viernes, 13 de diciembre de 2019

EL CUIDANTE

DEL ANECDOTARIO ABANQUINO


EL CUIDANTE

(Narraciones de la Zona de Emergencia)

            Que estoy embarazada y reclamando padre para mi hijo, no es lo último que me ha sucedido. Creo que ya me han pasado todas las desgracias como pasan las cuentas de los rosarios en las manos de las viejitas del Centro de Conciliación Espiritual "María Madre y Reina". No sé por qué después de rezar un rosario, como si fuera un milagro, una ya no se siente mal. Te llega un alivio y hasta sientes alegría, será porque el rosario es una penitencia cumplida. Todo en la vida es una penitencia que te atormenta ahora, para volver mañana. Todas las noches al momento de acostarnos pensamos: "No debo ser así, mañana voy a ser diferente" y al día siguiente a pesar de haber hecho todos los esfuerzos para ser mejor, seguimos siendo igual nomás, porque no hemos tenido la suerte de que el mundo, las personas y las cosas puedan cambiar para nosotros.

            Cuando nazca mi hijito, si es varoncito le pondré el nombre del señor Teófilo Noguera. Buena gente el viejito. Me ayudó bastante para conseguir mi nombramiento. Con qué ganas me animaba: "Te traes seis fotografías tamaño carnet y todos tus documentos en un folder. Yo  redactaré la solicitud de un modo que no podrán negar tu petición. Además es tu derecho". Y después: "Yo me encargaré que tu expediente esté siempre al alcance de la mano del Jurado". Más tarde, cómo me alentó para que hiciera las largas colas y las interminables esperas, sin perder la paciencia ni la esperanza.

"Bien limpiecita y decentemente vestidita, para causar una buena impresión, porque una educadora debe traspirar buenos modales y mucha cultura". ¡Qué ingenua era!, pero que importa, también es bonito ser inocente, sino cómo hubiera tenido el valor para prestarme vestidos, zapatos y hasta pintura de labios. Sino cómo hubiera aprendido a ser una señorita, conversar en las reuniones, entrar en los restaurantes y comer con cubiertos.

La verdad es que no hubiera sido nada, mejor dicho, hubiera sido muy poco, quizá una empleada doméstica por el resto de mi vida. Triste será ser la mujer de un bruto que te engríe un poquito y después te golpea toda la vida hasta matarte. Felizmente con esta mi desgracia ya sé lo que valen los hombres y por eso jamás voy a necesitar estar casada. Mi sueldito es mi padre y mi madre, aunque sólo alcance para ser pobre nomás, pero me sirve para pagar mi comida, el alquiler de mi cuarto y comprarme algunas ropitas. Yo vivo de mi trabajo. Yo soy honrada.

No sé. Ahora cuando pienso una cosa, acabo pensando otra. Bueno, si mi hijito es varoncito le pondré el nombre del abuelito Teófilo, que es muy buena gente y me ha dicho que su nombre significa: "El que es amado por Dios", yo también quiero que mi hijito sea amado por Dios, porque al final de todo, él será su único padre. También me invitaba al restaurante y hasta tenía mi foto en la que me hizo dedicar: "Para Teófilo, sinceramente: Silvia. 12─03─87". No me importa que todo el mundo diga que es un viejo mañoso, agiotista y chismoso a pesar de ser un empleado del Región de Educación. Si es mujercita se llamará Clotilde como mi abuelita que me ayudó a crecer y que siempre me machacaba que sin secundaria completa no sería nada en la vida.

Lo que es mi madre no cuenta para nada. Malo será bautizar a las criaturas con los nombres de las gentes que se van a ir al infierno. ¡Borracha! Dicen que por viciosa la botaban sus maridos. ¡Qué maridos ni que ocho cuartos!, si solo han sido varios imbéciles que convivieron con ella hasta arrepentirse. Mejor será no pensar mal porque eso es pecado, pero pensándolo bien todo somos pecadores y yo también soy una pecadora por tener estos malos pensamientos.

Qué bueno es estar lejos de la ciudad. Cuando crezca mi barriga le diré a la gente de la comunidad: "Me he casado, mi esposo es ingeniero y trabaja en Arequipa". También pediré permiso para cobrar mi sueldo y visitar a mi esposo. Ojala que esa Asociación Pro-Vivienda encuentre la chacra que está buscando para la lotización. Cuando pidan la cuota para pagar los lotes, de donde sea voy a sacar la plata, aun cuando sea vendiendo mi alma al diablo. Ni siquiera es para tanto, total como me quedaré en la comunidad casi todo el año, no voy a gastar mucho porque vestiré solo mi buzo. Cada fin de semana voy a comprar todas las gallinas, los huevos, los chanchos y los cuyes que me puedan ofrecer los lugareños para venderlos en el paradero de la ciudad, dicen que en eso se gana bien. Y como además solo voy a comer lo que producen los comuneros, voy a juntar buena platita para lograr ese lotecito.

