viernes, 19 de junio de 2020

LA CASA PROPIA


–¡El  doctor  Carlos  Rogelio  Romero  Chuiman,  me  ha  dicho  que  lo  único  que  necesitamos  es constituir una Asociación Pro Vivienda e inscribir su personería jurídica en los Registros Públicos, para poder comprar legalmente el fundo "Patileón" de don Maurilio Chipa Aymara. –Decía quien se había auto proclamado dirigente barrial de los comuneros de Chaupipampa, Maranpata y Tastaccasa del distrito de San José de Macre,  afincados en ese pueblo.

–¿Y cómo es eso? –Preguntó un curioso incrédulo.

–Bueno, dice el abogado que primero debemos inscribirnos en este Padrón de Asociados, señalando nuestros nombres, deneis, ocupación, estado civil, dirección y finalmente estampar nuestras firmas.

–Contestó leyendo un papel que tenía entre las manos y luego aclaró. –Señores por mandato legal la adhesión a una asociación es voluntaria, pero los que queramos inscribirnos debemos poner una cuota de trescientos soles para los gastos notariales y registrales y los propios de la asociación.

–¿Y cómo es eso? –La misma persona volvió a preguntar, pero esta vez algo más desconfiado.

–En primer lugar hay que pagar los honorarios profesionales del abogado que debe redactar la minuta, el acta de constitución  y los estatutos de la asociación y después pagar al notario público para que eleve a Escritura Pública esa minuta y gire los partes a los Registros Públicos, para la inscripción de la asociación en el Registro de Personas Jurídicas, allí hay que pagar también, porque en el Perú nada es gratis. Además hay que comprar los libros de actas, de caja y de padrón de asociados, mandar hacer los sellos, adquirir los tampones, engrapador y otros materiales. También debemos alquilar una oficina para que la asociación pueda tener un domicilio legal y funcionar como la Ley manda.  –Aclaró de tan mala gana, que pareció que no debía hacerlo por lo estúpido que resultaba dar cuenta a tanto palurdo de asuntos tan obvios.

–Señor Malpartida, podría aclararnos que es eso de la personería jurídica.  –Preguntó con muy buenas maneras uno de los cuarenta asistentes a esa reunión. Que con las mismas buenas maneras fue respondido.

–Señores, la idea es que debemos adquirir una propiedad privada para construir nuestras viviendas, porque no somos unos vulgares invasores o algo por el estilo, ni mucho menos nos gustaría andar metidos en denuncias policiales, desalojos violentos, procesos penales y esas otras cosas más que no van con nuestra personalidad. En ese sentido nuestra pretensión es adquirir la finca de don Maurilio Chipa Aymara con todas las de la ley. Pero como todos tenemos que ser dueños de ese predio, porque vamos a comprarlo entre todos, no podemos hacerlo a nombre de algunos o de todos, sino a nombre de una Asociación de Vivienda de la cual los que buenamente quieran van a ser sus socios. ¡Oido al Tambor!, no estamos obligando ni mucho menos rogando a nadie, y para eso nuestra asociación tiene que estar inscrita en los Registros Públicos. Eso señores es lo que los abogados llaman personería jurídica.

–¿Esa personería jurídica solo nos va a servir para comprar la chacra? –Volvió a preguntar el gentil hombre.

–Muy buena pregunta señor, ¿Benigno Huatarcuya, no? –Preguntó y cuando fue respondido con un “¡Sí señor!” continuó. –Esa personería jurídica no solo nos va a servir para adquirir e inscribir el terreno, sino para gestionar ante la municipalidad la habilitación urbana y lotización, la construcción de la vía de acceso hasta la urbanización, la instalación del agua potable y el desagüe ante la empresa municipal de saneamiento, la electrificación ante Electro Sur y para todas esas tantas cosas que se deben hacer a lo largo de la vía crucis que tenemos que sufrir para tener una vivienda decente.

–Disculpe señor Malpartida, pero debo decirle que en el mercado donde trabajo también hemos constituido una Asociación de Comerciantes Ambulantes y para obtener la personería jurídica tan solamente hemos puesto una cuota de ciento cincuenta soles nomás, ¿por qué tenemos que poner doscientos soles para esta asociación? –preguntó una vez más el impertinente.

