jueves, 29 de diciembre de 2016

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (VIII) ebook


Bueno, como les tengo ofrecido les presento en octava entrada mi ebook: SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un “ME GUSTA”, pero sobretodo  “COMPARTIR” y “COMENTAR”.


EL USNU:

Durante el incario y muchos siglos antes, en los principales centros poblados, se construyeron pequeñas o medianas estructuras de piedra u otro material, que levantaban una plataforma, a modo de proscenio, frente a un espacio sagrado, que sus arquitectos llamaron usnus. Según la importancia del lugar estas edificaciones eran pequeñas, medianas o grandes; rusticas o imponentes. En la cima de este sagrado escenario existía una abertura vertical en la cual se vertían la chicha de las libaciones con los dioses y la sangre de los sacrificios, para que sean filtradas por las piedras hacia el interior de la Pachamama, la madre tierra.

Imponente usnu de Vilcashuaman y modesto usnu de Incapirca 
Los usnus eran una especie de altares andinos que encerraban un profundo simbolismo mágico religioso, desde los cuales el Inca o sus representantes celebraban las ceremonias de la religiosidad oficial, para que por su intermedio se unan en el Kay pacha (la tierra de aquí o el mundo de los hombres, los animales y las plantas) el Hanan pacha (el mundo de arriba, de los fenómenos meteorológicos y los cuerpos celestes) y el Uku pacha (el mundo de abajo o de las profundidades).

Además eran los lugares donde los pueblos de su entorno celebraban las fiestas de su devoción, pero también el punto de encuentro entre los dirigentes incas y las poblaciones de los territorios sometidos a su dominio y administración.

Estas estructuras eran significativamente importantes en la geografía política y sagrada incaica. Generalmente eran erigidas en las cimas de las montañas, ofreciendo las inmensas y espectaculares vistas que ofrecen los paisajes y los muy altos Apus (deidades de las altas montañas), mientras que las ubicadas en los caminos incas, a menudo se encontraban en los poblados importantes. El usnu de Saywite es uno de estos últimos.

Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”,[i] nos señala cómo el mítico fundador del Tahuantinsuyo Manco Capac y su esposa Mama Ocllo, fueron enseñando a los antiguos peruanos, entre otros oficios y costumbres, a adorar a los nuevos dioses, siendo las principales deidades de este culto, el Sol y la Luna. Leamos:

“…..Juntamente con estos preceptos y ordenanzas, les enseñaba el culto divino de su idolatría. Señaló sitio para hacer templo al Sol, donde le sacrificasen, persuadiéndoles que lo tuviesen por principal Dios, a quien adorasen y rindiesen las gracias de los beneficios naturales que les hacía con su luz y calor, pues veían que les producía sus campos y multiplicaba sus ganados, con las demás mercedes que cada día recibían. Y que particularmente debían adoración y servicio al Sol y a la Luna, por haberles enviado dos hijos suyos, que, sacándolos de la vida ferina que hasta entonces habían tenido, los hubiesen reducido a la humana que al presente tenían. Mandó que hiciesen casa de mujeres para el Sol, cuando hubiese bastante número de mujeres de la sangre real para poblar la casa. Todo lo cual les mandó que guardasen y cumpliesen como gente agradecida a los beneficios que habían recibido, pues no los podían negar. Y que de parte de su padre el Sol les prometía otros muchos bienes si así lo hiciesen y que tuviesen por muy cierto que no decía él aquellas cosas de suyo, sino que el Sol se las revelaba y mandaba que de su parte las dijese a los indios, el cual, como padre, le guiaba y adiestraba en todos sus hechos y dichos.”

