–¡El doctor
Carlos Rogelio Romero
Chuiman, me ha
dicho que lo único que
necesitamos es constituir una
Asociación Pro Vivienda e inscribir su personería jurídica en los Registros
Públicos, para poder comprar legalmente el fundo "Patileón" de don
Maurilio Chipa Aymara. –Decía quien se había auto proclamado dirigente barrial
de los comuneros de Chaupipampa, Maranpata y Tastaccasa del distrito de San
José de Macre, afincados en ese pueblo.
–¿Y cómo es eso?
–Preguntó un curioso incrédulo.
–Bueno, dice el abogado
que primero debemos inscribirnos en este Padrón de Asociados, señalando
nuestros nombres, deneis, ocupación, estado civil, dirección y finalmente
estampar nuestras firmas.
–Contestó leyendo un
papel que tenía entre las manos y luego aclaró. –Señores por mandato legal la
adhesión a una asociación es voluntaria, pero los que queramos inscribirnos
debemos poner una cuota de trescientos soles para los gastos notariales y
registrales y los propios de la asociación.
–¿Y cómo es eso? –La
misma persona volvió a preguntar, pero esta vez algo más desconfiado.
–En primer lugar hay
que pagar los honorarios profesionales del abogado que debe redactar la minuta,
el acta de constitución y los estatutos
de la asociación y después pagar al notario público para que eleve a Escritura
Pública esa minuta y gire los partes a los Registros Públicos, para la
inscripción de la asociación en el Registro de Personas Jurídicas, allí hay que
pagar también, porque en el Perú nada es gratis. Además hay que comprar los
libros de actas, de caja y de padrón de asociados, mandar hacer los sellos,
adquirir los tampones, engrapador y otros materiales. También debemos alquilar
una oficina para que la asociación pueda tener un domicilio legal y funcionar
como la Ley manda. –Aclaró de tan mala
gana, que pareció que no debía hacerlo por lo estúpido que resultaba dar cuenta
a tanto palurdo de asuntos tan obvios.
–Señor Malpartida,
podría aclararnos que es eso de la personería jurídica. –Preguntó con muy buenas maneras uno de los
cuarenta asistentes a esa reunión. Que con las mismas buenas maneras fue
respondido.
–Señores, la idea es
que debemos adquirir una propiedad privada para construir nuestras viviendas,
porque no somos unos vulgares invasores o algo por el estilo, ni mucho menos
nos gustaría andar metidos en denuncias policiales, desalojos violentos,
procesos penales y esas otras cosas más que no van con nuestra personalidad. En
ese sentido nuestra pretensión es adquirir la finca de don Maurilio Chipa
Aymara con todas las de la ley. Pero como todos tenemos que ser dueños de ese
predio, porque vamos a comprarlo entre todos, no podemos hacerlo a nombre de
algunos o de todos, sino a nombre de una Asociación de Vivienda de la cual los
que buenamente quieran van a ser sus socios. ¡Oido al Tambor!, no estamos
obligando ni mucho menos rogando a nadie, y para eso nuestra asociación tiene
que estar inscrita en los Registros Públicos. Eso señores es lo que los
abogados llaman personería jurídica.
–¿Esa personería
jurídica solo nos va a servir para comprar la chacra? –Volvió a preguntar el
gentil hombre.
–Muy buena pregunta
señor, ¿Benigno Huatarcuya, no? –Preguntó y cuando fue respondido con un “¡Sí
señor!” continuó. –Esa personería jurídica no solo nos va a servir para
adquirir e inscribir el terreno, sino para gestionar ante la municipalidad la
habilitación urbana y lotización, la construcción de la vía de acceso hasta la
urbanización, la instalación del agua potable y el desagüe ante la empresa
municipal de saneamiento, la electrificación ante Electro Sur y para todas esas
tantas cosas que se deben hacer a lo largo de la vía crucis que tenemos que
sufrir para tener una vivienda decente.
–Disculpe señor
Malpartida, pero debo decirle que en el mercado donde trabajo también hemos constituido
una Asociación de Comerciantes Ambulantes y para obtener la personería jurídica
tan solamente hemos puesto una cuota de ciento cincuenta soles nomás, ¿por qué
tenemos que poner doscientos soles para esta asociación? –preguntó una vez más
el impertinente.
–¿Por favor podría
decirme cuál es su gracia? –Respondió preguntando el conductor de aquella
reunión, reprimiendo una endiablada rabia.
–¿Gracia? –Preguntó.
–Su nombre señor –
aclaró.
–Jacinto Huamanchullu
Rojas, señor.
–¡Ah ya! Señor Jacinto,
le puedo preguntar, ¿qué beneficios le han dado en su Asociación de
Comerciantes Ambulantes?
–Bueno, nos han
empadronado, y ahora que estamos inscritos en la municipalidad tenemos derecho a mantener un espacio en la
calle para comerciar nuestras mercaderías en las principales ferias del pueblo,
aunque eso sí, tenemos que pagar un cupo semanal de cincuenta soles para los
funcionarios de la municipalidad. –Respondió un tanto confundido.
–¿Me podría decir,
durante cuántas semanas ha pagado usted ese cupo que le reclaman los
funcionarios de la municipalidad?, y otra preguntita más, ¿cuántos son en
vuestra asociación? –Preguntó casi suplicando.
–Desde el mes de agosto
del 2012, y si quiere saber, mi asociación tiene 64 miembros debidamente
empadronados y registrados en la municipalidad y en los registros públicos.
–Respondió orgullosamente.
–Bueno, desde el mes de
agosto a la fecha han pasado… –se puso a pensar en voz alta “agosto del
2013, agosto del 2014,
setiembre, octubre, noviembre, diciembre más los tres meses que van del
2015. Veinticuatro más
siete”, y acabó esta cuenta hablando.
–O sea son 31 meses a cuatro semanas por mes son…. –Nuevamente se puso a
pensar, hasta que un matemático que
estaba en la reunión con su celular en la mano, exclamó: “!Ciento
veinticuatro!”. –124 por 50 soles semanales hacen…. –El mismo matemático se
comidió a hacer la cuenta, multiplicando:
–124 por 50 son 6,200
por 64 socios hacen 368,800 soles.
–O sea que ya han sido
368,800 soles lo que ustedes han pagado a los corruptos de la municipalidad y
¿ya tienen kiosco fijo o puesto estable dentro de alguno de los mercados?
–No señor. –Respondió
bastante confundido y agregó. –Porque ninguno de nosotros es dueño de los
mercados, sino la municipalidad.
–Si la municipalidad no
es de ustedes, ¿me podría decir de quién puede ser?
–¡Del alcalde y de
todos los que han ganado las elecciones municipales! –Respondieron casi en coro
los asistentes.
–Entonces pues, no
confundamos las cosas. Lo que les estamos proponiendo es que formemos una
Asociación de Vivienda para ser dueños del terreno donde construiremos nuestras
casas con su respectivo mercado, para no tener que pagar alquileres
mensualmente y un montón de plata por los servicios de agua potable y luz eléctrica,
y para que la municipalidad nos sirva en todo lo que legalmente debe hacer por
los vecinos y la población. –Dijo esto
como si se tratara de un discurso y para cerrarlo, acotó: –¡Aquí nadie le
obliga nada a nadie. Los que quieren tener una casa propia pueden empadronarse,
los que no quieran, ¡no! –Y casi todo el auditorio lo aplaudió calurosamente,
incluso el desconfiado Jacinto Huamanchullu Rojas, lo hacía moviendo la cabeza
en sentido afirmativo.
Para
terminar, el ya casi seguro presidente de la asociación en ciernes, les
agradeció su asistencia a esa reunión informativa y los invitó para que el día
sábado 17 de abril del 2015, se encontraran los interesados en las
inmediaciones del puente calicanto a las
diez de la mañana en punto, para realizar una visita guiada a la
propiedad donde todos los que buenamente quisieran podrían construir sus
viviendas, y llegar a ser vecinos de este pueblo con universidades y varios
centros de educación superior.
Llegado
el sábado 17, desde las ocho de la mañana se fueron reuniendo varias familias,
y a la hora de la visita se podía ver una afluencia de casi 700 personas entre
adultos, jóvenes y niños que habían decidido hacer un paseo campestre a la par
de curiosear el terreno de la futura urbanización.
De
ese lugar que estaba como a cuatro kilómetros por carretera del pueblo y que
contaba con servicio público de pasajeros, se fueron caminando casi dos
kilómetros hasta descubrir una planicie suavemente inclinada de más o menos
cuatro hectáreas, la que se empinaba hacia el cerro hasta llegar al camino de
herradura que va hacia la Comunidad Campesina de Matibamba, donde según el guía
de aquella inspección, habían siete hectáreas más.