–¿Por favor podría decirme cuál es su gracia? –Respondió preguntando el conductor de aquella reunión, reprimiendo una endiablada rabia.

–¿Gracia? –Preguntó.

–Su nombre señor – aclaró.

–Jacinto Huamanchullu Rojas, señor.

–¡Ah ya! Señor Jacinto, le puedo preguntar, ¿qué beneficios le han dado en su Asociación de Comerciantes Ambulantes?

–Bueno, nos han empadronado, y ahora que estamos inscritos en la municipalidad  tenemos derecho a mantener un espacio en la calle para comerciar nuestras mercaderías en las principales ferias del pueblo, aunque eso sí, tenemos que pagar un cupo semanal de cincuenta soles para los funcionarios de la municipalidad. –Respondió un tanto confundido.

–¿Me podría decir, durante cuántas semanas ha pagado usted ese cupo que le reclaman los funcionarios de la municipalidad?, y otra preguntita más, ¿cuántos son en vuestra asociación? –Preguntó casi suplicando.

–Desde el mes de agosto del 2012, y si quiere saber, mi asociación tiene 64 miembros debidamente empadronados y registrados en la municipalidad y en los registros públicos. –Respondió orgullosamente.

–Bueno, desde el mes de agosto a la fecha han pasado… –se puso a pensar en voz alta “agosto del
2013, agosto del 2014, setiembre, octubre, noviembre, diciembre más los tres meses que van del
2015. Veinticuatro más siete”,   y acabó esta cuenta hablando. –O sea son 31 meses a cuatro semanas por mes son…. –Nuevamente se puso a pensar, hasta que un matemático que  estaba en la reunión con su celular en la mano, exclamó: “!Ciento veinticuatro!”. –124 por 50 soles semanales hacen…. –El mismo matemático se comidió a hacer la cuenta, multiplicando:

–124 por 50 son 6,200 por 64 socios hacen 368,800 soles.

–O sea que ya han sido 368,800 soles lo que ustedes han pagado a los corruptos de la municipalidad y ¿ya tienen kiosco fijo o puesto estable dentro de alguno de los mercados?

–No señor. –Respondió bastante confundido y agregó. –Porque ninguno de nosotros es dueño de los mercados, sino la municipalidad.

–Si la municipalidad no es de ustedes, ¿me podría decir de quién puede ser?

–¡Del alcalde y de todos los que han ganado las elecciones municipales! –Respondieron casi en coro los asistentes.

–Entonces pues, no confundamos las cosas. Lo que les estamos proponiendo es que formemos una Asociación de Vivienda para ser dueños del terreno donde construiremos nuestras casas con su respectivo mercado, para no tener que pagar alquileres mensualmente y un montón de plata por los servicios de agua potable y luz eléctrica, y para que la municipalidad nos sirva en todo lo que legalmente debe hacer por los  vecinos y la población. –Dijo esto como si se tratara de un discurso y para cerrarlo, acotó: –¡Aquí nadie le obliga nada a nadie. Los que quieren tener una casa propia pueden empadronarse, los que no quieran, ¡no! –Y casi todo el auditorio lo aplaudió calurosamente, incluso el desconfiado Jacinto Huamanchullu Rojas, lo hacía moviendo la cabeza en sentido afirmativo.

Para terminar, el ya casi seguro presidente de la asociación en ciernes, les agradeció su asistencia a esa reunión informativa y los invitó para que el día sábado 17 de abril del 2015, se encontraran los interesados en las inmediaciones del puente calicanto a las  diez de la mañana en punto, para realizar una visita guiada a la propiedad donde todos los que buenamente quisieran podrían construir sus viviendas, y llegar a ser vecinos de este pueblo con universidades y varios centros de educación superior.

Llegado el sábado 17, desde las ocho de la mañana se fueron reuniendo varias familias, y a la hora de la visita se podía ver una afluencia de casi 700 personas entre adultos, jóvenes y niños que habían decidido hacer un paseo campestre a la par de curiosear el terreno de la futura urbanización.

De ese lugar que estaba como a cuatro kilómetros por carretera del pueblo y que contaba con servicio público de pasajeros, se fueron caminando casi dos kilómetros hasta descubrir una planicie suavemente inclinada de más o menos cuatro hectáreas, la que se empinaba hacia el cerro hasta llegar al camino de herradura que va hacia la Comunidad Campesina de Matibamba, donde según el guía de aquella inspección, habían siete hectáreas más.

