Grabado de una monja Capuchina (Siglo XVII) |
Emilio Palacios Fernández
de la Universidad Complutense de Madrid, en su “NOTICIA SOBRE EL PARNASO
DRAMÁTICO FEMENINO EN EL SIGLO XVIII”[1]
publicado en Alicante – España en el año 2008, nos da cuenta de la existencia
de una dramaturga y poetisa abanquina llamada monásticamente: Sor Juana María.
Así:
“Este destino monástico o colegial se
mantiene en la escritura de algunas obras dramáticas escritas por monjas en
Hispanoamérica, de las que sólo dejo constancia de su existencia: sor Juana
María (1696-1748), nacida en Abancay (Perú), residente en el convento de
capuchinas de Lima, donde escribió varias obritas del ciclo de Navidad (Coloquio a la Natividad del Señor, Coloquio
de Julio y Menga, pastores, para celebrar al Niño Jesús, Coloquio al Sagrado
Misterio de la circuncisión, Coloquio al Sagrado Misterio de los Santos Reyes,
Coloquio que se ha de decir en la Dominica del Niño Perdido)”
Su presencia en la
escena literaria del siglo XVII está compilada en la obra: “MUJER, CREACIÓN E
IDENTIDAD EN AMÉRICA LATINA” de Roland Forges editada para la Universidad de
los Andes de Colombia.
La obra de esta escritora abanquina denominada: "Coloquio a la Natividad del Señor", ha sido
publicada “DIÁLOGOS ESPIRITUALES: MANUSCRITOS FEMENINOS HISPANOAMERICANOS:
SIGLOS XVI-XIX”, bajo la coordinación de Asunción Lavrin y Rosalva Loreto
López.[2]
En la obra editada por Miguel
Donoso Rodríguez con el título de “MUJER Y LITERATURA FEMENINA EN LA AMÉRICA
VIRREINAL”[3],
entre las páginas 219 al 231 se nos ofrece el trabajo de Martina Vinatea Recoba[4] de
la Universidad del Pacífico del Perú, con
el título de LOS CELOS DE SAN JOSÉ Y LA MONJA PERUANA. EL COLOQUIO DE LA
NATIVIDAD DE JOSEFA DE AZAÑA Y LLANO, leamos lo que se nos dice acerca de esta
importante escritora abanquina:
“Son escasos los datos que tenemos de la
religiosa capuchina sor Juana María, Josefa Azaña y Llano en el siglo, y casi
todos tomados de la escueta nota que el Padre Rubén Vargas Ugarte presenta en
su obra De nuestro antiguo teatro1. Nacida en Abancay hacia 1696, profesó
en el convento de Jesús María de Lima. Fue hija del general don Pedro de Azaña Solís
y Palacio, y de la dama doña Juana Ruiz de Llano, ambos criollos (españoles
nacidos en Lima). En 1720, ingresó al convento limeño de las Capuchinas, de
donde salió el año de 1748 para hacerse cargo, como abadesa, de un nuevo
convento que su Orden fundó en Cajamarca, donde murió el mismo año.
Al parecer, sor Juana María solamente
escribió obras religiosas. Han llegado hasta nosotros el Coloquio a la Natividad del Señor; el Coloquio de Julio y Menga,
pastores, para celebrar el Niño Jesús; el Coloquio al Sagrado Misterio de la
Circuncisión; el Coloquio al Sagrado Misterio de los Santos Reyes; y el Coloquio que se ha de decir en la
Domínica del Niño perdido. Se trata, en todos los casos, de obras espirituales
escritas en verso y que, al parecer, fueron representadas con acompañamiento musical.
Como característica particular de la obra de sor Juana María destaca la
introducción de algunos rasgos dialectales.
Parece ser que la obra de sor Juana
María adquirió cierta notoriedad fuera de los muros de su monasterio, ya que el
manuscrito en el que recopiló su obra estuvo a punto de ser publicado en 1747;
sin embargo, el traslado de la monja a Cajamarca y su inmediato fallecimiento
lo impidieron.2
El
coloquio a la Natividad del Señor es una obra dramática dividida en nueve
escenas. El coloquio ha llegado hasta nosotros recogido por el Padre Rubén Vargas en su libro
ya citado. He trabajado con la primera edición, del año 1943, pues lamentablemente
la edición de 1974 está plagada de errores de edición: entre las páginas 215 y
241 aparecen diez escenas del coloquio, pero abruptamente pasa a la escena tres
de otra obra, que suponemos es una parte de las Decurias que el Padre Ugarte menciona
en la introducción de la obra mencionada.
El tema de los celos de san José ocupa
los versos 1 a 132. Este trabajo se centrará en ellos. Tal como asegura Aurelio
Valladares, el tema de los celos de san José tuvo una amplia difusión literaria
tanto en el ámbito culto -mediante obras teatrales- como en el popular -mediante
villancicos y romances-3 La principal razón de ello es que se
trata de un tema que contiene elementos de intriga que facilitaba la adaptación
teatral y qué mejor historia que aquella que toca a la dimensión humana de
José: la duda, las sospechas, los celos son sentimientos que generan identificación,
pues son compartidos por todos los seres humanos. La duda de san José es el
motivo que da inicio a las representaciones de la Navidad desde el siglo xv,
cuando Gómez Manrique presenta su obra dramática cerca de 1458…..”
Esta es una síntesis de
su biografía que corre en la Web:[5]
“Escritora y religiosa hispano-peruana,
nacida en Abancay (Perú) el 3 de julio de 1696, y muerta en el monasterio de
las Capuchinas de Cajamarca (Perú) en 1748. Su nombre verdadero era Josefa
Francisca de Azaña y Llano, pero su obra aparece rubricada con el apelativo de
Sor Juana María, nombre que eligió cuando, a los veinticuatro años, profesó en
el convento de Jesús María de Lima.
Era hija del general don Pedro de Azaña
Solís y Palacio, y de la dama doña Juana Ruiz de Llano, ambos españoles nacidos
en Lima. En 1698 la familia entera se trasladó a esta ciudad, en la que, tras
vencer la resistencia paterna, Josefa Francisca logró ver cumplido su deseo de
abrazar la vida contemplativa. Desde 1720 hasta 1748 estuvo Sor Juana María en
el mencionado convento limeño de las Capuchinas, de donde salió este último año
para hacerse cargo, en calidad de abadesa, de un nuevo convento que su Orden
abrió en Cajamarca. Allí falleció Josefa Francisca, a los nueve meses de haber
arribado a su nuevo destino, y habiendo dejado un manuscrito en el que recogía
sus obras poéticas y dramáticas.
Es el suyo, pues, un caso más de monja
poeta que, como las madrileñas Sor Marcela de San Félix y Sor Francisca de
Santa Teresa y, en el siglo siguiente, Sor Ignacia de Jesús Nazareno), pone su
talento creativo al servicio de la comunidad religiosa a la que pertenece, para
escribir poemas espirituales y piezas dramáticas que fortalecen la fe de sus
hermanas, las entretienen y, de paso, conmemoran hechos notables del calendario
cristiano o del propio convento en que se hallan. Parece ser que la obra de Sor
Juana adquirió cierta notoriedad fuera de los muros de su monasterio, ya que el
manuscrito en el que recopiló su quehacer literario estuvo a punto de ser
publicado en 1747; sin embargo, el traslado de la monja a Cajamarca y su
inmediato fallecimiento impidieron esta primera edición de sus obras.
En cualquier caso, su ejemplo extiende
hasta la España de Ultramar la importancia que adquirió este teatro conventual
durante los siglos XVII y XVIII. Pero, curiosamente, las influencias de Josefa
Francisca Azaña y Llano no proceden del espléndido teatro de Sor Marcela de San
Félix ni de la obra no menos brillante de su continuadora, Sor Francisca de
Santa Teresa, sino del teatro español del primer Renacimiento (particularmente,
de Juan del Enzina y Gil Vicente), y de los autos navideños tradicionales. De
ahí que no haya en el lenguaje, la sintaxis y la temática de su dramaturgia ese
ingrediente barroco que sería de esperar en la fecha en que Sor Juana María
vive y escribe su teatro, sino más bien un tono de ingenua tradición popular
que recuerda, en ocasiones, las representaciones sacras medievales.
Extraídos del manuscrito en el que, para
recreo de sus futuras hermanas de Orden, Sor Juana María dejó copiadas sus
obras, he aquí los títulos de todas sus piezas dramáticas conocidas: Coloquio a
la Natividad del Señor; Coloquio de Julio y Menga, pastores, para celebrar el
Niño Jesús; Coloquio al Sagrado Misterio de la Circuncisión; Coloquio al
Sagrado Misterio de los Santos Reyes; y Coloquio que se ha de decir en la
Dominica del Niño perdido. Se trata, en todos los casos, de coloquios
espirituales escritos en verso y representados con acompañamiento musical, en
los que la altura poética de la autora alcanza momentos de elevado lirismo, lo
que tal vez provoca que no se remonte, al mismo tiempo, a tan altas cotas
dramáticas.
