LOS CARNAVALES: UNA FIESTA DEL MUNDO
OCCIDENTAL
Un
carnaval es una celebración pública que combina varios elementos como
disfraces, desfiles, música y fiestas en la calle. Tiene lugar inmediatamente
antes de la Cuaresma[1]
cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo
según el año).
Algunos
historiadores remontan su origen a Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, y lo visualizan en
las fiestas públicas que se celebraban durante siete días, cuando los
sacerdotes egipcios anunciaban al nuevo buey de Apis después del sacrificio y
embalsamamiento del anterior. Más adelante durante la dinastía tolemaica estas
fiestas pasaron a los griegos y de estos a los romanos.
Los carnavales en occidente tienen su origen en la celebración pagana
que los griegos realizaban en honor a Dionisos, el Dios de la vendimia y el
vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Esta deidad fue conocida por
los romanos como Baco, el Dios patrón de la agricultura y el teatro. También era
conocido como el “Libertador” del ser normal de las gentes mediante la locura,
el éxtasis o el vino. En Roma las fiestas en honor a Baco se denominaron las
Bacanales en las que se bebía sin medida.
En
esos festejos los romanos se entregaban a los designios de una deidad de la
mitología griega llamaba Momo, que en el Perú, con las diferencias del caso, conocemos como “El Ño Carnavalón”.
Es el Dios griego de la burla, amo de la sátira hiriente, del sarcasmo cruel y
de la más despiadada ironía. Momo era el "protector" de todos
aquellos que se entregan al jolgorio, al escándalo del vicio y a los excesos, además
de ser famoso por divertir a los dioses del Olimpo con sus críticas agudas y
mímica grotesca. Más tarde, en la Edad Media, ésta costumbre pervivió en las
llamadas "fiestas de la locura", durante las cuales la gente se gastaba
bromas en lugares públicos oculta detrás de un disfraz.
Esta
fiesta conjuga la música, el canto, el juego y los desplazamientos coreográficos llenos de alegría
y mensajes satíricos, burlescos y no pocos, románticos. Todos ello para expresar un
culto a la vida, al amor y a la fertilidad.
Así,
con el correr de los tiempos los carnavales fueron incorporados al calendario
cristiano y concebidos como un período de excesos permitidos antes de la
abstinencia de la Cuaresma. Los festejos que se le denomina carnestolendas duraban
hasta tres días antes del Miércoles de Ceniza. Estas costumbres se difundieron
desde Roma hacia Europa y más tarde llegaron a la América española, de la mano
de los migrantes europeos.
LOS CARNAVALES LIMEÑOS
Los
cronistas limeños, señalan que está fue una costumbre italiana traída al Perú
en la época colonial. En un inicio los carnavales eran festejados solo por las familias aristocráticas, pero con el correr de los años se masificó
expresándose en los juegos con agua y el lanzarse objetos: serpentinas, papel
picado y cascarones.
Sobre cómo se
festejaban los carnavales en los barrios populares limeños, la revista
“Variedades” en su número 52, del 27 de febrero de 1909, nos refiere que:
“No obstante las nuevas
conquistas que la industria va efectuando en todos los órdenes de la actividad
humana, el juego del carnaval ha revestido, en Lima, el mismo carácter de
criollismo que tenía ahora cincuenta años. El promedio de los habitantes de
Lima, goza más, endilgándose sendos baldes de agua, que con los amanerados
chisguetes y las melifluas serpentinas de papel. En los barrios populosos es un
verdadero laberinto el que se arma con motivo de los clásicos días y muchas
veces suelen acontecer desgracias lamentables”.
Fiesta criolla |
Por su parte,
Carlos Prince,[2]
en su obra “Lima antigua” cuenta que:
“Las fiestas del Carnaval
tienen tan grande aliciente para todas las clases sociales, que es casi
imposible su desaparición. Ni la autoridad de policía, que anualmente publica
bandos tres días antes de Carnaval, prohibiendo que se arroje agua de los
balcones sobre los transeúntes y que se juegue en las calles, so pena de una
multa, ha podido extinguir esta bárbara costumbre que se pierde en lo atrasado
de los tiempos”.
Con el ánimo
de moderar estos excesos, durante la dictadura de Augusto B. Leguía, que
deseaba congraciarse con el pueblo, se organizaba un corso de carnaval que se
iniciaba en el Paseo Colón hacia el centro de Lima con carros alegóricos y presidido
por una reina. Por esos días no se jugaba con agua sino con chisguetes de olor.
Este era un
carnaval muy elitista, que culminaba en una fiesta de máscaras llenas de placer y derroche. Para disimular esta evidente exclusión social se promulgó la Ley Nº 6677, del 20 de enero de 1,930, que: “Disponiendo
que el producto de las licencias para usar disfraces durante los días del
Carnaval, en las poblaciones de Lima y Callao y ciudades vecinas, se destine a
la Junta de Defensa de la Infancia”.
Corso del Carnaval Limeño |
Pero
en los barrios obreros los carnavales eran otros, pues en Barrios Altos, Rímac y
La Victoria, las mujeres, niños y hasta
los ancianos eran mojados y pintados de negro sin piedad. Más adelante, debido a estos excesos, durante el gobierno de Manuel
Prado fueron suprimidos los feriados de lunes y martes de carnaval
permitiéndose jugar solo los domingos, con lo que quedó prácticamente liquidado
el carnaval limeño, pero sin embargo en los años 60’ y 70’ de la mano de los provincianos, otros modos de festejar los carnavales llegaron a la ciudad
Capital, como una colorida fiesta plagada de
huaynos, danzas, cortamontes y yunsas.
Desde
los inicios de la época republicana, los carnavales estaban precedidos por la
“fiesta de comadres y compadres”, que aparecen en las acuarelas del pintor costumbrista
Pancho Fierro. Tenía lugar durante dos jueves. En el primero, las mujeres daban
obsequios a sus amigos y fomentaban una jarana criolla,[3] y el
jueves siguiente la fiesta era de las “comadres”, donde los varones obsequiaban
a las damas finos y caros regalos y fiestas aún más sabrosas.
Jarana limeña
(acuarela de Pancho Fierro)
[1] La
Cuaresma (en latín: quadragesima, ‘cuadragésimo día (antes de la Pascua)’)? es
el tiempo litúrgico del calendario cristiano destinado a la preparación espiritual
de la fiesta de la Pascua. Se trata de un tiempo de purificación e
iluminación,1 celebrado en la Iglesia católica, copta, ortodoxa, anglicana, y
buena parte de las Iglesias protestantes (incluyendo algunas evangélicas),
aunque con inicios y duraciones distintas.
[2]
PRINCE, Carlos. Lima antigua. Imprenta del Universo. Lima. 1890.
[3]
Jarana criolla: fiesta peruana de cantos y bailes celebrados días enteros en
una vivienda o vecindario.
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