–¿Quién es este señor? –Preguntó alguien por el extraño joven que les servía de guía.

–Es el señor Genaro Chipa Paiva, sobrino del propietario que está aquí por encargo de su tío para facilitarnos esta visita. –Le dijo en voz alta para que también escucharan las más de veinte personas que estaban en ese grupo, y agregó. –Miren, él mismo me ha alcanzado una copia del título de propiedad y la copia literal de la inscripción de esta finca en los Registros Públicos. Lo que me indica que estamos parado sobre una propiedad debidamente saneada y lista para ser vendida, obsequiada, heredada o lo que sea, con eso les digo todo. Si nos gusta este lugar y llegamos a ponernos de acuerdo sobre su precio, en cualquier momento podrá ser de todos nosotros.  –Respondió el lider de toda esa hazaña.

–¡De aquí se ve casi todo el pueblo y hasta la punta del nevado Machuorcco! –Comentó alguien con mucha admiración.

–¡Mamá, mira la torre de la iglesia y las palmeras de la Plaza de Armas! –Gritó un niño y a ese exclamación todos los paseantes se dedicaron a ubicar ese u otros sitios del pueblo que podía verse desde aquel lugar, sin dejar de exclamar o murmurar: “¡Qué bonito!” o “¡No está muy lejos!”, hasta que alguien preguntó al guía de dónde captaban el agua de riego para esa chacra.

–De un pequeño manantial que está aquí arribita. Pero habríamos podido sembrar más si hubiéramos tenido el dinero para comprar casi mil doscientos metros de tubería para poder captar las aguas del gran manantial que está por allá, y que pierde sus aguas en un bofedal. –Y señaló una pequeña  y verdeada quebrada que no estaba muy lejos de allí.

Después de esta noticia, entre los varones de aquel paseo corrió un festivo rumor: “¡Pucha que esto está bien bacán! Hacemos una chancha nos convertimos en JASS y nos chupamos el agua de esos manantes y jamás tendremos que pagar al EMUSAPO. Además si nos ponemos de acuerdo con los dueños de esas chacras, el desagüe se puede echar en el río que pasa por abajo”. Después de esas y otras observaciones, casi todas a favor del predio, no les quedó más que preguntar: "¿Cuánto costaría por metro cuadrado toda esa propiedad?", a lo que él ya casi seguro Presidente de la Asociación, aclaró:

–¿Cuál por metros cuadrados? Por mandato legal los predios rústicos se miden, se compran o se venden por hectáreas, es decir por cada diez mil metros cuadrados, y si vamos a comprar esta chacra tiene que ser por hectáreas. –Comentó el cuasi presidente.

–¿Y cuánto estará pidiendo el dueño? –Alguien preguntó, lo que todos querían preguntar.

–A ojo de buen cubero podríamos pagar por la pampita unos 50 mil soles por hectárea y por las que están arriba máximo 100 mil, o sea 300 mil por todo. ¡Nada más! ¿Qué te ha dicho tu tío sobre ese asunto? –Le preguntó al sobrino guía y morador de la antigua y bonita casa que tenía la chacra.

–Mi tío estaría muy feliz con ese precio, porque a mi papá se lo quería vender por 100 mil nomás.

Ante esa respuesta, todos dejaron para el resto de sus vidas ese paseo, y comenzaron a preguntar por qué no se levantaba en ese mismo momento el acta de constitución de la Asociación de Vivienda. Total  ese  borrador  podría  más  tarde  trasladarse a sus libros legalizados, y así “comenzar mañana mismo el empadronamiento”.

–Bueno, si ustedes quieren podemos ponernos de acuerdo para elegir el Consejo Directivo y ponerle nombre a la asociación,  pero eso sería temporariamente, porque hay que tener en cuenta que nosotros nomás no vamos a ser los únicos que queramos construir nuestras casas en este lugar, porque también debemos pensar que hay muchos paisanos que incluso son nuestros parientes que desearían tener la oportunidad de contar con una morada decente en esta ciudad. –Propuso el virtual presidente.

