Como no tenemos una imagen de este personaje abanquino
hemos puesto una vista panorámica de las haciendas
Illanya, Pachachaca y al fondo San Gabriel
|
El prominente hacendado cusqueño Juan
Antonio Trelles Cáceres, dueño de las haciendas Pincos, Sotccomayo y Cavira de
la provincia de Andahuaylas, contrajo matrimonio con doña María Antonia Montes,
con la que tuvieron cinco hijos: Juan Antonio Trelles Montes, Efraín Trelles
Montes, Óscar Trelles Montes,[1]Federico
Trelles Montes (dueño de la hacienda Amoray en la provincia de Aymaraes) y
Plácida Trelles Montes casada con Hans Joaquín Duda (últimos dueños de la
hacienda Pincos).
Sobre los orígenes de la familia Trelles
Montes en Apurímac, Harald O. Skar en su libro “Gente del valle caliente”[2][ii],
nos refiere lo siguiente:
“Durante
el periodo colonial clásico (1569-1700) la propiedad original o encomienda, se
convirtió en corregimiento. Bajo los virreyes de los Borbones (1700-1821) fue
designado un partido. Finalmente, la encomienda original devino una provincia
durante la república (1823- ). Sin embargo, en los tiempos republicanos, la
propiedad original había sido dividida en las varias haciendas que encontramos
en la época de la Reforma Agraria de 1969. Aunque eran propiedades nominalmente
independientes, algunas de estas haciendas habían sido administradas como una
sola empresa. Este fue mayormente el caso bajo los jesuitas hasta que es tos
fueron expulsados de la tierra a comienzos del siglo XIX, momento en el cual
las familias oligárquicas de los Andes se apropiaron de ellas.
Sabemos
de un viaje hecho en la década de 1640 por Don Vasco de Contreray (Contreras?)
y Vaberde (Valverde?) (Jiménez de la Espada 1956: 14) que se habían establecido
grandes plantaciones de caña de azúcar en el valle de Pincos en la época de los
jesuitas. Por el diario de viaje de José María Blanco (1834) sabemos que las
familias de hacendados continuaban con esta forma de producción (ver Capítulo
IV). En la misma fuente es mencionado don Ignacio Samanez como el dueño de la
hacienda Colpa y don Toribio Mendieta como el propietario de Pincos. En esta
época el cura de Abancay se dice que era un Dr. Miguel Aranívar. Fueron los
descendientes de los Aranívar quienes llegaron a ser los dueños de la hacienda
Palmira. Las haciendas Colpa, Pincos y Palrnira están todas (como hemos visto
en el capítulo IV) en operación hoy día en el Valle de Pincos (como
cooperativas).
Es cuando
la familia Trelles-Montes vino por primera vez al valle que nosotros podemos
hablar de nuevo de una empresa unida a gran escala, aunque de un tipo diferente
a la encomienda. El control sobre los recursos del valle ya no estaba en las
manos de una sola persona, sino más bien en las manos de un grupo extendido de
parientes (ver la tabla genealógica en la siguiente página). Los Trelles-Montes
eran descendientes de la Condesa de Valdelirios Escolástica de Segura y
Aldasaval, y del Juez de la Corte Superior del Cuzco Dr. Pedro José Montes.
Ambos eran de familias cuzqueñas muy ricas, pero cuando las oportunidades se
les presentaron en el vecino departamento de Apurímac, ellos se trasladaron.
Durante las tres últimas generaciones la familia se había lentamente
establecido llegando a la cima del poder aproximadamente tan tarde como 1950.
En esta época ellos eran una de las familias más ricas del departamento de
Apurímac, con una concentración de sus propiedades e influencia en Abancay. Sin
embargo, a comienzos del siglo ellos ya habían dominado inmensas extensiones de
tierras. La evidencia nos la da un informante que relata como en su juventud él
había recibido el encargo de conducir algún ganado de la Hacienda Pincos al sur
del departamento de Apurímac. Después de pastear el ganado por cuatro días,
cuando se estaba aproximando a su destino, él fue atacado por ladrones. Él les
grito diciendo que el ganado que ellos estaban tratando de robar pertenecía a
su propio hacendado, Antonio Trelles (hacendado aproximadamente de 1860 a 1910),
y que ellos serían castigados si le robaban. Los ladrones lo dejaron ir,
temerosos de los castigos que podría n sufrir a manos de su patrón.
