jueves, 29 de diciembre de 2016

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (VIII) ebook


Bueno, como les tengo ofrecido les presento en octava entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un “ME GUSTA”, pero sobretodo  “COMPARTIR” y “COMENTAR”.


EL USNU:

Durante el incario y muchos siglos antes, en los principales centros poblados, se construyeron pequeñas o medianas estructuras de piedra u otro material, que levantaban una plataforma, a modo de proscenio, frente a un espacio sagrado, que sus arquitectos llamaron usnus. Según la importancia del lugar estas edificaciones eran pequeñas, medianas o grandes; rusticas o imponentes. En la cima de este sagrado escenario existía una abertura vertical en la cual se vertían la chicha de las libaciones con los dioses y la sangre de los sacrificios, para que sean filtradas por las piedras hacia el interior de la Pachamama, la madre tierra.

Imponente usnu de Vilcashuaman y modesto usnu de Incapirca 
Los usnus eran una especie de altares andinos que encerraban un profundo simbolismo mágico religioso, desde los cuales el Inca o sus representantes celebraban las ceremonias de la religiosidad oficial, para que por su intermedio se unan en el Kay pacha (la tierra de aquí o el mundo de los hombres, los animales y las plantas) el Hanan pacha (el mundo de arriba, de los fenómenos meteorológicos y los cuerpos celestes) y el Uku pacha (el mundo de abajo o de las profundidades).

Además eran los lugares donde los pueblos de su entorno celebraban las fiestas de su devoción, pero también el punto de encuentro entre los dirigentes incas y las poblaciones de los territorios sometidos a su dominio y administración.

Estas estructuras eran significativamente importantes en la geografía política y sagrada incaica. Generalmente eran erigidas en las cimas de las montañas, ofreciendo las inmensas y espectaculares vistas que ofrecen los paisajes y los muy altos Apus (deidades de las altas montañas), mientras que las ubicadas en los caminos incas, a menudo se encontraban en los poblados importantes. El usnu de Saywite es uno de estos últimos.

Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”,[i] nos señala cómo el mítico fundador del Tahuantinsuyo Manco Capac y su esposa Mama Ocllo, fueron enseñando a los antiguos peruanos, entre otros oficios y costumbres, a adorar a los nuevos dioses, siendo las principales deidades de este culto, el Sol y la Luna. Leamos:

“…..Juntamente con estos preceptos y ordenanzas, les enseñaba el culto divino de su idolatría. Señaló sitio para hacer templo al Sol, donde le sacrificasen, persuadiéndoles que lo tuviesen por principal Dios, a quien adorasen y rindiesen las gracias de los beneficios naturales que les hacía con su luz y calor, pues veían que les producía sus campos y multiplicaba sus ganados, con las demás mercedes que cada día recibían. Y que particularmente debían adoración y servicio al Sol y a la Luna, por haberles enviado dos hijos suyos, que, sacándolos de la vida ferina que hasta entonces habían tenido, los hubiesen reducido a la humana que al presente tenían. Mandó que hiciesen casa de mujeres para el Sol, cuando hubiese bastante número de mujeres de la sangre real para poblar la casa. Todo lo cual les mandó que guardasen y cumpliesen como gente agradecida a los beneficios que habían recibido, pues no los podían negar. Y que de parte de su padre el Sol les prometía otros muchos bienes si así lo hiciesen y que tuviesen por muy cierto que no decía él aquellas cosas de suyo, sino que el Sol se las revelaba y mandaba que de su parte las dijese a los indios, el cual, como padre, le guiaba y adiestraba en todos sus hechos y dichos.”