Inmediatamente los excursionistas se reunieron en un ruedo. Lo primero que hicieron fue presentarse personalmente ante don Esteban Malpartida Huacre. “Mi nombre es Palemón Hurtado Sánchez, soy natural de Tastaccasa, casado con Felicia Huillca Matencio, tengo dos hijos y deseo participar en esta feliz iniciativa, no sin dejar de felicitar a don Esteban por traernos a este lugar”. “Mi nombre es ……”. Así uno a uno fueron presentándose todos los jefes de familia. Cuando acabó ese improvisado protocolo, se dio inicio a la Asamblea General fundacional de lo que convinieron en denominar: “Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”.

Por unanimidad eligieron como Presidente a don Esteban Malpartida Huacre, luego se eligió como vicepresidente a un paisano, un tanto pedante que dijo: “Cómo vicepresidente si puedo aceptar, porque la verdad es que casi no tengo tiempo”. Luego eligieron como Secretaria a la profesora Clotilde Anampa Rivera, que dijo que solo podría ejercer el cargo los días sábados y domingos porque  "el resto de la semana no podría servirles, por razones obvias". Como Tesorero se eligió a quien desde el primer momento había demostrado su preocupación por lo económicoen la persona de don Jacinto Huamanchullu Rojas, después casi de relleno se eligió el Fiscal y el Vocal.

–¿Hasta cuántos socios vamos a ser? –Preguntó uno de los asambleístas.

–La verdad es que no sabría calcular cuánta gente puede caber en un terreno de 110 mil metros cuadrados. ¿Digan ustedes algo pues?

Después de machucar durante cinco minutos los teclados de su celular con calculadora, su dueño dijo a la reunión: "Si dejamos el 30% del terreno para calles y áreas verdes, nos quedarían 77 mil metros cuadrados y sin nos lotizamos a 160 metros cuadrados, en esta urbanización podemos llegar a ser 480 vecinos.

–Pero no todo es pampita nomás hay que considerar la parte de arriba. –Objetó uno de ellos.

–Pero la parte de arriba también es urbanizable, porque parado, parado no es. Además va a ser más barato y tiene más de diez mil árboles de eucaliptos que podrían ser para los que compren arriba. –Contestó el flamante presidente y agregó. –Por orden de llegada, la parte de abajo será para los cien primeros socios que se empadronen y paguen su inscripción en el kiosco Nº 100 de la sección de comerciantes de cultivos andinos del Mercado del Pueblo Joven “José Carlos Mariátegui”, donde trabaja el tesorero. –Con esta respuesta se puso punto final a la improvisada asamblea.

A lo largo del mediodía y toda la tarde siguieron llegando visitantes hasta Patileón, porque sus amigos o familiares les habían llamado por celular para darles la buena nueva, y como no lo creían, se fueron ellos mismos a visitar el predio.

Cinco días después se cerró el empadronamiento y las inscripciones, pero se recibieron hasta 62 inscripciones adicionales, por si alguno de los oficialmente empadronados renunciara a su participación. Casi inmediatamente después, se anunció por el noticiero matutino que conducen los "chauchillas" que los socios de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, debían apersonarse en el mismo kiosco para suscribir el acta de su constitución, bajo sanción de revocarles su inscripción, porque si no lo hacían no se podría tramitar su personaría jurídica.

Diez días más tarde, los mismos “chauchillas” con música de suspenso de por medio, anunciaron que la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, había inscrito su personería jurídica en la Partida Nº 28535517 del Registro de Personas Jurídicas de la Oficina Registral de Atunrumi, gracias a la gestión de su asesor jurídico y el Registrador Público. También dio la primicia de que su flamante e incansable presidente ya estaba entrando en serias negociaciones con el propietario de la finca donde se habrá de construir la más  grande urbanización de la región,  y que para la aprobación del monto de esta importante transacción, próximamente se estaría convocando a una Asamblea General Extraordinaria, para que entre todos los asociados se pueda acordar su precio definitivo, y señalar cuál deberá ser la entidad financiera donde deberán pagar las cuotas por los lotes que les corresponda, así como la aprobación de la minuta de compra–venta preparado por el abogado de la asociación y la contratación del equipo de ingenieros que se encargará de levantar el plano de la lotización para los fines de su habilitación urbana ante la Municipalidad Provincial.