            Cuando mi hijo sea grande, mi casa esté acabada y tenga buena mesa y una cama tendida con sábanas limpias y frazadas "tigre" de Maranganí, seguramente ese perro vendrá a contarme sus tristezas: "Tengo seis hijos, mi mujer es una bruta, estoy enfermo, casi me muero. Perdóname, estaba ciego por el orgullo y por eso ahora estoy pagando caro". Otra vez me pongo a pensar en sonseras como si fueran ciertas. No es bueno que me gane mi imaginación, porque hasta puedo volverme loca. Al final la vida es como te viene saliendo todos los días y punto.

Además y pensándolo bien, porqué se va a salir con su gusto ese perro, cuando nazca mi hijito lo inscribo en la Municipalidad con su apellido, le inicio un juicio de alimentos y después juicio y más juicio hasta que aprenda a mantenerlo. ¡Qué tal lisura!, me voy a hacer valer. A última hora mejor no, el desgraciado puede comprarse a los jueces y tinterillos para defenderse y hacerme sentir peor y hasta sin plata porque la justicia no es gratis. Si me ha dicho: "¡Anda nomás, quéjate a quien quieras!, veremos si los jueces saben hacerle caso a una mujer que se encierra con cuatro", y encima: "Acaso yo no más he sido tu cuidante".

Que feo es estar sola y esperar sola. Mejor ya no pensaré en nada. Mejor voy a hacer todo lo que tengo que hacer y esta noche me voy a comer al "kaly" para ver en la tele a la Miss Perú de Señoras que ha ganado a todo el mundo en los Estados Unidos; dicen que es muy bonita y que tiene dos hijitos.

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─¿Usted señor Director Regional, puede creer  que mi esposo en su calidad de educador y padre de familia se va prestar a semejante adefesio? ¡Cómo puede decir eso esa cholita refinada! ─Y se puso a leer la fotocopia de un documento: "Que debido a las constantes incursiones de elementos armados en la comunidad, que nos hicieron temer por nuestras vidas, nos hemos visto obligadas a aceptar la protección de nuestros colegas varones, quienes para mayor seguridad decidieron pernoctar con nosotras en el mismo ambiente". ─¡Conchuda! encima sin la menor vergüenza dice: "que debido a esas circunstancias, me encuentro embarazada del quejado, quien lejos de reconocer su responsabilidad, está solicitando su traslado a otro centro educativo. ─Vomitó por fin la mujer y de memoria, la queja que tenía  aprendida y agregó. ─Si en ese pueblo se pasean a sus anchas los terrucos, ¿cómo usted puede estar seguro que esa mujer no es una delincuente terrorista y que sus propios compiches no la hayan embarazado?

─Por favor señora, no se sulfure. ─Suplicó el funcionario y con tono más calmado agregó. ─Debo recordarle que el Ministerio de Educación se limita a tomar los servicios de los docentes, supervisar su desenvolvimiento profesional y pagar sus salarios, luego de esto, estamos absolutamente prohibidos de inmiscuirnos en la vida privada de los profesores, menos aun si esta no afecta la moral pública, en consecuencia, mal podríamos tratar de resolver la queja de la señorita profesora, ni tampoco su petición por tratarse de asuntos estrictamente personales, y si usted cree que la profesora es una delincuente terrorista, pues bien vaya a la Base Militar y denuncie esa sospecha y verá cómo todos los profesores de ese centro escolar, incluyendo su esposo, se van veinte años a la cárcel por convivir con elementos subversivos sin que les pase nada y lo que es peor sin denunciarlos. ─culminó pensando: "¿Cama redonda contra la subversión? ¡Qué buena pendejada de ese cholito huevas tristes!”

─¿O sea que no la van a despedir del magisterio y encima se va a quedar de maestra esa perra quitamaridos? ¡Qué buena raza! Esto no se va a quedar así, pues voy a quejarme ante el mismísimo señor Ministro de Educación para hacerle conocer su complicidad en este acto inmoral, ya verá. ─Amenazó la mujer al funcionario regional. ─Ahora pues, como seguirá teniendo sueldo podrá contratar abogados para fregar a mi esposo con todos los juicios de alimentos que muy bien saben hacer esas pendejas. ¡Ojala y la mate una bala perdida como ella! ─Culminó la quejosa y se marchó tirando las puertas y la vergüenza.




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