viernes, 16 de junio de 2017

PUENTE COLONIAL SOBRE EL RIO PACHACHACA (V)

SE CONSTRUYE UN PUENTE SOBRE EL RÍO ABANCAY

La importancia económica de comunicar Lima con el Cusco, hizo que virrey don Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, II Marqués de Cañete,[1] mandara construir un puente sobre el río Abancay, que hoy denominamos Puente Pachachaca.

Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, II Marqués de Cañete
             Sobre la obra vial del virrey Hurtado de Mendoza, y precisamente justificando la construcción de puentes de cantería que se hicieron en el virreinato, en el informe[2] dirigido al Virrey Toledo en 1571, Juan Polo de Ondegardo,[3] señalaba:


“CAPITULO XVIII

Servicio de tambos y caminos

Otro tributo tenían común en todo el reino, del servicio de tambos y caminos y puentes en todos los ríos que son muchos, a todo lo cual acudían por comarcas, conforme a la orden que se les había puesto, aunque esto en nuestros tiempos ha sido sin comparación más pesado, porque a los principios caminaron mucho los españoles y casi lo tenían por oficio, sin haber en qué entender por el buen servicio y gran provisión que los indios daban en todos los caminos, porque mucho tiempo duró dar indios en los tambos para cargar todos los que cada uno pedía, y aún para hamacas si quería caminar en hombros de indios no tenía que hacer más de negociarlo en el primer tambo donde salía, porque después, como llegaba le daban el recado aunque fuese quinientas leguas, y fue cosa exorbitante lo que en esto pasó, hasta que el licenciado Vaca de Castro puso en ello límite y tasa, los indios que habían de dar a cada uno de a pie y de a caballo, y se guardó mucho tiempo, y de qué peso había de ser cada carga; después se mandó guardar aquella orden y que pagasen los indios, porque no se hacía ni mandaba en lo que Vaca de Castro proveyó y aún no hizo poco entablarlo de aquella manera, y con esto los indios lo tienen por granjería y aún darían mucho más si los caminantes los quisiesen, pero ya suplen los caballos en esta necesidad y tiénenlo por más barato, y así se aprovechan poco de ellos y se va perdiendo del todo, y así el tiempo lo ha remediado mejor que las ordenanzas de las Indias, que una de las que más ásperas parecieron y que más dificultoso se le hizo al reino fue quitar estas cargas, y ahora aunque los indios se hallen que en abundancia se ofrecen a ello, en las más partes no hay quien los quiera, y por este mismo camino, después que Su Majestad las revocó, se han cumplido todas y otras muchas cosas y más pesadas y convenientes que las que en ellas se contenían, porque el tiempo es gran maestro de todo, y sin él y sin su ayuda no se puede en esta materia de gobierno hacer cosa buena. El de los puentes era así mismo, servicio pesado por dos razones: la primera porque es trabajoso y ordinario, y en las más partes es menester traer las mimbres de lejos, y la principal porque los ríos por la mayor parte se pasan por lugares demasiado cálidos, y como han de bajar de la tierra fría a hacerlas y a tirarlas de ordinario, especialmente cuando llueve, que es el tiempo de más calor, muere mucha parte y tardan tiempo en hacerlas y acábanse muy presto, y más en nuestros tiempos, porque de antes sólo pasaba por ellas gente de a pie, y este ganado de la tierra que es liviano y duran más y en el nuestro, allende de frecuentarse más los caminos, pasan caballos y ganado vacuno, que después que de esto hay cantidad, gástanse muy breve, y es necesario tirarlas más a menudo, y los más ríos donde los puentes son menester, no se vadean casi en ningún tiempo, y los indios que estaban obligados a esto, cada uno en su comarca han padecido gran molestia por que el Inca los manda acudir, según la necesidad de aquel tiempo, y después eran pocos para sufrir tanto trabajo porque sin comparación fue mayor parte del reino y en el camino más frecuentado por industria del marqués de Cañete virrey de estos reinos, se les quitó en su tiempo, e hizo los caminos más fáciles, y ennobleció el reino haciendo puentes de cantería, que hizo muchas, y la de la ciudad de Los Reyes fue la primera donde se ahogaba mucha gente cada año, hizo la de Jauja y la de Angoyaco y la de Aucay (Abancay) y la del angostura del Cuzco, con la cual, aderezando solamente media legua el camino real, se excusan la de Quiquijana, Combapata y otras más pequeñas, y es todo fácil, y aquella comarca queda descansada, porque aquel es camino muy pasajero y los indios pocos y viene a ser el trabajo incomportable.”

Fray Reginaldo de Lizárraga[4], en su “Descripción breve del reino del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile, escrito entre 1586 y 1591 y publicado en 1605, nos relata lo siguiente:[5]

“Más adelante se sigue el valle nombrado Amancay por unas flores olorosas blancas que en él nacen en abundancia, así llamadas. Este río nunca se vadea; tiene puente de cal y canto, mandada hacer por el buen marqués de Cañete, de felice recordación el primero.”