Esta noticia tal y como se había propagado, causó gran revuelo en todos los lugares a donde llegaba el alcance de Radio Sintonía, de modo que el ya famoso kiosco Nº 100, aunque se mantuvo cerrado por esos días, se vio visitado de muchas personas que durante casi una semana acudieron a ese lugar con la esperanza de lograr un empadronamiento adicional.

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De esa noticia pasaron una, dos, tres y hasta cuatro semanas, y como no hubo ninguna novedad  más  sobre  ese  asunto,  los empadronados se  fueron a la casa del vicepresidente a pedirle alguna novedad más sobre el asunto.

–Un momentito señores, desde la fecha en que como ustedes tuve que ir al kiosco Nº 100, para firmar el acta de constitución de la asociación, no sé más del asunto, y yo como cualquier otro socio estoy esperando la convocatoria radial que haga el presidente para asistir a la próxima sesión de la asamblea.

–¿Y no se ve con el Presidente? –Le preguntaron.

–A ese señor no lo he visto desde el día del paseo por el terreno de la asociación. –Les aseguró. Como por ese asunto le hincó una mala espina, acotó. –Mañana mismo voy a ir donde el doctor Carlos Rogelio, para ver qué me dice. –Con lo que se calmaron los suspicaces.

Al día siguiente el abogado le comentó, que recordaba que hace más o menos dos o tres meses había atendido una consulta jurídica sobre la constitución de una asociación civil o algo así por el estilo, a una persona cuyo nombre no recordaba y que por eso le cobró los cincuenta soles que normalmente le pagan según la tarifa aprobada por el Ilustre Colegio de Abogados, y que eso fue todo. ¿Por qué tenía que preguntarle sobre su nombre, dirección y sus otras generales? Cuándo el Vicepresidente le contó sus temores, el abogado le preguntó si quería formularle una consulta jurídica sobre este asunto, a lo que el indagador ansiosamente respondió que sí, entonces después de cobrarle le dijo: “Mire señor usted debe dirigirse a la oficina registral a solicitar la copia literal de la inscripción de su asociación, pero para ello previamente debe solicitar una búsqueda registral. Antes de despedirlo le giró un comprobante por honorarios profesionales a nombre de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, por los 50 soles que le habían pagado. “Con el resultado de la búsqueda registral viene a buscarme”, le dijo, porque ese asunto le pareció muy interesante, y más porque podría proveerle nuevos clientes.

Como aquella búsqueda registral  resultó negativa, el vicepresidente  ya no regresó  a la oficina del buen cobrador, sino que sacó varias copias y las repartió a los socios que se acercaron a su casa, para decirles. "¡¡¡Nos han estafado!!!, el presidente y el tesorero se han largado con nuestras  cuotas  de la inscripción".  La  noticia  corrió  como  reguero  de  pólvora  entre  todos  los asociados.

Al  día  siguiente  se  aparecieron  donde  supuestamente  vivía  o  se  alojaba  el  maldito presidente. Allí les dijeron que ese hombre vivía en una chacra que estaba por calicanto. Sin pensarlo dos veces se fueron al kiosco Nº 100, donde su propietario les dijo que como siempre lo había alquilado por unos días, sólo para guardar una mercadería de tránsito y nada más.

La multitud acordó reunirse en las inmediaciones del local donde los  habían citado la primera vez, y de allí como enseñados se fueron al estudio del doctor Carlos Rogelio Romero Chuiman, para que les aclare su participación en esa estafa, pues les resultaba bastante raro que por la consulta del estafador no le había otorgado comprobante de Honorarios Profesionales, pero a ellos sí. El abogado les dijo: “Miren, yo tengo por costumbre extender ese comprobante de pago tan solo a las personas jurídicas, pero no lo hago a las personas naturales porque ellas vienen por su cuenta”. Y haciendo una mueca de que no tenía más que decirles, les hizo una seña para que se despidan.

Como esa respuesta les parecía bastante "cojuda", porque los comprobantes se entregan a todos, los reclamantes cayeron en la cuenta que el abogado era cómplice de los otros. Cuando los más de quinientos socios que estaban esperando en la calle, por la cara de los directivos se dieron cuenta que no había buenas noticias, y más cuando estos les refirieron lo que les había dicho el abogado, la turbamulta como el imprevisto viento que en agosto levanta los tejados, apedrearon el estudio del abogado y por poco no lo matan, como sí habían matado a su computadora, a todas las lunas de su biombo y a los muebles de su interior.