–¿Quién es este señor?
–Preguntó alguien por el extraño joven que les servía de guía.
–Es el señor Genaro
Chipa Paiva, sobrino del propietario que está aquí por encargo de su tío para
facilitarnos esta visita. –Le dijo en voz alta para que también escucharan las
más de veinte personas que estaban en ese grupo, y agregó. –Miren, él mismo me
ha alcanzado una copia del título de propiedad y la copia literal de la
inscripción de esta finca en los Registros Públicos. Lo que me indica que
estamos parado sobre una propiedad debidamente saneada y lista para ser
vendida, obsequiada, heredada o lo que sea, con eso les digo todo. Si nos gusta
este lugar y llegamos a ponernos de acuerdo sobre su precio, en cualquier
momento podrá ser de todos nosotros.
–Respondió el lider de toda esa hazaña.
–¡De aquí se ve casi
todo el pueblo y hasta la punta del nevado Machuorcco! –Comentó alguien con
mucha admiración.
–¡Mamá, mira la torre
de la iglesia y las palmeras de la Plaza de Armas! –Gritó un niño y a ese
exclamación todos los paseantes se dedicaron a ubicar ese u otros sitios del
pueblo que podía verse desde aquel lugar, sin dejar de exclamar o murmurar:
“¡Qué bonito!” o “¡No está muy lejos!”, hasta que alguien preguntó al guía de
dónde captaban el agua de riego para esa chacra.
–De un pequeño
manantial que está aquí arribita. Pero habríamos podido sembrar más si
hubiéramos tenido el dinero para comprar casi mil doscientos metros de tubería
para poder captar las aguas del gran manantial que está por allá, y que pierde
sus aguas en un bofedal. –Y señaló una pequeña
y verdeada quebrada que no estaba muy lejos de allí.
Después
de esta noticia, entre los varones de aquel paseo corrió un festivo rumor:
“¡Pucha que esto está bien bacán! Hacemos una chancha nos convertimos en JASS y
nos chupamos el agua de esos manantes y jamás tendremos que pagar al EMUSAPO.
Además si nos ponemos de acuerdo con los dueños de esas chacras, el desagüe se
puede echar en el río que pasa por abajo”. Después de esas y otras
observaciones, casi todas a favor del predio, no les quedó más que preguntar:
"¿Cuánto costaría por metro cuadrado toda esa propiedad?", a lo que
él ya casi seguro Presidente de la Asociación, aclaró:
–¿Cuál por metros
cuadrados? Por mandato legal los predios rústicos se miden, se compran o se
venden por hectáreas, es decir por cada diez mil metros cuadrados, y si vamos a
comprar esta chacra tiene que ser por hectáreas. –Comentó el cuasi presidente.
–¿Y cuánto estará
pidiendo el dueño? –Alguien preguntó, lo que todos querían preguntar.
–A ojo de buen cubero
podríamos pagar por la pampita unos 50 mil soles por hectárea y por las que
están arriba máximo 100 mil, o sea 300 mil por todo. ¡Nada más! ¿Qué te ha
dicho tu tío sobre ese asunto? –Le preguntó al sobrino guía y morador de la
antigua y bonita casa que tenía la chacra.
–Mi tío estaría muy
feliz con ese precio, porque a mi papá se lo quería vender por 100 mil nomás.
Ante
esa respuesta, todos dejaron para el resto de sus vidas ese paseo, y comenzaron
a preguntar por qué no se levantaba en ese mismo momento el acta de
constitución de la Asociación de Vivienda. Total ese
borrador podría más
tarde trasladarse a sus libros
legalizados, y así “comenzar mañana mismo el empadronamiento”.
–Bueno, si ustedes
quieren podemos ponernos de acuerdo para elegir el Consejo Directivo y ponerle
nombre a la asociación, pero eso sería
temporariamente, porque hay que tener en cuenta que nosotros nomás no vamos a
ser los únicos que queramos construir nuestras casas en este lugar, porque
también debemos pensar que hay muchos paisanos que incluso son nuestros
parientes que desearían tener la oportunidad de contar con una morada decente
en esta ciudad. –Propuso el virtual presidente.