       Sobre las cosas que en agradecimiento ofrecían al sol, nos dice:

“Los sacrificios que los Incas ofrecieron al Sol fueron de muchas y diversas cosas, como animales domésticos grandes y chicos. El sacrificio principal y el más estimado era el de los corderos, y luego el de los carneros, luego el de las ovejas[ii] machorras. Sacrificaban conejos caseros y todas las aves que eran de comer y sebo a solas, y todas las mieses y legumbres, hasta la yerba coca, y ropa de vestir de la muy fina, todo lo cual quemaban en lugar de incienso y lo ofrecían en hacimiento de gracias de que lo hubiese criado el Sol para sustento de los hombres. También ofrecían en sacrificio mucho brebaje de lo que bebían, hecho de agua y maíz, y en las comidas ordinarias, cuando les traían de beber, después que habían comido (que mientras comían nunca bebían), a los primeros vasos mojaban la punta del dedo de en medio, y, mirando al cielo con acatamiento, despedían del dedo (como quien da papirotes) la gota del brebaje que en él se les había pegado, ofreciéndola al Sol en hacimiento de gracias porque les daba de beber, y con la boca daban dos o tres besos al aire, que, como hemos dicho, era entre aquellos indios señal de adoración. Hecha esta ofrenda en los primeros vasos bebían lo que se les antojaba sin más ceremonias.”

Una de las fiestas mayores del Tahuantinsuyo fue el Inti Raymi que antiguamente se llamaba Wawa Inti Raymi, la fiesta del sol niño, del nuevo sol que acababa de nacer. Era la celebración del año nuevo incaico, que se realizaba pasado el solsticio de invierno, que en el hemisferio sur tiene lugar entre el 20 y 23 de junio.

El Wawa Inti Raymi fue instituido por Pachacútec en la década de 1430 d. C., como parte de su reorganización del Estado y la religión Inca con el propósito de legitimar el control cusqueño sobre los pueblos sometidos. Otra de las fiestas mayores era el Capaq Inti Raymi, o  fiesta del gran sol, celebrado en el solsticio de verano que en el hemisferio sur corresponde al 21 de diciembre.


Según relata el Inca Garcilaso de la Vega: “Hacían esta fiesta al Sol en reconocimiento de tenerle y adorarle por sumo, solo y universal Dios, que con su luz y virtud criaba y sustentaba todas las cosas de la tierra. Y en reconocimiento de que era padre natural del primer Inca Manco Cápac y de la Coya Mama Ocllo Huaco y de todos los Reyes y de sus hijos y descendientes, enviados a la tierra para el beneficio universal de las gentes, por estas causas, como ellos dicen, era solemnísima esta fiesta”.

Es probable que esta fiesta oficial del incario, se replicara en todos y cada uno de los templos y usnus levantados a lo largo del Tahuantinsuyo. Esta ceremonia fue prohibida por el virrey Francisco de Toledo en 1572, pero siguió celebrándose en miles de lugares no asequibles a la administración colonial. En los usnus cercanos a las ciudades y poblados fundados por los españoles se instalaron cruces en su plataforma, para significar el triunfo de la cristiandad sobre el paganismo andino o una representación del calvario o ambas cosas. 

Sobre las prácticas de la religiosidad andina, especialmente en los centros ceremoniales de culto al agua, el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, en su “Nueva Crónica y Buen Gobierno”[iii], nos señala que en el mes de octubre, que estaba dedicado a la luna, la madre de las lluvias, se celebraba el Uma raymi quilla, veamos de que se trataba esta ceremonia:

           /255 [257] Octubre. Uma Raymi Quilla, que en este mes sacrificaban a las uacas, principales ídolos y dioses, para que leles enviasen agua del cielo, otros cien carneros blancos, y ataban otros carneros negros en la plaza pública y no les daban de comer a los dichos carneros atados para que ayudasen a llorar; asimismo ataban a los perros, como veían dar voces a la gente y gritos también de su parte daba olladas (aulladas) ladrando, y a los que no ladraban les daban de palos y así hacia grandes llanatos, así hombres como mujeres, y de su parte los dichos niños, y por su parte los enfermos cojos y ciegos, y de su parte los viejos y viejas y cada uno de estos lo que tenían perros los llevaban, iban haciendo gritar pidiendo agua del cielo a Dios runa camac, diciendo estas orraciones y doctrina: ayauya aucaylli ayauya puypuylli lluto puchac uamrayque uacallasunquim [“Ay, ay, lloremos, ay, ay gimamos, de dolor están transidos tus niños (¿tus hijos?), solo podemos llorar a vos”. Traducción A.P.], acabadas estas oraciones todos comienzan a dar gritos y llanto y dicen a gran voz alta: runa camac micocpac rurac uari uiracocha Dios maypincanquei, runayquiman yacoyquita unoyquita cacharimouay [“Oh creador de los hombres ¿Qué haces  por los que comen?, Uari Uiracocha, Dios, ¿dónde estás? Suelta para tu gente tu agua, tus lluvias, hasta mi” (A.P.)]; con esto andaban en cerro en cerro haciendo procesión dándo voces y gemidos muy de veras con todo corazón pidiendo agua a Dios del, runacamac.”