       Sobre las cosas que en agradecimiento ofrecían al sol, nos dice:

“Los sacrificios que los Incas ofrecieron al Sol fueron de muchas y diversas cosas, como animales domésticos grandes y chicos. El sacrificio principal y el más estimado era el de los corderos, y luego el de los carneros, luego el de las ovejas[ii] machorras. Sacrificaban conejos caseros y todas las aves que eran de comer y sebo a solas, y todas las mieses y legumbres, hasta la yerba coca, y ropa de vestir de la muy fina, todo lo cual quemaban en lugar de incienso y lo ofrecían en hacimiento de gracias de que lo hubiese criado el Sol para sustento de los hombres. También ofrecían en sacrificio mucho brebaje de lo que bebían, hecho de agua y maíz, y en las comidas ordinarias, cuando les traían de beber, después que habían comido (que mientras comían nunca bebían), a los primeros vasos mojaban la punta del dedo de en medio, y, mirando al cielo con acatamiento, despedían del dedo (como quien da papirotes) la gota del brebaje que en él se les había pegado, ofreciéndola al Sol en hacimiento de gracias porque les daba de beber, y con la boca daban dos o tres besos al aire, que, como hemos dicho, era entre aquellos indios señal de adoración. Hecha esta ofrenda en los primeros vasos bebían lo que se les antojaba sin más ceremonias.”

Una de las fiestas mayores del Tahuantinsuyo fue el Inti Raymi que antiguamente se llamaba Wawa Inti Raymi, la fiesta del sol niño, del nuevo sol que acababa de nacer. Era la celebración del año nuevo incaico, que se realizaba pasado el solsticio de invierno, que en el hemisferio sur tiene lugar entre el 20 y 23 de junio.

El Wawa Inti Raymi fue instituido por Pachacútec en la década de 1430 d. C., como parte de su reorganización del Estado y la religión Inca con el propósito de legitimar el control cusqueño sobre los pueblos sometidos. Otra de las fiestas mayores era el Capaq Inti Raymi, o  fiesta del gran sol, celebrado en el solsticio de verano que en el hemisferio sur corresponde al 21 de diciembre.


Según relata el Inca Garcilaso de la Vega: “Hacían esta fiesta al Sol en reconocimiento de tenerle y adorarle por sumo, solo y universal Dios, que con su luz y virtud criaba y sustentaba todas las cosas de la tierra. Y en reconocimiento de que era padre natural del primer Inca Manco Cápac y de la Coya Mama Ocllo Huaco y de todos los Reyes y de sus hijos y descendientes, enviados a la tierra para el beneficio universal de las gentes, por estas causas, como ellos dicen, era solemnísima esta fiesta”.

Es probable que esta fiesta oficial del incario, se replicara en todos y cada uno de los templos y usnus levantados a lo largo del Tahuantinsuyo. Esta ceremonia fue prohibida por el virrey Francisco de Toledo en 1572, pero siguió celebrándose en miles de lugares no asequibles a la administración colonial. En los usnus cercanos a las ciudades y poblados fundados por los españoles se instalaron cruces en su plataforma, para significar el triunfo de la cristiandad sobre el paganismo andino o una representación del calvario o ambas cosas. 

Sobre las prácticas de la religiosidad andina, especialmente en los centros ceremoniales de culto al agua, el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, en su “Nueva Crónica y Buen Gobierno”[iii], nos señala que en el mes de octubre, que estaba dedicado a la luna, la madre de las lluvias, se celebraba el Uma raymi quilla, veamos de que se trataba esta ceremonia:

           /255 [257] Octubre. Uma Raymi Quilla, que en este mes sacrificaban a las uacas, principales ídolos y dioses, para que leles enviasen agua del cielo, otros cien carneros blancos, y ataban otros carneros negros en la plaza pública y no les daban de comer a los dichos carneros atados para que ayudasen a llorar; asimismo ataban a los perros, como veían dar voces a la gente y gritos también de su parte daba olladas (aulladas) ladrando, y a los que no ladraban les daban de palos y así hacia grandes llanatos, así hombres como mujeres, y de su parte los dichos niños, y por su parte los enfermos cojos y ciegos, y de su parte los viejos y viejas y cada uno de estos lo que tenían perros los llevaban, iban haciendo gritar pidiendo agua del cielo a Dios runa camac, diciendo estas orraciones y doctrina: ayauya aucaylli ayauya puypuylli lluto puchac uamrayque uacallasunquim [“Ay, ay, lloremos, ay, ay gimamos, de dolor están transidos tus niños (¿tus hijos?), solo podemos llorar a vos”. Traducción A.P.], acabadas estas oraciones todos comienzan a dar gritos y llanto y dicen a gran voz alta: runa camac micocpac rurac uari uiracocha Dios maypincanquei, runayquiman yacoyquita unoyquita cacharimouay [“Oh creador de los hombres ¿Qué haces  por los que comen?, Uari Uiracocha, Dios, ¿dónde estás? Suelta para tu gente tu agua, tus lluvias, hasta mi” (A.P.)]; con esto andaban en cerro en cerro haciendo procesión dándo voces y gemidos muy de veras con todo corazón pidiendo agua a Dios del, runacamac.”

