo de gallina en el local que queda en el kilómetro ocho de la
carretera que va al rio grande.
–¡Diles que se vayan a
la concha de su madre! –Le respondió rabiosamente uno de los entrevistados, al
que vejaron salvajemente apagándole el micrófono.
Solo
unas horas más tarde repararon que aquella estéril entrevista fue una chusca
metida de pata. También cayeron en la cuenta de que su trabajo estaba
debidamente supervisado por la Oficina de Control Interno, por la Contraloría
General de la República, por la Comisión de Fiscalización del Congreso de la
República y por las quejas y reclamos
que de acuerdo Ley puede hacer cualquier ciudadano, y por nadie más. Además recordaron que el Estado les pagaba
para que sirvieran a la Nación, no para que como bestias salvajes salgan a
mostrar en público sus garras y dientes, solo para marcar su territorio.
Pasado
algunos días, muchos de ellos y de varias maneras se enteraron que el comentario de la
ciudadanía, era más o menos este. "Que tal raza tienen esos desfachatados.
No contentos con ganar un sueldazo, tener seguro social completo y la garantía
de recibir una pensión cuando lleguen a viejos, todavía les queda tiempo para
pelearse entre ellos como en el cachascán. ¡Con razón esa oficina anda patas
arriba!". De esa vergüenza no se habló más nada, porque todos habían
entendido en carne propia aquella sentencia del saber popular que dice: "Quién mal
anda, mal acaba".
Más
tarde el “Tuco Mañuco”, pagó a “Los Chauchillas” para que anunciaran el cambio
de otro jefe y a la semana de otro y después de otro más. Y la historia volvió
a repetirse con el mismo argumento, pero esta vez con mayores ganancias para su
autor y los locutores.
Mientras
el Aquilino y por lo menos doce aspirantes más esperaban con impaciencia que el
“Tuco Mañuco" cumpliera con sacarles su resolución de designación como
jefazos de esa u otra oficina, y más de cien su ratificación como funcionarios
de confianza. No faltaron los envidiosos que pintaron en las paredes del pueblo
y donde se podía pintar, avisos que decían que el masmás era: “Un semejante
cabrazo". "Un pobre maricón". "Un miserable homosexual que
no se atrevía a salir del closet", y a raíz de esas pintas, muchos de los
enemigos del Mañuco acabaron corriendo la bola que este "era su monta
oficial y por eso podía hacer lo que quería con el rosquete y pedirle lo que le
daba la gana”.
Para
cuando oficialmente salieron a aclarar públicamente que no se había autorizado
a ninguna persona natural o jurídica, nacional o extranjera, política o
apolítica, para que por fuera de los conductos legales se estén ofreciendo
puestos de trabajo o cargos de confianza, el pueblo no se quedó en absoluto
tranquilo porque quería escuchar de su propia boca y con sus propias palabras
que no era un homosexual, ni algo parecido.
Ningún
funcionario fue removido, por lo menos durante algún tiempo, pero el “Tuco
Mañuco” desapareció del pueblo, porque muchos de sus "caseritos" lo estaban
buscando para matarlo por toda la plata que les había sacado, y según algunos
era mucho más dinero que la quiebra de esa Mutual o aquella Cooperativa de
Ahorro y Créditos, que sin más ni más desaparecieron del lugar.
Mientras
que en la Fiscalía Penal les decían a
sus víctimas, que no tenían competencia para perseguir a quién ellos por su
propia voluntad y hasta haciendo colas en la puerta de su casa lo habían convertido en su estafador,
sin recabar siquiera un mísero recibo. Cuando los reclamos eran muy airados, un
flamante, leído y sonriente fiscal les hacía este acertijo: "¿Quién es el
delincuente, la prostituta que ofrece callada sus servicios en una esquina o el
cliente que va a buscarla para hacer sus cochinadas con ella?
–Magister, cómo
voy a dictar orden de
captura contra una persona a la que usted
mismo ha entregado
voluntariamente sus dineros a cambio de su designación como funcionario
público, y menos aun cuando todo el mundo conoce que eso se hace a través de lo
dispuesto por la Ley de Bases de la Carrera Administrativa. –Le explicaba el
dueño de la justicia.
–¿Entonces señor
Fiscal, todo esto se va a quedar así nomás? –Le preguntó.
–Si usted tiene un
recibo de los quince mil soles que dice que le ha entregado al supuesto
estafador, entonces puede cobrarlo por la vía civil, pues por esta vía no puede
ser.
–¡Váyanse al diablo
inútiles! –Gritaba al tiempo que abandonaba esa Fiscalía. Ya casi en la calle
Nicasio Gómez Achicoria, cuidando que se le escuche en el interior de ese
edificio, remató vociferando. –¡¡Entre un mostacero, unos locutores pendejos y
una justicia de mierda, me han dejado calato!!
000ººº000
–¿Nicasio, cuál es la
última? –Le preguntó Reynaldo con un tono de inocente burla.
Se
hizo el sordo o no quiso responder a esa maliciosa pregunta. No ahora ni nunca
más, respondería a ningún "hijo de puta". Y así en su mente y tan
solo en su mente, les decía lleno de un odio que nadie jamás habría podido
imaginar.
–¡Hola Nicasio!, ¿por
qué estás molesto mi hermanón? –Le preguntó Gervasio después de saludarlo.
No le respondió el
saludo y menos aún le haría enterar si estaba molesto, serio, alegre o
indiferente, porque ese también era uno de los babosos que desde hace tiempo se
venían burlando de su amplio conocimiento, de lo que hacen o dejan de hacer los
presidentes, vicepresidentes, los gerentes, subgerentes, directores y
consejeros regionales.
Pero
su verdadera cólera no le venía de su sapiencia en cuestión de novedades y
flashes sobre los asuntos de la cosa pública regional, sino porque estaba
seguro que estos le habían pagado a “Los Chauchillas”, para que esas
"cagadas" lean por la radio un montón de mentiras que involucraba a
su sagrada persona con toda la jauría regional en grandes comilonas,
borracheras salvajes y jaulas de locas donde él era la estrella principal.
–Ahora no va a decirles nada de nada. ¿No es cierto Nicasio? O acaso creen que las últimas novedades de
todo lo que nos interesa saber se consiguen gratis. Por eso nuestro sabidillo
Nicasio tiene todo el derecho de guardarse los secretos que conoce, y si quieres
saber algo de todo lo que sabe, tienen que pagarle pues,es su derecho. –Dijo Lucio con la
satisfacción de haberle callado la boca al más chismoso de todos los empleados
de la Oficina de Recursos Materiales, sin compadecerse de que el sabelotodo era
uno más de los vilmente estafados por el maldito "Tucu Mañuco" que huyó lleno de dinero y esos otros bichos
que como si nada siguen rajando a su gusto de quien les de la gana, simulando ser periodistas.
"¡Arranca
nomás hijo de puta, sino quieres que ahorita mismo me raye y te rompa la crisma
con ese fierro que está allá y que me está llamando!", pensó para sus muy
adentros como a modo de calmarse y luego casi en automático, como todos los
días en que lo provocaban con esa su desgracia, se marchó a la calle metido en ese bluyín que le llegaba a medio trasero,
enfundado con esa minúscula casaquita de cuero marrón y parado sobre esos
zapatos de punta falsa que se prolongaban hasta la talla 45 o quizás más.
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