viernes, 21 de septiembre de 2018

NOSOTROS LOS ABANQUINOS: JOSEFA FRANCISCA DE AZAÑA Y LLANO (SOR JUANA MARÍA)

Grabado de una monja Capuchina (Siglo XVII)

Emilio Palacios Fernández de la Universidad Complutense de Madrid, en su “NOTICIA SOBRE EL PARNASO DRAMÁTICO FEMENINO EN EL SIGLO XVIII”[1] publicado en Alicante – España en el año 2008, nos da cuenta de la existencia de una dramaturga y poetisa abanquina llamada monásticamente: Sor Juana María. Así:

“Este destino monástico o colegial se mantiene en la escritura de algunas obras dramáticas escritas por monjas en Hispanoamérica, de las que sólo dejo constancia de su existencia: sor Juana María (1696-1748), nacida en Abancay (Perú), residente en el convento de capuchinas de Lima, donde escribió varias obritas del ciclo de Navidad (Coloquio a la Natividad del Señor, Coloquio de Julio y Menga, pastores, para celebrar al Niño Jesús, Coloquio al Sagrado Misterio de la circuncisión, Coloquio al Sagrado Misterio de los Santos Reyes, Coloquio que se ha de decir en la Dominica del Niño Perdido)

Su presencia en la escena literaria del siglo XVII está compilada en la obra: “MUJER, CREACIÓN E IDENTIDAD EN AMÉRICA LATINA” de Roland Forges editada para la Universidad de los Andes de Colombia.

La obra de esta escritora abanquina denominada: "Coloquio a la Natividad del Señor", ha sido publicada “DIÁLOGOS ESPIRITUALES: MANUSCRITOS FEMENINOS HISPANOAMERICANOS: SIGLOS XVI-XIX”, bajo la coordinación de Asunción Lavrin y Rosalva Loreto López.[2]

En la obra editada por Miguel Donoso Rodríguez con el título de “MUJER Y LITERATURA FEMENINA EN LA AMÉRICA VIRREINAL”[3], entre las páginas 219 al 231 se nos ofrece el trabajo de Martina Vinatea Recoba[4] de la Universidad del Pacífico del Perú,  con el título de LOS CELOS DE SAN JOSÉ Y LA MONJA PERUANA. EL COLOQUIO DE LA NATIVIDAD DE JOSEFA DE AZAÑA Y LLANO, leamos lo que se nos dice acerca de esta importante escritora abanquina:

“Son escasos los datos que tenemos de la religiosa capuchina sor Juana María, Josefa Azaña y Llano en el siglo, y casi todos tomados de la escueta nota que el Padre Rubén Vargas Ugarte presenta en su obra De nuestro antiguo teatro1. Nacida en Abancay hacia 1696, profesó en el convento de Jesús María de Lima. Fue hija del general don Pedro de Azaña Solís y Palacio, y de la dama doña Juana Ruiz de Llano, ambos criollos (españoles nacidos en Lima). En 1720, ingresó al convento limeño de las Capuchinas, de donde salió el año de 1748 para hacerse cargo, como abadesa, de un nuevo convento que su Orden fundó en Cajamarca, donde murió el mismo año.

Al parecer, sor Juana María solamente escribió obras religiosas. Han llegado hasta nosotros el Coloquio a la Natividad del Señor; el Coloquio de Julio y Menga, pastores, para celebrar el Niño Jesús; el Coloquio al Sagrado Misterio de la Circuncisión; el Coloquio al Sagrado Misterio de los Santos Reyes; y el Coloquio que se ha de decir en la Domínica del Niño perdido. Se trata, en todos los casos, de obras espirituales escritas en verso y que, al parecer, fueron representadas con acompañamiento musical. Como característica particular de la obra de sor Juana María destaca la introducción de algunos rasgos dialectales.

Parece ser que la obra de sor Juana María adquirió cierta notoriedad fuera de los muros de su monasterio, ya que el manuscrito en el que recopiló su obra estuvo a punto de ser publicado en 1747; sin embargo, el traslado de la monja a Cajamarca y su inmediato fallecimiento lo impidieron.2

El coloquio a la Natividad del Señor es una obra dramática dividida en nueve escenas. El coloquio ha llegado hasta nosotros recogido por el Padre Rubén Vargas en su libro ya citado. He trabajado con la primera edición, del año 1943, pues lamentablemente la edición de 1974 está plagada de errores de edición: entre las páginas 215 y 241 aparecen diez escenas del coloquio, pero abruptamente pasa a la escena tres de otra obra, que suponemos es una parte de las Decurias que el Padre Ugarte menciona en la introducción de la obra mencionada.