El usnu de Saywite se encuentra en la parte inferior del conjunto arqueológico, tiene una planta y está ubicada aproximadamente a 250 metros en línea recta del conjunto de piedras y monolitos erráticos que los lugareños denominan “Rumihuasi”. Esta estructura debió haber estado rodeada de una importante población, cuyas rústicas viviendas fueron abandonadas en el año 1572, cuando a instancias del Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada[iv], se redujo a todos los lugareños en el pueblo denominado San Pedro de Saiuita, el mismo que según la “Instrucciones Generales para los Visitadores” del virrey Francisco de Toledo de 1570, debió estar situado en algún lugar apartado de la huaca del santuario y el usnu de Saywite, para evitar que los naturales continuaran con las prácticas y creencias de su religiosidad.

Es una estructura rectangular de aproximadamente 31.70 metros de largo por 16.00 metros de ancho y 3.10 metros de altura, edificada al final de una planicie de aproximadamente 17,200 metros cuadrados con un aforo para 35,000 personas, denominada Usnupampa. En la parte central de su frontis principal tiene una escalera de 17 peldaños de 40 cm. de ancho por 20 cm. de alto que sobresale a la estructura en unos 6.80 metros. Este acceso está resguardado por dos muros de 70 cm. de ancho a cada lado.

A la derecha de esta gradería, a una distancia de 90 cm. existe una hornacina trapezoidal, con un umbral de 1.00 metro y con un ancho de 70 cm. en su parte central, y una altura de 1.75 metros, que probablemente era el altar de la huaca que cotidianamente se adoraba en esta hornacina o quizás era el lugar donde en tiempos de fiesta se traía la huaca del santuario de Saywite para que presidiera las ceremonias que allí se celebraban.


            Es probable que los ayllus que poblaban los valles de Abancay y Pachachaca, como: Callamarca, karkatera, Ccacsa, Huayllabamba, Umaccata, Chupapata, Pantillay, Marcahuasi, Trujipata, Limapata, Imponeda, Aymas, Atumpata, Tancarpata, Arahuay, Tastaccasa, Chacabamba, Chuquibamba (Sahuanay), Maucalle, Chinchichaca, Urco, (Tamburco), Antabamba baja, Corhuani, Colcaqui, Kerapata, Llañucancha, Puruchacca, Curanguyoc, Ccanabamba, entre otros. O los que a la fecha pertenecen al distrito de Curahuasi como Suyuccacca, Saywite, Occoruro, Trancapata, Bacas, Asmayacu, Pisonaypata, Lucmos, Curahuasi, Anta (Antilla), Ccoripampa, Ccecceray, Añallanca, Huitucucho, Masoccasa, Ccocharay, Chalhuahuacho, Ccarhua, Ccasayra, Ccocha, Totoray, Ccapacca, Ccollo, Pucuta, Larata, Matibamba, Collpa, Vilcabamba, Huayraccasa, Cceccemayo, Pumahuaccho, Mollemolle, Pucapuca, Huaynarimac, Ayacra y de otras parcialidades más, que genéricamente se hacían llamar los urconsaywites. O los que ahora están  integrados al ámbito del distrito de San Pedro de Cachora como: Pantipata, Tasta, Huayllapampa, Tairoma, Huachacpampa, Acco, Ccotarqui, Marjupata, Marampara, Llaullipata, Huyallpampa, Ticabamba, Moyoorcco, Asil, Viracochan, Yanamachay, Incaraccay, Incahuasi, Chachayllo, entre otros. O los propios del distrito de Huanipaca como: Tacmara, Karqueque, Huanchulla, Ccorabamba, Sorcca, Chaquiccocha, Utcubamba, Totoraqui, Huanipaca, Vichuica, Tambobamba, Sicllabamba, Uncalla, Mandurqui, Huayllapucro, Ccarabamba, Pamparqui, Runcuhuasi, Pucuntuy, Troja, Ccataqui, Ccollcca, Chanchayllo, Chihuampata, Lihuirco, Parhuani, Callanca. Chaquiccocha, Occopata, Ccoya, hayan peregrinado hasta este sagrado lugar, para realizar en este usnu otro tipo de ceremonias religiosas en honor a sus huacas locales, pero siempre dentro del protocolo oficial inca, que nos describe el jesuita Pablo José de Arriaga en su obra “La extirpación de la idolatría en el Perú”[v], en los siguientes términos:

