lunes, 6 de marzo de 2017

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (XII) ebook

Bueno, como les tengo ofrecido les presento en décima segunda entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un “ME GUSTA”, pero sobretodo  “COMPARTIR” y “COMENTAR”.

8.- VIAJEROS E INVESTIGADORES:

            Muchos son los viajeros, aventureros, gobernantes e investigadores, que seguramente visitaron Saywite, pero estos son los que nos dejaron una imagen y sus impresiones sobre este fantástico lugar.

Ephraim George Squier


Otro de los investigadores que visitaron Saywite fue el periodista, diplomático y arqueólogo aficionado estadounidense Ephraim George Squier, nacido en Bethlehem, Nueva York, 1821 y muerto en Brooklyn Nueva York, 1888)

En 1862 arribó al Perú como Comisionado de los Estados Unidos, nombrado por el presidente Abraham Lincoln y luego su Cónsul General en 1868.

El interés de Squier por los temas arqueológicos lo llevaron a escribir su famosa obra “Perú: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas” publicada en inglés en 1877, que fue la crónica de una expedición arqueológica iniciada en 1863 y culminada dos años después. La primera edición en español se publicó en 1974, con el título de: “Un Viaje por Tierras Incaicas. Crónica de una expedición arqueológica (1863-1865)”, casi un siglo después.


Sobre la riqueza arqueológica del Perú, Squier nos dejó el siguiente testimonio:

 “Dada la virtual ausencia de todo documento escrito, el estudio de los monumentos arquitecturales de los peruanos adquiere la mayor importancia para la investigación de su historia y civilización. Tienen, en verdad enorme valor. Demuestran claramente el estado de sus artes en todos los ramos. Tenemos restos fehacientes de lo que podían hacer en arquitectura. Sus depósitos y acueductos nos dan una clara visión de su sistema agrícola. Sus puentes, caminos y tambos nos hablan de sus medios de intercomunicación. Sus grandes fortalezas y otras obras públicas demuestran que los gobernantes tenían a su disposición la mano de obra de una población numerosa e industriosa”.

En esta obra nos describe y grafica Saywite, que en el siglo XIX era conocido con Concacha o Cconccacca, así:

“El camino desde Curahuasi nos llevó todavía más arriba a lo largo de 15 kilómetros, hasta que alcanzamos el punto más alto desde nuestra salida del Cuzco. Luego comenzamos nuestro descenso hacia la pequeña pero industriosa ciudad de Abancay, a la que llegamos casi al atardecer, justo cuando se iniciaba una recia tempestad de truenos, que continuó ininterrumpidamente durante la noche.

En la elevada y lejana punta conocida como Concacha, cerca de Abancay, se halla una de las muchas y notables rocas esculpidas del Perú. Es de piedra caliza, de unos 6 metros de largo, 4,2 de ancho y 3,6 de altura. En la parte superior se ha tallado lo que aparentemente es una serie de asientos, a los que se llega por un ancho tramo de escalones, al lado del cual hay un tramo de escalones más pequeños y angostos, que difícilmente pueden haber estado destinados a permitir la ascensión, ya que los escalones más grandes y anchos cumplen plenamente esa finalidad. La superficie superior del extremo más pequeño o meridional de la roca se eleva algunos centímetros por sobre el nivel general de la cima y tiene perforadas en ella varias cavidades redondas u ovaladas en forma de escudilla, cuyo diámetro varía entre 10 y 22 centímetros y la profundidad entre 7 y 15 centímetros. De una de las que están más próximas al borde de la roca sale un pequeño canal que corre por uno de los lados de la roca, donde se ramifica para desembocar en cuatro depósitos cortados en la piedra, al estilo de bolsones, de los cuales los dos mayores pueden contener 1,8 litro cada uno. El líquido vertido en el receptáculo superior fluiría y llegaría a estos singulares receptáculos laterales. Desjardins, con un dibujo y una descripción de esta roca ante él, no vaciló en relacionada con sacrificios humanos y parece convencido de que la sangre de las víctimas que se derramaba en la parte superior de la roca y la forma en que fluía a un receptáculo u otro o por los costados a los depósitos laterales, decidía de alguna manera las adivinadores de los sacerdotes. Sin embargo, da totalmente por sentado el problema de los sacrificios humanos, cuya existencia en el Perú ciertamente no se ha probado aún. Yo me inclino más a creer que el propósito de la roca no era muy diferente del de la que vimos en el valle de Yucay y que aquí, como allá, se vertían libaciones de chica, que los sedientos sacerdotes acumulaban en los diversos receptáculos, mientras que los que hacían la ofrenda creían devotamente que la absorbía el oráculo que moraba en la roca. Resulta bastante claro que uno moraba aquí ocasionalmente, ya que hallamos en el lado de la roca opuesto a la escalera o subida un profundo nicho cortado en la piedra, lo suficientemente grande para recibir a un hombre. La losa de piedra con que se cerraba el nicho cuando hacia falta yace actualmente frente a él. Todavía se conservan vestigios de un edificio de piedra que rodeaba a la roca y hay muchas otras rocas en la vecindad labradas en forma de enormes asientos. Vemos que los sacerdotes incaicos eran casi tan hábiles y astutos como sus más pulidos hermanos antiguos de allende los mares y que el gran oficio de abusar de la credulidad y flaquezas de la humanidad ha florecido en todas las épocas, es propio de todos los climas y no se limita a ninguna época o familia humana”.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario