miércoles, 24 de mayo de 2017

PUENTE COLONIAL SOBRE EL RIO PACHACHACA (III)

EL PUENTE PACHACHACA Y LA BATALLA DE ABANCAY.

Algunos años después del viaje de Francisco Pizarro por la ruta de Andahuaylas y Abancay al Cusco que culminó a mediados de noviembre de 1533, los españoles comenzaron a asentarse paulatinamente en los valles de Abancay y Pachachaca.

Pero no todo fue fácil conquista y libre apropiación de tierras por parte de los primeros invasores españoles, pues estuvo de por medio la Capitulación[1] de Toledo del 25 de abril de 1529, contenido en un decreto real expedido en Toledo[2] por la Corona de Castilla, mediante la cual se otorgaba un adelantamiento, es decir, un mandato de servicio, por cuenta y bajo designio real a Francisco Pizarro, dentro de la hazaña de la conquista y colonización española de América.

Francisco Pizarro en la Capitulación de Toledo

Este documento fue firmado por la reina consorte Isabel de Portugal[3] (con poderes delegados por mandato de su esposo, el rey Carlos I de España,[4] que se hallaba ausente en Cortes), García Fernández Manrique, conde de Osorno en su calidad de Presidente del Consejo de Indias, y el doctor Diego Beltrán. De este modo quedó legitimada por los socios de la conquista y a favor de la Corona española la conquista del Perú y con ello la destrucción de la civilización incaica.

Isabel de Portugal. Reina consorte de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña,
duquesa consorte de Milán, duquesa titular consorte de Borgoña y
emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico

Resulta pertinente transcribir un fragmento de esta Capitulación, veamos:

“Por cuanto vos el capitán Francisco Pizarro, vecino de Tierra-Firme, llamada Castilla del Oro, por vos y en nombre del venerable padre don Fernando de Luque, maestreescuela y provisor dé la iglesia de Darien, sede vacante, que es en la dicha Castilla del Oro, y el capitán Diego de Almagro, vecino de la ciudad de Panamá, nos hicisteis relación que vos é los dichos vuestros compañeros, con desseo de nos servir e del bien e acrescentamiento de nuestra Corona real, puede aver cinco años, poco mas o menos, que con licencia e paresçer de Pedrarias Dávila, nuestro governador e capitán general que fué de la dicha Tierra Firme, tomastes cargo de ir a conquistar, descobrir e paçificar e poblar por la costa de la mar del Sur de la dicha Tierra, a la parte de levante, (...) Yo La Reina.”

Por medio de esta capitulación, Pizarro logró enormes beneficios en desmedro de sus socios Diego de Almagro y Hernando de Luque. Más tarde estas diferencias se irían ahondando hasta hacerse irreconciliables, y agravando más aun cuando sus partidarios las hicieron suyas.

Recordemos que por este documento Francisco Pizarro recibió la Gobernación de Nueva Castilla[5] y Diego de Almagro la Gobernación de Nueva Toledo,[6]  y que este último realizó un viaje de conquista a Chile, que comenzó en julio de 1535 y terminó en Arequipa en febrero de 1537. Esa aventura le resultó dura y penosa, pues no encontró nada de valor en aquellas tierras, a pesar de haber llegado hasta la altura de Valparaíso.


Desalentado por los resultados de su infructuoso viaje a Chile, y en la certeza que el Cusco era parte de su Gobernación, en abril de 1537 decidió tomarlo como parte de su dominio, y lo hace en los delicados momentos en que los españoles luchaban contra las tropas de Manco Inca Yupanqui (Manco II). Después de derrotar a la resistencia incaica que acabó retirándose a Vilcabamba, tomó presos a Gonzalo Pizarro[7] y a Hernando Pizarro[8] y se proclamó gobernador del Cusco. Para resolver este problema hubo negociaciones entre ambos socios, pero estas no prosperaron y acabaron en lo que conocemos como La guerra entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro el Viejo de 1537 y1538.

Gonzalo Pizarro Alonso y Hernando Pizarro y de Vargas

Como parte del inicio militar de esa contienda se produjo la Batalla de Abancay, librada el 12 de julio de 1537 a orillas del río que los españoles llamaron Abancay, y en las inmediaciones del puente incaico tendido por los incas sobre este rio que ellos llamaban Aucapanamayo y que hoy conocemos como río Pachachaca, entre las fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado,[9] y las de Diego de Almagro.