“También ofrecen Llamas, que son los que llamamos Carneros de la tierra, y esto suele ser siempre en las fiestas más solemnes de las Huacas, y las sacan enramadas de flores. Atan la llama de una piedra grande70, házenla dar cinco o seis vueltas a la redonda, y luego la abren por el lado del corazón, y se le sacan, y le suelen comer crudo a bocados, y con la sangre asperjan la Huaca, y la carne se reparte entre los ministros de los sacrificios, y también suelen dar de ella a los demás Indios. En algunas partes tienen crías de estas Llamas para las Huacas, y las guardan, y crían por cuenta de la Huaca, y en los más pueblos de la sierra, que se han visitado a habido algunas Llamas compradas con plata, que para ello han contribuido los Indios. Otras veces los mismos Indios, que tienen ganado dan sus Corderos, y Llamas, para que los sacrifiquen por el aumento de su ganado.”


Unsupampa

También en estas ceremonias, se libaba mucha chicha con el sol, la luna, las estrellas, la Pachamama, los Apus, las huacas de todos los lugares cercanos y con todos los peregrinos asistentes. Se mascaba y ofrecía mucha coca a los dioses y a los hombres. Se quemaba la bendita wira, que es la grasa de las llamas. Se bendecía las más vistosas y coloridas plumas de las aves de todas partes, que acabarían siendo el ornamento de autoridades, guerreros y mujeres. Se ventilaba mucho maíz molido crudo o tostado (ccacu) y se entonaban cánticos y muchas oraciones de súplica y agradecimiento, enterrando en la oquedad de su plataforma no pocas ofrendas de oro, plata y cobre.



[i] GARCILASO DE LA VEGA, Inca. COMENTARIOS REALES. Biblioteca Ayacucho.
[ii] Este pie de página es nuestro.- Carneros, corderos y ovejas se refiere a llamas o alpacas.
[iii] GUAMAN POMA DE ALAYA, Felipe. NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO. Prólogo de Franklin Pease. Biblioteca Ayacucho.
[iv] Nicolás Ruiz de Estrada, nacido en Lima, regidor vitalicio de la Ciudad de los Reyes (Lima) y Licenciado en Derecho, hijo Martín Yáñez de Estrada y Marina Roldan. Fue nieto de Bartolomé Ruiz de Andrade, quien pasó a la historia por formar parte de la expedición de los Trece de la Fama (Los 13 de gallo) y por ser el primer español en avistar costas ecuatorianas y desembarcar en ellas. En 1511, este marino fue reconocido como Piloto Experto bajo las órdenes del Almirante Cristóbal Colón.
[v] DE ARRIAGA, Pablo José. La extirpación de la idolatría en el Perú. http://www.biblioteca.org.ar/libros/155230.pdf

jueves, 8 de diciembre de 2016

SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE (VII) ebook

Bueno, como les tengo ofrecido les presento en séptima entrada mi ebook SAYWITE: UN HITO EN EL ANDE, solo espero que le ofrezcan vuestro interés, sin olvidar de poner un “ME GUSTA”, pero sobretodo  “COMPARTIR” y “COMENTAR”.