Inmediatamente
los excursionistas se reunieron en un ruedo. Lo primero que hicieron fue
presentarse personalmente ante don Esteban Malpartida Huacre. “Mi nombre es
Palemón Hurtado Sánchez, soy natural de Tastaccasa, casado con Felicia Huillca
Matencio, tengo dos hijos y deseo participar en esta feliz iniciativa, no sin
dejar de felicitar a don Esteban por traernos a este lugar”. “Mi nombre es ……”.
Así uno a uno fueron presentándose todos los jefes de familia. Cuando acabó ese
improvisado protocolo, se dio inicio a la Asamblea General fundacional de lo
que convinieron en denominar: “Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”.
Por
unanimidad eligieron como Presidente a don Esteban Malpartida Huacre, luego se
eligió como vicepresidente a un paisano, un tanto pedante que dijo: “Cómo
vicepresidente si puedo aceptar, porque la verdad es que casi no tengo tiempo”.
Luego eligieron como Secretaria a la profesora Clotilde Anampa Rivera, que dijo
que solo podría ejercer el cargo los días sábados y domingos porque "el resto de la semana no podría
servirles, por razones obvias". Como Tesorero se eligió a quien desde el
primer momento había demostrado su preocupación por lo económicoen la persona
de don Jacinto Huamanchullu Rojas, después casi de relleno se eligió el Fiscal
y el Vocal.
–¿Hasta cuántos socios
vamos a ser? –Preguntó uno de los asambleístas.
–La verdad es que no
sabría calcular cuánta gente puede caber en un terreno de 110 mil metros
cuadrados. ¿Digan ustedes algo pues?
Después
de machucar durante cinco minutos los teclados de su celular con calculadora,
su dueño dijo a la reunión: "Si dejamos el 30% del terreno para calles y
áreas verdes, nos quedarían 77 mil metros cuadrados y sin nos lotizamos a 160
metros cuadrados, en esta urbanización podemos llegar a ser 480 vecinos.
–Pero no todo es
pampita nomás hay que considerar la parte de arriba. –Objetó uno de ellos.
–Pero la parte de
arriba también es urbanizable, porque parado, parado no es. Además va a ser más
barato y tiene más de diez mil árboles de eucaliptos que podrían ser para los
que compren arriba. –Contestó el flamante presidente y agregó. –Por orden de
llegada, la parte de abajo será para los cien primeros socios que se empadronen
y paguen su inscripción en el kiosco Nº 100 de la sección de comerciantes de
cultivos andinos del Mercado del Pueblo Joven “José Carlos Mariátegui”, donde
trabaja el tesorero. –Con esta respuesta se puso punto final a la improvisada
asamblea.
A lo
largo del mediodía y toda la tarde siguieron llegando visitantes hasta
Patileón, porque sus amigos o familiares les habían llamado por celular para
darles la buena nueva, y como no lo creían, se fueron ellos mismos a visitar el
predio.
Cinco
días después se cerró el empadronamiento y las inscripciones, pero se
recibieron hasta 62 inscripciones adicionales, por si alguno de los
oficialmente empadronados renunciara a su participación. Casi inmediatamente
después, se anunció por el noticiero matutino que conducen los
"chauchillas" que los socios de la Asociación de Vivienda “Mi bello
Patileón”, debían apersonarse en el mismo kiosco para suscribir el acta de su
constitución, bajo sanción de revocarles su inscripción, porque si no lo hacían
no se podría tramitar su personaría jurídica.
Diez
días más tarde, los mismos “chauchillas” con música de suspenso de por medio, anunciaron
que la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, había inscrito su personería
jurídica en la Partida Nº 28535517 del Registro de Personas Jurídicas de la
Oficina Registral de Atunrumi, gracias a la gestión de su asesor jurídico y el
Registrador Público. También dio la primicia de que su flamante e incansable
presidente ya estaba entrando en serias negociaciones con el propietario de la
finca donde se habrá de construir la más
grande urbanización de la región,
y que para la aprobación del monto de esta importante transacción,
próximamente se estaría convocando a una Asamblea General Extraordinaria, para
que entre todos los asociados se pueda acordar su precio definitivo, y señalar
cuál deberá ser la entidad financiera donde deberán pagar las cuotas por los
lotes que les corresponda, así como la aprobación de la minuta de compra–venta
preparado por el abogado de la asociación y la contratación del equipo de
ingenieros que se encargará de levantar el plano de la lotización para los
fines de su habilitación urbana ante la Municipalidad Provincial.