Sobre los mismos pedrones en que se levanta este puente colonial, se construyó el puente incaico,
donde se libró la famoso batalla de Abancay que dio inicio a la guerra civil de los conquistadores del Perú

Almagro venció ayudado por Pedro de Lerma, que se pasó a su bando en plena batalla. De todo lo que me ha caído a las manos sobre la Batalla de Abancay, considero que la narrada por  Guillermo Prescott,[10] en su “Historia de la conquista del Perú”,[11] es la más objetiva y sucinta, sin dejar de admitir que para algunos puedan ser otras o la combinación de muchas; pero leamos:

“El primer acto de Almagro después de la toma de la capital, fue enviar un mensaje á Alonso de Alvarado anunciándole su entrada en el Cuzco y exigiendo de él obediencia como legítimo señor. Alvarado estaba acampado con quinientos hombres entre infantería y caballería en Xauxa á unas trece leguas de la capital. Había sido enviado algunos meses antes para socorrer al Cuzco, pero inmotivada, y según se vio desgraciadamente para la capital del Perú, se detuvo en Xauxa con el pretexto de proteger aquel establecimiento y sus inmediaciones contra los insurgentes. En aquella ocasión se manifestó leal á su jefe, y cuando los enviados de Almagro llegaron al campamento, les hizo prender y dio aviso de lo que pasaba al gobernador de Lima.

Ofendido Almagro de la prisión de sus emisarios, se preparó á marchar contra Alonso de Alvarado y á adoptar medidas más eficaces para conseguir su sumisión. Su segundo Orgoñez[12] le instó fuertemente antes de su partida para que hiciese cortar la cabeza á los Pizarros, alegando que mientras existiesen nunca estará la suya segura, y concluyendo con el proverbio español de que «el muerto no mordía.» Pero el mariscal, aunque detestaba á Hernando, se opuso á tan violenta medida. Además de estas consideraciones tenia presente el afecto que todavía conservaba á su antiguo socio Francisco Pizarro y no quería romper para siempre los lazos que les unían. Contentándose, pues, con poner á los presos bajo la custodia de una fuerte guardia en uno de los edificios pertenecientes á la casa del Sol, salió á la cabeza de sus fuerzas en busca de Alvarado.

Había tomado posesión del otro lado del río de Abancay, colocándose con el grueso de su pequeño ejército en frente de un puente que atravesaba sus rápidas aguas, mientras un fuerte destacamento de sus tropas ocupaba una eminencia que dominaba un vado á cierta distancia en dirección de la corriente. Pero en este destacamento había un caballero de gran consideración en el ejército, llamado Pedro de Lerma, el cual por cierto pique con su comandante, resuelto á hacerle traición, había entrado en correspondencia con el opuesto bando. Por su consejo Almagro al llegar á la orilla del rio estableció sus fuerzas junto al puente frente de las de Alvarado como preparándose á forzar el paso, y concentrando de este modo sobre aquel punto la atención de su adversario. Pero cuando ya estuvo bien entrada la noche destacó una gran fuerza á las órdenes de Orgoñez para pasar el vado y operar de acuerdo con Lerma. Orgoñez ejecutó su comisión con su acostumbrada prontitud: cruzó el vado, aunque la corriente era tan rápida que muchos de sus soldados fueron arrebatados por ella y perecieron en las aguas. El mismo recibió una grave herida en la boca al saltar á la opuesta orilla, pero sin arredrarse por este contratiempo, animó á su gente y cayó con furia sobre el enemigo. Pronto se le unieron Lerma y los soldados que este había sobornado, y entonces los de Alvarado, no pudiendo distinguir los amigos de los adversarios, se vieron en confusión completa.

Entre tanto Alvarado alarmado con el ruido del ataque por aquel punto, se apresuró á ir en auxilio de su tropa; pero Almagro, aprovechando la ocasión forzó el paso del puente, dispersó el pequeño cuerpo de tropas que había quedado defendiéndole, y cayendo después sobre la retaguardia de Alvarado logró cerrarle por todas partes. No duró mucho la pelea, porque el desgraciado jefe, no sabiendo de quién liarse, hubo de rendirse con las fuerzas que le habían permanecido fieles. Tal fue la batalla de Abancay, llamada así por el rio en cuyas márgenes se dio el 12 de julio de 1537. Nunca se ha conseguido á menos costa victoria más completa; y Almagro volvió en triunfo al Cuzco con una cuerda de prisioneros apenas inferior en número á su propio ejército.”