El terror
a la ira del hacendado estaba particularmente extendido entre los indios que
sirvieron Antonio Trelles, quien tenía una reputación de crueldad. Una historia
del valle relata como su crueldad lo llevó finalmente a su caída. Una vez un
grupo de matapuqueños se pusieron tan furiosos con la crueldad de Antonio
Trelles que decidieron matarlo. De algún modo Trelles se enteró del complot y
consiguió huir, oculto en una canasta de aves. Sin embargo, los matapuqueños lo
descubrieron y lo asesinaron por el camino. En memoria de este evento toda una
familia de matapuqueños tomaron el nombre de Yuto (un faisán, un ave que
es a menudo enjaulada y que los aldeanos aprecian mucho).”
Fuera de este matrimonio fue concebido J.
Cirilo Trelles Pérez, que según testimonios de las gentes de Abancay, habría
nacido en la hacienda de Pincos del distrito de Huancarama. Ya de adulto
contrajo matrimonio con doña Mercedes Gamboa Ibarra. Pero en buena cuenta nadie
sabe a ciencia cierta, porque no hay documento que lo confirme, dónde y cuándo
nació o murió.
A parte de estos detalles, sólo conocemos
que inició su periplo de terrateniente con la adquisición de la pequeña
hacienda denominada Pampatama Baja, ubicada en el distrito de Tintay de la
provincia de Aymaraes, de apenas 169.00 hectáreas, que si bien era pequeña,
tuvo el beneficio de que casi toda su extensión estaba bajo riego, y que
gracias a eso en su momento era una prospera hacienda cañavelera, donde se
fabricaba grandes volúmenes de aguardiente de caña.
Además en esta hacienda se engordaba casi
todo el ganado vacuno que criaban las comunidades de los distritos de San Juan
de Chacña, Tintay y Lucre, que luego eran conducidos a los camales de la ciudad
de Lima. Cabe señalar que en los años 70' esta hacienda fue afectada y
expropiada por el proceso de Reforma Agraria del Decreto Ley Nº 17716 y
adjudicada a la Comunidad Campesina de Tintay.
Lo que si podemos enfatizar es que gracias
a esos dineros y sus habilidades financieras, poco a poco, comenzó a adquirir
las famosas haciendas del valle de Abancay, que para el momento en que él las
adquiría prácticamente se encontraban en la ruina financiera.
La principal causa de esta debacle fue que
una vez inaugurada la carretera Abancay – Puquio – Nazca – Lima, los colonos,
yanaconas, aparceros, arrendires, allegados, mejoreros, precarios y huacchilleros,
obligados a la prestación de servicios personales sin retribución salarial, por
el usufructo de las tierras de las haciendas, comenzaron a migrar
principalmente a las principales ciudades y haciendas de los departamento de
Lima e Ica donde si podían acceder a un salario por su trabajo.
Como ya dejó de existir en estas
haciendas la mano de obra gratuita que le proporcionan esta servidumbre, sumado
al hecho que a nuestra región comenzó a llegar en grandes cantidad el alcohol
más barato que producían los ingenios de las grandes haciendas cañaveleras del
norte de la costa, dio como resultado que las haciendas de Abancay y Apurímac
comenzaran a colapsar económicamente y a malbaratarse.
Esa situación fue hábilmente aprovechada
por nuestro personaje, en la siguiente medida.
En 1940, J. Cirilo Trelles y su esposa
doña Mercedes Gamboa de Trelles, aparecen como propietarios de la Hacienda San
Gabriel de Ninamarca, esta situación se mantiene hasta el año 1949, cuando la
persona jurídica denominada “Negociación Agrícola Cirilo Trelles”, integrada
además por J. Trelles Montes y Walter Hauspach, pasaron a ser propietarios de
la mencionada hacienda valorizada 2’490,000 soles. Más adelante por orden del
Segundo Juzgado en lo Civil del Cusco, se inscribe el mayor valor de esta
hacienda y su Anexo Chinchichaca por el monto de 4’482,846.33 soles.
Luego fue la hacienda Patibamba, de la
Sociedad Agrícola Ganadera Patibamba S.A. de los señores Carlos de Luchi
Lomellini, Dolores Pretriconi de Carenzi, José Emilio Carenzi Galezi y
Juan Luchi Lomellini, quienes asumieron su propiedad a partir del año 1940, que
para ese entonces estaba valorizada en 450,000 soles. En 1944, esta sociedad
hipotecó la hacienda al Banco Hipotecario. Probablemente la sociedad no pudo
deshipotecarla, así que en el año 1947, J. Cirilo Trelles Pérez, integrándose a
la sociedad, se subroga en la hipoteca, y a su vez, la hipoteca al mismo banco
por 450,000 soles, para pagar a sus socios y hacerse dueño de la misma.
