martes, 30 de enero de 2018
EL CARNAVAL ABANQUINO (3)
miércoles, 24 de enero de 2018
EL CARNAVAL ABANQUINO (2)
Fiesta criolla |
Corso del Carnaval Limeño |
martes, 23 de enero de 2018
EL CARNAVAL ABANQUINO (1)
viernes, 5 de enero de 2018
LOS NEGRILLOS ABANQUINOS Y EL “NIÑO DE REYES”
Durante la Edad Media, la esclavitud fue una práctica habitual en los reinos de la península ibérica, y aún en la Edad Moderna esta lacra social siguió vigente en las colonias españolas de América. La presencia de los esclavos negros en el Perú data de 1527. Aun cuando la servidumbre de los indoamericanos fue abolida con las Leyes de Burgos en 1512, solo a partir de 1837 fue eliminada toda clase de esclavitud en los territorios españoles de ultramar que para ese entonces ya eran pocos.
Si bien en 1821, tras la declaración de la independencia, el Libertador y Protector del Perú don José Francisco de San Martín y Matorras decretó la libertad de vientres, lo que quería decir que nadie debía nacer esclavo dentro del territorio de la nueva republica peruana, sin embargo la esclavitud de los afrodescendientes fue formalmente abolida mediante Decreto del día 3 de diciembre de 1854, promulgado en Huancayo por el Presidente Provisorio de la República Ramón Castilla y Marquesado.
Con estos antecedentes podemos señalar que el origen de la danza de los negrillos de Abancay se remonta a las cofradías[1] de negros esclavos que con la protección de la iglesia católica formaron los negros cautivos y sus descendientes secuestrados del África a España y trasladados al Perú por sus amos españoles. La primera cofradía se fundó en Lima en el año 1540 y según Christine Hünefeldt hacia 1816 existían quince. Durante los siglos XVI y XVII también existieron negros esclavos en las haciendas de Piura, Tumbes, Lambayeque, Colán, Paita, El Callao, Cuzco, Ica, Cajamarca y Arequipa.
Jorge Polo Borda en su oba: "La hacienda Pachachaca: Autoabastecimiento y comercialización (Segunda mitad del siglo XVIII)" nos refiere que en la primera mitad del siglo XVIII los jesuitas que fueron los dueños de la hacienda San Miguel de Pachachaca tenía 102 esclavos negros, entre hombres, mujeres y niños, que estaban dedicados exclusivamente a la fabricación de azúcar, por supuesto que las otras haciendas también tuvieron los suyos,
Lo poco que se conoce acerca de esta danza nos viene de “Los negritos de Huánuco”, veamos algo de su historia:
“Historia:
En la época colonial, los patrones daban libertad a los esclavos desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero. Esos días, eran aprovechados por los esclavos para celebrar la Navidad, visitando los nacimientos que lucían en las casas de las familias más pudientes. A partir del Decreto promulgado por Ramón Castilla sobre la libertad de los negros el 3 de diciembre de 1854, las cofradías hicieron su aparición en las calles, visitando no solo los nacimientos sino también las iglesias, donde bailaban y bebían. Los dueños de los nacimientos en recompensa les invitaban huarapo[2] y shacta,[3] años después, el locro. Así lo hicieron los años sucesivos y de esta manera se institucionalizó el baile y Danza de los Negritos”.
Es probable que esta danza haya llegado a los valles de Abancay y Pachachaca traída por los negros esclavos de las haciendas coloniales, y que luego se haya trasladado a la población campesina donde siguió perviviendo, ya que producida la abolición de la esclavitud, estos afrodescendientes desaparecieron de nuestras serranías.
Pero sin embargo, la danza que nos dejaron siguió llamándose: “Baile de los Negrillos”, aun cuando la máscara que en otros lugares sigue representando a los afroperuanos, en Abancay y sus alrededores se ha mudado a la de un español, como queriendo significar: "Ahora somos iguales".
Gracias a este hecho histórico, la ecuménica fiesta de la “Adoración de los Reyes Magos” se festeja en Abancay de un modo muy especial.