Bibliografía
HORMIGÓN,
Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994).
(Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España,
1996). JRF.”
Para satisfacer
nuestra curiosidad, leamos algo de su poesía y obra, tomando siempre del
trabajo de Martina Vinatea:
“El coloquio de la Natividad está
escrito en romances octosilábicos. El tema de los celos de san José pertenece a
la primera escena de la obra de sor Juana María (versos 1 a 32) que se inicia
con los cantos de los pastores que llegan a Belén; en primer lugar, interviene
el coro y luego, la pastora Gila como solista (vv. 33-40):
Música:
La
voz de la admiración
resuene
por todo el orbe,
pues
al tomar carne el Verbo
se
unen mil contradicciones.
Toda
la deidad se humilla,
y
un niño se ve más que hombre;
y
su madre, aunque casada,
goza
de virgen honores.
El
sol no parece claro,
porque
sale a media noche
otro,
que con solo un rayo
las
demás luces esconde.
El
aire todo es céfiro,
porque
la flor de las flores
lo
viste de suavidades
cuando
sufre sus rigores.
El
fuego parece frío,
según
el volcán que esconde
aquel
que en diurna llama
arde
sin intermisiones.
Los
collados se derriten,
y
su dureza deponen;
y,
vistiendo miel y leche,
se
hacen flexibles los montes.
Las
fieras se domestican
y
se manifiestan dóciles,
porque
ven que en un pesebre
se
ha puesto la mejor corte.
En
ella no vale el oro
ni
la lisonja se oye,
pero
la gloria y la paz
puebla
el aire de rumores.
Gila:
¡Ay, que cabo de oír cantar
una
música tan linda
que
me parece una guinda
acabada
de chupar!
Más
les quisiera contar,
pero
ahí viene un señorón
tan
lleno de confusión
que
temo me ha de pegar.”
El “Coloquio a la natividad del señor” de Josefa Francisca de Azaña y
Llano: Sor Juana María, junto a otras, ha sido incluida en la edición hecha por Alberto Tauro de
Pino en la selección denominada NAVIDAD EN LA LITERATURA PERUANA,[6] de
modo que no solo se la recordado en España y Colombia, sino también en su patria el
Perú.
1 Vargas
Ugarte, 1943, pp. XXIII-XXV.
2 Hormigón, 1996. También en Márquez
Montes, 2005.
3 Valladares
Reguero. 2007, pp. 327-346. Sobre la importancia que hasta ahora tiene dentro
del acervo popular el tema de los celos de San José, pueden verse:
Archivo sonoro de la Universidad de
Jaén:
Fundación Joaquín Díaz: funjdiaz.net;
www.culturaspopulares.org; www.andaraje.org;
Memoria Digital de Canarias: https://mdc.ulpgc.es/ ;
Fundación César Manrique: www.fcmanrique.org ;
Romancero Murciano: http://dspace.uah.es/dspace/handle/10017/19836.
[1] PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio.
Noticia sobre el parnaso dramático femenino en el siglo XVIII / Emilio Palacios
Fernández. Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008.
[2] DIÁLOGOS
ESPIRITUALES MANUSCRITOS FEMENINOS HISPANOAMERICANOS: SIGLOS XVI-XIX. Autores:
Asunción Lavrin (coord.), Rosalva Loreto López (coord.) Editores: Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Año de publicación: 2006. País: España
[3] Miguel Donoso Rodríguez
con el título de “MUJER Y LITERATURA FEMENINA EN LA AMÉRICA VIRREINAL” Edición
de Miguel Donoso Rodríguez. Impresión: Ulzama digital. New York, IDEA/IGAS,
2015
[4] MARTINA VINATEA RECOBA. Profesora
Principal adscrita al Departamento de Humanidades. Ocupa actualmente el cargo
de Jefa del Departamento Académico de Humanidades
[6] TAURO DEL PINO, Alberto.
NAVIDAD EN LA LITERATURA PERUANA. (selección). Editorial Huascarán. Lima. 1948.
122 páginas.
Buenísimo, muchas gracias. ¿Conoce la referencia de los manuscritos si se conservan?
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