Después fue hacienda Pachachaca, que en el
año 1932 era la propiedad de Antonio Araoz y Atuza y su esposa Mercedes
Cereceda, inmueble que heredaron sus hijos María Cristina de las Mercedes
Letona Zereceda y José Aurelio Antonio Letona Zereceda, que en 1947,
constituyeron la persona jurídica Negociación Letona y Cia., cuyo representante
legal fue J. Cirilo Trelles, que en 1949, luego de sanear su documentación,
junto a la hacienda Illanya, paso a ser propiedad de J. Cirilo Trelles y esposa
Mercedes Gamboa Ibarra.
Así en menos de una década José Cirilo
Trelles Peña, se hizo propietario de las más grandes e históricas haciendas de
los valles de Abancay y Pachachaca. Remitiéndonos a los documentos del Proceso
de Reforma Agraria que en Apurímac empezó en el año 1970, tendríamos el
siguiente cuadro:
HACIENDA
|
EXTENSION
Has.
|
NORMA
|
DISTRITO
|
Patibamba
|
6,372.77
|
Ley Nº 17716
|
Abancay
|
Illanya-Pachachaca
|
8,576.45
|
D.S. Nº 091-72-AG
|
Abancay
|
San Gabriel
|
19,860.30
|
D.S. Nº 387-70-AG
|
Abancay
|
TOTAL
|
34,809.52
|
Si tomamos en cuenta que la extensión del distrito de Abancay, resulta que
nuestro personaje era dueño de casi todo el territorio del distrito.
Este es más o menos el territorio de las haciendas Patibamba, Illanya, Pachachaca y San Gabriel que fueron propiedad de J. Cirilo Trelles Pérez
Como todos los poderosos terratenientes de
su época, fue elegido al único puesto de Senador por Apurímac en el periodo
1945-1950 y reelegido para el periodo 1950-1955; de esa representación los
apurimeños no tenemos ni un solo recuerdo benéfico, ya sea una Ley o una obra,
salvo que gracias a su gestión se construyó el puente Pampatama que beneficiaba
a la hacienda Pampatama Baja de su propiedad. Total eran los hacendados o lo
que ahora calificamos como terratenientes, latifundistas o gamonales de esos
tiempos no tenían que darle cuenta a nadie. ¡Era los amos!
Gracias a sus relaciones con otros
hacendados encajados en el parlamento, logró que el Congreso de la República
aprobará la Ley Nº 12706, del 25 de enero de 1957, mediante la cual se declaró
de necesidad y utilidad pública la expropiación del área de terreno, las
construcciones e instalaciones de la hacienda Patibamba, para los
fines de la expansión urbana de la ciudad de Abancay y para el fomento de la
pequeña propiedad rural.
Sobre este traslado de dominio, tengo
todavía en la memoria una anécdota que me contó don Leonidas Espinoza Garibay,
y que más o menos era así:
Resulta que el pueblo de Abancay, hacia la
segunda mitad del siglo XX ya estaba harto de que desde Andahuaylas y otras
partes del Perú, se dijera burlonamente que: “Abancay era la única hacienda con Prefectura y Corte Superior de
Justicia”, porque la ciudad estaba cercada por la hacienda Patibamba.
Así que un buen día de esos el pueblo se reunió en una sesión multitudinaria en
el local de la Sociedad de Artesanos, con el objeto de poner fin a ese
sarcasmo.
En esa sesión se nombró a una comisión
para que en representación de la población Abanquina fueran a la hacienda Patibamba
a proponerle a “don Cirilo” la compra-venta de la hacienda Patibamba.
Me contó, que el hacendado les dijo de
buena gana que no había problema: “Todo se vende, todo se compra,
todo tiene su precio” y que
mejor si el pueblo abanquino quería adquirirla, y si entre todos podían reunir
3 millones de soles, la hacienda era suya. La comisión corrió traslado de la
respuesta del hacendado al pueblo, y después de un año, sin todavía acotar
ningún dinero sino promesas ciertas de pago en efectivo que se escribieron en
un libro de actas, no alcanzaron ni siquiera a comprometer el 5% del dinero que
quería el hacendado.
Los abanquinos, los que se creían ricos y
los verdaderamente pobres, prefirieron olvidarse de este episodio porque según
mi narrador: "Cómo los empleados de la misma hacienda, los escasos
servidores públicos y algunos pobres artesanos, ganaderos y chacareros, podían
reunir dinero para comprarse una hacienda de 3 millones de soles, y en esos
tiempo cuando los millones eran de verdad millones. Era como si tu peón
pretendiera compararte tu chacra. ¡El viejo tagarote se habría matado de
risa!".