Hasta donde se tiene noticia, la imagen del niño Jesus que se venera en una casa del Jr. Lima por el barrio de “Huanupata” con el nombre de "Niño de Reyes" tiene una cofradía que se remonta a principios del siglo XX, es decir, esta fiesta tal y como la conocemos ahora, tiene más de un siglo de vigencia y antigüedad.
Dentro de ella, por supuesto después de la devoción del “Niño de Reyes" está la llegada de “los negrillos”, que año tras año en vísperas del 06 de enero, los días posteriores y la “octava”, danzan por las calles abanquinas.
Se trata de una alegre exaltación por la llegada al mundo andino del “Niño Dios”, que poco tiene que ver con la narración del nuevo testamento sobre la adoración de los pastores y/o de los Reyes Magos, pues esta devoción se hace bailando jubilosamente ante la imagen del niño Jesús y para el deleite de toda la población.
El día central 06 de enero se oficia una misa solemne mandada decir por los “Carguyoc” de turno en la Iglesia Mayor de la ciudad, donde acuden los invitados y los vecinos llevando los "niñitos" de su nacimiento y devoción para que unos reciban la bendición y otros sean “bautizados” por el "Tayta cura"
El grupo de danzantes que conocí en el año 2016 se llamaba: “Cuadrilla del Niño de Reyes” y tiene dos comparsas, uno de adultos cuyo caporal era Washington Vargas Pichihua y una de adolescentes capitaneados por Eduardo Olaya Mercado.
Los negrillos abanquinos visten un muy colorido “traje de gala” que está compuesto de un pantalón corto que les llega casi a los tobillos, bordado con flores de vistosos colores y filetes de sugerentes matices, un cinturón, un babero, una pañoleta en la cabeza sobre la que se coloca un vistoso gorro triangular del mismo color de sus trajes, plagado de espejos y bordados de flores, imágenes y figuras geométricas con hilos de oro y plata y que remata en una o varias pluma de colores. También exhiben una chaqueta de llamativos colores bordados al igual que sus sombreros y charreteras doradas.
Portan en las manos enguantadas de blanco, un lazo o fuete que como una gruesa brida de caballería está hecho a base de cuero forrado con cintas de tela y con anillos de plata fina en ambos extremos, que dentro de la danza la levantan a manera de arco, simbolizando la puerta de entrada al mundo para el recién nacido “Niño Rey”.
Calzan medias y zapatillas blancas para facilitar los rápidos giros y pasos que exige la danza. Tienen los rostros cubiertos con una máscara de malla con la representación pintada de la cara de un “chapetón” (español) de mejillas rosadas, ojos azules, barba corta y pobladas patillas y cejas. También llevan en la mano izquierda un gran pañolón, que aparte de darle más vistosidad al baile, les sirve para limpiarse el sudor que les ocasionan los agiles movimientos de sus frenéticas danzas.
Los acompaña una joven mujer que se llama “La dama”, luciendo un largo vestido blanco y en la cabeza un sombrero alón desde donde cae un largo velo de tul del mismo color que le llega hasta las rodillas, junto a ella danza su "ama seca".[4]. Sobre este personaje existen dos versiones, una dice que es la patrona o dueña de los negrillos y su sirvienta, y otra señala que esta jovencita representa a la virgen María de soltera y el otro personaje femenino sería la nana o niñera del "Niño Rey".
En ninguna cuadrilla puede faltar “el viejo” y “la vieja” que son casi los personajes centrales para la parvada de niños que por todas las calles siguen a los negrillos. “El viejo” viste ropa de capataz o mayordomo de hacienda: botas, pantalón y chaqueta militar y sombrero safari inglés, tiene una barba larga de chivo y una enorme, grotesca y colorada nariz, lleva en sus manos un poderoso zurriago; mientras su pareja, “la vieja” o “Huaylaca” (mujer inútil para las labores domésticas) que también luce una descomunal nariz y que toda maltrajeada camina apoyada con un rústico bastón. Esta representa a una flaca, fea y desgreñada campesina echada a perder por amancebarse con el hombre que encarna dentro del pueblo el poder abusivo y prepotente de los gamonales.
A lo largo de toda la fiesta estos son los personajes cómicos de la cuadrilla, pues se llenan de abrazos y besos y hacen algunas pantomimas muy divertidas, pero su trabajo consiste en espantar las bandadas de niños que se aglomeran en torno a los negrillos, y así dejarles espacio para que los danzantes puedan realizar sus coreografías.
El afán de los niños en esta fiesta es provocar la ira del viejo y de la vieja con insultos y muecas, para luego echarse a correr despavoridos para cualquier lado, cuando estos comienzan a perseguirlos con el fiero ademán de llenarlos de azotes y palos.
De un violín, un tambor y un bombo, sale la música que acompaña esta danza, cuyos ensayos, dependiendo del grupo, las coreografías y acrobacias que se quieran exhibir, pueden durar varias semanas. Esta música que es muy variada se llama “Ccarataca” (Literalmente: Pata de cuero o “pata pelada” descalzo), y al contrario de lo que sucede con el "carnaval abanquino", estas cuadrillas tienen la virtud de renovar su repertorio musical y coreografico. Las principales danzas, sin que estas sean las únicas, son:
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Entrada;
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Adoración;
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Cuerpo (que es donde los negrillos
cantan o recitan); y
- Despedida.
Algunos informantes refieren que existen otras danzas llamadas: "Negro", "Marcha", "Acrobacia", etc., donde los negrillos hacen torres humanas y otras peligrosas maniobras. Esta última es muy bien lograda por los negrillos de la provincia de Andahuaylas.
Negrillos de Ccallaspuquio - Pacobamba - Andahuaylas |
Los pasos con los que se desarrolla estas coreografías son varios y reciben diversos nombres como: “Pateo”, “Rodilla”, “Vamos”, “Llegamos”, “Negro”, “2x2”, “Pasacalle”, etc., etc.
Don Mariano Vásquez Vera, ex bailarín de estas fiestas, me refiere verbalmente que el danzante principal se llama “Caporal” y es el que delante de todos dirige la coreografía del baile con una campanilla para indicar el cambio de paso. A sus costados se sitúan dos danzarines delanteros, y tres posteriores. "La dama" y su "Ama seca" bailan en el intermedio. Algunas cuadrillas suelen exhibir hasta nueve bailarines más los dos personajes femeninos.
Señala la tradición, aunque creo que ahora ya no se así, que los nuevos miembros que admite el grupo empiezan como danzantes posteriores y luego irán ascendiendo a lo largo de muchos años como danzantes delanteros y tal vez uno de ellos acabará asumiendo la condición de Caporal. El personaje de menor importancia es la “Ama seca” que generalmente es un niño bailarín que al igual que la dama va vestido de mujer y que en otros tiempos tenía el deber de proveer de agua y refrescos a los danzantes, para quizá más adelante poder llegar a ser un bailarín posterior. No sé si ahora, pero antiguamente estas cuadrillas solían durar varias generaciones.
Además de las señaladas anteriormente, el baile de los negrillos tiene otras composiciones que reciben diversos nombres como “Pasacalle”, “Saludo al Cargonte”, "Saludo a los nuevos Cargontes", “Baile con los Cargontes”, etc. Resulta necesario acotar que estas danzas admiten improvisaciones, que si son aceptadas por el público pasan a tener un nombre y a formar parte del repertorio de la cuadrilla que los creó.
Mi testigo refiere que la festividad y la danza eran gratuitas en sus tiempos de "negrillo", pero que tenían un “Ipalla” que era una especie de administrador de los obsequios que en agradecimiento debían hacerle a la cuadrilla los Cargontes y sus familiares. Con el producto de estas donaciones se adquiría algunas prendas como pañuelos, fuetes, zapatillas, medias, pantalones, chalecos, gorros, máscaras, etc. El pago de los músicos siempre corrió y seguirá corriendo por cuenta de los Cargontes.