LAS FUENTES RITUALES DE AGUA Y LA GRAN ESCALINATA:


Los antiguos peruanos eran conscientes de la importancia que tenía el agua para la subsistencia de todos los seres vivos. Por eso era importante para ellos cuidarla muy solícitamente, porque este recurso era un regalo de sus dioses y por tanto había que reverenciarla con profunda fe. Así nos lo ha hecho saber el jesuita Pablo José de Arriaga en su obra: “La extirpación de la idolatría en el Perú” [i] escrita en 1621, leamos:

“A los Puquios que son los manantiales, y fuentes hemos hallado que adoran de la misma manera, especialmente donde tienen falta de agua, pidiéndoles que no se sequen.

A los Ríos, cuando han de pasarlos, tomando un poco de agua con la mano, y bebiéndola, les piden hablando con ellos, que les dejen pasar, y no les lleve, y esta ceremonia llaman, mayuchulla, y lo mismo hacen los pescadores, cuando entran a pescar.”

Del mismo modo nos lo recuerda el Padre Antonio de la Calancha en su libro: “Crónica Moralizada del Orden de San Agustín en el Perú con Sucesos Ejemplares en esta Monarquía”[ii], escrita en 1631, veamos

“También adoraron estos Indios de los llanos a la mar, a quien llamaron Ni, i le ofrecen harina de maíz blanco, almagre u otras cosas, para que les dé pescado, o no se embravezca, i los Serranos al modo que adoran las lagunas, reverencian la mar, a quien llaman Mamacocha; i los Aymaraes Mamacota, i en especial los Serranos que bajan a los llanos a sus negocios, comercios o embajadas, adoran con diferentes ceremonias al mar i a los llanos i playas, i los Indios de los llanos i sierra adoran las cordilleras nevadas, i a cualquiera sierra alta que tenga nieve, que llaman Razu o Rao o Ritti; i a los manantiales que llaman Puquios, a los arroyos, esteros i ríos, lagos, pozos i lagunas que reverencian porque no los ahogue, o no les niegue el agua.”

El Inca Garcilaso de la Vega[iii] en sus “Comentarios Reales”, nos refiere que los antiguos peruanos adoraban a los elementos de la naturaleza que beneficiaban sus vidas, hecho que nosotros hemos olvidado por completo, porque en nuestros días no sabemos respetar a todo lo que nos ayuda a vivir. Sobre su devoción a las aguas nos dice el porqué:

“Otros muchos indios hubo de diversas naciones, en aquella primera edad, que escogieron sus dioses con alguna más consideración que los pasados, porque adoraban algunas cosas de las cuales recibían algún provecho, como los que adoraban las fuentes caudalosas y ríos grandes, por decir que les daban agua para regar sus sementeras”.

Al igual que en las principales religiones de la humanidad, como el hinduismo, el judaísmo, el cristianismo, el islam, el sintoísmo, el zoroastrismo y el budismo, en la religiosidad andina el agua desempeñó un papel muy importante, no solo fue la fuente de la vida y un regalo de sus dioses, sino un elemento sagrado que además de limpiar el cuerpo, purificaba la mente, la libraba de sus penas y angustias, y del mismo modo como lo hacía con las plantas, renovaba la vida y espantaba la muerte.


Tom Zuidema[iv], afirma que existía un armacuy[v] sagrado, un rito de purificación en las aguas del río Apurímac que realizaba el inca acompañado de la realeza cusqueña y los sumos sacerdotes, previo al Inti Raymi.

Río Apurímac: "El Dios que habla".
Con unos pocillos ceremoniales de forma cóncava, decorados con pinturas, que se llamaban p’ukus, [vi] se hacía el Armay, (baño) que era la purificación ritual con agua, la que se practicaba antes de la llegada del solsticio de invierno (24 de junio, en el hemisferio sur), pues era muy importante estar limpio o haber sido objeto de una “limpia”, (sacar todo lo malo y dejar solo las esperanzas de mejores tiempos),  para celebrar el Inti Raymi, la fiesta del sol, el dios mayor del Tahuantinsuyo, y en esa ocasión, además de rendirle el tributo de la manera instaurada por el poder eclesiástico nativo, darle gracias por su bondad con las cosechas, las crianzas y la prolongación de la vida.