El tema de los celos de san José ocupa los versos 1 a 132. Este trabajo se centrará en ellos. Tal como asegura Aurelio Valladares, el tema de los celos de san José tuvo una amplia difusión literaria tanto en el ámbito culto -mediante obras teatrales- como en el popular -mediante villancicos y romances-3 La principal razón de ello es que se trata de un tema que contiene elementos de intriga que facilitaba la adaptación teatral y qué mejor historia que aquella que toca a la dimensión humana de José: la duda, las sospechas, los celos son sentimientos que generan identificación, pues son compartidos por todos los seres humanos. La duda de san José es el motivo que da inicio a las representaciones de la Navidad desde el siglo xv, cuando Gómez Manrique presenta su obra dramática cerca de 1458…..”


Esta es una síntesis de su biografía que corre en la Web:[5]

“Escritora y religiosa hispano-peruana, nacida en Abancay (Perú) el 3 de julio de 1696, y muerta en el monasterio de las Capuchinas de Cajamarca (Perú) en 1748. Su nombre verdadero era Josefa Francisca de Azaña y Llano, pero su obra aparece rubricada con el apelativo de Sor Juana María, nombre que eligió cuando, a los veinticuatro años, profesó en el convento de Jesús María de Lima.

Era hija del general don Pedro de Azaña Solís y Palacio, y de la dama doña Juana Ruiz de Llano, ambos españoles nacidos en Lima. En 1698 la familia entera se trasladó a esta ciudad, en la que, tras vencer la resistencia paterna, Josefa Francisca logró ver cumplido su deseo de abrazar la vida contemplativa. Desde 1720 hasta 1748 estuvo Sor Juana María en el mencionado convento limeño de las Capuchinas, de donde salió este último año para hacerse cargo, en calidad de abadesa, de un nuevo convento que su Orden abrió en Cajamarca. Allí falleció Josefa Francisca, a los nueve meses de haber arribado a su nuevo destino, y habiendo dejado un manuscrito en el que recogía sus obras poéticas y dramáticas.

Es el suyo, pues, un caso más de monja poeta que, como las madrileñas Sor Marcela de San Félix y Sor Francisca de Santa Teresa y, en el siglo siguiente, Sor Ignacia de Jesús Nazareno), pone su talento creativo al servicio de la comunidad religiosa a la que pertenece, para escribir poemas espirituales y piezas dramáticas que fortalecen la fe de sus hermanas, las entretienen y, de paso, conmemoran hechos notables del calendario cristiano o del propio convento en que se hallan. Parece ser que la obra de Sor Juana adquirió cierta notoriedad fuera de los muros de su monasterio, ya que el manuscrito en el que recopiló su quehacer literario estuvo a punto de ser publicado en 1747; sin embargo, el traslado de la monja a Cajamarca y su inmediato fallecimiento impidieron esta primera edición de sus obras.

En cualquier caso, su ejemplo extiende hasta la España de Ultramar la importancia que adquirió este teatro conventual durante los siglos XVII y XVIII. Pero, curiosamente, las influencias de Josefa Francisca Azaña y Llano no proceden del espléndido teatro de Sor Marcela de San Félix ni de la obra no menos brillante de su continuadora, Sor Francisca de Santa Teresa, sino del teatro español del primer Renacimiento (particularmente, de Juan del Enzina y Gil Vicente), y de los autos navideños tradicionales. De ahí que no haya en el lenguaje, la sintaxis y la temática de su dramaturgia ese ingrediente barroco que sería de esperar en la fecha en que Sor Juana María vive y escribe su teatro, sino más bien un tono de ingenua tradición popular que recuerda, en ocasiones, las representaciones sacras medievales.