Esta
noticia tal y como se había propagado, causó gran revuelo en todos los lugares
a donde llegaba el alcance de Radio Sintonía, de modo que el ya famoso kiosco
Nº 100, aunque se mantuvo cerrado por esos días, se vio visitado de muchas
personas que durante casi una semana acudieron a ese lugar con la esperanza de
lograr un empadronamiento adicional.
000ººº000
De
esa noticia pasaron una, dos, tres y hasta cuatro semanas, y como no hubo
ninguna novedad más sobre
ese asunto, los empadronados se fueron a la casa del vicepresidente a pedirle
alguna novedad más sobre el asunto.
–Un momentito señores,
desde la fecha en que como ustedes tuve que ir al kiosco Nº 100, para firmar el
acta de constitución de la asociación, no sé más del asunto, y yo como
cualquier otro socio estoy esperando la convocatoria radial que haga el
presidente para asistir a la próxima sesión de la asamblea.
–¿Y no se ve con el
Presidente? –Le preguntaron.
–A ese señor no lo he
visto desde el día del paseo por el terreno de la asociación. –Les aseguró.
Como por ese asunto le hincó una mala espina, acotó. –Mañana mismo voy a ir
donde el doctor Carlos Rogelio, para ver qué me dice. –Con lo que se calmaron
los suspicaces.
Al
día siguiente el abogado le comentó, que recordaba que hace más o menos dos o
tres meses había atendido una consulta jurídica sobre la constitución de una
asociación civil o algo así por el estilo, a una persona cuyo nombre no
recordaba y que por eso le cobró los cincuenta soles que normalmente le pagan
según la tarifa aprobada por el Ilustre Colegio de Abogados, y que eso fue
todo. ¿Por qué tenía que preguntarle sobre su nombre, dirección y sus otras
generales? Cuándo el Vicepresidente le contó sus temores, el abogado le
preguntó si quería formularle una consulta jurídica sobre este asunto, a lo que
el indagador ansiosamente respondió que sí, entonces después de cobrarle le
dijo: “Mire señor usted debe dirigirse a la oficina registral a solicitar la copia
literal de la inscripción de su asociación, pero para ello previamente debe
solicitar una búsqueda registral. Antes de despedirlo le giró un comprobante
por honorarios profesionales a nombre de la Asociación de Vivienda “Mi bello
Patileón”, por los 50 soles que le habían pagado. “Con el resultado de la
búsqueda registral viene a buscarme”, le dijo, porque ese asunto le pareció muy
interesante, y más porque podría proveerle nuevos clientes.
Como
aquella búsqueda registral resultó
negativa, el vicepresidente ya no
regresó a la oficina del buen cobrador,
sino que sacó varias copias y las repartió a los socios que se acercaron a su
casa, para decirles. "¡¡¡Nos han estafado!!!, el presidente y el tesorero
se han largado con nuestras cuotas de la inscripción". La
noticia corrió como
reguero de pólvora
entre todos los asociados.
Al día
siguiente se aparecieron
donde supuestamente vivía
o se alojaba
el maldito presidente. Allí les
dijeron que ese hombre vivía en una chacra que estaba por calicanto. Sin
pensarlo dos veces se fueron al kiosco Nº 100, donde su propietario les dijo
que como siempre lo había alquilado por unos días, sólo para guardar una
mercadería de tránsito y nada más.
La
multitud acordó reunirse en las inmediaciones del local donde los habían citado la primera vez, y de allí como
enseñados se fueron al estudio del doctor Carlos Rogelio Romero Chuiman, para
que les aclare su participación en esa estafa, pues les resultaba bastante raro
que por la consulta del estafador no le había otorgado comprobante de
Honorarios Profesionales, pero a ellos sí. El abogado les dijo: “Miren, yo
tengo por costumbre extender ese comprobante de pago tan solo a las personas
jurídicas, pero no lo hago a las personas naturales porque ellas vienen por su
cuenta”. Y haciendo una mueca de que no tenía más que decirles, les hizo una
seña para que se despidan.
Como
esa respuesta les parecía bastante "cojuda", porque los comprobantes
se entregan a todos, los reclamantes cayeron en la cuenta que el abogado era
cómplice de los otros. Cuando los más de quinientos socios que estaban
esperando en la calle, por la cara de los directivos se dieron cuenta que no
había buenas noticias, y más cuando estos les refirieron lo que les había dicho
el abogado, la turbamulta como el imprevisto viento que en agosto levanta los
tejados, apedrearon el estudio del abogado y por poco no lo matan, como sí
habían matado a su computadora, a todas las lunas de su biombo y a los muebles
de su interior.