[1] Capitulación.- Acuerdo firmado entre dos partes sobre un negocio o asunto, generalmente importante o grave.
[2] Toledo es un municipio y ciudad de España, capital de la provincia homónima, de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha y antigua sede de la Corte de Castilla. Es conocida como «La ciudad Imperial» por haber sido la sede principal de la corte de Carlos I y también como «la ciudad de las tres culturas», por haber estado poblada durante siglos por cristianos, judíos y musulmanes.
[3] Isabel de Portugal (¿?, 1428–Arévalo, 15 de agosto de 1496), reina consorte de Castilla por su matrimonio con el rey Juan II, fue hija del infante Juan de Portugal y de Isabel de Barcelos (de la Dinastía de Braganza) y nieta del rey Juan I de Portugal (de la dinastía de Avís).
[4] Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César» (Gante, 24 de febrero de 1500-Cuacos de Yuste, 21 de septiembre de 1558), reinó —junto con Juana I de Castilla, su madre, (esta última de forma solamente nominal)— en todo el Imperio español como Carlos I, desde 1516 hasta 1556, reuniendo así por primera vez en una misma persona a la Corona de Castilla (el Reino de Navarra inclusive) y a la Corona de Aragón. Asimismo fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, como Carlos V, desde 1520 hasta 1558.
[5] Se llamó Nueva Castilla a una de las dos gobernaciones que en 1529, la reina de España, dividió parte del territorio sudamericano. Adjudicada a Francisco Pizarro, fue constituida por territorios incas incorporados a Castilla en la conquista de Perú. Fue creada el 26 de julio de 1529 mediante la Capitulación de Toledo. Abarcaba la sección de Sudamérica comprendiendo 200 leguas hacia el sur (en ese momento cada grado de longitud equivalía a 17,5 leguas españolas) medidas por y desde el meridiano que pasaba por el pueblo de Teninpuya (También Teninpulla, Tenumpuela o Santiago), ubicado en la desembocadura del río Santiago (hoy en Ecuador) a los 1º20'N. La capitulación era imprecisa y señalaba dos límites al sur que no coincidían: las 200 leguas que llegaban hasta los 9º57'S y el pueblo de Chincha que se hallaba a 13°29'S, habiendo más de 60 leguas entre un punto y el otro. Al oeste el límite quedaba también impreciso ya que España y Portugal no se ponían de acuerdo sobre cúal era el meridiano de Tordesillas, que según la primera debía ser el 46º 37’O.
[6] La Gobernación de Nueva Toledo fue una de las cuatro divisiones administrativas creadas en América del Sur por el emperador Carlos V en 1534, en reemplazo de las gobernaciones creadas en 1529 para Francisco Pizarro y Simón de Alcazaba y Sotomayor. La Gobernación de nueva Toledo fue creada para Diego de Almagro, quien no había resultado favorecido en el anterior reparto. La real cédula fue firmada el 21 de mayo de 1534 y otorgaba a Diego de Almagro una franja de 200 leguas en dirección norte-sur que comenzaban en el paralelo 25° 31' 26''S, cerca de Pisco, que correspondía al límite sur de la Gobernación de Nueva Castilla otorgada a Pizarro, la cual comenzaba a los 1° 20'N en la boca del río Santiago y se extendía por 270 leguas hacia el sur por el meridiano de ese lugar. La gobernación tenía como límite oriental a la línea del Tratado de Tordesillas, la cual para los españoles se hallaba a los 46º 37’O, por lo que se le otorgaba un pequeño trecho de costa en el océano Atlántico. Confinaba por el sur con la Gobernación de Nueva Andalucía, otorgada a Pedro de Mendoza, un poco al sur de Taltal a los 25° 31' 26''S. Al occidente se hallaba el océano Pacífico.
[7] Gonzalo Pizarro o bien Gonzalo Pizarro Alonso (Trujillo, España, ca. 1510 - Cuzco, Virreinato del Perú, 10 de abril de 1548) fue un conquistador español, hermano paterno menor de Francisco Pizarro y uno de los principales actores de la Conquista del Perú y de las guerras civiles entre los conquistadores. Encabezó la Gran Rebelión de Encomenderos de 1544 contra la corona española, en protesta por la dación de las Leyes Nuevas. Fue nombrado Gobernador del Perú (1544-1548). Derrotado por Pedro de la Gasca, en la batalla de Jaquijahuana (9 de abril de 1548), fue apresado, enjuiciado, condenado a muerte y decapitado.
[8] Hernando Pizarro o bien Hernando Pizarro y de Vargas (Trujillo de Extremadura, España, 1504 - ib., 1580), fue un descubridor y conquistador español. Era uno de los hermanos de Francisco Pizarro con quien pasó al Perú y tomó parte de las primeras acciones de la conquista del Imperio incaico.
[9] Alonso de Alvarado Montaya González de Cevallos y Miranda (* Secadura, Voto, 1500 - † Lima, 1556) fue un explorador y conquistador español. Después de servir una temporada en Guatemala bajo las órdenes de su tío el Adelantado Pedro de Alvarado, acompañó a éste al Perú en 1534. Tras el retorno de Pedro a Guatemala, se incorporó a las fuerzas de Francisco Pizarro. En poco tiempo se convirtió en su hombre de confianza de Pizarro y se le encargaron diversas campañas de exploración, conquista y fundación de ciudades.
[10] PRESCOTT, Guillermo. Historia de la Conquista del Perú, con observaciones preliminares sobre la Civilización de los Incas. Imprenta y Librería de Gaspar Roig, Editores. Madrid. 1851, Pág. 151
[11] William Hickling Prescott, nació en Salem, Massachusetts 4 de mayo 1796 y murió en Boston el  29 de enero 1859) fue un historiador e hispanista norteamericano.
[12] Este pie de página es nuestro. Rodrigo Ordóñez (Oropesa, 1490 - Batalla de las Salinas, 26 de abril de 1538) fue un militar y explorador español. Participó en la conquista del Imperio Inca. Tras varias incursiones infructuosas en el Istmo y en Honduras, llegó a Cajamarca con Diego de Almagro y ascendió hasta llegar a ser el segundo de más confianza como mariscal en la marcha hacia el Cuzco, la expedición de Chile, la captura de Hernando Pizarro y la batalla de Abancay.

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