Según la memoria colectiva de los indígenas, que aún se conserva en algunos lugares del Perú, en aquellos tiempos el agua era considerada la sangre que la Pachamama hizo aflorar de su vientre para dar vida a los seres del Kay-pacha: los hombres, las plantas y los animales.


Este baño de purificación debía producirse en la noche o antes de que salga el sol, “Armay tuta”, para conseguir conectarse con la Pachamama o la madre tierra, y para que así, limpios y purificados, esta pueda bendecir a sus devotos, dotándoles del coraje, la fortaleza y la sabiduría necesarias para superar todos los males, sufrir menos y ser más felices.

Es muy probable que estas fuentes rituales de agua o armakunas hayan servido para la purificación de los creyentes antes de ingresar al santuario de la huaca de Saywite o rendir tributo al sol en el Inti Raymi que se celebraba en el usnu situado a 500 metros más abajo.


Pero estas fuentes no solo tenían una finalidad ritual, sino que fue un balneario destinado al aseo de los moradores de Saywite y sus alrededores. Sobre esta ancestral y cotidiana costumbre, los cronistas españoles recabaron mucha información acerca de los hábitos higiénicos de los antiguos peruanos, como: que se bañaban diariamente, que usaban ungüentos de hierbas y flores para aromatizar sus cuerpos y cabellos, que se lavaban la boca y manos después de comer y que tenían la costumbre de lavarse los dientes, entre otras usanzas de esta naturaleza. Todos estas rutinas asépticas de los indígenas americanos les parecieron bastante extraños a los conquistadores españoles, pues estos creían que el asiduo aseo personal era dañoso y poco saludable.

A propósito de ello y para conocer de dónde viene este apego por el aseo personal, el inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”, nos refiere lo siguiente: 

“Los hijos criaban extrañamente, así los Incas como la gente común, ricos y pobres, sin distinción alguna, con el menos regalo que les podían dar. Luego que nacía la criatura la bañaban con agua fría para envolverla en sus mantillas, y cada mañana que lo envolvían la habían de llevar con agua fría, y las más veces puesta al sereno. Y cuando la madre le hacía mucho regalo, tomaba el agua en la boca y le lavaba todo el cuerpo, salvo la cabeza, particularmente la mollera, que nunca le llegaban a ella. Decían que hacían esto por acostumbrarlos al frío y al trabajo, y también porque los miembros se fortaleciesen…”

Sobre este respecto, no debemos olvidar que todavía está vigente la ancestral costumbre de lavar el cuerpo de los difuntos, y  al día siguiente de su entierro, lavar su ropa en una ceremonia que los apurimeños llamamos "Pacha tacsay". Sobre este ritual el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala escribió: "Después de haber enterrado sus difuntos las viudas y parientes y hermanos, en los cinco días se van a lavar al tincoc yaco. Se lavan ellas y todo su ropa». Se aclara que Tinkuc yaku es el lugar donde convergen dos ríos, y que simboliza el encuentro del río de esta vida que se va con el río de la otra vida que llega.



      Ya entrando a la descripción de esta parte del conjunto arqueológico, diremos que esta se ubica a aproximadamente 30 metros del final de la plataforma donde se ha levantado el santuario de la huaca de Saywite. Se accede a ella por un camino peatonal de  aproximadamente 200 metros que parte de la carretera a Concacha y baja por el costado derecho de las dos plataformas piramidales hasta la base de la escalinata. Como no existe camino real que conecte estas fuentes con el santuario y la pirámide del monolito, o que existiendo no se ha descubierto aun, es conveniente seguir esta ruta para no “hacer camino”, dañando el conjunto arqueológico. Para mayor ilustración les alcanzamos esta fotografía satelital, que aunque borrosa, ilustra lo que queremos señalar:


Esta phaqcha[vii] tiene una sucesión de 22 terrazas, donde se han construido nueve fuentes de agua de 8.60 metros de largo y de 1.10 metros de alto. En ellas existen nueve caídas de agua de 1.95 por 1.70 metros, que van a dar a igual número de fuentes de 1.00 metro de ancho por 1.15 metros  de largo y 0.20 metros de profundidad, que permiten que un canal de 1.00 de largo por 0.18 de ancho, haga discurrir el agua, uniéndola a todas en su caída. Al costado izquierdo bajando tienen unos espacios de 1.40 m. de ancho por 1.70 m. de largo. El espacio que encierra a la fuente y su ambiente contiguo mide 4.60 metros.


























Estas fuentes están asociadas a una escalinata de 63 peldaños de laja de 0.60 metros de largo y de 0.40 metros de alto con un ancho interior de 0.75 metros, protegidos por un muro de 0.40 metros de alto por su lado derecho bajando.



Toda esta parte del conjunto arqueológico se ha construido sobre una extensión superficial aproximada de 400 metros cuadrados, pero debemos señalar que aún no se ha descubierto el canal por dónde llegaba el agua a esta phaqcha.

Esta phapcha sagrada, está otra vez siendo invadida por la maleza.

Los detalles de cada uno de sus aspectos arquitectónicos, arqueológicos y de los materiales de su construcción, lo encontraremos en el trabajo de Adán Choqque Arce, intitulado “Conjunto Arqueológico de Saywite” y publicado en el siguiente link: http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/conjunto-arqueologico-saywite/conjunto-arqueologico-saywite.pdf

Fuentes rituales de agua y gran escalinata vistas desde la Comunidad Campesina de Concacha


[i] DE ARRIAGA, Pablo José. La extirpación de la idolatría en el Perú. http://www.biblioteca.org.ar/libros/155230.pdf
[ii] DE LA CALANCHA, Antonio. CRONICA MORALIZADA DEL ORDEN DE SAN AGUSTÍN EN EL PERÚ CON SUCESOS EJEMPLARES EN ESTA MONARQUÍA Tomo III. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.
[iii] GARCILASO DE LA VEGA, Inca. COMENTARIOS REALES. Biblioteca Ayacucho. Tomo I. Pág. 20.
[iv] Reiner Tom Zuidema (24 de mayo de 1927 - 2 de marzo de 2016) fue profesor de Antropología y Estudios Latinoamericanos y del Caribe en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Es bien conocido por sus contribuciones seminales sobre la organización social y política incaica. Sus primeros trabajos consistieron en un análisis estructural del sistema ceque. Más tarde extendió este enfoque, basado en el estructuralismo francés y holandés, a otros aspectos de la civilización andina, especialmente el parentesco, el calendario inca y la comprensión incaica de la astronomía.
[v] Del Diccionario Quechua - Español - Quechua  dela Academia Mayor de la Lengua Quechua. Cusco, Perú, 2005.
arma. s. Baño. Aseo higiénico del cuerpo.|| Ec: Baño. / Arado.
armachiy. v. Hacer bañar a otra persona. Ec: armachina.
armakani. s. Lugar donde hay pozas para tomar baños. || NEOL. Balneario.
armakuna. s. Poza para bañarse. Pe.Aya:armakuna yaku.
armakuy. v. Bañarse. Ec: armagrina. Pe.Aya: armakuni.
armay. v. Bañar. Ec: armana.
armayqhapa. s. Tina de piedra, muy usada en la época incaica.
[vi]p'uku. s. Plato o pocillo de barro cocido de forma cóncava cuyo tamaño es variable de acuerdo al potaje. Muchas veces son platos ceremoniales y están decorados con pinturas. SINÓN: chuwa.
[vii]phaqcha. s. Chorro, chorrera, cascada de agua u otro líquido que se precipita de cierta altura. EJEM: unu phaqcha, cascada de agua. Bol: phajcha. Diccionario Quechua - Español - Quechua  dela Academia Mayor de la Lengua Quechua. Cusco, Perú, 2005.