De allí se fueron a apedrear las puertas y ventanas de Radio Sintonía y de la Oficina de los Registros Públicos, no porque tenían la plena certeza de que ambas entidades estaban metidas en el asunto, sino porque no creían que tan solamente tres pichirruchos les habían hecho “el cholito” con el cuento de la casa propia.

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Ya en Lima los timadores en medio de una borrachera con todo y putas más, se reían de lo que habían hecho y de la cara de todos sus estafados.

–A mí me traían cuyes rellenos para que inscribiera hasta a tres miembros de una misma familia. Y yo muy seriamente les decía como si estuviera pecando por su culpa: “¡Déjame las copias fotostáticas de sus deneis y no le digas a nadie que estoy inscribiendo a cuatro personas más, sin estampar sus firmas en el padrón”, pero cómo esos cholos son tan brutos, les contaban esa mi debilidad a los demás y aparecían uno inscribiendo a tres, a cuatro, a seis. –Contaba riéndose el tesorero.

–A mí me traían plata para que dentro del reparto de los lotes les tocara una esquinita. Un día un huevón me regaló dos mil soles para que le hiciera tocar hasta seis lotes que debían ubicarse a la altura de la punta del cerro, donde había visto una cantera de cascajo, que quería explotarla para la fabricación de las bloquetas y kinkones que le comprarían los socios. –Retrucó el presidente.

–Ya me imagino lo que le estará pasando al cojudo que le gustaba sumar en la calculadora de su celular. Ahora estará diciendo: “480 por 300 es igual a 144,000, más 62 suplentes a 300 son 18,600, lo que nos da un total de 162,600 soles.  –Dijo el falso sobrino del propietario que en realidad era un delincuente requisitoriado que desde algún buen tiempo se ocultaba en esa chacra, porque era amigo del hijo del propietario.

–¡Ja, ja, ja, ja! – Rieron todos al unísono.

Mientras en el pueblo, Radio Sintonía a través de la indignada voz de los “chauchillas” advertía que esa emisora solo se limita a leer los comunicados públicos pagados por sus clientes, sin hacerse responsable de su contenido, y que en la estafa que le habían hecho a los miembros de la Asociación de Vivienda “Mi bello Patileón”, no tiene nada que ver ese medio, y por eso está levantando cargos contra los dirigentes de esa persona jurídica por intento de homicidio en agravio de su propietario y sus locutores, y por daño agravado en contra de la propiedad privada. Más adelante esa amenaza también cayó en saco roto, porque hechas las averiguaciones no se encontró ningún documento que pruebe la constitución de esa asociación, ni que se haya elegido su primer Consejo Directivo, ni mucho menos que esta tenga inscrita su personería jurídica.

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Después de algunos meses se apareció por el pueblo el dueño del fundo Patileón. Luego de prestar su manifestación en la investigación sobre la comisión del delito de estafa que a pedido de la Fiscalía Provincial estaba realizando la comisaría, se fue al  estudio de doctor Carlos Rogelio Romero Chuiman, para enterarse más de los pormenores de aquel escándalo.

–¿Es una pregunta o una consulta? –Le preguntó el abogado.

–Una consulta –contestó.

–Bueno, si es una consulta mis honorarios son 50 soles. –Y seguidamente le contó los pormenores de aquella jugada y cómo casi lo matan durante el destrozo de su estudio jurídico, y que para él que se consideraba el mejor abogado del medio la cosa no iba a quedarse ahí, sino que el hermano de su mamá que es oficial de la policía en Lima, está tras los pasos de esos forajidos y que en cualquier momento llegarían directamente a la cárcel del pueblo.

–Doctor, yo estoy ciento por ciento seguro que con la intervención de mi compañero de colegio y promoción, el comandante José Chuiman Hernández, esos desgraciados van a tener que responder por su lisura ante todos esos pobres campesinos que han confiado en esos desgraciados. Pero doctor como dicen los antiguos, “No hay mal que por bien no venga”, que significa que no hay que angustiarse cuando nos ocurre algo malo en la vida, porque muchas de las cosas que en un momento nos parecen malas, en realidad tienen consecuencias positivas a la larga, y por eso yo creo que no podemos dejar de aprovechar la buena demanda que ha tenido mi propiedad para ofrecérselo en venta a los mismos interesados, pero en su verdadero precio. –Le propuso.