El usnu de Saywite se encuentra en la parte inferior del conjunto arqueológico, tiene una planta y está ubicada aproximadamente a 250 metros en línea recta del conjunto de piedras y monolitos erráticos que los lugareños denominan “Rumihuasi”. Esta estructura debió haber estado rodeada de una importante población, cuyas rústicas viviendas fueron abandonadas en el año 1572, cuando a instancias del Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada[iv], se redujo a todos los lugareños en el pueblo denominado San Pedro de Saiuita, el mismo que según la “Instrucciones Generales para los Visitadores” del virrey Francisco de Toledo de 1570, debió estar situado en algún lugar apartado de la huaca del santuario y el usnu de Saywite, para evitar que los naturales continuaran con las prácticas y creencias de su religiosidad.

Es una estructura rectangular de aproximadamente 31.70 metros de largo por 16.00 metros de ancho y 3.10 metros de altura, edificada al final de una planicie de aproximadamente 17,200 metros cuadrados con un aforo para 35,000 personas, denominada Usnupampa. En la parte central de su frontis principal tiene una escalera de 17 peldaños de 40 cm. de ancho por 20 cm. de alto que sobresale a la estructura en unos 6.80 metros. Este acceso está resguardado por dos muros de 70 cm. de ancho a cada lado.

A la derecha de esta gradería, a una distancia de 90 cm. existe una hornacina trapezoidal, con un umbral de 1.00 metro y con un ancho de 70 cm. en su parte central, y una altura de 1.75 metros, que probablemente era el altar de la huaca que cotidianamente se adoraba en esta hornacina o quizás era el lugar donde en tiempos de fiesta se traía la huaca del santuario de Saywite para que presidiera las ceremonias que allí se celebraban.


            Es probable que los ayllus que poblaban los valles de Abancay y Pachachaca, como: Callamarca, karkatera, Ccacsa, Huayllabamba, Umaccata, Chupapata, Pantillay, Marcahuasi, Trujipata, Limapata, Imponeda, Aymas, Atumpata, Tancarpata, Arahuay, Tastaccasa, Chacabamba, Chuquibamba (Sahuanay), Maucalle, Chinchichaca, Urco, (Tamburco), Antabamba baja, Corhuani, Colcaqui, Kerapata, Llañucancha, Puruchacca, Curanguyoc, Ccanabamba, entre otros. O los que a la fecha pertenecen al distrito de Curahuasi como Suyuccacca, Saywite, Occoruro, Trancapata, Bacas, Asmayacu, Pisonaypata, Lucmos, Curahuasi, Anta (Antilla), Ccoripampa, Ccecceray, Añallanca, Huitucucho, Masoccasa, Ccocharay, Chalhuahuacho, Ccarhua, Ccasayra, Ccocha, Totoray, Ccapacca, Ccollo, Pucuta, Larata, Matibamba, Collpa, Vilcabamba, Huayraccasa, Cceccemayo, Pumahuaccho, Mollemolle, Pucapuca, Huaynarimac, Ayacra y de otras parcialidades más, que genéricamente se hacían llamar los urconsaywites. O los que ahora están  integrados al ámbito del distrito de San Pedro de Cachora como: Pantipata, Tasta, Huayllapampa, Tairoma, Huachacpampa, Acco, Ccotarqui, Marjupata, Marampara, Llaullipata, Huyallpampa, Ticabamba, Moyoorcco, Asil, Viracochan, Yanamachay, Incaraccay, Incahuasi, Chachayllo, entre otros. O los propios del distrito de Huanipaca como: Tacmara, Karqueque, Huanchulla, Ccorabamba, Sorcca, Chaquiccocha, Utcubamba, Totoraqui, Huanipaca, Vichuica, Tambobamba, Sicllabamba, Uncalla, Mandurqui, Huayllapucro, Ccarabamba, Pamparqui, Runcuhuasi, Pucuntuy, Troja, Ccataqui, Ccollcca, Chanchayllo, Chihuampata, Lihuirco, Parhuani, Callanca. Chaquiccocha, Occopata, Ccoya, hayan peregrinado hasta este sagrado lugar, para realizar en este usnu otro tipo de ceremonias religiosas en honor a sus huacas locales, pero siempre dentro del protocolo oficial inca, que nos describe el jesuita Pablo José de Arriaga en su obra “La extirpación de la idolatría en el Perú”[v], en los siguientes términos:

“También ofrecen Llamas, que son los que llamamos Carneros de la tierra, y esto suele ser siempre en las fiestas más solemnes de las Huacas, y las sacan enramadas de flores. Atan la llama de una piedra grande70, házenla dar cinco o seis vueltas a la redonda, y luego la abren por el lado del corazón, y se le sacan, y le suelen comer crudo a bocados, y con la sangre asperjan la Huaca, y la carne se reparte entre los ministros de los sacrificios, y también suelen dar de ella a los demás Indios. En algunas partes tienen crías de estas Llamas para las Huacas, y las guardan, y crían por cuenta de la Huaca, y en los más pueblos de la sierra, que se han visitado a habido algunas Llamas compradas con plata, que para ello han contribuido los Indios. Otras veces los mismos Indios, que tienen ganado dan sus Corderos, y Llamas, para que los sacrifiquen por el aumento de su ganado.”


Unsupampa

También en estas ceremonias, se libaba mucha chicha con el sol, la luna, las estrellas, la Pachamama, los Apus, las huacas de todos los lugares cercanos y con todos los peregrinos asistentes. Se mascaba y ofrecía mucha coca a los dioses y a los hombres. Se quemaba la bendita wira, que es la grasa de las llamas. Se bendecía las más vistosas y coloridas plumas de las aves de todas partes, que acabarían siendo el ornamento de autoridades, guerreros y mujeres. Se ventilaba mucho maíz molido crudo o tostado (ccacu) y se entonaban cánticos y muchas oraciones de súplica y agradecimiento, enterrando en la oquedad de su plataforma no pocas ofrendas de oro, plata y cobre.



[i] GARCILASO DE LA VEGA, Inca. COMENTARIOS REALES. Biblioteca Ayacucho.
[ii] Este pie de página es nuestro.- Carneros, corderos y ovejas se refiere a llamas o alpacas.
[iii] GUAMAN POMA DE ALAYA, Felipe. NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO. Prólogo de Franklin Pease. Biblioteca Ayacucho.
[iv] Nicolás Ruiz de Estrada, nacido en Lima, regidor vitalicio de la Ciudad de los Reyes (Lima) y Licenciado en Derecho, hijo Martín Yáñez de Estrada y Marina Roldan. Fue nieto de Bartolomé Ruiz de Andrade, quien pasó a la historia por formar parte de la expedición de los Trece de la Fama (Los 13 de gallo) y por ser el primer español en avistar costas ecuatorianas y desembarcar en ellas. En 1511, este marino fue reconocido como Piloto Experto bajo las órdenes del Almirante Cristóbal Colón.
[v] DE ARRIAGA, Pablo José. La extirpación de la idolatría en el Perú. http://www.biblioteca.org.ar/libros/155230.pdf

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