De
allí se fueron a apedrear las puertas y ventanas de Radio Sintonía y de la
Oficina de los Registros Públicos, no porque tenían la plena certeza de que
ambas entidades estaban metidas en el asunto, sino porque no creían que tan
solamente tres pichirruchos les habían hecho “el cholito” con el cuento de la
casa propia.
000ººº000
Ya
en Lima los timadores en medio de una borrachera con todo y putas más, se reían
de lo que habían hecho y de la cara de todos sus estafados.
–A mí me traían cuyes
rellenos para que inscribiera hasta a tres miembros de una misma familia. Y yo
muy seriamente les decía como si estuviera pecando por su culpa: “¡Déjame las
copias fotostáticas de sus deneis y no le digas a nadie que estoy inscribiendo
a cuatro personas más, sin estampar sus firmas en el padrón”, pero cómo esos
cholos son tan brutos, les contaban esa mi debilidad a los demás y aparecían
uno inscribiendo a tres, a cuatro, a seis. –Contaba riéndose el tesorero.
–A mí me traían plata
para que dentro del reparto de los lotes les tocara una esquinita. Un día un
huevón me regaló dos mil soles para que le hiciera tocar hasta seis lotes que
debían ubicarse a la altura de la punta del cerro, donde había visto una
cantera de cascajo, que quería explotarla para la fabricación de las bloquetas
y kinkones que le comprarían los socios. –Retrucó el presidente.
–Ya me imagino lo que
le estará pasando al cojudo que le gustaba sumar en la calculadora de su
celular. Ahora estará diciendo: “480 por 300 es igual a 144,000, más 62
suplentes a 300 son 18,600, lo que nos da un total de 162,600 soles. –Dijo el falso sobrino del propietario que en
realidad era un delincuente requisitoriado que desde algún buen tiempo se
ocultaba en esa chacra, porque era amigo del hijo del propietario.
–¡Ja, ja, ja, ja! –
Rieron todos al unísono.
Mientras
en el pueblo, Radio Sintonía a través de la indignada voz de los “chauchillas”
advertía que esa emisora solo se limita a leer los comunicados públicos pagados
por sus clientes, sin hacerse responsable de su contenido, y que en la estafa
que le habían hecho a los miembros de la Asociación de Vivienda “Mi bello
Patileón”, no tiene nada que ver ese medio, y por eso está levantando cargos
contra los dirigentes de esa persona jurídica por intento de homicidio en
agravio de su propietario y sus locutores, y por daño agravado en contra de la
propiedad privada. Más adelante esa amenaza también cayó en saco roto, porque
hechas las averiguaciones no se encontró ningún documento que pruebe la
constitución de esa asociación, ni que se haya elegido su primer Consejo
Directivo, ni mucho menos que esta tenga inscrita su personería jurídica.
000ººº000
Después
de algunos meses se apareció por el pueblo el dueño del fundo Patileón. Luego
de prestar su manifestación en la investigación sobre la comisión del delito de
estafa que a pedido de la Fiscalía Provincial estaba realizando la comisaría,
se fue al estudio de doctor Carlos
Rogelio Romero Chuiman, para enterarse más de los pormenores de aquel
escándalo.
–¿Es una pregunta o una
consulta? –Le preguntó el abogado.
–Una consulta
–contestó.
–Bueno, si es una
consulta mis honorarios son 50 soles. –Y seguidamente le contó los pormenores
de aquella jugada y cómo casi lo matan durante el destrozo de su estudio
jurídico, y que para él que se consideraba el mejor abogado del medio la cosa
no iba a quedarse ahí, sino que el hermano de su mamá que es oficial de la
policía en Lima, está tras los pasos de esos forajidos y que en cualquier
momento llegarían directamente a la cárcel del pueblo.
–Doctor, yo estoy
ciento por ciento seguro que con la intervención de mi compañero de colegio y
promoción, el comandante José Chuiman Hernández, esos desgraciados van a tener
que responder por su lisura ante todos esos pobres campesinos que han confiado
en esos desgraciados. Pero doctor como dicen los antiguos, “No hay mal que por
bien no venga”, que significa que no hay que angustiarse cuando nos ocurre algo
malo en la vida, porque muchas de las cosas que en un momento nos parecen
malas, en realidad tienen consecuencias positivas a la larga, y por eso yo creo
que no podemos dejar de aprovechar la buena demanda que ha tenido mi propiedad
para ofrecérselo en venta a los mismos interesados, pero en su verdadero
precio. –Le propuso.