Sobre el virrey que ordenó construir este puente Guamán Poma de Ayala, lo confirma en su Nueva Crónica:[6]

/357 [359] Puentes de estos reinos. Puente de criznejas grandes que había en tiempo del Inga, como el Bombón, Jauja, Angoyacu, de Sángaro y de uinaca, de Guambo la Grande, Amancay, Aporímac, Uacachaca, Sora, Apcara, y de Bilcas, y de Chusqui, Bilcancho; como son otros puentes chicos como de Challuanca, Pampamarca, conforme lo ríos; y otros puentes de palos y balsas….Todo lo dicho gobernaba un Inga principal Acos, en todo el reino. Y después el señor visorrey Marqués de Cañete, el viejo, mando hacer de cal y canto el puente de Lima, y el puente de Jauja, y el puente de Angoyaco; el puente de Amancay lo mando hacer su hijo el señor visorrey don García Hurtado de Mendoza, marque de Cañete, el mozo mando hacer de cal y canto el puente de Aporímac; no ha hecho tan gran servicio de Dios y de Su Majestad ningún visorrey como el señor Marqués de Cañete ahora; era muy gran servicio de Dios y de su Majestad de que se hiciera el puente de la grande de Guambo, porque se mueren muchos indios en cada vez que lo hacen de los repartimientos, y padecen trabajo, si se hiciera de cal y canto y se hiciera una vez, y se acabara una vez, fuera muy gran merced a los pobres de los indios haciéndose todos los puentes de cal y canto”.

Aunque más adelante se corrige, señalando que el constructor del puente de cantería sobre el río Amancay (Pachachaca) fue don Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera que dentro de la documentación oficial era conocido como: “Don Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, señor de las villas de Argote,  guarda mayor de la ciudad de Cuenca, visorrey y capitán general de estos reinos y provincias por su majestad, etc.”

“/357 [441] Don Andrés Marques de Cañete, señor de las villas de Argote, el tercero visorrey de este reino, fue muy cristianísimo y gobernó pacíficamente y así no hacía mal a nadie ni hacia agravio a los conquistadores y a los hijos de los Ingas, y a los señores grandes y principales de este reino y a los indios les favorecía y les defendía de los españoles y a los soldado le ayudaba, y a los pobres les daba lo que tenía; como era tan caritativo mando los puentes de cal y canto de la ciudad de Lima y de Jauja y de Angoyaco y de Amancay que fueron todos de cantería, y otros puentes de criznejas, y caminos mando que fuesen limpios, y mando que todas las iglesias fuesen adornadas y estuvo en paz y no tenía soberbia en este reino con chicos y grandes, bien sabía la tierra y lo que hay en ella.”

En la relación en que se describen los ríos, hecha por el Deán de la Catedral del Cusco, Dr. Vasco de Contreras y Valverde.[7] quien en su época fue una autoridad en la materia, puesto que el XVI virrey del Perú (1648-1655) García Sarmiento de Sotomayor y Luna, Conde de Salvatierra le confió ese trabajo con el fin de remitirlo al Gobierno español. Acerca de río Abancay (Pachacacha) señaló lo siguiente: 

''Después de este grande y famoso río, se topa en el camino real con el de Abancay, que aunque de pocas aguas, viene á embeberse en el referido; tiene puente de piedra, por donde pasa todo el comercio de Lima, Cuzco y Potosí, y las demás provincias de arriba. A este se sigue el de Cochacajas, que aunque pequeño, tiene su origen en una laguna pequeña que está media legua de aquel parage”.





[1] Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, II Marqués de Cañete (n. Cuenca, 1510 - m. Lima, 14 de septiembre de 1561) fue un militar y político español que llegó a ser el III Virrey del Perú, entre 1556 y 1561. Su gobierno marcó la definitiva culminación del período de conquista y guerras civiles, caracterizado por continuas revueltas y modificaciones en el escenario del poder. Pacificó el Virreinato, impuso el respeto a la autoridad y fomentó la colonización.
[2] DE ONDEGARDO, Juan Polo. Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros.
[3] Juan Polo de Ondegardo. (ca. 1516-1675). Jurista castellano establecido en el Perú desde 1544. La fecha de su nacimiento, en la ciudad de Valladolid, puede situarse aproximadamente entre 1516 y 1519; realizó estudios de leyes en esa misma ciudad y en la de Salamanca hasta el momento en que decidió embarcarse rumbo al Virreinato peruano, donde permanecería hasta su muerte en 1575. Entre los diversos cargos que desempeñó en la administración, destaca el de corregidor del Cuzco entre 1558 y 1560 por orden del marqués de Cañete. Después de servir, durante algún tiempo, en la ciudad de los Reyes y en la Plata, volvió a encargarse del gobierno cuzqueño bajo el decisivo mandato del Virrey Francisco de Toledo en 1571.
[4] Fray Reginaldo o Reinaldo de Lizárraga, (Medellín, Extremadura, 1545 - Asunción del Paraguay, 1615) Fue un clérigo dominico y cronista español. Fue obispo de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción en su antigua sede de Concepción cuando estaba ubicada en la comuna de Penco (1568-1589)1 y de Asunción (1607-1615). Escribió una Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (Lima, 1908).
[5] DE LIZARRAGA, Reginaldo. Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile. Biblioteca de Autores españoles. Ediciones Atlas. Madrid. 1968.
[6] GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe. Nueva Crónica y Buen Gobierno. Biblioteca Ayacucho. Pág. 257. 324 y 327.
[7]Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. Imprenta de "La Opinión Nacional. Gremios Nº 129. 1904 

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