–¿Y cuánto cree que es su verdadero precio? –Preguntó el abogado.

–Cincuenta dólares el metro cuadrado, pues doctor.

–¿Cincuenta, cincuenta?, no creo que puedan pagar esos desgraciados que casi me matan, pero si podemos ofrecérselo a unos amigos que tienen una inmobiliaria en el Cusco y si estos no se animan, usted mismo podría lotizarlo por su cuenta y con mi asesoramiento e ir vendiéndolo poco a poco.

–¡Claro!, como no. –Dijo el propietario, que luego de pagar la consulta jurídica se fue pensando: “Seguramente contigo voy a lotizar mi propiedad tinterillo de mierda. Si tú eres el verdadero jefe de esa banda que ha estafado a todos esos pobres ccalasiquis que sin que les cueste un solo céntimo querían tener hasta casa propia en mi finca.

En ese mismo instante, mientras el abogado metía en su billetera los cincuenta soles de la consulta, pensaba maliciosamente: “En tu cara de cholo cojudo habías sido un pendejo completo como para montar el cuento de la casa propia junto a esos tres delincuentes que vivían a sus anchas y por meses en la casa que tienes en tu chacra, y ahora quieres utilizarme a mí para seguir estafando a los mismos miserables. ¡Cincuenta dólares el metro cuadrado!, estás bien huevón o te ha punteado el cuy”.

No pasó mucho tiempo para que los estafados, sin necesidad de muchas reuniones y bajo el asesoramiento de un abogado recontra "zurdo", que sin tanta alharaca redactó el acta de constitución, los estatutos sociales, la elección del primer Consejo Directivo, la minuta que fue elevada a Escritura Pública en la Notaria Publica del doctor Jaime Enrique Zumárraga y Lazúrraga, constituyeran la Asociación Pro Vivienda "Patileón", la misma que fue debidamente inscrita en el Registro de Personas Jurídicas de la Oficina Registral de Atunrumi.

Luego solicitaron y obtuvieron de la Oficina Regional de Saneamiento Rural la copia del plano del predio rústico “Patileón” y contrataron los servicios de un ingeniero para que les haga el plano de lotización, y se repartieran por sorteo y sobre el papel los lotes que les correspondían; y, finalmente juraran defender con su sangre y hasta con el último aliento de sus vidas su sagrado derecho humano a una vivienda, digna y adecuada, tal y  como aparece recogido en el apartado 1 del artículo 25º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 11º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).

Un buen día de esos, entre gallos y medianoche, todos los asociados y como cien oportunistas más, invadieron la propiedad de Maurilio Chipa Aymara, porque habían pagado a sus empleados hasta 300 nuevos soles cada uno, y por eso ahora, gracias al Certificado de Posesión que les otorgó la Jefatura Rural, están gestionando el saneamiento físico–legal de sus parcelas ante la Oficina Regional de Saneamiento Rural, donde como todo el mundo sabe: “Si pagas lo que piden consigues lo que persigues”. Ya más adelante ellos sabrán decirle a sus agraviados. “No hay ningún problema señor, inicie un proceso judicial pidiendo la nulidad del título de propiedad y nosotros definitivamente lo apoyaremos, porque ese desgraciado en complicidad con la Jefatura Rural, nos han sorprendido”.

Mientras tanto el propietario, ha tomado hasta cinco abogados para iniciar los procesos civiles y penales, que cada uno y a su turno le han aconsejado. Pero lo más seguro es que acabe muriéndose de un infarto cardiaco o termine volviéndose loco, porque ha conocido que buena parte de los invasores son familiares de los empleados del Poder Judicial y la Fiscalía, y así no se puede llegar a ninguna parte.

Para el colmo de sus males, hasta el abogado Carlos Rogelio Romero Chuiman es uno de los nuevos socios. Aunque para no aparecer como uno de los “invasores de mierda”, para defenderse diga: "El terreno no es para mí, sino para un culito que me tiene chiflado".





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