Más adelante, cuando es clamor se hizo un
justo y profuso el reclamo social, que no solamente era de los miembros de
la sociedad de artesanos sino de los dirigentes políticos y sociales y del
pueblo en general, el Senador y hacendado Enrique Martinelli Tizón, propuso
ante el Congreso de la República la expropiación de la misma, la que se aprobó
mediante Ley Nº 12706, del 25 de enero del 1957. En el mes de abril de ese
mismo año, los ingenieros Leopoldo Alencastre y Emilio Turpaud, profesionales
designados por el Ministerio de Fomento y Obras Públicas para su valorización,
formularon su Informe, donde concluyeron que la hacienda Patibamba estaba
valorizada en S/. 6’245,118.88 ¡¡¡¡SEIS
MILLONES DOSCIENTOS CUARENTICINCO MIL CIENTO DIECIOCHO SOLES ORO CON 88/100!!!!
Fue entonces que ante tan enorme precio,
todos los hacendados de Apurímac querían venderle sus haciendas al Estado
Peruano porque resultaba un gran negocio, pero para su mala suerte solo
lograron venderle J. Cirilo Trelles los fundos Maucacalle y Sahuanay de
707.2380 hectáreas, ubicado en el distrito y provincia de Abancay; y, Julio
Óscar Trelles Montes, la estancia ganadera Cavira de 4,870 hectáreas, ubicado
en el distrito de Kishuará de la provincia de Andahuaylas.
Me hubiera gustado acceder a conocer la
fecha y lugar exacto de su nacimiento y muerte y otros detalles de su vida
personal y hasta quizá contar con alguna fotografía de este interesante
personaje, pero no hubo ocasión ni suerte. De modo que quién quisiera colaborar
conmigo para completar esta biografía, y sobretodo aclarar lo que he
escrito, por ser parte de la historia de Abancay, pueden remitírmela al correo
electrónico cirovictor@yahoo.com ¡GRACIAS
POR ANTICIPADO!
[1]Julio Óscar Trelles Montes,
nació en Andahuaylas el día 23 de agosto de 1904 - Lima, 2 de octubre de 1990)
fue un médico y político peruano. Se desempeñó como Presidente del Consejo de
Ministros y Ministro de Gobierno y Policía de julio a diciembre de 1963, en el
primer gobierno del presidente Fernando Belaúnde Terry. También fue ministro de
Salud Pública y Asistencia Social (1945-1946), senador de la República
(1980-1985) y presidente del Senado (1980-1981).
Fue hijo de Juan Antonio
Trelles y María Antonia Montes. Realizó sus estudios secundarios en las
ciudades del Cusco y Lima; viajó luego a Francia, donde siguió la carrera de
medicina en la Universidad de París hasta graduarse de doctor en 1935.
Trabajó en París en la
fundación Dejerine, desde 1930 hasta 1935, con el profesor Jean Lhermitte, bajo
cuya dirección con F. Masquin publicaron el libro Précis d'anatomo-physiologie normale et pathologique du système nerveux.
Su labor en el campo de la Medicina mereció, en atención a sus trabajos de
clínica psiquiátrica, que la Sociedad Médico–Psicológica de París le diera el
premio Trevel en 1934.
Después de intensa actividad
científica regresó al Perú, en 1936. Revalidó su grado en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos presentando una tesis sobre los “Reblandecimientos
protuberanciales”, que mereció el premio de la Academia Nacional de Medicina.
Casi inmediatamente comenzó a trabajar en el asilo de incurables "El
refugio" en el que creó el primer hospital neurológico en el Perú, llamado
Santo Toribio de Mogrovejo, del que fue director (1940-1974). Gracias a su
impulso este hospital se puso a la vanguardia de los conocimientos modernos en
neurociencias a nivel nacional (actualmente Instituto Nacional de Ciencias
Neurológicas (INCN) "Oscar Trelles Montes").
Optó también por la carrera
docente y fue catedrático de Neurología en San Marcos (1936-1961). Fue uno de
los fundadores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Junto con Honorio
Delgado fundó en 1938 la Revista de Neuropsiquiatría.
[2] SKAR, Harald O. GENTE DEL
VALLE CALIENTE Dualidad y Reforma Agraria entre los runakuna (quechua
hablantes) de la Sierra peruana. Pontificia Universidad Católica del Perú –
Fondo Editorial 1997. Lima. 1997.