Extraídos del manuscrito en el que, para recreo de sus futuras hermanas de Orden, Sor Juana María dejó copiadas sus obras, he aquí los títulos de todas sus piezas dramáticas conocidas: Coloquio a la Natividad del Señor; Coloquio de Julio y Menga, pastores, para celebrar el Niño Jesús; Coloquio al Sagrado Misterio de la Circuncisión; Coloquio al Sagrado Misterio de los Santos Reyes; y Coloquio que se ha de decir en la Dominica del Niño perdido. Se trata, en todos los casos, de coloquios espirituales escritos en verso y representados con acompañamiento musical, en los que la altura poética de la autora alcanza momentos de elevado lirismo, lo que tal vez provoca que no se remonte, al mismo tiempo, a tan altas cotas dramáticas.
Bibliografía
HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996). JRF.”


            Para satisfacer nuestra curiosidad, leamos algo de su poesía y obra, tomando siempre del trabajo de Martina Vinatea:

“El coloquio de la Natividad está escrito en romances octosilábicos. El tema de los celos de san José pertenece a la primera escena de la obra de sor Juana María (versos 1 a 32) que se inicia con los cantos de los pastores que llegan a Belén; en primer lugar, interviene el coro y luego, la pastora Gila como solista (vv. 33-40):

Música:
La voz de la admiración
resuene por todo el orbe,
pues al tomar carne el Verbo
se unen mil contradicciones.
Toda la deidad se humilla,
y un niño se ve más que hombre;
y su madre, aunque casada,
goza de virgen honores.
El sol no parece claro,
porque sale a media noche
otro, que con solo un rayo
las demás luces esconde.
El aire todo es céfiro,
porque la flor de las flores
lo viste de suavidades
cuando sufre sus rigores.
El fuego parece frío,
según el volcán que esconde
aquel que en diurna llama
arde sin intermisiones.
Los collados se derriten,
y su dureza deponen;
y, vistiendo miel y leche,
se hacen flexibles los montes.
Las fieras se domestican
y se manifiestan dóciles,
porque ven que en un pesebre
se ha puesto la mejor corte.
En ella no vale el oro
ni la lisonja se oye,
pero la gloria y la paz
puebla el aire de rumores.

Gila:
 ¡Ay, que cabo de oír cantar
una música tan linda
que me parece una guinda
acabada de chupar!
Más les quisiera contar,
pero ahí viene un señorón
tan lleno de confusión
que temo me ha de pegar.”

El “Coloquio a la natividad del señor” de Josefa Francisca de Azaña y Llano: Sor Juana María, junto a otras, ha sido incluida en la edición hecha por Alberto Tauro de Pino en la selección denominada NAVIDAD EN LA LITERATURA PERUANA,[6] de modo que no solo se la recordado en España y Colombia, sino también en su patria el Perú.




1 Vargas Ugarte, 1943, pp. XXIII-XXV.
2 Hormigón, 1996. También en Márquez Montes, 2005.
3 Valladares Reguero. 2007, pp. 327-346. Sobre la importancia que hasta ahora tiene dentro del acervo popular el tema de los celos de San José, pueden verse:
Archivo sonoro de la Universidad de Jaén:
Fundación Joaquín Díaz: funjdiaz.net; www.culturaspopulares.org; www.andaraje.org;
Memoria Digital de Canarias: https://mdc.ulpgc.es/ ;
Fundación César Manrique: www.fcmanrique.org ;




[1] PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio. Noticia sobre el parnaso dramático femenino en el siglo XVIII / Emilio Palacios Fernández. Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008.
[2] DIÁLOGOS ESPIRITUALES MANUSCRITOS FEMENINOS HISPANOAMERICANOS: SIGLOS XVI-XIX. Autores: Asunción Lavrin (coord.), Rosalva Loreto López (coord.) Editores: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Año de publicación: 2006. País: España
[3] Miguel Donoso Rodríguez con el título de “MUJER Y LITERATURA FEMENINA EN LA AMÉRICA VIRREINAL” Edición de Miguel Donoso Rodríguez. Impresión: Ulzama digital. New York, IDEA/IGAS, 2015
[4] MARTINA VINATEA RECOBA. Profesora Principal adscrita al Departamento de Humanidades. Ocupa actualmente el cargo de Jefa del Departamento Académico de Humanidades
[6] TAURO DEL PINO, Alberto. NAVIDAD EN LA LITERATURA PERUANA. (selección). Editorial Huascarán. Lima. 1948. 122 páginas.

1 comentario:

  1. Buenísimo, muchas gracias. ¿Conoce la referencia de los manuscritos si se conservan?

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