–¿Y cuánto cree que es
su verdadero precio? –Preguntó el abogado.
–Cincuenta dólares el
metro cuadrado, pues doctor.
–¿Cincuenta,
cincuenta?, no creo que puedan pagar esos desgraciados que casi me matan, pero
si podemos ofrecérselo a unos amigos que tienen una inmobiliaria en el Cusco y
si estos no se animan, usted mismo podría lotizarlo por su cuenta y con mi
asesoramiento e ir vendiéndolo poco a poco.
–¡Claro!, como no.
–Dijo el propietario, que luego de pagar la consulta jurídica se fue pensando:
“Seguramente contigo voy a lotizar mi propiedad tinterillo de mierda. Si tú
eres el verdadero jefe de esa banda que ha estafado a todos esos pobres ccalasiquis
que sin que les cueste un solo céntimo querían tener hasta casa propia en mi
finca.
En
ese mismo instante, mientras el abogado metía en su billetera los cincuenta
soles de la consulta, pensaba maliciosamente: “En tu cara de cholo cojudo
habías sido un pendejo completo como para montar el cuento de la casa propia
junto a esos tres delincuentes que vivían a sus anchas y por meses en la casa
que tienes en tu chacra, y ahora quieres utilizarme a mí para seguir estafando
a los mismos miserables. ¡Cincuenta dólares el metro cuadrado!, estás bien
huevón o te ha punteado el cuy”.
No
pasó mucho tiempo para que los estafados, sin necesidad de muchas reuniones y
bajo el asesoramiento de un abogado recontra "zurdo", que sin tanta
alharaca redactó el acta de constitución, los estatutos sociales, la elección
del primer Consejo Directivo, la minuta que fue elevada a Escritura Pública en
la Notaria Publica del doctor Jaime Enrique Zumárraga y Lazúrraga,
constituyeran la Asociación Pro Vivienda "Patileón", la misma que fue
debidamente inscrita en el Registro de Personas Jurídicas de la Oficina
Registral de Atunrumi.
Luego
solicitaron y obtuvieron de la Oficina Regional de Saneamiento Rural la copia
del plano del predio rústico “Patileón” y contrataron los servicios de un
ingeniero para que les haga el plano de lotización, y se repartieran por sorteo
y sobre el papel los lotes que les correspondían; y, finalmente juraran
defender con su sangre y hasta con el último aliento de sus vidas su sagrado
derecho humano a una vivienda, digna y adecuada, tal y como aparece recogido en el apartado 1 del
artículo 25º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el
artículo 11º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC).
Un
buen día de esos, entre gallos y medianoche, todos los asociados y como cien
oportunistas más, invadieron la propiedad de Maurilio Chipa Aymara, porque
habían pagado a sus empleados hasta 300 nuevos soles cada uno, y por eso ahora,
gracias al Certificado de Posesión que les otorgó la Jefatura Rural, están
gestionando el saneamiento físico–legal de sus parcelas ante la Oficina
Regional de Saneamiento Rural, donde como todo el mundo sabe: “Si pagas lo que
piden consigues lo que persigues”. Ya más adelante ellos sabrán decirle a sus
agraviados. “No hay ningún problema señor, inicie un proceso judicial pidiendo
la nulidad del título de propiedad y nosotros definitivamente lo apoyaremos,
porque ese desgraciado en complicidad con la Jefatura Rural, nos han
sorprendido”.
Mientras
tanto el propietario, ha tomado hasta cinco abogados para iniciar los procesos
civiles y penales, que cada uno y a su turno le han aconsejado. Pero lo más
seguro es que acabe muriéndose de un infarto cardiaco o termine volviéndose
loco, porque ha conocido que buena parte de los invasores son familiares de los
empleados del Poder Judicial y la Fiscalía, y así no se puede llegar a ninguna
parte.
Para
el colmo de sus males, hasta el abogado Carlos Rogelio Romero Chuiman es uno de
los nuevos socios. Aunque para no aparecer como uno de los “invasores de
mierda”, para defenderse diga: "El terreno no es para mí, sino para un
culito que me tiene chiflado".
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